Era una pequeña pero colorida guardería infantil en el medio de una ciudad tranquila. Los pequeños niños de no más de 5 años jugaban con toda la inocencia y alegría que caracterizaba sus edades. Las risas no faltaban a ese adorable ambiente, cuando el sonido repentino de una campana hace que sus juegos acaben de pronto, y como muchas veces han hecho se dirigen alrededor de una silla verde, en donde esperan que su cuidadora tomara asiento para contarles alguna historia que los entretuviera hasta la llegada de sus padres.

-¡Hola, niños y niñas! – dice con un alegre tono un enorme hombre vestido con una enorme armadura negra y roja cubierta por una capa oscura, cuyo rostro se veía oculto por un extraño casco negro que parecía tener púas dobladas en la nuca. Los niños se preocuparon al ver que ese hombre se sentaba en el centro de su círculo, con un pequeño libro amarillo en manos. - ¡Mi nombre es Sombra de Maldad! ¡Y hoy, he venido a contarles un cuento! – anuncia abriendo el libro que tenía en la primera página.

-¿Dónde está la maestra? – dice la más pequeña de ellos.

-A ella le exploto una granada en el trasero por hacerme preguntas. ¿Entendiste idiota? – responde, pasando de la felicidad a sicosis muy rápido. La niña se cohibió por la amenaza implícita. – Bueno, tengo que cumplir mi servicio comunitario, y este era la opción que menos ayuda al mundo que encontré. Pero bueno, sigamos con el cuento que les contaban ayer, el cual era… me aburrí. – el nuevo cuenta cuentos lanzo el cuento apenas había empezado a leer el título. – Mejor les cuento un cuento que escribiré…

-¿Escribirá? – pregunta un niño moreno.

-Escribiré. – y sin saber cómo era posible, Maldad saca de adentro de su capa una enorme mesa plegable que armo frente a él, y luego una vieja y malgastada máquina de escribir. – Esta, es la máquina de escribir mágica de la abuela Charmina. Abuela de uno de mis empleados. Con ella, tengo el poder de crear historias especiales que ustedes podrán ver como si fuera televisión gracias al poder de…

-¿La imaginación? – pregunta ilusionada una menor de cabello castaño.

-…iba a decir magia negra que hará que determinadas personas sean usadas como personajes del relato. Pero también sirve. – dicho eso, el de negro se truena los dedos, y comienza a teclear en su aparato mágico.

Piedmont, California.

Había sido una primera clase tediosa de ciencias, pero aun así los gemelos Pines estaban satisfechos con no tener tarea de la misma. Y justo estaban dirigiéndose al aula de su siguiente clase, cuando de pronto ven que su entorno empezaba a alentarse hasta detenerse por completo, para luego sentir como una misteriosa fuerza los envolvía y lentamente los elevaba del suelo.

-¡¿Qué está pasando?! – pregunta alarmado el gemelo menor. No esperaba que algo sobrenatural pasara, sino hasta que volvieran a Gravity Falls.

-¡No lo sé! – responde su hermana igual de aterrada. – Es como si una fuerza diabólica inmadura y adicta a las gaseosas de naranja hubiera ejercido una clase de magia vudú mecanográfico que nos obligara a realizar su voluntad.

-Tal vez… ¡Espera! ¿Qué? – exclama confuso Dipper, cuando enseguida una luz cegadora los envuelve.

Eventos parecidos parecían ocurrir igualmente en un lugar del agitado océano atlántico, en una pequeña embarcación tripulada por un par de ancianos. Pero, esto ocurre en masas en un pequeño poblado leñador de Oregón, donde nadie sabía qué hacer, ni nadie pudo hacer nada para impedirlo.

-Bien, niños. Lo que les contare, será la historia de un par de niños, que en un verano tuvieron las más grandes aventuras que nadie podría siquiera simularlas. – comienza a decir el cuidador, escribiendo cada palabra en su máquina de escribir, como si más bien dictara lo que imprime en las hojas. – Donde tuvieron grandes amigos, un enorme crecimiento como personas, y se marcharon más unidos que antes. Y que tras un largo año… finalmente vuelven a esa tierra mágica. Volvieron a Gravity Falls…

-Espere, ¿Está escribiendo "Gravity Falls: Tercera Temporada"? Muchos ya han escrito de eso… - interrumpe un pelinegro.

