Las fulminantes llamas eran todo lo que estaba en mi campo de visión. El incesante olor a quemado y putrefacción inundaba mis fosas nasales y mi cuerpo estaba muy aturdido, inmóvil; lo único que podía hacer era observar. Oía los alaridos de mi hermana, Claennis, quien no dejaba de llorar. Su cabellera castaña estaba totalmente revuelta y sus ojos aguamarina estaban rojos. Me dejé caer en el suelo, intentando, de alguna forma, apaciguar la ira que recorría cada extensión de mi cuerpo. Todo a mi alrededor estaba destruido en su totalidad.
Claennis aún lloraba, pero se levantó abruptamente al oír el fuerte sonido de pasos apresurados detrás de nosotros. Volteé apresuradamente, pero de todas formas, fui lo suficientemente lento como para no poder esquivar la patada que se estampó en mi cara, dándome de bruces contra el suelo.
—¡Todo esto es culpa de tus padres! ¡Maldito Mocoso!— bramó furiosa mi compañera Synnove. Pero no se detuvo ahí, siguió golpeándome y soltando cada insulto que se le ocurría. Todo con la finalidad de hacerme sentir más culpable de algo que ni siquiera tenía contemplado que pasaría.
Pero sabía que era verdad, cada palabra, cada insulto, sabía que todo era verdad. Mis padres eran los mayores responsables de la catástrofe que se contemplaba en todo su esplendor. Synnove paró abruptamente al escuchar el alarido de mi hermana y me tomó del cuello de la desgarrada camisa para mirarme con furia... Y tristeza. Synnove estaba sumamente dolida. Perdió a sus padres, quienes eran todo para ella. Siempre fui testigo de cuanto los adoraba, aunque estos fueran un tanto sobreprotectores con ella.
—El Demonio de la Infinidad se está acercando—anunció Heinrich quien sostenía a Kayne, cuyas heridas eran bastante graves como para impedirle el paso. A lado suyo veían a paso veloz, Grahem y Maggie. Noté que faltaba alguien.
Bajo estas circunstancias era muy peligroso que estuviéramos separados. El Demonio de la Infinidad alcanzó su máximo poder y podría estar en cualquier parte.
—¿Porqué no está aquí Raziel?— pregunté en un susurro lo suficientemente alto como para que escucharan mis amigos.
—No sabemos que sucedió con él— Grahem respondió. -Desapareció de nuestra vista cuando empezaron las explosiones.
Cerré los ojos frustrado. Raziel era una de las personas que más admiraba, era el mejor en muchísimas cosas. Desde que éramos pequeños, siempre me protegía y también a mis compañeros. Aunque Synnove era muy necia para dejarse proteger por él.
—¿Qué haremos Heinrich?— Maggie preguntó con voz temblorosa. Estaba muy asustada.
Heinrich era como un líder para nosotros. Tomaba las decisiones que mejor nos convenían, ideaba increíbles estrategias junto con Kayne y era asombroso a la hora de pelear. Por eso siempre confiaríamos en él.
—Algo se me tiene que ocurrir pronto— musitó, pero eso lo dijo más para el mismo.
Fijó su mirada azulina en mí y de inmediato supe lo que tenía que hacer. Estaba horriblemente agotado, pero si había una mínima oportunidad de poder escapar del lugar por uno más seguro, haría cualquier cosa.
Y eso incluía hacer uso de mis poderes de Titán.
Una enorme roca envuelta en llamas venía a toda velocidad hacia nosotros. Synnove me tomó del brazo derecho y a Claennis de la cintura. Heinrich se lanzó hacia un lado con Kayne y Grahem hizo lo mismo con Maggie. El aterrizaje de la roca causó una explosión que nubló todos nuestros sentidos y entonces, en medio del humo de la explosión, lo vi. Era él. El Demonio de la Infinidad tomado de la mano con la que era la Reina de los Titanes, aunque esta tenía la mirada un tanto perdida. Pero esa no era la peor parte.
