Megaman Zero: El Guerrero Carmesí
Prólogo: La Leyenda Cautiva
Escrito por: beamknight87
Historia basada en los personajes creados y con Copyright de Capcom.
Reploides...
Eran robots diseñados para parecer humanos...
Estas maravillas tecnológicas fueron envestidas con personalidades únicas y se suponía que se convirtieran en los perfectos trabajadores y en los perfectos compañeros para la humanidad, para llegar así a una verdadera utopía largamente anhelada desde tiempos inmemorables...
Pero... a pesar de estas intenciones tan idealistas, el ciclo de paz entre reploides y humanos empezó a llegar a un alto...
Los reploides estaban bien diseñados. Quizás demasiado bien. Su humanidad empezó a sembrar la semilla de la rebelión, la cual se expandió rápidamente al irse percatando de sus habilidades.
Y su superioridad sobre sus creadores.
Así, los rebeldes fueron marcados como Mavericks y temidos por sus maestros humanos...
¿Acaso el libre albedrío de los reploides demostró ser para los humanos más un error que un progreso tecnológico?
Nunca nadie fue capaz de dar una respuesta a esa pregunta...
Aún así, el daño estaba hecho.
Decididos a no tolerar las insurrecciones, los humanos decidieron enfrentar el fuego con el fuego. Reploides contra reploides... Ese fue el cruel destino que se les asignó. Los reploides peleando por la humanidad jamás tuvieron elección. Denominados como Maverick Hunters, su deber literalmente era cazar a los irregulares y destruirlos a toda costa.
Naturalmente, el grupo agredido respondió.
Así, innumerables batallas y cruentas guerras se desataron.
Luchar para garantizar la paz del mundo.
Luchar por su libertad.
¿Desde el principio hubo un bando acompañado por la justicia?
¿Qué es la justicia después de todo?
Luchar por lo que uno cree que es correcto es la noción más aceptada.
En dado caso, ambos bandos estaban en lo correcto. ¿No es así? Al tener cada uno su propia justicia y creer ciegamente en ella.
Así pues, el significado de tantas batallas se fue perdiendo a medida que las terribles pérdidas se iban manifestando. Al final, parecía que las batallas sólo eran para demostrar cuál justicia era más fuerte.
Muchos guerreros perecieron. Verdaderas leyendas nacieron durante ese periodo de guerra. Ganando fama por sus hazañas y proezas, pero de la misma manera que las flores durante una temporada helada son despojadas de sus pétalos, esas historias fueron perdiendo su veracidad, marchitándose con el paso del tiempo, convirtiéndose en mitos. Increíbles, inverosímiles...
Las Guerras Maverick.
Las Guerras Élficas.
¿Cuánto tiempo pasó desde que el derramamiento de sangre por parte de humanos y reploides en esos conflictos terminó? Nadie lo sabe. Y nadie parecía querer recordarlo.
El mundo entero quedó devastado tras las batallas. Parecía poco probable que una sociedad como la que dio origen en un inicio a los reploides volviera a existir, mucho menos que otra guerra como las anteriores aconteciera. Tal era el grado de devastación que mermaba al planeta.
Pero, haciendo gala de una verdadera proeza, la reconstrucción desde las cenizas fue posible, gracias al esfuerzo en conjunto de hombre y máquina al haber hecho a un lado sus diferencias.
Tal y como en un principio se suponía que fueran las cosas.
Neo Arcadia nació, convirtiéndose en el edén originalmente soñado por los hombres, donde reploide y humano eran capaces de vivir en armonía, otorgando la estabilidad necesaria para adquirir la paz tan añorada.
Pero una vez más, la constante del conflicto no tardó mucho tiempo en llegar.
La que era una utopía ahora se ha convertido en una tiranía. Una verdadera opresión en contra de los mismos reploides que tanto habían cooperado para el florecimiento de esa sociedad ha surgido a lo largo y ancho de la esplendorosa Neo Arcadia.
