¡En hora buena!

La verdad me siento del asco…jaja pero estaba viendo una pelicula de amor y hombres despechados y asi y deje amm me gustaría hacer una de Máscara con Kanon jojo y pues…aquí me ven.

La verdad me gustó, bueno todos le toman cariño a sus obras ¿o no? como sea…no es la gran cosa, simplemente la subí para compartir y ya. En vista de que mi segundo capitulo de por siempre desapareció misteriosamente. Tendré que hacerlo de nuevo u.U'

Saludos…y si alguien llega a leerlo. Espero que le guste. Ahora me voy a desanzar y alratín regreso…

Una cosa más…los personajes no me pertenecen (no soy tan buena como para imaginar tan bellos hombres)

Y si ven faltitas, uii me odiare por siempre jaja una disculpota si hay…pero si de por si cuando ando sana me equivoco imaginense enferma.

Saludos Lectoras

Lejos es mejor

Templo de cáncer

- ¿Dónde estará? – se preguntó, retomando su tarea de contemplar la hermosa bóveda celeste e imaginar figuras en las nubes. Sonrió con inocencia al recordar los momentos que pasaba junto con Máscara, recostados en el jardín y ambos mirando a las nubes que perezosas se movían sobre el firmamento. – Odiabas observar el cielo…sólo lo hacías por que yo te lo pedía. – pensó en voz alta. Los recuerdos rebotaron en su mente…

~Flashback~

- ¿Piensas dejarme aquí solo? – habló el griego que tomaba asiento sobre el verde pasto y con la mirada le indicaba a su acompañante que se sentara junto a él.

- Aquí estoy bien. – contestó.

-Aquí estarás mejor. – sonrió, dando ligeros golpesitos en el herbaje.- es así o a la fuerza ¡Decídete! – se cruzó de brazos.

- Sabes, podríamos hacer cosas más productivas en vez de ver nubes. – la insinuación de Máscara fue demasiado tentadora pero aún así decidió que se quedaría ahí, recostado sobre el pasto. - ¿Tú qué opinas? – indagó.

- No lo sé… - se acostó sobre el forraje. – me gusta estar aquí.

- Por favor, Kanon. - masculló entre dientes. El aludido giró su rostro y le sonrió para después cerrar aquellos hermosos ojos azules.

La brisa recorrió su cuerpo, revolvió sus cabellos. Era tan pacífico, Kanon adoraba la tranquilidad. Los momentos así eran para disfrutarse y él lo hacía. Sonrió satisfecho al sentir como cierto caballero se acomodaba justo alado de él y soltaba quedas palabras en ese exótico pero sensual acento italiano.

- No sé cómo demonios lo haces. – se quejó el italiano.

- ¿Hacer, qué? – preguntó aún con los ojos cerrados, esbozando una sonrisa. – que yo sepa no he hecho nada…

- Tú…maldita copia de Saga. – le dio un codazo. – tienes algo que hace que no pueda rechazarte…y por eso te odio.

- ¡Ouch! Eso dolió… - se quejó, fingiendo tristeza. El geminiano giró su cuerpo quedando frente al italiano. – soy demasiado irresistible como para que me rechaces. – soltó una carcajada. Máscara que aún permanecia boca arriba sonrió burlonamente y soltó un suspiro con cansancio.

- Que modesto eres, Kanon. – contestó, observando el cielo.

- Soy sincero… - dijo, juguetando con el pasto entre sus manos. – A comparación de ti – sonrió.

- ¿Por qué dices eso? – arqueó ambas cejas al momento que se sentaba y sacudía las hojas que se habían enredado en su cabello.

- Dijiste que me odiabas. – lo observó. Kanon imitó la acción del italiano y se sentó junto a él. – Mentiroso… - sonrió divertido mientras le ayudaba a quitarse las hojas. Máscara se sonrojó y comenzó a toser para evitar la conversación. – en cambio, yo te amo. – soltó con una hermosa sonrisa.

- Eres tan cursi. – se burló. El griego frunció el ceño y se cruzó de brazos.