Venían ambos comandando un ejército de enormes titanes colosales que destrozaban, aniquilaban, extinguían todo a su paso. Todo era destrucción.
Estaban las dos personas que más amaba en la vida, pero también eran los responsables de todas las muertes que han sido causadas. El Comandante Smith. La Teniente Zöe. Los Capitanes Ackerman, Kirschtein, Braus y Springer. Mis tíos Arlet y Leonhardt. Todos muertos por el Demonio de la Infinidad.
Un horroroso ardor en mi pecho se instalaba cuando pensaba en todo esto. Estaba sumamente desesperado. Y aún más cuando el Demonio se había colocado en el punto central de la zona y había cerrado sus ojos, como si estuviera meditando algo. Pero luego de eso, frunció su ceño a más no poder y de su ojo soltó una lágrima, que recorrió toda su mejilla y se derramó en el quemado suelo. Miró a la Reina y ella lo miró a él. Había tanto amor en las miradas que cada uno se dedicaba. Y luego, algo me dejó desconsertado.
Ambos me miraron a mí y también lo hicieron con amor. Amor que en algún momento de mi vida, me había llegado a asfixiar, pues era sumamente empalagoso y vergonzoso. Pero lo anhelaba ahora más que cualquier otra cosa. Me supo a despedida y allí entendí lo que venía a continuación.
El Demonio tomó a la Reina de los hombros y le acarició su mejilla para después darle un delicado beso lleno de sentimientos que entre ellos dos entendían a la perfección. Después se separaron lentamente y ella retrocedió con parsimonia. El Demonio alzó su mano derecha y atravesó el pecho de la Reina, quien permanecía con los ojos cerrados intentando soportar el dolor, mientras la zona herida sangraba a mares.
Yo estaba paralizado y mi mente estaba intentando razonar en que era lo que estaba pasa pasando. Ni siquiera me preocupé por mis amigos, a los cuales desconocía si estaban heridos o a salvo. Nada de eso le tomé importancia. Espabilé cuando vi el rostro de la Reina perder todo color.
—¡DETENTE!— exclamé con todas mis fuerzas al ver que el Demonio arrancaba el corazón de la Reina con una fuerza sobrenatural y esta caía abruptamente al suelo.
Sin vida...
Madre...
Quería llorar, quería morirme. Sentía como mi corazón era roto de la forma más cruel posible. Aún seguía gritando, a pesar de que mi garganta ya no daba para más, pero era tanta la furia, la tristeza, la traición que sentía, que no me importaba en lo absoluto.
Vi que el Demonio alzaba el órgano recién arrancado, mientras que ordenaba a los masas colosales detenerse. El acercó el corazón a su boca devorándolo como un pedazo de carne -aunque no había mucha diferencia-. Aún seguía con la mirada en el cielo y los titanes colosales rodeándolo. La sangre de la Reina estaba esparcida por toda su boca, la cual hizo una mueca similar a una tétrica sonrisa. Sus ojos estaban carentes de cualquier emoción.
Sin vida...
Padre...
—Ymir Fritz, ¿ahora qué tengo que hacer?— preguntó calmado y quedó inmóvil por unos segundos.
Yo, presa de la furia, me levanté aún con las minúsculas fuerzas que me quedaban y fui corriendo hacia él. No tenía noción de lo que pasaba y francamente, poco me importaba. Lo único que quería era destrozar al Demonio por asesinar a la Reina de los Titanes, Historia Reiss.
—Bien— continuó el Demonio, después de que había recibido por alguna razón, una repuesta y vi que mordió su mano de la cual comenzaron a hacer presencia muchas luces y rayos.
Los titanes colosales comenzaron a rugir de forma brutal, el suelo comenzó a abrirse y a temblar. Las nubes se habían hecho más negras de lo que ya estaban por el humo del fuego que estaba por doquier. El aire se hizo denso, dificultándome la respiración. Los cuerpos muertos comenzaron a apestar con ese representativo olor a quemado, piel muerta. De un segundo a otro, el ambiente se hizo insoportable.
