Nota: Esto es un Alemania x Romano, no un Gerita, hay menciones de gerita y spamano no correspondidos. Si odian la pareja por favor no vengan a sembrar el odio, si bien no es común la historia de acá es seria y hecha con amor
1. Un buen desafío
Me aterrorizas, porque eres un hombre y no un niño
Tienes poder y no te puedo tratar como un juguete
No me dejes, quédate y asústame (...)
Nunca he jugado un juego justo
Siempre he tenido la ventaja
(Fair play- Sia)
Luego de apagar el cigarrillo y patear una piedra, Lovino decidió que era un buen momento para entrar a clases; odiaba ser obligado a ir a la escuela, odiaba tener ver todos los días a tanto pelotudo: el idiota sonriente, el pelotudo de las hamburguesas, el cejón terrorífico, el bastardo del vino que era un pervertido, el señorito tacaño, el sicópata de las escopetas y peor aún, el bastardo macho patatas.
No ayudaba que este último estuviera para todos lados con su hermano pequeño, que su estúpido hermano estuviese siempre encima suyo y que, por tanto, el estúpido alemán siempre estuviera tras sus espaldas y pusiera ese gesto condescendiente y mudo que quería decir: Pobre Feliciano que tiene que lidiar con este hermano mayo desastroso. Pobres señores Vargas tener un hijo vago y pendenciero. De solo pensar que tenía cálculo con el imbécil le daban ganas de echarse bajo las gradas para siempre. Tal vez eso haría.
Cuando por fin despertó, sintió el ruido característico que indicaba que las clases habían terminado. Lovino salió de debajo de las gradas confundiéndose en la multitud de estudiantes; adolorido por quedarse dormido sentado. Pequeños bastardos todos. Era humillante que el a sus dieciocho años - casi diecinueve- tuviera que estar en medio de tanto niñato. Pero había reprobado dos años ya y, por lo que había oído vagamente en la oficina del director, si no se graduaba ese año, ya no podría volver a intentar cursar en la World Academy. Lovino prefería eso; volver a Italia del Sur con su madre, tomar exámenes libres y vivir allá ayudando a su abuelo con el huerto. Déjenle eso de ir a la universidad a Feliciano; dejen que quien saque la cara por los Vargas sea su hermano pequeño y déjenlo a él ser mediocre, sin grados, con sus huertos de tomates y sus siestas a todo sol.
Tristemente la consejera de la escuela no pensaba lo mismo. Dos días pasaron y su padre fue llamado nuevamente a la oficina del director; Lovino fue sacado de Biología, una de las pocas clases a las que de hecho asistía y aprobaba bien y fue llevado por los pasillos a las oficinas administrativas vaticinando lo que se venía: un reto, un castigo, su padre gritando y amenazando con mandarlo a Italia con su madre, Lovino gritaría que estaba harto de vivir en Munich de todos modos, lo amenazarían con expulsarlo y a él le daría lo mismo; luego sería libre de volver a clases o de no ir y quedarse escondido en cualquier lugar hasta que en la casa Feliciano le rogaría lloroso que por favor se esforzara y entonces Lovino lo echaría a gritos de su habitación diciéndole que no tenía derecho a decirle nada.
No era como que Feliciano fuera una lumbrera; su artificioso éxito académico era producto de ser amigo de los dos cerebritos de la escuela: Kiku Honda y Ludwig Beilschmidt, el insufrible macho patatas.
En la oficina había toda una multitud: el director, el profesor de cálculo y álgebra, la consejera, su padre. Lovino se puso nervioso, pero intentó no exteriorizarlo, se sentó en la silla que tenían para él, en medio de todos los adultos y preguntó insolentemente.
-¿A qué debo este placer?
-¡Lovino!- le reprendió su padre, el estudiante se desparramó relajadamente sobre la silla solo para provocar-
-Estas con riesgo de reprobar el año otra vez - anunció el director. El joven italiano levantó una ceja, irónico. ¿Qué novedad había en eso?- No tienes malas notas en biología, ni en química, en literatura tienes notas decentes y en tu electivo artísico también te va bien... sin embargo... - Lovino se preparó fascinado para escuchar las críticas hacia su persona - no vas a física, ni álgebra, ni a cálculo y huyes de educación física...