Todo por dictamen de su propio líder. Un reploide legendario, sobreviviente de las crueles batallas que azotaron la Tierra, dispuesto a darlo todo con tal de salvaguardar a los humanos.
Tomando medidas extremas para asegurar el bien de los ciudadanos humanos debido a un repentina crisis de energía, el sacrificio de incontables reploides inocentes, calificados indiscriminadamente como Mavericks, se convirtió en el pan de cada día, lo cual ha dio lugar a ejecuciones masivas de robots.
Naturalmente, el grupo victimado protestó, sólo para ser reprimido brutalmente por las fuerzas dirigentes. Los pocos sobrevivientes a las masacres escaparon a las afueras de Neo Arcadia, el lugar que en antaño consideraban su hogar y se aliaron para formar la llamada 'Resistencia' en contra del tirano opresor, cuyo nombre provocaba escalofríos entre los reploides al sólo ser mencionado.
X.
Sin embargo, con batalla tras batalla, las fuerzas de la Resistencia demostraron no ser rival para el poder de Neo Arcadia al sufrir derrotas aplastantes gracias a la superioridad militar del gobierno.
En una última apuesta desesperada, una expedición dirigida por la misma dirigente de la Resistencia se internó en las profundidades de un bosque casi inexpugnable, con la esperanza de encontrar a ese otro reploide legendario, que se dice fue compañero del líder de Neo Arcadia y que llegó a ser incluso más grande y fuerte que él, pero por alguna razón desconocida, desapareció, sin dejar rastro alguno. Su memoria casi extinguiéndose de la historia debido al inexorable paso del tiempo.
Su nombre...
Zero.
Puff... Puff... Puff...
El sonido del pesado jadeo de una persona al ir corriendo con todas las fuerzas que sus piernas podían otorgarle interrumpía la relativa calma del bosque.
Las sombras de los árboles artificiales impedían ver claramente su rostro o sus facciones, lo cual de por sí ya era difícil dada la velocidad con la que corría.
Aunque la figura iba acompañada por otras personas, todas corriendo tanto o más rápido que ella, no parecían agotarse. Todos llevaban un uniforme verde oliva que los hacía parecer idénticos, rematado por una boina del mismo color en la cabeza y portaban un rifle de asalto en sus manos.
Llegando a un claro, la débil luz que lograba traspasar la maraña de ramas y hojas del bosque artificial permitió revelar a la persona que hacía un gran esfuerzo físico por avanzar, en evidencia de que alguien o algo los perseguían.
Era una chica. Probablemente de no más de 14 años de edad. A pesar de verse agitada por la situación en la que se encontraba, su belleza era evidente. Un cabello rubio muy hermoso y largo le caía en cascada por su espalda al estar sujeto por una cola de caballo. Tenía la piel muy clara, casi tan blanco como la del mármol, las facciones de sus rostro siendo delicadas y finas, rematadas por sus grandes y brillantes ojos azules. Llevaba puesto un ceñido traje de color negro de cuerpo completo, al apreciarse que la textura oscura del material cubría de forma uniforme sus brazos y piernas. Encima de él, llevaba un llamativo vestido de color rosa, el cual era claramente visible en el entorno verde en el que se encontraba por lo que tratar de esconderse no parecía que le fuera a ser de mucha utilidad. Sus manos estaban rematadas por sendos guantes blancos de aspecto grueso e incluso portaba unos tacones blancos en lugar de zapatos o botas, algo verdaderamente sorpresivo para el hecho de que estuviera corriendo. Más aún al tomar en cuenta la velocidad con la que lo hacía.
A su lado, un pequeño resplandor multicolor la seguía flotando, manteniendo sin problema alguno el ritmo de la chica, dejando una breve estela similar a un arcoiris.
Fuera lo que fuera, daba la impresión de ser un hada.
Detrás del grupo que corría desesperadamente por el bosque, otro escuadrón los seguía peligrosamente, claramente visibles debido al resplandor rojo que emana de sus cascos.
