Mi vida no estaba yendo muy bien, las cosas estaban mal.

Esa mañana discutí con mi madre, ella no es muy comprensiva, no conmigo.

Solo gritaba: "Annie! Santo cielo! Vas a mudarte te guste o no! No me ignores! ESCUCHAME!"

Siempre la escucho, pero ella a mi no, ese es el problema.

Muchas personas decían que me parezco a ella, el pelo rojizo, los ojos verdes, como mi cara estaba inundada de pecas. Lo único que espero es crecer y no ser como ella.

¿Mi padre? No estaba, siempre de viaje nunca con nosotros.

La única persona que podía siquiera entenderme un poco era mi hermano Brad, ya que la única otra persona que tenía era Lindsay, mi hermana pequeña de cinco años, y ella era una molestia.

Mi madre me llevó a la fuerza, me iba a mudar, aunque yo prefería quedarme ahí, en esa casucha vieja, para siempre.

El viaje en avión duró poco, por desgracia. Solo me limité a leer un poco y a escuchar música. Cuando llegamos, bajamos las maletas.

Mi madre me miró y dijo que saludara a mi nuevo hogar.

Solo miré con frustración el cielo.

- Hola nueva y horrible vida.

Pero lo que yo no sabía era que ese lugar me iba a cambiar un montón, para bien y... para mal también.