-¡Mario!

Al escuchar mi nombre ser prácticamente gritado me di la vuelta, para encontrarme con los ojos de la persona que me ha robado el corazón hace años.

Vino corriendo desde el otro lado del parque hasta la fuente dónde me encontraba sentado, y a pesar de eso parecía tan perfecto como siempre. Su cabellera rubia resaltaba a la luz del día y sus ojos verdes casi me hacen perder en ellos (cosa que ya había pasado varias veces) a no ser por la inquietud que vi en ellos.

-¿Adrien? – Le pregunté preocupado - ¿Sucedió algo?

Sabía que a pesar de que me comportara como un idiota en frente suyo, apenas pudiendo formar palabra y mucho menos una oración completa la mayoría del tiempo, la preocupación de lo que le pudiera alterar era mucho más importante.

Él era mucho más importante.

Adrien suspiró con cansancio y sentándose al lado mío empezó a morder sus labios con nerviosismo.

Había estado haciendo eso hace varios días, mirar a la nada, perderse a la mitad de una conversación, olvidarse que estábamos al lado suyo y morderse los labios. Eso último era lo que más hacía, no que fuera a lo que más le prestara atención ni nada, solo que al morder sus labios eso solo los hacía resaltar aún más.

Luego de unos segundos de silencio, me di cuenta que Adrien volvía a estar en su mente pensando en lo que sea que la haya estado haciendo suspirar últimamente.

Suspiré y estirando mis brazos, tomé sus hombros y los sacudí ligeramente para despertarlo de su ensueño.

-Adrien… - Saltó ligeramente y dirigió sus ojos a los míos, y aunque él haya sido el que ha venido a buscarme, parecía como si recién notara mi presencia.

-Oh, Mario… eh, lo siento – dijo el rubio frotándose la parte de atrás del cuello con una mano – me distraje un poco.

Si hubiera sido cualquier otra persona seguramente hubiera dicho algo como "¿Recién te das cuenta?" , pero era él…

-N…No importa – respondí desviando la mirada y soltando sus hombros. Intenté mirarle a los ojos pero fue en vano – hmm, eh, pero me preguntaba por qué viniste corriendo hacia mí y luego no dices nada… ¡Ah! No es como si fuera algo malo, claro que si quieres venir corriendo a mis brazos no te lo impedi…digo, corriendo a mí, digo, eeeh… mejor olvídalo.

Con un suspiro y un sonrojo que era bastante obvio lo miré a los ojos, no pareció haberme escuchado para nada, Adrien miraba el agua de la fuente como si tuviera todas las respuestas del universo y no se las quisiera decir.

-Adrien…

Otra vez saliendo de su ensueño, se disculpó y decidió hablar por fin.

El rubio primero miró a nuestro alrededor como para asegurarse que nadie estuviera escuchando y se inclinó cerca de mí.

-En realidad, hay algo de lo que te quería hablar.

Intimidado por su cercanía decidí solo asentir en respuesta. Si mi voz no funcionaba cuando estaba a metros mío, no me imaginaba lo que pasaría con los centímetros que nos separaban.

-Veras, necesito un consejo sobre algo importante – sus ojos no parecían quedarse en un solo lugar por sus nervios, que ya eran palpables.

-Lo que sea – murmuré bajo y firme, pero no sin antes mirar a mi alrededor.

Si era algo tan importante que necesitara ser dicho así, era obviamente algo secreto. Y si bien estoy enamorado del rubio, antes que todo era mi amigo y no pensaba dejar que alguien se enterara de algo que él guardaba como secreto y que me estaba confiando.

-Verás, se que eres gay y necesito un consejo romántico de ese tipo… - Adrien tragó saliva y desvió su mirada ante mi sorpresa. Siempre pensé que él era hetero, no que… - y últimamente me he sentido atraído a un chico.

Lo confesó como si esperara una respuesta negativa de mi parte.

Y hubo una respuesta negativa, pero no en acciones o dichas. La única respuesta negativa fue el vuelvo que hizo mi corazón.

Siempre supe que soy egoísta, pero no iba a dejar que algo como celos lastimaran a Adrien.

-¿Solo atraído físicamente o sentimentalmente también? - Estaba clavando una estaca en mi propio corazón y lo sabía, pero solo podía rogar que el rubio solo viera curiosidad en mi mirada y no todo lo otro que parecía querer salir de un momento a otro.