A diferencia de los sujetos vestidos con uniforme verde, se apreciaba claramente que estos eran reploides con toda la intención de estarlos cazando. Poseían un cuerpo robótico de color azul y blanco. Su cabeza no mostraba facción alguna, tan sólo una gran orbe roja que hacía la semejanza al ojo de un cíclope, totalmente inexpresivo. En su brazo derecho, portaban un cañón pequeño pero muy efectivo de plasma.
Varios de los sujetos de verde se dieron la vuelta y abrieron fuego con sus armas, pero el resultado fue inútil. Los reploides azules no sufrieron más que leves rasguños en sus armaduras. En cambio, los disparos de sus cañones plasma diezmaron a los uniformados, revelando sangre artificial y partes tanto mecánicas como biológicas en sus heridas.
También eran reploides
Un estruendo se escuchó y detrás del escuadrón de robots azules, los reploides uniformados contemplaron desesperados cómo se aproximaba otro grupo de robots. Mucho más grandes que el primer escuadrón enemigo, se mantenían a flote a unos cuantos metros del suelo gracias a sus poderosos propulsores. A pesar de que su estructura y armadura era de aspecto pesado gracias a sus enormes manos y el torso que no parecía distinguir entre el principio y fin de su cabeza achatada, se veía a la legua que era de una solidez formidable.
La chica siguió corriendo sin parar, mirando sobre su hombro al grupo de reploides uniformados que se detuvieron para dar media vuelta y encarar al gigante, sus armas pareciendo juguetes ante semejante bestia. Sólo otros dos reploides uniformados la acompañaban, cuidando su retaguardia.
El grupo que se quedó atrás para protegerla comenzó a abrir fuego contra el Gólem, pero si sus armas no habían sido capaces de dañar a los pequeños reploides enemigos, era obvio que no le harían ni un miserable rasguño al mecanoide.
"¡Qu...qué es este monstruo!" pudo gritar uno de los reploides de uniforme verde, habiendo vaciado toda su carga sin resultado alguno.
El gigante ni se inmutó. Se detuvo enfrente de ellos y una débil luz verde brilló en su frente trazando un arco al proyectarla en ángulo.
Un resplandor se manifestó y el láser barrió de golpe al grupo de reploides que trataron de detenerlo, siendo aniquilados en un instante, apenas dando ahogados gritos de dolor que fueron silenciados al instante.
La chica ya se había alejado bastante, pero cerró los ojos y sintió las lágrimas tratando de salir por sus ojos al sentir en lo más profundo de su ser la culpabilidad de haber provocado la muerte de sus compañeros... no, se corrigió. De ser la causante de todas las atrocidades que Neo Arcadia estaba cometiendo.
Todo por culpa de ella.
Por lo que había hecho.
Creía haber podido ser capaz de ofrecer algo de ayuda que tan desesperadamente Neo Arcadia necesitaba en esos momentos.
Y en vez de eso... creó a un monstruo...
'No lo entiendo', pensó. 'Llevábamos tres días bajando por la ladera del bosque sin que nada sucediera. ¿Acaso nos habían estado siguiendo sin que nos diéramos cuenta?' pensó amargamente la muchacha, dándole vueltas en su mente a la situación. La expedición había salido satisfactoriamente de la base, sin percance alguno. Creía haber tenido en cuenta todas las variables. Se suponía que había prevenido el más mínimo error, pero sin duda se equivocó.
Quizás había subestimado por mucho al líder de la Armada Rekku. Después de todo, sin contar a X, siempre fue el más brillante de los cuatro. Eso lo había aprendido gracias a los felices años que había pasado con ellos, a quienes llegó a considerar su propia familia a pesar de ser ellos reploides y ella humana y que ahora parecían tan distantes...
Estaba tan distraída sumida en sus recuerdos que no se dio cuenta de una rama de un árbol artificial especialmente grande que estorbaba en su camino hasta que fue demasiado tarde.
"¡Aaahh!" gritó la chica al caer estrepitosamente al suelo, el dolor por el golpe manifestándose de inmediato y al menos dándole la excusa para dejar salir las lágrimas que había estado tratando de reprimir con todas sus fuerzas.
