Sale al aire una nueva historia Keveddy, lo preveo, lo siento en los huesecitos de mi cuerpo serrano...

¡TA-DA!~

Qué más decir que tengo planeado ya más de la mitad del desarrollo y que me siento con muchísimas más ganas y fuerza para ponerme en serio con este bonito fic que he querido titular "No esperaba esto"

Por aquí dejaré las advertencias propias pero espero lo disfutéis 3

AVISO: FIC YAOI/SLASH aún no es más explícito que un par de besitos pero os aseguro que vienen curvas y el que no se agarre se va a caer.

AVISO: LENGUAJE OFENSIVO/VIOLENCIA lo mismo que arriba, aunque aún no es nada pronto vendrá lo bueno.


-¡Hey Kev! Hoy llegan los nuevos... ¿Listo para hacerselo pasar realmente bien?- Kevin fue abordado por un alumno de tercero con el que se llevaba bastante bien, Vernom Cooper, un joven alto y pecoso que conoció al pelirojo el una de las novatadas del año anterior. - Joder que si estoy listo... Lo estoy deseando.- Dijo mientras sonreía levemente colocándose la gorra que su amigo le había levantado un poco al agarrarle por los hombros.
Vernom era un poco más alto que él, pero no más grande. En realidad Kevin había crecido muy bien, aún estaba en ello, por supuesto, pero ya había alcanzado la altura de su padre, 1'80, y por lo que parecía podía no quedarse estancado ahí. Aunque era delgado haber entrenado con Cooper le había ayudado a ponerse un poco de músculo lo cual le había ayudado para no ser más intimidado por los mayores desde la mitad de curso para el final.

Sólo un año antes estaba temiendo por su vida de forma literal, los alumnos de segundo para arriba tenían derecho a hacer novatadas a los nuevos y el que se negase iba a ser ignorado durante el curso entero. Lo había visto hacer y aunque no le gustaba para nada a nadie más parecía molestarle ese tipo de exclusión social impuesta por sus normas tontas. Ese año los novatos iban a tener algo de suerte, el grupito que peor se lo había hecho pasar cuando le tocó a él pasar por las pruebas les había hecho más putadas que novatadas dejando a un chaval en el hospital habían terminado los grados y estarían felices en sus casas.
Cómo era lógico, tras el incidente del chico hospitalizado, los profesores tomaron cartas en el asunto y ya no se iban a poder realizar pruebas con alcohol, al menos no en los límites del campus. Lo que pasara fuera quedaba a disposición policial.

Por la tarde llegarían los nuevos y no sería hasta el día siguiente que empezaran las clases y los cabecillas de cada curso ya hablaban sobre qué hacer en la hora de la comida. -Yo digo que les hagamos la lluvia de basura, eso siempre levanta la moral.- -¡Harina! ¡Miel y harina, tíos! - -Mejor darles con la manguera y harina, es más barato... A demás- Kevin estaba entre ellos, por supuesto, y la idea de el agua y la harina sonaba bien. Algo flojito para empezar y que no se asustasen demasiado. Iban a ser cinco días de novatadas y la última debía ser lo suficientemente bestia para recordarles quién mandaba durante todo el curso aunque a él no le hubiera servido de mucho.

...

Los autobuses y coches con los alumnos nuevos fueron llegando tras haber comido todos y los últimos cruzaban la entrada del campus cuando el sol estaba un poco bajo.
En ese grupo de rezagados iba Eddy, había sido muy complicado convencer a su demasiado preocupada madre que le dejase ir a una escuela tan lejos de casa. Incluso se había pasado el verano en tres trabajos distintos para poder darle a su madre en las narices con una buena cantidad de dinero que le sacaría de un apuro, claro que ni él estaba seguro si iba a malgastarlo... Pero al menos fue un buen aliciente.