-¡Si! ¡Pero no MI versión, estúpida! – calla al instante, enseguida viviendo su atención a su escritura. – Pero, no voy a contares sobre TODO lo que hicieron en ese nuevo verano. Sino, solo lo que pasó tras su primer día. Presten atención, quizás aprendan lo mucho que las personas pueden estar desesperadas por una oportunidad. Y en lo que esto puede convertirlos…

Prologo: Una cruda de bienvenida

Como era habitual, tras una larga noche en la que todos los habitantes del valle en donde un pequeño pueblo leñador se situaba, los primeros rayos del sol comienzan a bañar tanto sus pintorescas casas, como los enormes arboles de pino que crecía en esa tierra verde. Y una vieja cabaña en lo profundo del bosque no era la excepción.

Esa cabaña, conocida popularmente por atraer el turismo al pueblo, llamada "La cabaña del misterio", no se encontraba como generalmente solía estar. En vez de estar preparada para la próxima ronda de turistas que llegarían para admirar las asombrosas y falsas atracciones que por alguna razón lograba hacer que gastaran cientos de dólares solo por verla. Sino, se veía que una gran fiesta se había realizado el día anterior.

Mesas con bocadillos desparramados. Vasos medio llenos tirados en el pasto. Enormes bocinas cubiertas por serpentinas. Una pancarta a medio colgar donde decía "Bienvenidos" en letras enormes. Y muchas personas, todas ellas nativos del pueblo, se encontraban desparramados en el suelo. Algunos con sus rostros descansando sobre platos con comida. Otros que encontraron la posición perfecta para dormir encima de una roca. Un enorme leñador pelirrojo descansaba dentro de una tina llena de peras. Un gótico que estaba fuera de sí con un tutu, y su trasero en el aire mientras un cartel de "Fotografíame" estaba pegado de su lomo. Una rubia colgando de un costal de papas de un árbol mientras dormía. Un anciano que dormía con un traje completo negro, perfectamente peinado, y en una pose elegante en una silla. Estos dos últimos olerían a ironía para quien los viera. Cualquiera podría estar seguir al verlo que estas personas habían celebrado hasta desfallecer, literalmente. ¿Y que podría ser merecedor de tal festejo?

Ese motivo se encontraba en la sala de la parte residencial de la cabaña. Donde un par de gemelos castaños dormían de cabeza en el sillón. La niña, con una camiseta rosa, falda purpura, tenis amarillo con un sol rojo, y con unos frenos un poco más notorios que los que uso el año anterior. Y unos pocos granos en la mejilla izquierda apenas visibles. El chico vestía una sudadera azul y jeans. Un par de gafas rectangulares algo grandes, y una cicatriz en el lado derecho de su mentón. Así como unas que indicaban que hubo algunas espinillas en su nariz…

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-Espere, señor Maldad. ¿Por qué no son más lindos que cuando tenían 12? – pregunta la pequeña castaña.

-¡Solo por que crezcan, no los describiré como si fueran la remasterización puberta de Afrodita! – Contesta molesto, e indignado por aquello. - ¡Así que disfruten ahora que pueden su lindura! ¡Pronto se volverá más feos que el herpes!

-¿Qué es el herpes? – pregunta un pequeño rubio.

-Pregúntenle a sus mamás. – Responde. Volviendo a escribir en su máquina.

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…lentamente, el sol matinal se coló por la ventana, dando a los ojos de los gemelos misterio. Con inicial oposición, ambos se resignan y finalmente despiertan. La chica, conocida por todos como Mabel Pines fue la primera en estirarse y soltar un largo bostezo.

-Buenos días, Dipper. – Saluda somnolienta a su hermano, viendo que este la imitaba.

-Buenas, Mabel. – Devuelve, rascándose la cabeza, acomodándose las gafas y volviéndose a poner una gorra azul con Pino que recupero el día anterior. – Esa fiesta de bienvenida fue intensa… - murmura, teniendo fugaces recuerdos de a celebración que llevaron a cabo en la noche de su regreso. Una digna de un héroe, diría él. Se veía que a pesar de la ley de "Nada de eso importa", la gente tampoco negaría lo que hicieron por todos.

-Ni que lo digas… - Devuelve Mabel, justo antes de que algo grande y pesado callera frente a ellos, quitándoles todo el sueño de golpe.

-¡AUCH! ¡ESTUPIDOS PEN…! – Stan Pines detiene su maldición al percatarse de los jóvenes que lo miraban. – Quiero decir… ¡Estudios de Penicilina! ¿Qué fue lo que me paso? – el anciano ex gerente de la cabaña del misterio volteo a verse a sí mismo, viendo que tenía un montón de cinta adhesiva en el cuerpo. Y luego a techo, donde vio una perfecta sombra de su cuerpo rodeado de más adhesivo.