"¡Ciel!" dijo el nombre de la muchacha en cuestión una vocecita chillona, emanando de la esfera de luz multicolor que la había estado siguiendo volando durante toda la carrera y que ahora se había detenido por completo, dejando ver claramente su diminuta figura.
Realmente parecía un hada, al tener un par de alas en la espalda traslúcidas, similares a las de una mariposa y tener un cuerpo infantil rematado por una carita que cualquiera habría calificado de adorable. Su diminuta figura sólo acentuaba la apariencia tierna que poseía.
Un Cyber-Elf. Una de esas existencias digitales con forma física y que fueron la causa de la última guerra más sangrienta de la que se tenía memoria.
Ciel, seguía tirada de bruces, más por el dolor emocional que por el físico, pero alzó levemente la cabeza para ver al Cyber-Elf.
"Estoy bien, Passy. No te preocupes", dijo, con una sonrisa forzada la muchacha rubia pero que se borró al instante cuando una explosión resonó no muy lejos del lugar. Todo indicaba que sus perseguidores de Neo Arcadia no tardarían en alcanzarlos.
Antes de que se pudiera levantar por sí misma, uno de los reploides de uniforme verde le tendió una mano, mientras que con la otra empuñaba fuertemente su rifle, casi como si la vida le dependiera en ello. El otro miembro de la Resistencia tenía su arma alzada, esperando que en cualquier momento sus perseguidores aparecieran, pero no fue el caso. De alguna manera, parecían haberlos perdido en la espesura del bosque.
Por el momento.
Ciel tomó la mano del reploide para ponerse de pie de nuevo. No podía quedarse aquí, arriesgando la vida de los otros debido a ella...
"¿Estás bien?" preguntó preocupado el robot. Tenía un rostro joven y un alborotado cabello negro que ni siquiera la boina verde le permitía ocultar del todo.
"Sí, gracias Milan", dijo Ciel, verdaderamente agradecida de que a pesar de todo por lo que habían pasado, miembros de la Resistencia como él siguieran creyendo ciegamente en ella. En la causa por la que luchaban.
"Entonces sigamos. ¡No tenemos tiempo que perder!" dijo apresurado Milan y echó a correr por el bosque nuevamente. Su otro compañero y Ciel haciendo lo mismo casi al instante.
Esta vez prestó atención al terreno para evitar tropezar de nuevo.
¡Puff!. ¡Puff! Seguía jadeando Ciel tras el verdadero maratón que habían corrido por la ladera cuesta abajo durante unos cuantos minutos más pero que les había permitido dejar atrás los sonidos de la batalla.
¿Cuánto habían descendido con respecto al nivel de la superficie? No tenía ni idea, dado que durante los primeros días de la expedición, la frondosidad del bosque había impedido tener un punto de referencia relativo a ello, pero estaba segura de que al menos habían bajado una docena o más de kilómetros a través de las pronunciadas laderas y cañadas del lugar.
Ciel y su grupo se habían detenido no por gusto o deseo, sino porque se toparon de frente con una puerta fortificada de colores azul y café, con un intricado relieve en su superficie que bloqueaba el camino. Milan trató de dar un rodeo pero fue inútil, paredes de aspecto grueso y sólido constituían un muro impenetrable que abarcaba toda la superficie, llegando a los precipicios de los extremos, haciendo imposible tratar de esquivar el obstáculo colosal.
Todos se quedaron contemplando en silencio la puerta, preguntándose si acaso esto más que un tropiezo en el camino era lo que tanto habían buscado, por lo que tantas vidas de sus compañeros se habían sacrificado.
"¿Un callejón sin salida?" finalmente habló Ciel, ligeramente consternada al mirar la pared que parecía detener su avance pero no sonó muy convincente con su pregunta, al contrario, se le oía ansiosa, y no por la carrera, sino por la expectación.
"No. Siento una fuerte energía dentro. Este debe de ser el lugar", contestó Passy, flotando sobre su hombro, mirando atentamente la estructura.