Al salir del coche se quitó las gafas de sol y se las colocó sobre el cabello recogiendo el despeinado flequillo con ellas y fue hasta el maletero para ayudar a su madre a sacar las maletas. -¡Ay, no se cariño! Esto está demasiado lejos, mira lo que hemos tardado en venir... - Decía Marian, una señora bajita y regordeta con el cabello negro y muy rizado. -Mamá... No pasa nada, cuando quiera ir a casa en navidad tendré días libres...- Eddy estaba avergonzado, su madre no dejaba de llamar la atención con esos gritillos desesperados y cuando le agarró con sus rechonchos dedos y se puso a besuquearle la cara su nivel de rojez superó las espectativas. -Va-vale ya ma... Me estás haciendo quedar cómo un bebé... -Esque eres mi bebé, no puedo... Ay perdona amor.- Suspiró la mujer al ver la cara de enfado que estaba poniendo su hijo y le dio un par de besos más antes de dejar que se marchase. -Te quiero Eddy... -Y yo a ti mamá.- respondió rojo hasta las orejas y no fue hasta que se perdió de vista en la entrada de su residencia que el coche arrancó para alejarse.

El espectáculo no había pasado desapercibido y había algunas risillas por los pasillos mientras llegaba a su habitación, la número 113. Había intentado por todos los medios que le trasladasen a otra, no quería dormir bajo el número 13 pero no había habido manera. Llamó tarde para reservar y le dieron la primero que estaba libre.

Cansado por el viaje se sentó en la cama a la derecha de una ventana sin cortinas y se pasó la mano por la nuca apretándose los nudos de las contracturas. -Cómo odio hacer viajes en coche...- Al menos algo le hizo sentirse mejor, no había sido el último en llegar. Su compañero aún no había dejado señales de vida por lo que sonrió levemente antes de levantarse y ponerse a colocar su equipaje. La ropa seguía siendo un importante plus en su imagen y se había encargado personalmente de empaquetar todas las camisas y pantalones para que no se arrugasen. Mientras iba colgando todo en el armario de madera marrón empezó a pensar en qué se iba aponer... Causar una buena primera impresión era fundamental para ser respetado.

Aún pensaba en eso cuando colocaba con chinchetas una banderita del equipo de fútbol americano los Peach Creek Cobblers cruzando la punta con otra de Lemon Brook Lumpers. La segunda estaba más gastada, se notaba que tenía tiempo y durante unos segundos pensaba quitarla de la pared pero luego se dedicó a enchufar su lámpara de lava, su despertador que sonaba cómo una caja registradora, y un par de posters motivacionales en los que no faltaba la palabra "dinero" por todas partes.

Estaba muy cansado, iba a tumbarse en la cama para descansar cuando llamaron a la puerta. -Eh... Adelante...- Dijo no del todo convencido pues aún no lo consideraba su cuarto. Pocos segundos después entró al chico que había estado queriendo ver desde hacía rato, un joven bastante grande que incluso parecía mayor, sobretodo comparado con Eddy que era un retaco regordete con cara de niño, pelo rubio oxigenado y una sonrisa de suficiencia.
-Hola enano... - saludó el mayor que hacía que Eddy se mordiera los labios sólo con escucharle. -Hola Bradley...- Se levantó de la cama para ir hacia él y darse ambos un buen beso apasionado aunque no hacía tanto que se habían visto. No sólo había trabajado durante el verano, Eddy había tenido la oportunidad de conocer un poco más a ese bruto quarterback y darse cuenta de que en realidad no estaba tan mal. No podía decir que eran pareja pero si habían tenido unos cuantos encuentros tan cargados de pasión que suplían cualquier falta de amor.

-Ahm... A-aquí no podemos... Aún no se si llega o no mi compañero...- Replicó Eddy en cuanto los labios del rubio fueron a atacar su cuello y sus manos a su regordete trasero.

-Sólo deja que marque otra vez lo que es mío...- En efecto, el chupetón que empezó a hacer en su cuello le estaba provocando escalofríos y un poco de dolor incluso. Bradley no le había dicho que salieran, tampoco lo quería así, por eso no comprendía porqué le marcaba. Aunque debía reconocer que era bastante excitante sobretodo cuando luego le besaba la zona amoratada durante el sexo.

