Notas de la autora:

¡Hola a todos! Hace mucho tiempo que fui dejando este fic por falta de tiempo y al final lleva aparcado... ¡¿DIEZ AÑOS?! O_O ¡Increíble, no había reparado en la fecha! En fin, el otro día encontré la libreta donde tengo el fic escrito a mano con casi el final ya, me dio por releerlo y he decidido reescribirlo nuevamente. Encuentro que es un fic que no había aprovechado bien, y por eso he vuelto a escribirlo, añadiendo mucho más contenido y por ahora continuándolo a buen ritmo ^^

A todas aquellas maravillosas personas que en su día leyeron este fic, espero que la reedición os deje un buen sabor de boca, y de nuevo quiero agradecerles sus reviews que con tanto cariño me animaron en su tiempo. Y a los que lo lean por primera vez, espero que sea de vuestro agrado y lo disfrutéis ^^

Aquí os pongo un pequeño índice para comprender los usos de cursivas y negritas:

"pensamientos"

"traducción gatuna"

conversación entre gatos


¡MIAU!

Cap. 1: ¡pero si soy un gato!

- ¿Qué tal si descansamos un poco, Sakura?

- ¿Ya? Pero si acabamos de empezar…

- Sakura, ¡llevamos tres horas entrenando!

- ¡Sakura, Eriol, Kero! ¿Qué tal si bajáis ya a merendar?

- ¡Sí, pastel, pastel!

- ¡Kero, aún no hemos terminado!

- Pero Sakura…

- Vale, vale, lo dejaremos para mañana.

- ¡Viva!

Kero aterrizó a toda vela y en dos segundos ya estaba transformado en su pequeña forma y revoloteando encima de los pasteles, bajo la mirada de Tomoyo, que se reía del ánimo del pequeño guardián. Delante suyo vio descender del cielo, rodeado de un aura azulada, a un joven de 17-18 años, alto, de pelo negro azulado al igual que sus ojos, enmarcados en unas gafas redondas y con su habitual sonrisa amable.

- ¿Te ha cansado mucho esta vez, Eriol? - preguntó la joven sin dejar de sonreír y bajando la cámara de vídeo del cielo.

- Más que ayer – respondió yendo hacia ella – Sakura aprende extraordinariamente deprisa, me queda muy poco que enseñarle. Antes de que haya cumplido la mayoría de edad, ya será una de las mejores hechiceras del mundo – dijo mientras se sentaba al lado de su compañera y le daba un beso en la frente.

- ¡Eh, tortolitos! - exclamó Kero – ¿Puedo empezar ya?

- Claro que sí – rió Tomoyo y volvió a enfocar su cámara al cielo – ¡Sakura! ¿Bajas o no?

Como si ya supiera que diría eso, no hubo terminado la frase que apareció Sakura, con sus dos alas en la espalda, aterrizando. Al igual que Tomoyo, era alta y con un cuerpo bien definido, fruto del ejercicio. Mientras que su mejor amiga seguía luciendo el pelo largo como cuando eran niñas, aunque se le había rizado un poco más, Sakura se lo había dejado crecer hasta llegar a media espalda y lo tenía más claro, casi rubio, atado a una coleta y dejando caer los mechones de pelo que tenía de niña, que le rozaban los hombros. Cuando tocó el suelo las alas desaparecieron y el báculo que llevaba en la mano se empequeñeció hasta adquirir la forma de llave. Sakura se la puso en el cuello y, sonriendo, se reunió con sus amigos y empezaron a charlar animadamente.

- ¿Sabéis qué? - dijo Sakura cogiendo un trozo de bizcocho – Ayer recibí una carta de Shaoran.

- ¿En serio? - Eriol sonrió.

- ¿Y qué te dice? - dijo Tomoyo, algo ilusionada.

- Pues me cuenta algunas cosas de su familia... ¿Sabíais que Meiling tiene novio?

- ¡¿Queee?! - exclamaron Tomoyo y Kero.

- Pues sí, y por lo que me ha dicho en la carta, está tan loco como ella… pero es un buen tipo.

