(Descripción: Nos encontramos en el Capitolio en el momento en el que Effie entra en la habitación de Seneca y lo encuentra en acción con Haymitch. Veremos que pasa.)

-¿Qué es esto?- Effie los miraba con los ojos desorbitados.

-No es lo que parece- aseguró Seneca separándose rápidamente de 'Peeta'. 'George' empezaba a ponerse triste.

-Esto es plenamente científico- corroboró Haymitch.

-¡Ay, me encanta la ciencia! ¿Puedo ayudaros?- la extravagante mujer parecía entusiasmada.

Seneca miró a Haymitch esperando una respuesta. Pero 'Peeta' se adelantó levantándose una vez más.

-Claro, acércate, preciosa.

Effie se descalzó y se aproximó a la cama dando saltitos. Se fue desvistiendo lentamente, haciendo a los dos hombres sufrir de la emoción que el momento les mostraba.

Ignorando al mentor, se subió encima de Seneca. Todo por la ciencia.

-Bueno, empecemos- añadió sin más remedio Haymitch. Lo hizo con un poco de descontento. Peeta y George por fin estaban congeniando.

-Chicos, os presento a mi pequeña- señaló su bajo vientre, sensualmente depilado en forma de sinsajo. Tenía un tono anaranjado claramente artificial-. Está en honor de nuestra chica en llamas, aunque el color lo eligió Flavius- soltó una risita-. No pregunteis, pillines. Se llama Puesta de sol, pero podeis llamarle Solarium.

Y empezó la acción.

Effie bajó hasta el imponente miembro del jefe de los vigilantes. Manoseando la zona, escupió en George para dar lubricación, haciendo que Seneca suspirase de placer. Mientras Haymitch los miraba envidioso. Su momento de gloria se había acabado. "Todo por mis tributos", pensó acariciando a Peeta que parecía inquieto. George había desaparecido en el Solarium.

Haymitch intentó pensar en otra cosa, pero los gritos de Effie diciendo "¡Vamos, no saldrás de aquí hasta que estés bien moreno!", no ayudaban. Pensó en sus días en la Veta, cuando aún era un joven medianamente feliz y no un mentor borracho. Recordaba perfectamente como ganaba dinero en el Quemador, junto a Sae la Limpia (más tarde, conocida como la Grasienta): era acróbata.

Y entonces se le ocurrió una idea. Se la chuparía a el mismo y a la vez recordaría sus tiempos oscuros. A minipeet también parecía gustarle la idea. Bueno, ya eran dos.

Seneca había empezado a berrear, el kamasutra empezaba a quedárseles corto. Effie estaba en su mejor momento, a pesar de que se le había caído su peluca. Ahora lucía unas cuidadas mechas calirfornianas recogidas en un elegante moño, o quizás no tan elegante debido al vaivén. Estaban muy mutos. Haymitch escuchó aquella melodía de placer.

El ex-acróbata se colocó detrás de Effie, tocándola con Peeta y haciéndole gritar de placer. Se metió dentro de ella, mientras que Seneca le daba lo suyo por delante.

Se movieron conjuntamente durante una hora hasta que no tuvieron más remedio que parar porque el cansancio empezaba a tomar sus sudorosos cuerpos bien follados. La cuenta de los orgasmos provocados hacía tiempo que estaba perdida.

Se derrumbaron, exhaustos, sobre la mullida cama y ninguno habló durante unos minutos, hasta que recuperaron el aliento.

-Un pequeño paso para nuestros pequeños, y un gran paso para la ciencia- murmuró Effie. Nadie se molestó en desmentirlo.

- Hey,-dijo Haymitch a duras penas- creo que tengo una contractura- Seneca rió por lo bajo.

-Eso es falta de práctica, pequeño acróbata- el aludido miró sorprendido al Vigilante ante aquel comentario.

En el Capitolio no había secretos.

Esperamos que os guste y que no haya sido extremadamente pervertido. Atte. Vuestras panaderas.