"Entonces... este lugar... Debe de ser donde se encuentra él", dijo con aire esperanzado la chica.
Casi como si la hubieran escuchado, algo o alguien le respondió, pero no fueron sus oídos los que se percataron de ello, sino que fue directamente dentro de su cabeza donde oyó las palabras.
"No te acerques... No me molestes..." una voz, que parecía estar infinitamente cansada se manifestó en su mente. Había hablado... con un tono de... ¿Súplica?
"¿Huh? Esa voz que escuché... ¿De quién es?" preguntó en voz baja la muchacha de grandes ojos color azul cielo, abriéndolos como platos ante la impresión.
"¿Por qué es que quieres... despertarme?" preguntó la voz, insistente, un leve tono de irritación apenas perceptible.
"Esta sensación... ¿Acaso es... tristeza?. ¿Quién es?" susurró nuevamente Ciel, llevando sus manos a su pecho, encima de su corazón, en un vago intento de tratar de obtener la respuesta a su pregunta al creer que si se concentraba, lo lograría. Contactar de nuevo esa voz, que parecía estar llena de dolor.
'¿Puede ser... él?' pensó la muchacha rubia.
"¿Sucede algo malo?" preguntó Milan, trayéndola de vuelta a la realidad, sobresaltándola un poco al mirarla preocupado.
"¡Ah!. ¡No, no es nada!. ¡Tenemos que seguir!" dijo Ciel, un poco demasiado rápido para su gusto al darse cuenta de que había estado totalmente ausente a todo lo demás por escasos momentos.
"Está bien. Déjenme esto a mí. Retrocede, Ciel", dijo el otro reploide que los acompañaba mientras hurgaba en una mochila que llevaba a sus espaldas y sacaba varias cargas explosivas con el fin de derribar la puerta. El sonido de la explosión sin duda se oiría en kilómetros a la redonda y le facilitaría el trabajo a sus enemigos para localizarlos, pero si querían hallar lo que estaban buscando no tenían otra opción...
'Zero... sálvanos, por favor... sálvanos...' pensó Ciel mientras retrocedía junto con Milan y el otro reploide detrás de unos árboles especialmente grandes para protegerse de la explosión.
La detonación, tal y como Ciel esperaba, fue muy aparatosa. Sería un milagro si las fuerzas de Neo Arcadia no aparecían aquí de un momento a otro, por lo que tenían que darse prisa.
Saliendo de detrás de los árboles que se habían sacudido por la onda expansiva, avanzaron hacia donde estaba la puerta. Una densa nube de polvo cubriéndolo todo y secándole la garganta a la dirigente de la Resistencia, quien tosió un poco.
Cuando la nube se disipó, contemplaron con alivio que la puerta había sido derribada, pero apenas. El grosor el material con el que estaba hecha había logrado ser traspasado tras usar todas las cargas que llevaban. Sólo una muestra más de que fuera lo que fuera que estaba aquí adentro, debía de ser muy valioso.
O peligroso.
O ambos.
Ciel, Passy y Milan entraron apresuradamente en la cámara, mientras que el otro reploide se quedó en la entrada de guardia, habiendo dicho que fueran ellos mientas él se encargaba por si había problemas.
El lugar definitivamente había visto mejores tiempos, dado que estaba completamente deteriorado. Unos cuantos rayos de luz lograban filtrarse por los agujeros en el techo de la bóveda de la habitación, proveyendo de iluminación suficiente el lugar. Un escalofrío recorrió de pies a cabeza a Ciel al sentir que se le humedecían por completo los pies. Un vistazo le indicó que el agua se había acumulado en la cámara, tanta, que llegaba a cubrir por completo sus tobillos. Parecía que en antaño, probablemente hace siglos, esto había sido un laboratorio. Justo en medio del lugar, estaba lo que parecía ser una cápsula de hibernación, pero ahora también muy castigada por el paso del tiempo. Muchas de sus partes simplemente se habían caído a pedazos en el suelo cubierto de agua y lo que había logrado mantenerse unido presentaba innumerables grietas y fisuras.