- ¿Y te dice en la carta si tiene planeado venir aquí? - su amiga soltó la temida pregunta. Cada vez que Sakura recibía una carta de Shaoran esperaba encontrar una fecha de su regreso.

- Pues no, como en todas las demás – suspiró – Desde que se fue no ha podido volver a causa de sus estudios, y quiero tenerle delante cuando le diga lo que siento por él. Pero no sé si llegará a volver... después de todo, han pasado ya varios años – entristeció.

- Vamos Sakura, en el aeropuerto te prometió que os volveríais a ver, ¿verdad? - dijo Eriol para animarla.

- Sí, cuando me dio el osito… - se sonrojó levemente – se lo pregunté, y él me lo prometió.

- Pues entonces seguro que lo cumplirá – dijo Tomoyo – Es un hombre de palabra.

- Tienes razón – Sakura sonrió – Sé que ha pasado tiempo, pero cuando recibo una carta suya, o una llamada, me pongo tan nerviosa como al principio – rió nerviosa.

- Seguro que él se siente igual – dijo Tomoyo – Si no, no mantendría tanto contacto contigo, ¿no crees?

- No lo sé Tomoyo, pero espero que sea así.

- ¡Oh! Antes de que se me olvide – Eriol interrumpió la conversación – Sakura, tengo algo para ti – extendió la palma de la mano y apareció un libro grande, forrado de piel marrón oscuro y sin nada escrito, con aspecto muy viejo.

- ¿Qué es?

- Un libro de hechizos que tenía Clow, es para ti.

- ¿Para mí? ¿En serio?

- Así lo quería Clow, si no recuerdo mal. Échale un vistazo y mañana intentaremos hacer algún hechizo de los que hay aquí.

- De acuerdo – extendió la mano como había hecho antes Eriol y el libro desapareció de las manos del chico para aparecer en las de Sakura – Gracias.

- Muy bien – sonrió Eriol al ver que su "alumna" aprendía sin problemas.

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Sakura estaba sola en su habitación leyendo el grueso, pero en cambio ligero libro que le había dado Eriol. Kero estaba en la cocina comiendo. Su padre no estaba en casa ese día y podía moverse con tranquilidad. El libro era muy interesante, había cosas como historia de la magia, magos famosos, definiciones, hechizos según niveles de magia, objetos mágicos... A Sakura le sorprendió encontrar información y fotografías de la espada y las cartas de Shaoran, la brújula mágica y hasta las cartas Sakura. Por lo visto, el libro era capaz de actualizarse solo. Era la guía ideal para moverse por el mundo de la magia. La chica, fascinada, iba saltando páginas y leyendo un poco por encima para saber más o menos que había. ¡Era todo increíble!

De pronto, se fijó en un hechizo de nivel 8 que decía:

Nivel 8

"APARECERSE"

Este es un hechizo muy útil para cualquier mago o hechicero, permite a la persona que lo domine aparecer en donde quiera, en todos los lugares del mundo. De España a China, si se desea. Ideal para cualquier emergencia, situación o, simplemente, viajes rápidos y eficaces. No es muy seguro para los niños o para las personas poco capacitadas de poderes mágicos, pues hay el riesgo de "perder" partes del cuerpo por el camino.

Advertencia: sólo puede usarse este hechizo a partir de los 16 años.

A Sakura se le iluminó la cara, tenía una idea en mente, pero dudosa. Rápidamente cogió el teléfono y llamó a Eriol.

- ¿Qué? ¿Que qué nivel de magia considero que tienes?

- Exacto. Según tú, ¿qué nivel de magia crees que tengo?

- Pues… estás entre el 9 y el 10, aunque aún te falta ver puntos de otros niveles. ¿Por qué me lo preguntas?

- Es que me gustaría probar uno de nivel 8.

- ¿Del 8 dices? Hum… - se puso pensativo – ¿Hay algún margen de edad?

- Sí, aquí pone que a partir de los 16.