- ¡¿Cursi?! Y tú eres tan… – se paró del suelo, furioso. - …tan… ¡tan imbécil! – se alejó del lugar. El italiano por el contrario se quedó ahí, en el mismo lugar observando como el heleno se alejaba de ahí. - ¡No sé por qué demonios me molesto en decirte éstas cosas! ¡Me siento idiota!

Al ver que el heleno no tenía intenciones de regresar, Máscara tuvo que ponerse muy bien las pilas e ir tras él.

- Espera… ¡Kanon! – gritó, tratando de alcanzar a su "compañero".

- ¡Vete al diablo!

- ¡Te fascina pelear! – rodó los ojos el italiano. - ¿o no? – Kanon por fin se detuvo, aún así seguía dándole la espalda. El italiano dudó por un momento acercarse, pues sabía muy bien que Kanon enojado era igual a: PELIGROSO. - ¿Kanon?

Nota mental, Kanon… ¡No seas tan sentimental! ¡Quedas en ridículo! – el ojiazul se sonrojó completamente avergonzado. Nunca en su vida había sido tan delicado y tierno, pero aquel chico lo traía mordiendo el suelo.

- ¡¿Qué?! – exclamó, cruzándose de brazos. El griego pudo jurar que su corazón se detuvo al momento que los brazos del santo de Cáncer lo rodearon. - ¡¿Pero qué…?! ¿Qué…de…demonios…? – se sonrojó por completo. Forcejeó unos instantes, era demasiado orgulloso para aceptar que un simple detalle como éste le haría ceder ante el italiano. Pero esos eran los simples gestos que más le gustaban y no podía negarse por mucho tiempo.

- Ti amo… - le susurró. – y no me hagas repetirlo…

~Fin del flashback~

- ¿Qué es tan divertido? – se escuchó una voz. La pequeña nube que se había formado en la cabeza de Kanon explotó. El griego se puso de pie lo más rápido posible al ver el deplorable estado del guardián de Cáncer. - ¿Qué tanto me miras? – escupió. El italiano se tambaleó de un lado a otro y por poco cae al suelo de cara, lo cuál no ocurrio gracias a Kanon que lo sostuvo.

- Pero… ¿Qué te paso? – Preguntó sumamente preocupado. - ¡Máscara!

-¡Nada! ¡Nada me paso! – respondió con hastío. El italiano se limpió la sangre que salía de sus labios con el dorso de la mano y de un empujón se libró del gemelo.

- ¡¿Nada?! – exclamó furioso. - ¡Sólo mirate! ¡Dime qué demonios te pasó! ¡¿Quién te hizo esto?! – trató de sujetarlo pero el aludido no se dejó.

- ¡Mierda! – Máscara se recargó de un pilar y escupió sangre. - ¡Déjame en paz, Kanon! – lo miró furioso.

- Pero… - decidió callar al sentir la fría mirada de Cáncer sobre él.

- ¿Qué demonios quieres?

- Yo estaba esperándote… - contestó. Máscara sonrió de lado y pasó una mano por su cabellera. – necesitamos hablar.

- ¿Necesitamos o necesitas? – indagó. – Yo te dejé las cosas muy claras… - calló al sentir una fuerte punzada de dolor en el abdomen. Kanon al notarlo corrió directo a él sin importarle lo que este le hiciera. - ¡Sueltame! – trató de empujarlo pero el dolor era más fuerte y no le quedo de otra que aceptar la ayuda.

- Sólo dejame ayudarte… - pasó el brazo de Máscara por su cuello y lo sujetó de la cintura.

Al llegar, Máscara tomó asiento en el sófa ayudado por kanon. El silencio se apodero de la habitación. Ambos se miraron por un largo rato, sin saber que decir.

- ¿Qué te sucedió? – habló por fin el gemelo.

- Una misión… no salío como esperaba. – soltó un gemido al momento que se recostaba sobre el mueble. – eso es…todo.

- Está bien… - Kanon se dirigió al baño. – Espera aquí…

Después de una larga espera, Kanon regresó con un botiquín de primeros auxilios.

- ¿Qué crees que haces? – se quejó el santo de cáncer al ver como Kanon comenzaba a quitarle la armadura, parte por parte. – No necesito que me ayudes…yo puedo solo. – lo tomó por las muñecas.