-N-no hace fa-falta ahm...- igual se quejaba, cómo siempre pero si que fue cierto que tras dejarle un bonito moratón en el lado izquierdo del cuello aflojó el agarre en sus nalgas y le miró a esos bonitos ojos oscuros antes de darle un buen beso en los labios. - Mi pabellón es el segundo, estoy en la habitación 25 y mi compañero se pasa las noches en la biblioteca o con su novia... Ven cuando quieras.- Dijo con una sonrisilla que provocó un gran sonrojo en la cara del moreno. - No dudes que alguna noche me vas a ver por ahí...- Dijo con picardía para hacer sonreír algo más a su rollete que, tras volver a dejarle sin aliento con un fuerte beso, se despidió y salió yendo a su pabellón.

No era nada nuevo para él ser tratado así, tras un verano entero enrollándose con Brad entendía cómo funcionaba. Se calentaba mucho enseguida, era posesivo y agresivo aún cuando ni si quiera eran novios, le decía con indirectas que fuera a verle, que fuera hacia ese cuerpo grande y bien formado que quería deborarle durante horas, todo lo que aguntase incluso ir un poco más allá. Dejarle tan agotado que a la mañana siguiente le costaba despertarse, irse a casa, volver a caer en la provocación, volver a costar despertarse... Se llavó la mano al chupetón del cuello sintiendo un escalofrío bastante notorio para luego mirarse los pantalones. -Agh... Ahora no, estoy rebentado.- Replicó contra su propio miembro pero era consciente de lo que iba a tener que hacer.
Quizá pensar en el maravilloso sexo con el rubio no era buena idea después de haberle dicho que se fuese a dormir.

...

La noche pasó más rápido de lo esperaba y su despertador empezó a sonar con el característico sonido de una máquina registradora de película. Enfurruñado le dio al botón para escuchar la radio que daba la predicción del tiempo. No era muy necesario decir que haría frío pero igual lo escuchaba mientras se levantaba todo despeinado. Ni si quiera recordaba haberse puesto pijama. Adormilado se sentó con los pies colgando de la cama, dio un fuerte bostezo y miró frente a él, la cama en la que debería haber otro alumno estaba vacía, tampoco había maletas. Se rascó los ojos con los puños y se terminó de desperezar para ponerse en pie e ir directo a las duchas con sus cosas en una bolsa de deporte transparente.

Se había levantado antes de lo que harían sus compañeros a menos que hubiese muchos más que fuesen a preocuparse por peinarse durante media hora por lo que pudo darse una ducha tranquila, aprovechando el momento para ponerse los productos adecuados para su rebelde cabello. Se puso crema por todo el cuerpo, se pasó su media hora peinándose con el secador y algo de cera para el cabello dejando el pelo con un buen tupé hacia trás y se pasó las manos por los lados más cortos revisando si necesitaban un corte. Cómo todo estaba bien se fue de nuevo a su habitación viendo entonces ir a algunos hacia el cuarto de baño igual de adormilados que él hacía una hora.

Se metió en su habitación, se puso unos buenos vaqueros azul oscuro a conjunto con una camisa naranja y una chaqueta de polipiel negra. Iba haciendo poses en el espejo vigilando que desde todas su tripa quedase oculta. -Estás buenísimo Eddy, este año es tu año. Estás viviendo sólo, con un pivón que te va detrás, vas a ser el mejor del curso y vas a ser rico en cuestión de siete años. A lo mejor para entonces Kev...- Un gesto de dolor reemplazó la sonrisa que antes había estado decorando su rostro. A la mierda la motivación, aún pensaba en Kevin cuando había pasado tanto tiempo. Era idiota, eso desde luego.

Agitó la cabeza un poco para no destrozar su peinado y volvió a sonrerise. -Para entonces ese pelirojo engreído estará besándome los pies y suplicándome perdón. - Se dijo volviendo a estar motivado para luego cojer su mochila con lo justo y salir para ir a desayunar.