- Entonces no veo qué problema pueda haber. Tu nivel de magia es muy alto y casi has acabado tu enseñanza. Ahora mismo podrías hacer prácticamente todos los hechizos del libro.

- ¿En serio? - Sakura se emocionó.

- Aunque siempre debes ir con cuidado.

- Lo sé, te lo prometo. Gracias.

- De nada. Mañana me cuentas.

- Sí – sonrió feliz – Nos vemos mañana. Adiós Eriol.

- Adiós.

Lanzó el teléfono en la cama y cogió el libro. Estaba muy ilusionada: tenía la idea de usar ese hechizo para ir a ver a Shaoran en Hong Kong, aunque fuera una visita rápida. Quería verle, ansiaba verle. Quería ver de nuevo sus ojos, oír su voz en directo, preguntarle sobre sus sentimientos... y esperaba tener tiempo de decirle los suyos.

Abrió el libro y lo sostuvo para llevárselo con ella y poder volver y, con las manos temblorosas, recitó unas palabras en un idioma desconocido. Cerró los ojos, pero no notó nada. No había funcionado. Pero al abrirlos, lo que vio no fue su habitación. Se encontraba en un claro en medio de un bosque. Sí que había funcionado, pero no como ella quería. Quizás era porque no había especificado en qué lugar de Hong Kong quería ir a parar. Menudo chasco se había llevado.

Decidió usar la carta Vuelo para ver donde estaba, y reparó en otro error: las cartas y la llave estaban encima de su cama. Claro, al salir de la ducha había cogido el libro y ni se acordó de las cartas. Bueno, pues, lo mejor sería volver a casa lo antes posible porque anochecía. Abrió el libro y empezó a buscar, pero entonces notó una presencia mágica que se dirigía hacia allí. ¿Y si era un hechicero tenebroso? Nerviosa, buscó el apartado de antes. Rápidamente leyó: "como volver" y recitó de nuevo unas palabras raras y más largas que antes, pero lo que ocurrió fue insólito: una luz blanca la rodeó y se sintió extraña durante un segundo antes de cerrar los ojos.

Cuando los volvió a abrir seguía en el mismo lugar, pero con una "pequeña" diferencia: ¡todo se hacía vuelto gigantesco! Sintió una sensación de dejà vu extraña, que le hizo recordar cuando la carta The Little la empequeñeció. Se estremeció, algo asustada al recordar lo mal que lo pasó ese día. Miró al suelo y vio su libro, que ahora era tan grande como ella, y al alargar la mano para intentar cogerlo, se dio cuenta de que estaba viendo una pata y no un brazo. Se quedó anonadada durante segundos, y acercó su mano a su cara para verla de cerca. No podía ser cierto. ¡Su mano era una pata! Peluda, con uñas que podía mover fácilmente, y con almohadillas en cada dedo. ¿Cómo podía ser posible? Se miró todo el cuerpo, cubierto de pelo. Parecía algún tipo de felino. ¡Si hasta tenía cola!

Pero… ¿cómo era eso posible? Visiblemente asustada, vio de nuevo el libro y decidió abrirlo. Le costó ponerse de pie, no podía sostenerse sobre sus piernas y andar a cuatro patas no fue fácil. En cuanto se acercó vio que estaba del revés. La pobre sudó lo suyo para conseguir clavar las uñas bajo la tapa para levantar el libro y darle la vuelta. Abrirlo fue más fácil, un golpecito con la pata y… ¡alehop! Lo que ya costó más fue abrir las páginas.

Al final pudo encontrar el apartado que buscaba y leyó lo que temía: se había ido a mirar el hechizo siguiente, de título: "Como volver una persona en el animal que tiene más cerca". ¡Pero que tonta que había sido! Rápidamente se puso a leer con detenimiento las instrucciones. Tal y como decía el título, la persona se transformaba en cualquier animal que estuviera tocando o tuviera más cercano, y normalmente se usaba para aprender las costumbres de los animales o escapar de algún peligro.