- No lo parece. – lo miró fijamente. – Estás muy debil… - Máscara soltó un suspiro y liberó las muñecas del gemelo que sin pensarlo dos veces continuó desprendiendole la armadura. Cuando el abdomen estuvo al descubierto, Kanon inició el rito de curación. Las heridas eran profundas, pero no muy graves, aún así, Máscara tendría que descanzar un largo rato. Primero pasó el algodón sobre los pectorales con mucho cuidado, el herido cerraba los ojos al sentir el ardor recorrer su piel. Continuó descendiendo hacia el abdomen con movimientos lentos para no lastimarlo más. Ante un desprevenido roce de piel cortesía de Kanon, Máscara soltó un ronco gemido que llamó la atención del gemelo. Ante la desconcertada mirada del peliazul, Cáncer se sonrojó por completo.

- ¿Sucede algo? – preguntó divertido.

- ¿Qué? No, no… - miró hacia otro lado. – Lo que pasó es…bueno… - titubeó. - ¡Si vas a hacerlo, hazlo bien!

-Está bien… - continuó con su tarea.

- Kanon… - Habló. El mencionado lo miró nuevamente. - ¿por qué estas aquí? Cré haberte dicho que…

- Lo sé… después de lo que te hice… yo no debería estar aquí… - contestó.

Las heridas fueron perfectamente bendadas.

- Entonces…

- Vine por…por algunas cosas que se quedaron. – Respondio con un hilo de voz.

- Ya veo… - paso su mano por la nuca. – Ven… - se levantó con dificultad, dirigiéndose a la habitación. El gemelo caminó detrás de él. Al llegar a la habitación, Máscara ya se encontraba buscando en el closet sus pertenencias. – Toma… - dijo, extendiéndole una camisa que Kanon aceptó.

- Gracias… - sonrió de lado. – mmm, no recuerdo que mi camisa estuviera rota. – murmuró, observando la susodicha que estaba rasgada del frente.

- La última vez no podía quitártela… se me hizo fácil rasgarla. – comentó de espaldas. – larga historia…

- Oh…ya-ya recuerdo. – rió nervioso y sonrojado.

- Si… bueno ya puedes irte. Siguió dándole la espalda.

- Está bien, sólo quiero decirte que… lo lamento - Dijo. Máscara lo observó de reojo.

- ¿Qué?

- Lamento haberte hecho… - El italiano comenzó a reírse.

- Por favor… ¿Quieres ponerme de malas? Ya bastante tengo con permitir que entres a mi templo… ¿ahora quieres revivir el pasado? – alzó la voz.

- Sólo quiero que sepas que yo te…

- ¡No! – exclamó. – Ni te atrevas a decirlo… - apretó los puños. – si lo hicieras no te hubieras metido con ese insecto imbécil. – lo empujó. - ¿por qué demonios crees que yo no mostraba mis sentimientos? ¡Dime! – le gritó.

- Yo…

- ¡Por cosas como ésta! Ahora me siento como un gran idiota al saber que todo lo que sentí por ti fue en vano. – gritó, sintiendo una punzada en su pecho. – Todo este tiempo lo querias a él y me utilizaste… ¡Eres un mal nacido!

- ¡Por supuesto que no! – se defendió. – Máscara lo que paso fue…

- Ya déjate de estupideces ¿quieres? – lo calló. – bastante ridículo me siento ahora… gritandote como si fuera una vieja despechada.

- Perdóname…

Fuiste todo para mí, ahora solo serás un mal recuerdo.

- Ya es muy tarde. – escupió con odio puro. – ya no queda nada más… no me hagas perder el poco respeto que te tengo… ahora lárgate.

Sin saber verdaderamente cómo sucedió, Kanon sujetó al santo por la cintura con fuerza. El geminiano dejó una extremidad y con la otra tomó la nuca del italiano, acercándolo hacia él. Todo culminó en un beso que Máscara no correspondió, pero que con el paso de los minutos y la insistencia del gemelo, no pudo resistir y terminó cediendo. Un beso que al principio fue tímido, sútil y que ahora era una lucha de ver quién dominaba a quién…

Continuará…