Por los pasillos los comentarios sobre las novatadas le empezaron a llegar a los oídos y no tardó an acercarse a un grupo de chavales que eran nuevos como él para hablar. -¿Son muy crueles con las bromitas? -Quiso saber el bajito y uno de ellos le respondió con un gesto algo preocupado. -El año pasado dejaron a un chaval en el hospital y a otros tantos en la enfermería... - Tras eso volvió el pánico a Eddy. ¿Y si no superaba las novatadas? ¿Y si de pronto se acobardaba, decidía no ir y se convertía en un maldito paria social? ¿Y si...? Pero de nuevo pensó en motivarse.

Bradley estaba ahí, seguramente le consolaría tras las novatadas... Con una sonrisilla pícara siguió a sus compañeros para ponerse a desayunar junto a esos chicos. Hacer amigos para él no era complicado, su forma de ser excéntrica y extrovertida le daban la capacidad de empatizar rápido con el que tenía al lado por eso mismo se había metido en la carrera de empresariales. Durante el desayuno todo había estado tranquilo, las primeras clases fueron algo cansadas pero igual de interesantes. A la hora de la comida igual había hablado con ellos. Pero tras las clsases de la tarde nadie de primero estaba de buen humor.
Se acercaban las novatadas...

Les dejaron en vilo durante un par de horas más hasta que dieron el aviso por megafonía.

TODOS LOS ESTUDIANTES DE PRIMERO DEBEN IR AL GIMNASIO NORTE, DE NO SER ASÍ QUE SE PREPAREN.

Había sido la voz de alguien que parecía adulto pero estaban seguros que había sido uno de tercero nada más.

Todos nerviosos y asustados fueron casi en fila hasta el gimnasio. Tras diez minutos se cerraron las puertas, se apagaron las luces y sólo se vio unos segundos una llamita en lo alto de las vigas del techo para que luego sonase la alarma de fuego y el agua cayese de los grifos extintores.
Eddy no fue el único en soltar un grito asustado, allí todos apretados era imposible refugiarse del agua y de la misma forma piñada pueron saliendo todos cuando la puerta volvió a abrirse. Lo que no sabían lso de atrás, cegados por la potente luz con la que les alumbraban era que fuera le tiraban harina por encima todos los que iban saliendo.

A Eddy le pilló con la boca abierta y se puso a toser cómo un loco hasta que dejaron de empuajar. Las risillas de los mayores empezaban a sonar cada vez más fuertes y cuando todos fueron bien cubiertos de harina apagaron la luz cegadora que no era otra cosa que las luces delanteras de un todoterrano. En el capó había sentado un grupido de chicos de segundo, todos con capuchas para que no se les viese la cara. Eran los de cuarto los que les habían llenado de harina y que se reían.

-¡BIENVENIDOS A LA VIDA ADULTA, SEÑORITAS!- dijo alguien por un megáfono. Eddy no podía ver nada, entre que era enano y que la harina le había entrado igual en los ojos debía esforzarse para si quiera poder parpadear. -¡A PARTIR DE HOY EMPIEZA VUESTRO INFIERNO! AUNQUE CLARO... ¡ES PEOR SI OS NEGÁIS! - las risillas acompañaron el final de su anuncio.

-¡CUANDO YO OS HABLE QUIERO OIR "SI, SEÑOR"! ¿¡HA QUEDADO CLARO!?- casi todos respondieron al unísino, pero no parecía contento. -¿¡HA QUEDADO CLARO, MARICONES!?- -¡SI, SEÑOR!- respondieron todos con un grito. -ESO ESTÁ MEJOR. MAÑANA POR LA MAÑANA TODOS A LAS CINCO EN PIE. eL QUE SE RETRASE RECIBIRÁ UN CASTIGO... Y NO OS GUSTARÍA RECIBIRLO. ¡ANDANDO, A LA CAMA!- bramó y todos fueron lo más rápìdo posible a sus habitaciones.

