¿Podrías aceptarme tal y como soy?
Subí corriendo las escaleras hacia el único escondite que tenía en ese infierno… Mi habitación. Tomé una hoja en blanco y un bolígrafo para comenzar a escribirle una carta, con todo lo que sentía.
Te escribo porque es la única manera en la que tendrías la boca cerrada por un momento, en lugar de interrumpirme o mandarme a callar. También, para no tener que aguantar esa mirada acusadora con la que logras que me sienta vulnerable e incapaz.
No pienses que es un reclamo o una alevosía de mi parte, porque no es así. Solo quiero que sepas que mi corazón está dolido por muchas cosas. Dices ser la más afectada con las cosas que hago, pero ¿Te has puesto a pensar cómo yo me siento? Sé que los padres no son perfectos, pero entiende que los hijos tampoco lo somos.
Me duele en el alma pensar que nunca he sido, ni soy, lo que tú esperabas que sea. Me hace sentir miserable el hecho de que nada de lo que hago es suficientemente bueno para ti, y que nada de lo que soy, te ha hecho sentir orgullosa de mi. Quisiera comprender ¿Por qué eres tan dura conmigo? No entiendo qué es lo que esperas de mí.
¿Te has puesto a pensar si lo que he necesitado todo este tiempo, han sido tus reprimendas… o un abrazo tuyo? Creo que no lo has hecho, pues siempre la culpa termina cayendo sobre mí. Tienes que ser siempre tan severa y juzgar lo que soy, lo que hago o lo que dejo de hacer.
Cuando cometo algún error y afirmas que no te amo, el corazón se me quiebra. ¿Cómo puedes pensar que no te amo? Eres el ser que me dio la vida y me enseñó casi todo lo que sé ¿O solo lo dices porque no he podido ser la hija perfecta? Perdóname… no puedo serlo y jamás lo seré.
A veces, he preferido que me golpees, que lo hagas con rudeza hasta dejarme tendida en el suelo sin poder respirar. Que dejes mi piel llena de cicatrices, pues cualquier médico las podría sanar. En lugar de que esas huellas queden permanentes, dentro de mi mente, mi alma y mi corazón.
Sé que me amas también. Pero pides demasiado, no seas tan dura… por favor. Sé que quieres lo mejor para mí, pero… no me pidas perfección.
Mamá ¿Podrías aceptarme, tal y como soy?
Doblé el papel en cuatro y lo deslicé por su puerta. Existían dos opciones, que lo leyera o que simplemente lo rompiera ignorando una vez más… lo que yo sentía.
He sido bendecida con unos buenos padres, pero eso sí... demasiado exigentes...¿No se han sentido así alguna vez?
Escribo lo que siento... solo eso.