-¡Hola, tío Stan! – saluda la castaña con su normal fuerza.

-Por favor, calabaza. No tan fuerte… - el viejo se frota la cabeza, no solo lamentando el dolor de la caída. - ¿Qué le pone Dan a esa Cidra?

El trio se levanta del suelo, cada uno combatiendo con sus propias secuelas de la fiesta llegado a diferentes tiempos. Juntos, fueron recorriendo la cabaña, contabilizando los daños de la fiesta. Soos durmiendo en el refrigerador con un traje invernal. Su novia Melody recostada sobre la mesa de la cocina con un tazón de dulces de sombrero. Candy y Grenda parecían que mantenían un duelo de miradas, pero al acercarse vieron que durmieron con los ojos abiertos. Wendy había usado la cabeza del Sasquatch como mascara, y termino desparramada sobre un montón de postales de la cabaña acomodados en forma de flor. Solo Abuelita dormía como si nada en su habitación, antes el cuarto de empleados.

Y cuando salieron, igual quedaron boquiabiertos al mirar la forma con la que todos durmieron. Más aun, al ver prácticamente desmayado en el sofá del pórtico al viejo Ford. Una camiseta hawaiana rosa con flores blancas, una toalla llevada al más estilo Hombretauro, un casco vikingo con enormes cuernos, raquetas para nieve en los pies, muchos collares con cuentas y escrito con labial en su frente "Besen al Filosofo". Al viejo Stan le hacía gracia esa imagen. Aun en sus viajes, nunca había visto que su gemelo se hubiera divertido tanto sin tener su cara estampada en un libro. Así que la idea de despertarlo casi parecía ser una gran injusticia para quien era uno de los defensores de este pueblo… casi…

-¡DESPIERTEN TODOS! – Grita a los cuatro vientos, haciendo zona una bocina con fuerza. No hubo durmiente dentro y fuera de la cabaña que no reaccionara a tal escándalo. Y muy pocos los que no sufrieron una jaqueca casi agonizante enseguida.

-¡Demonios, Stan! ¡Cállese, anciano! ¡Lo encerrare si vuelve a hacerlo de nuevo! – este y otros más se escucharon entre los reclamos adoloridos de los pueblerinos.

-Sí, si… - y como siempre, ninguno le importo. – Solo quiero agradecer la fiesta que nos dieron. Que vinieran todos, y todo eso… Pero, ya casi será hora de que la tienda abra. Así que mejor se larguen, al menos que quieran ayudar a limpiar su basura.

No fue de extrañar para nadie que con gran esfuerzo se levantó cada uno de los invitados y auto invitados de la fiesta, y con paso arrastrante se fueron marchando. Algunos buscaron limpiarse lo mejor que pudieron antes. Otros, no les importo ni un nabo las alas de tubos de papel higiénico que tenían pegadas en la espalda. Y uno que otro tuvo diferente dificultad…

-¿Alguien ha visto mi mano? – pregunta Aguaclara, buscando con la mirada. No tarda para que Linda Susan con su pastel de bodas, con una pata de caballo disecado y la mano prótesis perdida en la cima, llegara para devolverle lo perdido.

-¡Meta la panza, señor! – Grita Ojos Blanco a Gideon, mientras buscaba ayudarle a salir del bote de basura de donde quedó atorado.

-¡En serio! ¡¿Alguien podría bajarme de aquí AHORA?! – Pide lo más amable que pudo la heredera de la pequeña fortuna Northwest. Solo Blubs y Durland tuvieron la amabilidad de asistirle.

-malagradecidos… - susurra Stan, viendo que en verdad nadie se quedó a ayudar en la limpieza. Incluso Wendy se fue argumentando "Aun no trabajo aquí", y las amigas de Mabel se escabulleron cuando nadie veía. Sí que le agradecían haber salvado el mundo…

-Sera mejor que empecemos. – dice optimista Mabel, buscando una escoba. Los demás aun sentían malestar por la fiesta reciente. Pero resignados aceptaron su labor.