Una forma humanoide yacía hincada debajo de la estructura, lo que sin duda era un reploide pero en extremo dañado.
"Este debe ser..." murmuró Milan, mirando como hipnotizado a la figura.
"..." Ciel no dijo nada, demasiado absorta contemplando lo que tanto habían estado buscando.
El robot es cuestión se veía en condiciones críticas. Sus brazos estaban incompletos más allá de los codos, su cuerpo completamente desprovisto de armadura a excepción de su cabeza, la cual tenía un casco igualmente lleno de grietas y su larga cola de caballo rubia se veía sucia y enmarañada por el agua estancada. Toda una serie de cables y extensiones de lo que parecía ser maquinaria de un sistema de soporte de vida estaban conectadas en su espalda, directamente a su espina dorsal.
"Este... debe ser Zero..." sin saber muy bien qué hacer a continuación. 'No lo entiendo. Parece haber sufrido un grave deterioro debido a las condiciones de este lugar pero no detecto ningún tipo de herida. Es casi... como si lo hubieran estado desmantelando... ¿O ensamblando?' pensó extrañada la chica al mirar fijamente al reploide.
"¡Finalmente lo encontramos!" exclamó Milan, igualmente sorprendido por lo que estaban viendo. Decidido, caminó en dirección a la figura arrodillada, sólo para ser lanzado atrás por una especie de campo de fuerza invisible que se manifestó alrededor del reploide que parecía estar durmiendo profundamente.
"¡Aahhh!" exclamó con un grito de dolor cuando su cuerpo fue recorrido por una descarga.
Ciel inmediatamente puso una mano sobre su hombro. ¿Estás bien, Milan?" preguntó.
"No es nada, pero..." dijo Milan, apretando los dientes en frustración mientras se incorporaba.
Passy se acercó levemente al lugar donde Milan había sido repelido, examinando la energía que envolvía al reploide. "Está muy bien protegido. Puede que yo sea capaz de pasar a través del campo, pero desactivarlo..." dijo, su vocecita sonando un poco fuera de lugar dadas las circunstancias en las que se encontraban.
"¿Qué debemos hacer...?" murmuró Milan, sin que se le ocurriera nada para arreglar la situación. Se interrumpió al escuchar un grito detrás de él. Tanto él como Ciel se giraron a la vez para mirar que el reploide que se había quedado de guardia acababa de ser derribado por una lluvia de disparos de plasma que acabaron con él.
"¡Rayos!. ¡Los Pantheon llegaron más pronto de lo que pensaba!. ¡Cuidado!" dijo Milan, poniéndose inmediatamente enfrente de Ciel para protegerla de la una ráfaga de disparos de plasma lanzada por uno de los robots que habría incinerado por completo a la joven científica.
Milan hizo una mueca de dolor al recibir los impactos, los cuales le provocaron un grave daño. A pesar de ello, aún podía mantenerse, pero si recibía otra ataque así...
"¡Estamos atrapados, tenemos que evacuar ahora!" gritó, mientras retrocedía arrastrando a Ciel al fondo de la habitación para tratar de ganar un poco de tiempo.
La mente de Ciel corría a mil por hora, a pesar de que su cerebro le decía a gritos que Milan tenía razón, de que estaban atrapados, su cuerpo apenas y reaccionaba. Milan prácticamente la llevó a rastras mientras trataba de protegerla desesperadamente.
"Pero..." fue lo único que pudo decir Ciel. Si usaban el teletransportador portátil, dejarían muy claramente su rastro y la ubicación exacta de la base de la Resistencia. Si hacían eso, sería el fin de todo...
Ya había visto de lo que era capaz el ejército de Neo Arcadia. Era incluso que los Cuatro Guardianes fueran personalmente para llevarla de vuelta, eliminando sin compasión alguna a todos los miembros de la Resistencia...
"¡No tenemos tiempo para discutir!" gritó de nuevo Milan, ahora presa del pánico, mientras miraba de reojo a Ciel y se distraía una fracción de segundo.
