Disclaimer: Sólo las ideas aquí planteadas son mías. Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Sangre sobre la nieve.

La miraste una vez más recordando esa sonrisa en toda su amplitud que estaba dibujada en su rostro en el momento que la viste caer. Lloraste desoladoramente lamentando ésa pérdida. Sabías que jamás habría otra persona a la que pudieras llegar a amar tanto.

Si sólo hubiera llegado un poco antes... te lamentabas incansablemente ¿Quién podría llenar ese vacío? ¿Cómo no llorar? Si la persona a quien quisiste de una manera tierna y pura ahora estaba en un sitio inalcanzable. Aún con tu baja mirada, cualquiera se percataba del dolor interno, tan profundo que te acontecía. Sólo derramabas gruesas y pesadas lágrimas que caían de lleno en la nieve.

Ella había sido la persona más importante para ti desde el momento en que viste su rostro por vez primera hacía varios años; y ahora estabas lamentándote frente a su inerte cuerpo inmóvil, tan frío como el mismo hielo.

Te arrojaste a su pecho a llorar de una manera aún más desconsoladora. Sabías que no había manera de evitar todo el dolor que atravesaba por tu cuerpo, ella se había ido y tú no tenías nada más que hacer que llorar y culparte.

Esa roja mancha de sangre que perturbaba la blancura del paisaje sólo aumentaba tu dolor; sabías que ya no estaba, ya no escuchaba tu voz, ya no podría verte, ni siquiera podría sentir tu presencia o tu olor cerca. Ella ya no estaba presente, ya no te acompañaba, no volvería a hablar ni contigo ni con alguien más, ya no estaba viva...

Lo que más te dolió fue nunca poderle decir lo que sentías por ella, nunca le pudiste informar que adorabas su exótico cabello rosa, brillante y sedoso que cepillabas con frecuencia gracias a la confianza que se tenían; no le podías agradecer el haberte permitido ver, día con día sus resplandecientes ojos esmeralda, con ese brillo peculiar que tanto te agradaba contemplar minuto a minuto; no le podrías decir lo mucho que amabas su sonrisa y, aunque te encantaba la expresión en su rostro cuando las lágrimas hacían acto de presencia, siempre preferiste contemplar esa curvatura rebosante en la comisura de sus labios.

Pero ya nadie podría jamás ver esos ojos tan brillantes, nadie podría volver a contemplar esa sonrisa... nadie.

Querías escuchar una vez más su melodiosa voz, cual sonido celestial, porque cuando una palabra... una sencilla palabra salía de sus sonrosados labios, sentías la ferviente necesidad de silenciar todo lo demás, sólo para escucharle a ella, sólo para prestarle atención a la insignificante cosa que desease decir, fuese para ti o no.

Corriste tanto como tus piernas te lo permitieron para que alguien hiciera algo al respecto; trataste de alcanzar a aquél que te había arrebatado de los brazos lo que más querías en todo el mundo, pero no fuiste capaz de darle alcance siendo que desconocías su paradero.

Llorar era vano, no había algo humanamente posible que pudieras hacer. La habías perdido para siempre. Ya no había marcha atrás. Sólo podías levantar la cabeza y poner la frente en alto para cuando ella observase tus ojos perla desde donde sea que estuviese.