-Qué puedo decir, tengo buen físico, no necesito hacer ejercicio - respondió Lovino con chulería. Su padre le dedicó una mirada asesina.
-No podemos pedirle a los profesores que anden todo el día tras de tí, así que acordamos que lo mejor sería una tutoría con un estudiante responsable...- en ese momento se abrió la puerta y una sexta persona entró a la oficina. No era un profesor, Lovino se dio vuelta a mirar y no entendía. ¿Qué hacía el macho patatas en su juicio final?-... y destacado que pueda asistirte en las materias en las que estás fallando, porque realmente queremos que te gradúes este año y por esta institución, así que le pedimos a Ludwig... - "¡NO!" pensó Lovino - ...Beilschmidt que tomara esa responsabilidad y él aceptó.
-Tiene que ser una puta broma.
-¡Señor Vargas, modere su lenguaje!
-¡Ustedes moderen sus castigos! ¡Está bien, la he cagado! Intentaré ir a clases, seré bueno, no es necesario...
-Lovino - intentó razonar el estudiante alemán, pero fue parado en seco.
-¡NO ME HABLES COMO SI ME CONOCIERAS!
-¡LOVINO VARGAS ESTO NO ES UNA PETICIÓN, ES UNA ORDEN!- gritó su padre dando un golpe sobre la mesa. -No toleraré que sigas abusando de nuestra paciencia, tu único deber es estudiar y graduarte con una calificación decente que te permita tener un futuro, y vas aceptar la ayuda de Ludwig, te guste o no.
Si las miradas mataran, todos estarían muertos dolorosa y sanguinolientamente; en especial su padre y el macho patatas.
-Bien, como sea, hagan lo que quieran- gruñó entre dientes Lovino mirando hacia una dirección indeterminada de la oficina para recalcar el hecho de que todo lo que estaba sucediendo le daba lo mismo.
-Bien, entonces tendrán dos tutorías semanales, el martes harán una hora y media de álgebra, el miércoles una hora y media de física y durante las clases de educación física tendrás que trabajar con Ludwig...
-¿Por qué mejor no me expulsan y ya?- provocó el italiano, ganándose otra mirada furibunda de su padre; el macho patatas se dirigió a los adultos presentes.
-Yo no tengo problema, de hecho calza con mis horarios de estudio así que podríamos empezar hoy con la tutoría física y repasar lo que se vio en la clase de hoy.
Lovino rodó los ojos en un gesto irritante y resopló.
-Sí, sí como sea ¿puedo volver a mi clase o además quieren que repruebe biología?
El director los envió fuera a ambos y dio unas últimas instrucciones que por supuesto, Lovino no se quedó a escuchar. Entre ello, escuchó al bastardo patatero decir algo de que no era una molestia ayudar a su hijo, que era lo menos que podía hacer por ellos. Y por supuesto, el niño perfecto siempre queriendo ayudar a su familia como una nueva forma de arrastrarse por Feliciano. Porque había que ser un imbécil para no darse cuenta que el alemán estaba prendado de su hermano pequeño, era algo que se podía ver desde metros de distancia; probablemente los únicos lo suficientemente idiotas para no darse cuenta eran el mismo Feliciano y su padre que vivían con sus cabezas metidas en sus culos.
Se debió resignar a que después de comer tenía que ir a enfrentar tortura medieval por parte de la inquisición alemana. Caminó lenta y pesadamente por los pasillos hasta llegar a la biblioteca donde encontró a algunos estudiantes devolviendo y sacando libros; Kirkland llevaba algunos libros en la mano y otros los cargaba su perrito faldero, el patético de Jones. Honda se encontraba devolviendo algunos y entre medio de los estantes, en una de las mesas de estudio, el bastardo patatero lo esperaba con algunos libros de cálculo, un cuaderno y todo pulcramente ordenado en rededor suyo.