Que le costó la vida.
Otra ráfaga de disparos de plasma lo alcanzó de nuevo, justo en el mismo lugar donde antes había recibido los impactos para proteger a Ciel. Milan dio un agudo grito de dolor y cayó tumbado de espaldas para jamás volverse a levantar. La sangre artificial formó un charco debajo de él que se disipó levemente debido al agua estancada, sus circuitos y partes biológicas completamente expuestas.
'Huye por favor, Ciel... Sálvate...' fue lo último que pensó el reploide.
"¡Milan!" gritó Ciel, horrorizada ante lo que acababa de pasar. Todas sus fuerzas simplemente la abandonaron de repente y cayó de rodillas, sollozando, mientras el pequeño grupo de tres Pantheons avanzaba lenta pero inexorablemente hacia ella, con la orden de capturar ilesa a la humana. No podía moverse, sentía sus piernas como de gelatina, era inútil tratar de escapar, jamás lo conseguiría...
"Ciel..." dijo Passy suavemente, tratando de ganar la atención de la científica en estado de shock.
"..." Ciel seguía sin decir nada, aún sollozando por lo que había pasado. Su fracaso que le había costado la vida a todos los miembros del grupo de la expedición.
"¡Ciel!" gritó con fuerza Passy esta vez volando alrededor de ella, dejando una estela de luz multicolor que trajo de vuelta a Ciel a la realidad de la situación.
"¿Huh?" musitó la chica con los ojos empañados por las lágrimas al notar la luz arcoriris alrededor de ella.
"¡Tienes que usar mi poder!. ¡No tienes alternativa!" dijo frenética Passy, con su voz chillona que denotaba gran nerviosismo.
"¡Qué! Passy... Si lo hago, tú..." murmuró incrédula Ciel ante la petición del Cyber-Elf. Habiéndolos estudiado por años, sabía muy bien cuál sería el resultado de ello. Pero ahora que lo pensaba, era casi como si las piezas del rompecabezas hubieran caído de golpe en su lugar.
Aún recordaba esa fiesta de cuando cumplió 10 años. La última vez que ella, X y los Cuatro Guardianes estuvieron juntos. El enigmático significado de las palabras que X había dicho cuando le entregó a Passy, un Cyber-Elf según le explicó, capaz de regenerar por completo a un reploide al analizar tan sólo un fragmento de su ADN. Ciel siempre creyó que habiéndose Passy convertido en su amiga jamás se atrevería a hacer que cumpliera su función, salvo que alguno de esos cinco llegara a sufrir algo grave, pero jamás creyó que eso pasaría.
¿Tenía algo que ver con todas aquellas historias que X le contaba durante su infancia antes de irse a dormir, todos esos relatos sobre aquél legendario guerrero? Recordó la primera vez que lo mencionó, una noche poco después de que X la hubiera acogido tras la muerte de sus padres en un incidente provocado por mecanoides de origen desconocido...
"Era un gran héroe, mucho más grande de lo que yo jamás llegaré a ser", decía X, presa de una gran nostalgia.
"¿Está muerto, tío X?" había dicho Ciel, sumamente curiosa por la actitud de X en esos momentos, era una faceta que pocas veces mostraba en su gentil sonrisa.
"No, Ciel. Hasta la propia muerte no se atrevía a cruzar caminos con él, lo sé porque siempre lograba escapar de sus garras. Siempre que el mal se esparciera sobre la Tierra, él aparecía con la misión de erradicarlo. Sé que un día, cuando llegue el momento, regresará de nuevo, como ya tantas veces lo ha hecho", sentenció X.
"¿Me lo contarás todo, tío X?" preguntó Ciel, sus ojos brillando de expectación y curiosidad.
"Podría empezar a contártelo todo, pero me tomaría días, no... semanas enteras contarte todo. Además, ya es hora de dormir", había dicho X mientras se levantaba del asiento de la habitación para salir y apagaba las luces.
