Este fic participa en el reto especial "Primero de Septiembre" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

El reto consiste en escribir un fic de 350 palabras exactas (ni una más ni una menos) sobre un personaje del potterverso el uno de septiembre de su primer año en Hogwarts. En esta ocasión, he escogido a Ron Weasley. Creo que me he aficionado demasiado a los secundarios y ya era hora de escribir sobre uno de los protagonistas de la saga.

Espero que Ron esté IC y que disfrutéis con este pequeño relato que, siendo sincera, está escrito en un tono bastante ligero y, creo, divertido. ¡Allá vamos!

Disclaimer: Ni Ron ni el colegio Hogwarts de magia y hechicería me pertenecen. Es una lástima, lo sé.


Cuando Ron llegó a Hogwarts


¡Tritones de jengibre! ¡Empanada de Cornualles! ¡Pastel de calabaza! ¡El paraíso!

Ronald Weasley observaba, con la boca hecha agua, aquellos suculentos manjares que se presentaban ante sus ojos. Nunca, en todas las cartas que había recibido de sus hermanos a lo largo de los años, nadie le había hablado de las delicias que se servían a los alumnos en la mesa del Gran Comedor y que harían palidecer los sabrosos platos que Molly Weasley cocinaba con tanto cariño.

Mostrando una total falta de modales que habría escandalizado a su madre, Ron se lanzó a devorar, sin contemplaciones, todo aquello que se hallaba al alcance de sus manos. ¡No pensaba acabar el día sin haber probado al menos una porción de cada bandeja de comida! ¿Y si semejantes manjares sólo se servían el primer día de curso y no tenía oportunidad de volver a comerlos en todo el año?

Una vez saciado su apetito ―y habiendo decidido escribir a Ginny para contarle todos los pormenores sobre los banquetes que se ofrecían en el colegio―, Ron pudo disfrutar de unos instantes de tranquilidad y reflexión, lo que, en un día tan lleno de emociones como aquel, era de agradecer.

El hecho de que el Sombrero Seleccionador le hubiera seleccionado para Gryffindor, aunque previsible, le había quitado un enorme peso de encima. Él admiraba a sus hermanos y lo que más deseaba era seguir sus pasos y superar sus logros, lo que no hubiera podido hacer si hubiera sido sorteado en otra casa. Probablemente, su familia se habría sentido decepcionada y eso era algo que no hubiera podido soportar.

Además, también estaba el haber conocido al mago más famoso de su generación. La verdad era que nunca había imaginado que coincidiría con Harry Potter en el colegio y menos aún que compartirían casa y habitación. Y, aunque resultaba un poco decepcionante que no recordara nada de lo que ocurrió la noche en la que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado intentó matarlo, el chico le había caído estupendamente.

Seguro que les esperaban siete años fantásticos, pero, de momento, iba a comer un poco más. ¡Sólo por si acaso!