Nadie podría creer que un gran disturbio disfrazado de celebración hubiera ocurrido en esa vieja cabaña, una vez que ya estaba por completo aseada. Ya los síntomas de la cruda fiestera se disiparon en la mayoría. Soos, nuevo gerente del local, ya estaba con su "uniforme del señor misterio". Melody ya con el suyo como empleada. Stan aprovechaba el retiro y el descanso de las aventuras en altamar con su ropa casual, y tumbado en el sillón. Ford repasaba sentado en uno de los reposa brazos las bitácoras de sus investigaciones. Mabel pegaba fotos de la fiesta en su nuevo libro de recuerdos, muy alegre y relajada. Pero, su hermano…

-Dipper, ¿en serio no puedes pasar un verano sin tener la cara pegada en un diario de Ford? – Pregunta en reclamo, viendo a su gemelo leyendo el diario 1 de la colección de Ford.

-Vamos, Mabel. El verano pasado, apenas pude echarle un vistazo a los primeros dos. Quiero aprender más de las investigaciones de Ford. No solo lo que escribió en el 3. – A pesar de estar enfocado en su más reciente investigación, no ignoro aquel comentario. Sonrió levemente por eso.

-Como quieras, hermano. – sentencia su hermana, indignada. Solo de momento, lo dejaría pasar. – Solo no olvides conseguirte a tu…

-¡Ya, Mabel! Creí que lo habíamos dejado claro en casa… - responde, lamentándose de que la castaña recordara ese asunto que juro que no llego a ningún lado. – Nota mental, tener cuidado con lo que escribo en los diarios…

-¿Y tú, cariño? ¿Algún plan para el verano? – pregunta Stan a su sobrina, sin apartar la vista de la televisión…

-¿Por dónde empezar? – exclama con emoción exuberante. La normal. – Saldré con mis amigas al lago. Grenda quiere mostrarme algunos regalos que le mando Marius. Y más importante que nada, asegurarme que mi hermano finalmente se le…

-Tío Ford. – Dice de pronto el aludido gemelo. - ¿Qué es esto? – pregunta, mostrándole un texto extraño escrito en una de las páginas del primer diario.

-Déjame ver… - murmura, tomando para revisarlo, y así refrescar su memoria. – Ah, sí. Es de una de mis primeras investigaciones. Lamentablemente, también de mis primeros fracasos. Lo encontré junto a las notas de la tumba de uno de los primeros habitantes del pueblo…

-¿Profanaste una tumba, solo para sacarle unas notas? – Exclama impactado Stan, notándose también disgustado con su gemelo. - ¿Y ni siquiera comprobaste si no llevaba joyas, o algo valioso? Yo al menos conseguía unos 50 dólares en oro por cada tumba…

-Voy a ignorar eso… - decide el gemelo genio, mirando a sus sobrinos. – Parecía que había llegado a este valle, buscando un tesoro legendario. Uno que fue olvidado con el pasar de los siglos. Un objeto llamado "El guajolote carmesí"…

-¿El guajolote carmesí? – Repiten confundidos los gemelos de 13 años.

-El guajolote carmesí… - Afirma, Ford. Igual de extrañado por aquel nombre, pese a no ser la primera vez que escucho de él…

-El guajolote carmesí... - repiten, entendiendo que si escucharon bien.

Y así fue, como un simple vistazo a un viejo papel de más de cuarenta años, fue el comienzo de lo que podría significar no solo el final de la familia Pines. También, podría significar el final de TODO Gravity Falls. Y cuando los gemelos procesaron estas palabras…

-¡Oiga! ¡¿Quién es usted?! – Exclama Mabel, señalando al gran tipo de capa negra, y armadura negra y roja que hablaba a la nada con voz de narrador.

-¡Demonios! – exclama Maldad, sacando de su capa una pequeña esfera que, al tirarla al suelo dispara una cortina de humo. De la cual, a los pocos segundos desaparece junto al intruso.

-¡Ese tipo se robó mis bombas de humo! ¡VUELVE AQUÍ! – Grita furioso el viejo Stan, tratando de perseguir al presunto ladrón. En cuanto a Dipper, este nuevamente miró a la página que de momento tenía toda su atención.

-El guajolote carmesí…

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-¿El guajolote carmesí? – Preguntan los niños de preescolar.

-El guajolote carmesí. – Afirma Maldad cuenta cuentos, muy seguro.

-El guajolote carmesí… - repiten, entendiendo que si escucharon bien.

-Pero, señor Maldad, ¿Qué es el guajolote carmesí? – pregunta la más joven de los niños.

-¿En verdad quieren saber? – los niños asienten interesados. – Pues entonces, acompáñenme. En esta aventura de los gemelos Pines, llamada "La cacería del guajolote carmesí"…