Eddy no se lo podía creer, todo su empeño en estar guapo tirado por la borda por culpa de las novatadas. Refunfuñando entró en el cuarto dadno un portazo, empezó a tirar la ropa por la habitación sin darse cuenta de que había otra persona. -Ejem... -¡WAH!- gritó tapándose con las manos los bajos y girando aunque el contrario no iba a verle... Frente a la cama de su compañero había una cortina negra que caía desde el techo y tapaba todo su lado, desde el extremo de la pared con la ventana hasta la puerta principal. -Ehm... ¿hola?- preguntó Eddy, no muy convencido en querer saber quién estaba detrás de esa cortina. -Hola. No des tantos golpes, intento leer.- Eddy estaba tan enfadado en ese momento que se olvidó de su desnudez y fue hasta la cortina para tirar y abrirla. Iba a gritarle cuatro cosas cuando lo que vio le hizo dar un par de pasos atrás.

La pared blanca había sido cubierta por telas moradas bien apretadas, la cama tenía sábanas negras, había peluches de unos osos rosas con sangre en la boca y en las garras y un poco más allá un chico que, decir que era siniestro era poco. -Te he dicho que estaba leyendo.- A pesar del arrebato de ira de su compañero no levantó los ojos del libro que estaba leyendo.

Eddy ya había tenido demasiado, cerró la cortina y se fue con un albornoz a ducharse lo más rápido que pudo. No iba a cenar, se le había quitado el hambre con esa bromita. y encima su compañero era un tío siniestro que ni se había presentado a la novatada...
Resopló un poco antes de decidir volver a la habitación ya sin nada de harina ni el tupé.

-Me llamo Lestat.- dijo el chico siniestro tras la cortina, Eddy levantó una ceja sin creerlo. -Ese es un vampiro de una peli vieja...- Replicó y la voz volvió a hablar. -Bueno... Llámame Vlad si lo prefieres, odio mi nombre.- Tras esa declaración el moreno simplemente se sentó en la cama y se puso el pijama. Un par de minutos después su compañero abría la cortina y se acercaba a él con un libro en la mano. -Toma, la película es una basura.- Dijo y Eddy intuyó una sonrisa cuando tomó el libro. -Gracias... Eh, yo me llamo Eddy.- -Creo que me quedo con Darius... Llámame Darius.- Así se presentaba ese chico siniestro, más blanco que la muerte, con el cabello bien largo y notablemente teñido de negro, pintalabios del mismo color y ropa igual. Por lo general era blanco y negro, también era un largilucho. -Encantado Eddy.- Le extendió una mano cubierta con un guante negro de cuerpo y el bajito la estrechó.

-¿Porqué no has ido a la novatada? Te van a dejar marginado si no vas... - Darius sonrió un ppoco más ladino y se estiró antes de contestar. -¿De verdad parece que me importa que unos chulos de mierda me marginen? - Ante esa pegunta Eddy sonrió ampliamente. - Para nada, más bien parece que te apartas tu solito. - -Exacto, no merece la pena dejar que me jodan si en una semana me van a dejar apartado ¿no crees? Bueno Eddy, me vuelvo a leer... Disfruta el libro.- Tras eso volvió a desaparecer tras su cortina negra.

Su compañero no era lo que esperaba pero al menos parecía ser un tipo agradable después de todo. Miró el libro, no tenía mucho interés en leer historias sobre vampiros pero por otro lado si Darius se lo había prestado debía significar que estaba poniendo confianza en él. Tenía aprendido por doble D que a la gente que le gusta leer no suele dejar que toquen para nada sus libros por lo que haría un esfuerzo por leerlo.

...

De nuevo la mañana demasiado pronto, esa vez más de lo que quería. Alas cuatro y media su despertador sonó y lo apagó rápido incluyendo la radio para no molestar a su compañero. Se levantó visntiéndose algo rápido y se peinó a penas con algo de gomina. Si iban a volver a tirarle cosas por encima mejor estar poco arreglado... Cuando eran las cinco menos veinte cogió las llaves y fue a salir cuando un "pásalo bien" con la voz muy despierta de su compañero le asustó. Giró para ver si estaba cerca pero no era le caso. Al parecer seguía detrás de la cortina y con todo a oscuras podía notar cómo había una pequeña luz ondulante saliendo por la rendija que quedaba cerca de la ventana. -Gra... Gracias... El libro empieza bien.- Se apresuró a decir antes de salir un poco rápido. Frente a su puerta había un cartel que rezaba "AULA CUATRO, PABELLÓN DE CIENCIAS" y no le costó mucho comprender que debía ponerse en marcha lo antes posible para no llegar tarde.

