Las velas de los candelabros proyectaban tétricas figuras en las paredes de rugosa piedra. Al fondo de la gran sala frente a la que se encontraba parecía haber una chimenea. Comenzó a caminar con lentitud, casi con temor ante la posibilidad de perturbar a los habitantes del castillo. Antes de cada paso, una mirada temerosa a su alrededor. No quería ser descubierto. A cada paso, una mirada, a cada mirada, un paso…
Y empezó a percibir que estaba siendo observado. Observo la estancia, deteniéndose en cada detalle, intentando descubrir a un posible habitante nocturno. Pero no encontró a nadie sospechoso. Pero esa extraña sensación seguía ahí. Sentía la mirada de algo… de alguien… Un pequeño goteo de agua se escuchaba tras las ventanas… o tal vez provenía de las cavernosas mazmorras del castillo…