"Antes de que te vayas. ¿Cuál era el nombre de ese reploide?" preguntó Ciel, impaciente por saber más.
X se había volteado para mirarla directamente, y luego, con una gran sonrisa había respondido. "Su nombre es Zero, Ciel. Nunca lo olvides".
"No te preocupes por mí. ¡Recuerda, todos están esperando que regreses a salvo!" anunció Passy otra vez, sacándola de sus recuerdos, el grupo de Pantheons cada vez más cerca.
"... Está bien. Gracias por todo, Passy", dijo, con todo su corazón Ciel, al comprender que el momento para el que X le había obsequiado a Passy finalmente había llegado. Se incorporó y extendió su mano derecha, el Cyber-Elf flotando enfrente de ella.
"No. Gracias a ti, Ciel. Adiós..." dijo sinceramente Passy, aceptando sin quejas ni remordimientos su destino. De pronto, salió volando desde la palma de la mano de Ciel como una flecha de pura luz directo al Hunter incapacitado, traspasando el campo de fuerza invisible y penetrando en donde estaba su corazón. Ciel flaqueó en el último momento y gritó frenética su nombre, siendo esta la última vez que la volvería a ver.
Las ruinas del laboratorio fueron engullidas por una potentísima luz que surgía como un pilar del lugar donde el reploide deteriorado se encontraba hincado. Ciel se cubrió levemente los ojos con las manos por el doloroso resplandor que lo inundaba todo.
De repente, oyó pasos justo enfrente de ella, viniendo del pilar de luz. Una figura caminó hacia delante, con una brillante armadura carmesí, negra y blanca refulgiendo en todo su esplendor, un largo cabello rubio en cola de caballo cayendo por su espalda, una gema azul de forma triangular en su casco pulsando llena de vida y un par de ojos azules feroces, como dos bloques de hielo, mirándola fijamente.
¡El legendario Maverick Hunter, Zero, había revivido!
Notas del autor: siempre quise hacer una historia de esta saga, tal vez intente hacer una novelización al menos del primer juego, sobre todo debido a lo enigmático de la historia que esta saga ofrece con relación a sus personajes principales. ¿Por qué Zero tenía ese cuerpo?. ¿De dónde había venido el Cyber-Elf que usó Ciel para revivirlo? Estas y muchas otras dudas son las que me apasionaron, por lo que decidí torcer un poco la historia para dar una explicación razonable. Unas cuantas cosas, la primera parte es el prólogo del juego de Megaman Zero IV, así como el inicio del primer drama track del cuarto OST relatado por Neige. También cuando Ciel oye esa voz en su cabeza es del drama track del primer OST, no sé si la traducción sea fielmente correcta, pero hago lo que puedo. Por último. ¿Creen que bajaron mucho? Sólo piénsenlo, en el MMZ3 cuando peleas con Omega y vas cayendo, tardas entre un minuto y minuto y medio en ganarle, algo de simple física te da como resultado una caída de entre 18 y 31 kilómetros aproximadamente antes de caer al mismo lugar donde Zero despertó en el primer juego... otro de esos detalles inexplicables de Capcom...
Agradezco a Theblacksun y a BurningFlower por la prelectura y correcciones. Siendo sincero, ya era hora de ponerme a hacer algo más aparte de Evangelion, que la verdad ya me hartó un poco, pero no importa, terminaré eventualmente las historias de esa serie que aún tengo pendientes. Pasando a otras cosas, hablemos de figuras, la semana pasada y esta me conseguí los Myth Cloth de Alpha y de Minos y tengo que decir que están imponentes, sobre todo el Griffon, que aunque me costó mucho armarlo (ese sistema de la falda está complicadísimo), resalta más inlcuso que su compañero Radamantys. También vi unas gashapon preciosas de Shakugan no Shana y de un Cybuster de SRWOG pero ya no traía lana encima y no las pude comprar... lástima...
En fin, hasta la próxima...
Comenzado el 9 de Febrero del 2007.
Terminado el 11 de Febrero del 2007.