Yo imité su movimiento. Tenía que impedir, sin importar lo que sea, que él. El Demonio de la Infinidad, Eren Jaeger. Cumpliera con su objetivo.
Cuando estuvimos lo suficientemente cerca, nos envolvimos en una explosión que nubló toda posibilidad de visión y alcancé a ver uno de los recuerdos de Eren Jaeger, mi padre. Estaba en sus días como soldado y estaba con muchas personas que lo querían y apoyaban en todo. Por un efímero segundo sentí ese anhelo que el sentía por volver a esos viejos y gratificantes días. También sentí pena por él, porque jamás iba tener esos días de vuelta.
Mi vista se bloqueó y la explosión de la transformación se hizo gigantesca. Antes de perder la consciencia y a mi padre de vista, escuché los gritos de mis compañeros (incluido Raziel) llamándome, desesperados. Pensé en sus rostros y mi vista se volvió negra, llevándome a la inconsciencia un pensamiento que se haría, sin duda, destacable.
¿Cómo fue que todo terminó así?
Abrí mis ojos pesadamente, pero fui preso de la molesta luz que, desconocía si era del sol o de esas lámparas que la tía Leonhardt usaba para tratar las heridas de los soldados. Oía muchas voces y mi cuerpo estaba muy pesado como para efectuar movimiento alguno. Pero de pronto, sentí que me levantaban y me colocaban en una superficie suave. Era lo más reconfortante que había sentido en los últimos sucesos que habían pasado. Veía siluetas acercarse a mí y eso fue suficiente como para hacerme espabilar y pararme abruptamente de lo que parecía ser una camilla, tomando una postura defensiva.
—¡Nerian!— oí una dulce voz que estaba cargada de preocupación y en seguida supe que se trataba de Claennis.
La tomé de los hombros y le di un fuerte abrazo que fue correspondido, esperando que como resultado, esa acción demostrara lo mucho que me había preocupado por ella. Y por los demás...
Di un respingo, haciendo memoria de que ellos estaban conmigo en el momento en que todo se hizo negro.
Recordé ese momento, una furia se hizo presente cuando reviví mentalmente todo ese suceso. La muerte de mi madre y ver perder la poca humanidad de mi padre, me hizo soltar un gruñido que llamó la atención de los otros que estaban presentes en ese lugar.
—Nerian— vi a Synnove acercarse junto con los demás. Me sentí tan aliviado cuando los vi, vivos...
Synnove estaba completamente sana, sin ningún golpe, aunque lucía sumamente agitada. Los demás se veían igual, sin heridas pero muy agitados.
Vi a Heinrich y Kayne analizar todo el lugar, tratando de razonar porqué mierda el panorama había cambiado tan repentinamente. Hace unos momentos nos encontramos en lo que catalogué como el fín del mundo. Pero todo cambió. Estábamos en el mismo prado verde de los entrenamientos, todo tan lleno de vida. Sin fuego, sin cuerpos muertos, ni grietas, ni titanes. Mucho menos se encontraba mi padre, ni el cuerpo muerto de mi madre...
—No podemos estar en el mismo lugar— había comentado Grahem lo obvio, aturdido como todos nosotros.
—Eso ya lo sabemos, genio— respondí fastidiado por su comentario, pero estaba molesto por otra cosa. Giré mi cabeza hacia otro lado, dándome cuenta que no era tan temprano como había pensado hace unos momentos.
Y al parecer, el también estaba irritado porque no tardó en tomarme de la camisa y a soltarme un montón de estupideces que respondí con la "mejor" actitud del mundo. Estuvimos a punto de comenzar a golpearnos cuando la voz de Heinrich nos detuvo y el sonido de pasos acercándose.
—Vienen personas, escóndanse— musitó y a todos nos ayudó a subirnos a un árbol que se hallaba casi a nuestro lado. Era bastante grande y de abundantes hojas, perfecto para escondernos.
Producto de los acontecimientos que nos habían sucedido con anterioridad, no podíamos fiarnos de cualquier extraño que rondara en esos instantes por los extraños alrededores.