Sakura reparó en una cosa y miró alrededor. Si lo que había leído era cierto, ¿de dónde salía el susodicho felino? Allá no había nada. Agudizó el oído ("a ver si escucho algún animal") y oyó un ligero "paf" encima de una hoja. Entonces la vio, una araña que había caído de un árbol.

- "¡Ah, qué asco!" - pensó haciendo una mueca – "Menos mal que no soy una araña, ¡juro que me habría muerto de asco!" - entonces oyó un crujido de ramas y vio, encima de una rama, un gato blanco muy peludo que la miraba fijamente con unos ojos amarillos como linternas – ¡Un gato! - exclamó, pero para su sorpresa lo que dijo fue otra cosa – ¡Miau!

- ¿Mau miaauu? - dijo el gato – "¿Por qué te sorprendes?"

- ¡Meh, meeeu mau meu! "¡Eh, puedo entenderte!"

- ¡Maaauu! Miau prrauu meu. "¡Pues claro! Tú también eres un gato."

- ¡¿Meeee?! "¡¿Queeee?!"

El gato se levantó, haciendo sonar el cascabel de su collar, y bajó de la rama, acercándose a Sakura. Era un gato muy bien cuidado, con el pelo muy largo y brillante. El gato se sentó delante de la "muchacha", observándola fijamente.

- ¿No había antes una humana por aquí?

- Sí, era yo – el gato bajó una ceja con cara de "estás loca" - Verás, es que he leído en este libro algo que me ha transformado en gato – el otro seguía mirándola con la misma expresión, lo que hizo que a ella le resbalara una enorme gota por la nuca.

- Me parece que nunca voy a entender a los humanos. Eres muy rara, ¿lo sabías?

- Bueno, es que hay humanos que tienen ciertos dotes para hacer "cosas raras".

- Sí, lo sé. He visto a humanos hacer cosas muy extrañas que mi ama no sabe hacer. Por eso digo que nunca los entenderé… son muy complicados.

- Hombre, visto como un gato…

Sakura se calló al ver que el gato blanco miraba por encima suyo, y giró la cabeza. Oía pisadas. Entonces vio aparecer de entre los árboles a un humano que se paró y los miró, parpadeando confuso. Era un chico de la edad de Sakura, un poco mas alto que ella, de pelo marrón oscuro y rebelde, y unos ojos marrones que reflejaban incomprensión mientras miraba los gatos y el libro. Sakura lo miró fijamente. Su presencia le resultaba familiar.

Juraría que había notado magia justo aquí – dijo el recién llegado acercándose al libro- ¿Y esto? - cogió el libro, pero antes de haberlo llegado a abrir, miró a Sakura, sorprendido – ¿Cómo es posible? - se agachó y puso la mano encima de la cabeza de ella – ¿Cómo es que este gatito desprende un rastro de magia?

- Meeeuuu. Meu miau mauuu miau... "Ayúdame. Me he transformado por error en..."

- Mau miau."No te entiende" - le dijo el gato.

- Mmm... Será mejor que me lleve este libro y al gatito, a ver qué descubro – cogió a Sakura – Vamos Nieve, volvamos a casa – empezó a andar.

- "¿Nieve?"- pensó Sakura, y vio que el gato les seguía – "Vaya, así que ese es su nombre"- sonrió para sus adentros.

- Por cierto… - el chico levantó a Sakura por el lomo y le levantó la cola – ¿Qué eres?

Sakura, al darse cuenta de lo que estaba mirando, notó que la cara le ardía de vergüenza y rápidamente se revolvió, tapando su intimidad con la cola y las patas y dándole un bufido al chico, que la miró extrañado.

- ¿Pero qué...?

- ¡Maaauuu! "¡Pervetido!" - Sakura lo miró, claramente enfadada, con las orejas agachadas e intentando taparse la zona con las cuatro patas, intentando que el chico no viera nada desde ningún ángulo.

- Vale, vale, no voy a mirar. Qué carácter – se la puso en el regazo, acariciándola – Qué pelo tan suave – ella ronroneó sin darse ni cuenta de cómo lo hacía.