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Estaba entusiasmada por aquella noche, desde que había entrado en edad social no me perdía ningún baile o cumpleaños. Pero últimamente el ballet consumía todo mi tiempo, así que sin decir una palabra a mi abuelo me salté las clases. Una lección perdida no me haría daño. Además los caballeros estaban en sus mejores galas. Se veían desde los nobles de baja cuna, príncipes de países lejanos y bastantes miembros del ejército ruso. Estos últimos estaban entusiasmados con las damas, sobre todo los cadetes que se veían escuálidos y con caras de niños recién salidos de casa, esos eran los más insoportables. Si alguno se me acercaba le hondeaba mi abanico con mala gana y me iba sin dirigirles la palabra. Pero también estaban los soldados con más altos rangos y responsabilidades, generales serios y cuyo uniforme les ceñía tan bien al cuerpo que tenía que disimular mi sonrojo con la excusa de que me apretaba un poco el corsé.

Aun así no lograba comprender porque me sentía tan incómoda esa noche. Había peinado mi cabello de forma natural, una diadema plateada con una pequeña mariposa lo adornaban. Escogí mi vestido favorito; el color de la tela era tan pálido que el azul celeste parecía blanco: falda ligeramente esponjada, en el borde de las mangas y el escote se notaba un encaje blanco discreto. Los guantes largos a juego con el conjunto, la parte superior del vestido consistía en la pechera de color azul pálido y celeste. Mis zapatos no eran de tacón muy alto, el abuelo decía que no era apropiado para mi edad. Tenía que admitirlo, para que no me gustara perderme de eventos sociales, no tenía muchas amistades y eso se debía a dos cosas. La primera era que nuestra familia era de nuevos ricos, así que la sociedad burguesa aún no se acostumbraba a nuestra "cochambrosa" presencia. El Zar se había mostrado maravillosamente humilde a diferencia de lo que se contaba en las calles y entre bares, que era un hombre frío y malvado, que su aura misteriosa se debía a tantos planes descabellados que tenía preparados para el país.

Y la segunda es que tenía un temperamento bastante corto. Encontraba aburridas las conversaciones de las chiquillas de mi edad, hablaban de los caballos que tenían en sus villas veraniegas, de los vestidos nuevos que sus padres les habían traído de su último viaje a España y de lo inútiles que eran sus sirvientes y lo mal olientes que eran las personas que andaban por las calles de Moscú. A mí me interesaba ser la mejor en lo que hacía, en mis lecciones de historia y canto, en el piano y en el ballet, que era mi vida.

En aquel momento me encontraba rondando cerca de mi abuelo, hablábamos sobre lo poco que se servía comida en estos banquetes comparado con lo bien que todo sabía.

Las trompetas llamaron nuestra atención, la música que apenas se escuchaba entre tantas voces dejó de sonar. La familia real apareció y el salón entero comenzó a cantar "Dios salve al Zar" ellos siempre se veían tan pulcros y elegantes, pero lo que más me gustaba era aquella aura de familia común y corriente que los envolvía. Al acabar el himno, los cuchicheos comenzaron.

–¿Por qué tanto alboroto? –susurré más para mí misma, noté como todas las mujeres se cubrían los rostros con sus abanicos.

–¿No has visto? –dijo Mila, una chica pelirroja con la que había hablado pocas veces: era soportable.

–Mira, Yuri, esos que están debajo de los asientos del trono son los invitados del Zarévich –apuntó discretamente con su abanico cerrado– el hombre de uniforme rojo es Jean Jaques Leroy, el líder de los aliados franceses. Los otros dos no los conozco y ese último, el muchacho con rostro duro es Otabek Altin el príncipe de Kazakhstan.

Un golpeteo extraño me llenó la cabeza.

POM, POM, POM.

Vi al Zarévich alzando las manos, saludándonos, seguramente agradeciendo que lo acompañásemos en otro año más no sólo de vida, sino como gobernante de Rusia, agradecería el amor de su esposa, la paciencia de su familia y honraría a sus invitados. Todos aplaudían, ¿dónde estaba mi abuelo?, el rey saludó a sus invitados de honor y se retiró a sentarse al lado de su esposa.

"Otabek" repetí en mi cabeza. Me aferré a los pliegues de mi vestido y sentí mis rodillas temblando debajo.

–¿Yuri, dulzura, te encuentras bien? –Mila apoyó su mano en mi espalda baja, me sobresalté ante su tacto.

–Perdona, es sólo que el corsé me tiene agobiada hoy.

–Ay, cariño, eso es normal, la belleza cuesta mucho para nosotras, ¿no crees?

Conseguí sacar fuerzas para reírme de aquello.

–Y…entonces, ¿no te parece atractivo?, ¿Yuri?

Me disculparía luego, el corazón me latía a mil. No podía creerlo, ¿príncipe?, ¿era aquel muchacho serio y con semblante aterrador, el mismo niño fuerte y divertido que hizo aquel cambio más fácil? avancé entre el tumulto de gente, todos querían acercarse más a los invitados de honor, me oculté en una de las salas exteriores del castillo. Miré mi reflejo en los enormes ventanales.

"Concéntrate, entra, entra, recuerda que eres la más bella, eres la mejor, serás la bailarina más famosa, la pianista más agraciada, la esposa…" paré mis pensamientos. Miré mi cuerpo, mi cabello rubio, mi pecho tan plano y mis clavículas asomándose por mi escote, mis hombros pequeños, mis curvas: regalo de mi ejercicio en el Ballet. Miré los pliegues de mis vestidos y más allá de estos.

–¡Pero que sorpresa! El destino me ha arrastrado hasta esta gatita perdida– dijo una voz detrás de mí.


¡Gracias por haber leído hasta el final! Nada, este es el nuevo proyecto de fic en el que estaré trabajando. Como se podrán dar cuenta es un OtaYuri xD algunos hechos históricos son reales y otros no, obviamente me los he inventado. Este fanfic nació siendo un one shot pero me metí tanto en la historia que será un fic corto (maybe) además nació de escuchar la canción que suena durante la rutina de Otabek y un poco del Agape de Yurio. Una parte de mi se siente rara de estar escribiendo sobre una parejita que no es mi OTP, pero me estoy divirtiendo muchísimo, ¿que cosas le esperarán a Yuri? chan chan chan!

A mis lectores de fics pasados uvu espero que este les guste.

Este primer capítulo va dedicado a mi mejor amiga, Marcela. Gracias por apoyarme en mi locuras.

Saludos a: Julieta, Pamela, Lisa que resultó ser una baby uvu, a Sarahi (gracias por leerme shishona), Blanquita, Moni, Fatima (que aun me ama xD o algo así) y a todo los que se pasen a leer este fic, los quiero, bebus