Hicimos lo que nos pidió y por alguna extraña razón, mi corazón comenzó a agitarse, repentinamente había sido presa de los nervios. Todos tratábamos de acomodarnos en las duras ramas del árbol (el cual, por cierto, hacía que nos encajaramos una infinita cantidad de astillas), para poder pasar desapercibidos ante las personas que se acercaban a la zona donde nos hallamos. Estábamos apilados y para desgracia mía, yo era la base en ese robusto árbol. Entre las diminutas hojas, pude percatarme de que se trataba de un grupo de jóvenes conversando muy animadamente.
—¡Uff! ¡Pero que día tan más agitado!— había exclamado un tipo que, en su voz había una pizca de arrogancia.
—Oh vamos, no creí que fueras tan quejica— se burló otro, por lo que pude ver, era un chico más bajo que el y estaba rapado.
Se escucharon dos leves carcajadas, eran de mujer. La primera era castaña y traía una coleta y la otra no la distinguí bien, creo que era una rubia.
—No creo que sea hora de discutir sobre eso, tenemos que ir a cenar, ya estoy saboreando lo que comeremos— comentó una de las mujeres con voz melosa.
Pude distinguir que se acercaba una última silueta a ellos, se veía cansado, ya que jadeaba constantemente por la leve carrera que se hechó.
—No me sorprende que el Cara de Caballo esté cansado, no aguanta ningún entrenamiento del Capitán Levi— habló una vez que se recuperó.
Un momento.
¿Acaso había mencionado al Capitán Ackerman?
Y no fui el único que lo había notado, pues mis amigos comenzaron a removerse, inquietos. Eso hizo que me desequilibrara un poco.
—Ese enano siempre hace lo que se le venga en gana— se quejó una tercera voz de mujer, se oía bastante molesta.
—Mikasa, no creo que sea correcto que lo sigas llamando de esa forma— respondió un rubio más bajo que ella.
También mencionó a la Capitana Ackerman...
Definitivamente, ya no entendía nada. Traté de inclinarme más para segur escuchando esa extraña platica, pero al momento de hacerlo, recordé que era la base de todos mis compañeros. Pero lo recordé muy tarde, porque una vez que hice otro movimiento, mi peso se balanceó hacia el frente junto con el de mis compañeros. En consecuencia, todos caímos en picada que al momento de dar con el suelo, aparte de provocarnos unos cuantos golpes, causamos un estruendo que llamó la atención de ese grupo. Ellos dirigieron su vista hacia nosotros y corrieron a ayudarnos.
Me había golpeado la cabeza y me sobé, tratando de apaciguar el dolor que punzaba en mi zona herida. Pero una mano que tenía la intención de ayudar a pararme, interrumpió eso. Levanté mi mirada para dar con la persona que tenía la buena intención de ayudarme y mi cuerpo se paralizó de golpe al descubrir de quien se trataba.
—¡Wow!— exclamó con voz preocupada —Ese debió de ser un golpe bastante fuerte, ¿estás bien?—
No podía ser posible.
Era Eren Jaeger, mi padre.
Extendiendo su mano con una sonrisa para ayudar a levantarme del sucio suelo del campo.
¿Qué demonios estaba sucediendo?
Necesito aclarar que es el primer fanfic que escribo (EN TODA MI FUCKING VIDA). Y no tenía la suficiente motivación para empezarlo desde hace tiempo, me daba miedo .-. Finalmente me había animado hacerlo después de ver por milésima ocasión la película de Next Avengers.
Nunca había leído un fanfic de Shingeki No Kyojin con esta temática y me dije: "¿Porqué no hacerlo yo misma?"
Así que espero que esto valga mucho la pena.
Agradezco a AkaneShiraooka por motivarme a escribirlo. Desconozco si la otra chica que había comentado mi publicación tiene una cuenta en Wattpad. También agradezco a Matt Squin por orientarme sobre el uso de esta plataforma c:
Por último, no estoy del todo segura, pero trataré de que las actualizaciones sean semanales.
Bis Bald :)