Animado por la falta de respuesta negativa, Adrien decidió decir la verdad en la que estuvo pensando estos días y de la que parecía seguro.

-A decir verdad, solo "atraído" no es suficiente, estoy… - un tierno sonrojo adornó sus mejillas, tosió para aclararse la garganta. Y yo solo sentía que cada palabra era un martillazo que clavaba aún más la estaca en mi corazón – estoy enamorado de ese chico.

-Oh… - pestañeé rápido para que no se notaran mis lágrimas y así poder terminar con esto. – ¿Te le declaraste?

-Aún no – Adrien suspiró como si un gran peso se le haya quitado de encima. – Sobre eso quería pedirte consejo. ¿Cómo debería confesarme a alguien que significa más que mi propia vida? Alguien que con solo verlo y hablar con él siento que mi corazón explota.

Nunca me puse a pensar en cómo la expresión "sentir que mi corazón explota" pueda ser aplicada para una sensación buena y mala al mismo tiempo.

Creo que casi no podía respirar del nudo en la garganta que tenía.

-Solo… dile lo que sientes, se que suena difícil solo así, pero si no lo piensas tanto debería ser fácil.

Era irónico que sea yo el que de consejos de cómo confesarse al chico que te gusta.

El rubio pareció pensarlo unos segundos, para que luego su rostro se iluminara con una de las sonrisas más grandes que he visto nunca.

Y todo eso no era para mí, era para ese chico sin nombre que le había robado el corazón al amor de mi vida.

-Creo que tienes razón, hoy lo veré así que hoy daré el primer paso – soltó una risita y me abrazó. – No sabes cuánto significa esto para mí.

-¿Puedo saber el nombre de tu enamorado? – Creo que con esta pregunta solo quería romper aún más mi corazón al darle un rostro a ese chico misterioso.

Desde mi cuello lo oí suspirar.

-Aún no, creo que va a pasar un rato hasta qye alguno de ustedes escuche de él. – me soltó y me sonrió – No es que no confíe en ustedes pero no es el momento aún.

Se levantó de la fuente y se fue alejando con unos pasos relajados.

-Además – añadió desde lo lejos – Aún no se si aceptará salir conmigo.

Era obvio que ese chico iba a aceptar, era Adrien Agreste el que estaba enamorado de él. Si no aceptaba sus sentimientos era o un idiota o un imbécil. O ambos.

Cuando ya no pude ver más al rubio a la distancia y no hubo ya nadie más en el parque, me dejé caer al duro suelo ya que si seguía en la fuente tenía miedo de marearme y caer al agua.

Las lágrimas cayeron libremente entonces, el nudo en la garganta solo empeoró y esas estacas en mi corazón que Adrien había clavado sin siquiera saberlo se dejaron notar aún más.

-¡Mario! – por un segundo deseé que esa fuera la voz de Adrien, que venía a decirme que el chico que había robado su corazón era yo y que seríamos felices.

Pero nunca funciona así.

-Tikki… - murmuré casi sin fuerzas – vamos a casa.

Mi pequeña kwami frotaba su rostro contra el mío y aprovechaba para secarme algunas lágrimas, pero eran tantas que no servía de nada.

-¡Él no vale la pena! Si no se da cuenta del chico increíble que eres entonces no te merece – dijo con tanta fiereza que solo eso forzó una sonrisa en mi rostro.

-Capaz algún día lo supere, Tikki – le dije luego de una hora de llanto en silencio, en el que el cielo pareció coincidir con mi estado de ánimo y decidió que una lluvia parecía ideal.

Elevé mi rostro para que la lluvia lavara mis lágrimas. No eran las primeras que lloraba por Adrien y seguramente no las últimas.

-No digo que lo superaré hoy, y definitivamente no mañana, capaz ni siquiera pueda hacerlo del todo pero lo intentaré.

Si la memoria no me fallaba, fue un mismo día lluvioso en el que mis sentimientos aparecieron, su amabilidad pudo conmigo y en ese momento no pude dejar de verlo solo a él.

Y al parecer será un mismo día lluvioso en el que impediré que siga dominando mi vida.

-¿Qué harás, Mario? – me preguntó con curiosidad y recelo mi pequeña kwami.

Sonreí amargamente.

-Tengo muchas fotos y un horario que sacar de mi vida.

Más bien, de mi pared.

Ambos nos reímos y nos dirigimos a casa.

Y también como luego de la lluvia sale el sol, me decidí por un nuevo comienzo.