No les ha pasado que las frases " Del odio al amor solo hay un paso" o " Del odio nace el amor" ¿Se vuelve tan acertada? Bueno, hay quienes les pasa y no observan que es solo amor, pero el orgullo nunca deja ver lo que es tan obvio. Y esta, es su historia:

En la era del Sengoku Jidai, donde todo era liderado por los cuatro grandes reinos. Cuatro grandes lords que cuidaban de sus territorios y de la paz que abundaba en esta gran era. O eso se creía…

Los grandes territorios, custodiados por youkais y a pesar de eso, uno que otro humano se podría ver conviviendo entre ellos. No existen problemas, ya que algunos aldeanos si aceptaban la existencia de estos seres superiores. De el nivel más alto, a quienes daban un gran respeto y a la vez temor, eran a los grandes taiyoukais, seres muy superiores, con grandes habilidades; estos eran los grandes lords, del norte quien se trataba del gran Enzo Higurashi, un taiyoukai zorro, con una cabellera larga negra como la noche, unas marcas rojas como forma de rayo a los costados de sus mejillas, unos ojos poco expresivos y rojos cual carmín, sus orejas puntiagudas, con una tez blanca como la nieve, con una complexión alta y fuerte aunque ya se notaba los años. Todo su reino lo respetaba, y lideraba con creencia en la justicia a lado de su única y futura heredera al trono, una hermosa niña de 10 años de nombre Kagome Higurashi, su piel tan blanca como la de su padre, ojos rojos y muy expresivos, las mismas marcas en las mejillas, aunque a diferencia de su padre, ella heredó las orejas de su madre, que falleció al dar a luz; unas curiosas orejas de zorro sobre su cabeza, del mismo color que su larga cabellera negra como la noche, pero aun así conservando la pureza de ser una taiyoukai.

Su padre, Enzo, tenía que reunirse con los demás lords, los del oeste, sur y este. Y por primera vez, decidió que su hija debía acompañarlo y empezar a conocer sobre lo que en un futuro le tocaría hacer, al tomar su lugar en su reino.

-¿Papi, en verdad tengo que ir? - preguntó Kagome mientras era cargada por su padre sobre sus hombros, mientras caminaban a su destino.

-Hija, cuantas veces debo repetir que será tu deber aprender todo esto… Algún día tendrás que hacer reuniones y tomar decisiones para llevar en paz este mundo - Dijo el lord del norte con una voz seria pero a la vez calmada, pero atento a su alrededor, cuidando la.

-Pero es que todo eso es muy aburrido… ¿No podre jugar entonces? Me gusta correr por los jardines y jugar con los demás niños -diciendo con voz cansada, recarga su mentón en la cabeza de su padre, cerrando los ojos, esperando una respuesta.

-Jajaja te aseguro que si asistes a estas reuniones sin quejarte, se pasan rápido y podrás regresar a jugar, te lo aseguro- tomándola de sus brazos, para bajarla y voltear la hacia el y así poder mirar esos ojos rojos tan bellos y expresivos que solo su hija portaban- ¿Estas de acuerdo?

¡Claro!- le dedica una linda sonrisa y de un brinco se coloca al costado de su padre, pues viendo el rostro de su padre, que de un momento al mirar al frente se torno seria, sabia que ya estaban por llegar. Se acomoda su lindo kimono blanco con flores doradas y toma la mano de su padre, quien al sentirla, siguió con su andar.

Llegan a un hermoso prado y a poca distancia, se podía apreciar una gran casa, con un hermoso jardín lleno de grandes árboles de flor de sakura. Al llegar a la entrada, un par de soldados yokais saludan con una reverencia al gran lord y lo dejan pasar mientras que Kagome les dedicaba una sonrisa. Al pasar por el gran patio de este hermoso lugar, que a simple vista se podía observar un estanque lleno de pescados y uno que otro conejo rondando por el lugar, comiendo del verde pasto. En la entrada, se encontraba una sirvienta y encargada del lugar, cuando Enzo se acercó, con gran respeto hace una reverencia.

- Gran lord del norte, que bueno que llego, los demás lords lo esperan en la mesa principal mi señor - haciendo un gesto con la mano, dándole el paso al lugar.

-Si, lo se. Kagome - dice lord Enzo, volteando a buscar a su hija en su costado, colocándose a su altura- Kag, tengo que entrar, ¿Podrías esperar aquí en el patio?

-Si, esta bien - responde mientras corre al estanque a observar los peces. Mientras que su padre se asegura por su bien, entra a donde seria la reunión.

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