Solo por joder, Lovino corrió la silla frente suyo sonoramente y derramó sin ceremonia el contenido de su mochila que consistía en un cuaderno, unos lápices, una cajetilla de cigarrillos y una cortaplumas. Solo por intimidar, el italiano agarro la cortaplumas y jugó con ella distraídamente antes de meterla en su bolsillo. Ludwig, con su cabello rubio peinado atrás de forma hermética, sus ojos de hielo, su expresión estoica, no pareció impresionado, sino que solo comentó con un tono seco:- Creo que no necesitas eso para estudiar- apuntando a la cajetilla y el encendedor.
-¿En serio? ¿No te gustaría uno antes de empezar?
El alemán se removió incómodo, apenas un tic imperceptible en sus hombros, y afirmó: -No fumo
-Por supuesto que no- instigó Lovino echando ambos objetos a la mochila para luego tirarla al suelo.-Bueno, dime, ¿con qué me darás la lata hoy?
-Veremos física, estamos viendo sonido, pero creo que no estuviste en la clase de ondas, así que empezaremos por eso y así mañana en clases no estarás perdido... Lovino pon atención
-Lo siento, es que solo escuché bla bla bla, patatas, bla bla bla, wurst, bla bla bla, cerveza
-Bien- continuó el alemán sin inmutarse, seguro evadiendo conflicto. Cobarde. - vamos a comenzar por qué es una onda...
El italiano se echó hacia atrás a escuchar sin tomar apuntes; Beilschmidt hablaba señalizando algunas figuras del libro de física y luego dibujaba algunas figuras en su cuaderno para demostrar lo que estaba diciendo. Lovino asentía en silencio, solo para exasperarle, la verdad es que él no era un idiota, como todo el mundo creía, tenía buena memoria y comprendía rápido.
-¿No vas a anotar nada de lo que te dije?
-No
-Bueno, entonces... vamos a hacer ejercicios.
El macho patatas era un gallina sin resolución como todos los que intentaban hacerse cargo de él. Lovino lo quebraría en menos de lo que se pronuncia pizza y acabarían con esa locura. Por lo pronto le pasó un ejercicio que Lovino miró con desprecio; el italiano detectó las variables del problema y planteó el ejercicios, pero una vez que hubo llegado ahí no pudo seguir porque la ecuación era algo que no había visto en clases, o tal vez sí; pero tampoco ponía atención cuando asistía...
-¿No puedes resolverlo?
-No me dá la gana - ladró el italiano.
-¿Quieres que lo hagamos juntos?
Finalmente Beilschmidt terminó resolviéndolo mientras explicaba los pasos en voz alta y Lovino apenas pudo captar la primera parte de la explicación. Toda la tutoría no tenía sentido. Lo mismo pasó con los otros tres ejercicios; el alemán explicaba y Lovino lo escuchaba en silencio, con una expresión de desinterés y aburrimiento, cuando por fin la alarma de su celular sonó indicando que eran las cuatro y media y la tutoría había acabado, comenzó a recoger sus cosas sin importar que su tutor siguiera hablando.
-¿Qué haces?
-Me largo, son las cuatro y media - explicó lo obvio el italiano.
-Pero aún no terminamos
-¡Carajo que sí!, ya pasó la hora
-Pero llegaste tarde- el tono del alemán se elevó peligrosamente por sobre el tono que había estado usando hacía unos segundos.
-Bueno, mala suerte
-Mala suerte para tí - de pronto su voz era ronca, marcial y atemorizante- porque si llegas tarde un minuto te quedarás dos y llegaste tarde quince minutos, así que nos quedaremos hasta las cinco.
-¡Qué!, ¡esto es una mierda! ¡Quién putas te dijo que tú mandabas!
-¡Yo soy el tutor! ¡YO mando! ¡TÚ acatas! ¿Tienes un problema con eso?
-Claro que sí, esto es absurdo
-Mala suerte, como dije hasta las cinco- Beilschmidt se puso de pie y le gesticulizó el asiento, toda su postura tensa, como un animal salvaje a punto de saltarle a la yugular. Si Lovino obedeció, fue porque después de todo no tenía nada mejor que hacer. No por miedo. Para nada.
Nota: Esto va a ser un fanfic de tres capítulos divididos de acuerdo a tres instantes; no es un songfic, pero el concepto y los epígrafes están inspirados en esta canción que pueden buscar en youtube si les interesa: Sia - Fair Game ( ñol)
