Ha pasado más de un año desde que los rebeldes ganaron la rebelión contra el capitolio, desde que mate a la presidente Coin y desde que perdí a muchos de mis seres queridos.

A veces quisiera pensar que voy a despertar, como si todo hubiera sido una pesadilla.

Peeta ha sido todo mi apoyo y ha crecido dentro de mi convirtiéndose en todo, a pesar de que nuestra relación no ha cambiado mucho a veces pienso que eso es porque no sabemos cómo dar el siguiente paso, quizás hemos sufrido tanto que no sabemos que es la felicidad.

Todas las noches vuelven las pesadillas, pero hay una en especial que me cambio.

Recuerdo que estaba sentada junto al lago del bosque y de repente escucho un estruendo, al mirar atrás, el distrito doce arde en llamas; gritos, dolor y humo es todo lo que puedo percibir, entonces de entre el caos empiezan a surgir todas las personas que conocí y ahora ya no existen, mi pequeña Prim va al centro con su ropa chamuscada, a su derecha esta Finnick , a la izquierda Boggs y poco a poco siguen los rostros conocidos Darius, Rue, Madge, Cressida, Messalla y muchos más todos dirigiéndose hacia mí y apuntándome, yo me quedo paralizada sin saber que hacer hasta que me rodean, me ven con ojos de odio, de reproche, entonces, todos comienzan a jalar mis brazos y piernas hasta que me desmiembran, grito de dolor, de miedo, de culpa…

Entonces despierto sudando y gritando, Peeta me abraza fuerte mientras me dice que todo fue un mal sueño, pero sigo asustada y salgo de la cama corriendo, salto mis escaleras y corro hacia la puerta, al abrirla todo lo que hay es nieve cubriéndolo todo y me siento vacía, perdida. Cuando llega Peeta trata de tranquilizarme

-katniss, vamos a dentro- me dice.

Todavía lo veo un poco confundida pero hago lo que me pide, subimos lentamente las escaleras mientras él me sostiene en sus brazos, vamos a la cama y yo permanezco abrazada fuertemente a el mientras me acaricia el cabello para que vuelva a dormir. En ese momento pienso todo lo que pasamos, todo lo que hicimos para salvarnos mutuamente, como el chico del pan ahora estaba a mi lado y para siempre. En ese momento lo bese y sentí otra vez como poco a poco, deseaba más, como un fuego iba creciendo como aquella vez en la playa, ya no había nadie que nos detuviera, sentía como si quisiera fundirme a él, entonces, comencé a acariciar su espalda por debajo de su camisa, sentía sus marcas, sus cicatrices y me parecía fuerte, perfecta.

Peeta hace una pausa y nos vemos a los ojos por un momento, entonces se quita la camisa, como revelándose por completo ante mí, ahora también podía ver sus marcas, como cada una era un momento de nuestra historia, entonces hago lo mismo me despojo de mi bata para solo quedar en ropa interior, cada beso, cada caricia abre paso a una nueva sensación diferente, al principio lo catalogo como un tipo de dolor, no he conocido otra cosa, pero poco a poco empiezo a ver que es algo totalmente diferente y opuesto al dolor, creo que esto es placer y también felicidad.

No sé cómo continuar o que más hacer aparte de acariciarlo y besarlo, Peeta parece notarlo y me regala la más dulce de sus sonrisas, me abraza mientras solo murmura

-katniss vamos a dormir, ¿sí?-

-si-respondo con un tono alegre

-¿sin pesadillas?-

-sin pesadillas- afirmo

Mientras me estoy quedando dormida pienso en aquel día en la playa, todo lo que me dijo y todo lo que yo pensé, quien merecía realmente ser padre era Peeta. Después vino a mi mente ese dulce pensamiento, un mundo donde puedan crecer los hijos de Peeta, nuestros hijos…