Entonces... la pregunga recae en un: ¿Cómo se te ha ocurrido esta blasemia? Muy simple: Estoy jugando Grand Order, y tengo a Gilgamesh y Jeanne en mi equipo. Si, mueranse de envidia, tengo a Gilga (?) Bueno ya, dejemos eso a un lado.
Y bien, pues esto me inspiró a crear una serie de Drabbles de este par y de cómo serían ellos trabajando juntos. También habrán apariciones de los otros personajes que tengo en el juego (Shielder, Saber y Atila) pero será conforme avance la historia, debo decir que los Drabbles no tienen un orden "Cronologico" y tendrá algunos pequeños Spoiler del juego, pero nada que afecte al publico (creo).
Sin nada más que agregar, bienvenidos:
Disclaimer: Los personajes de Fate y Fate/GO no me pertenecen
Advertencia: N/A
Raiting: K+
Eres bienvenido/a a disfrutar de la lectura, si te ha gustado no dudes en dejarme un comentario, eso me ayudaría mucho.
Abaddon Dewitt
Sonrisa
Se miran con recelo… Trabajar juntos no es sencillo, Jean es honestidad y paciencia, Gilgamesh es un déspota que se mueve por codicia y soberbia, sin embargo deben trabajar juntos, fueron convocados por una niña y su hibrido entre humano y siervo. La doncella de Orleans lo desaprueba, el mal sabor le llega cuando Gilgamesh mira con desagrado a Shielder, se supone que son un equipo, pero para él, ambas son un estorbo. O al menos eso fue lo que dijo cuando pacto el contracto con su master, oh, si no fuera por él ya habría eliminado al rey de los héroes, y sugerido un espíritu heroico menos problemático. Pero hay prioridades, y una de ellas es salvara su amada Francia de una versión corrupta de ella y de un Giles de Rais que le es irreconocible.
La batalla es cruenta, una carnicería entre ciervos, pero así son las guerras del grial, así es la guerra en resumidas cuentas, Jeanne respira cansada cuando tienen un momento para detenerse en aquella odisea que parece interminable. Se sienta en el borde de una roca a contemplar el cielo nocturno de su amada Francia, siente en la piel la brisa veraniega, admite que hay algo bueno en toda esa marejada de peleas iracundas: Sentir la brisa de aire puro.
—Parece que se ambas se han quedado dormidas, los únicos que no necesitamos el sueño aquí, somos nosotros, —la voz gruesa de Gilgamesh la interrumpe, Jeanne tuerce el gesto, el tacto de sus palabras es áspero, la inquieta.
—Entonces ambos vamos a montar guardia, —responde con serenidad.
Gilgamesh arquea las cejas, no, él no montará guardia, el rey es incapaz de hacer un acto tan mundano, aun que admite que contemplar a Jeanne bajo la luz del manto plateado lunar es algo agradable para su vista, y entonces corrige:
—Tú vas a montar guardia, yo disfrutaré de esta noche, —sonríe de medio lado mientras se deshace de la ostentosa armadura dorada que lo caracteriza.
A ella no le queda más que suspirar exasperada, esperando a que la guerra termine pronto, volver a su descanso, dejar de pensar en como Francia se desmorona frente a sus ojos, por su propia mano, es ella sin ser ella… se frustra. Jeanne mira de reojo a Gilgamesh, retoza como un niño, nuevamente siente incomodidad en su pecho, tal vez porque de alguna manera envidia aquel temple inquebrantable de un rey que siempre se mantiene sereno aun ante la más intensa de las batallas. Una sonrisa se le escapa, traviesa, trémula.
