Disclaimer: Sólo las ideas aquí planteadas son mías. Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Tú no se lo vas a decir.

Tu mente era un enjambre de ideas, un abismo del cual no se podía ver el fondo, la confusión que atravesaba tu mente era lo peor que podía estarte pasando y peor aún en presencia de 'él'. Te abofeteaste internamente intentando evitar cualquier tipo de insinuación de sentimiento hallado en alguna parte de tu corazón, pero te negabas a aceptar que su sonrisa tonta siempre estuviera en tu cabeza, que sus palabra y su ímpetu nunca se borraran de todos tus pensamientos y tus sueños.

Te negabas rotundamente a pensar en ese tipo como algo más que un 'amigo', eso era algo que ni tu corazón ni tu mente querían aceptar. Apostarías que si tu padre siguiera vivo habría deseado que lo enterraran aún con el corazón palpitando, sólo por la vergüenza que le causaría, claro, antes te mataba a ti por ello. ¿Dudando? Y encima de tus preferencias sexuales. Seguro toda el clan entero te linchaba, no sin antes compararte con Itachi, qué él nunca haría algo así. Bufaste con fastidio y molestia de tan sólo imaginar dicha escena.

Pero en ese momento tenías cosas más importantes por las cuales preocuparte, ¿qué hacías pensando en ese imbécil? sí, ese que no tenía pudor ni al hablar, que siempre discutía y no era capaz de quedarse callado un par de minutos, que siempre decía las cosas con dicha fluidez, era todo lo contrario a ti y eso era lo que te molestaba. Que dudaras sobre lo que pensabas de él, te era ilícito e inaceptable.

Y cuando Suigetsu te miraba te era imposible descifrar el mensaje de sus ojos, no había en él la misma claridad que en los demás, eso te molestaba. Por tantas razones querías matarlo de una buena vez, pero había algo que no te lo permitía.

Dicha confusión no era digna de ti, y era evidente que no moverías ficha del asunto.