Cómo había previsto no era el único madrugador y un grupito de chicos salió junto a él. Se alegraba de no ser el único que parecía llevar aún los ojos pegados aunque esa sensación de adormilamiento se pasó en cuanto llegaron al aula. Las mesas habían sido apiladas al final de esta, era enorme pero pudo ver que ahí no estaban todos. Más bien parecía que les habían repartido por grupos de unas treinta personas. Respirando hondo esperó junto a los demás lo que iban a hacerles.

De nuevo les tubieron esperando, pero solo cinco minutos auqnue nadie llegó en ese lapso de tiempo Eddy sentía ansiedad cada vez que escuchaba pasos cerca. La puerta se abrió con un golpe seco y entraron tres estudiantes. Dos de ellos llevaban un cartel en el pecho con el número dos escrito y supuso que se refería a que eran de segundo. El tercero, en medio de ambos y un paso por delante no llevaba cartel pero si una sonrisa d suficiencia. -Bien bien... Buenos días señoritas, hoy tenemos el placer de presnetaros vuestra nueva prueba. Teneis que encontrar estas pegatinas- sacó una de su bolsillño, no era más que la pegatina de una etiquetadora de precios de color naranja chillón. -y volver. Sencillo ¿no? Bien, en esta clase hay treinta personas pero sólo veinticinto pegatinas. A los pobrecitos que no encuentren una le espera un castigo sorpresa y los que lo tengan podrán disfrutar de ver a sus compañeros sufrir... Bonito ¿Verdad?- Tras una espera de unso segundos dio una fuerte palmada. - Las pegatinas están repartidas por todo el edificio, cada grupo tiene las propias... Haced trampas si os apetece.- Se encogió de hombros. -Teneis dos horas.- Ahí si que empezaron los comentarios por lo bajo.

¿Dos horas? Era imposible... Esas pegatinas eran muy pequeñas, iban a pasarlas por alto muchas veces. Pero no hubo tiempo para pensar más, enseguida los tres salieron de la clase y los nervios aumentaban. Ninguno quería que le humillasen frente a toda la clase y a penas un minuto después estaban registrando todo. Eddy decidió sali rápido y buscar en otras clases, en los baños. Por todas partes empezaron a sonar gritillos de alegría, estaba claro que alguno de sus compañeros empezaban a ecnotrar las más evidentes... Al menos eso pensaba para no desesperarse.

Media hora... Una hora... Hora y media... Y nada, no encontraba ni una y si veía algunaaunque fuese de reojo otro era más rápido y la cogía antes que el pudiese si quiera parpadear. No podía ser, iba a quedarse sin pegatina, iba a ser castigado delante de todos y si era algo que mancha no le iba a dar tiempo a ducharse y volver a clase a tiempo. Cada vez más desesperado se puso a buscar y logró agarrar una que estaba debajo de un lavabo. -¡Bien!- Masculló con sudor corriéndole por la frente pero su júbilo duró poco. Antes de que levantase la mano del suelo un pie le dio tal pisotón que si no se había roto algún nudillo había sido pra suerte. -¡AGH!- -Gracias, enano- dijo una voz burlona que no tardó en quitarle la pegatina y dejarle ahí recostado y sujetándose la mano mientras sollozaba.
Se miró la mano, tenía sangre en los nudillos y arañazos en los dedos, no parecían rotos pero si iban a dolerle. Encima eran de la mano derecha... Cerró los ojos, derrotado. sólo era la segunda prueba y ya se sentía sin fuerzas de seguir y eso que aún no le habían castigado.

En cuanto pasaron las dos horas se levantó del suelo y fue hasta la clase manteniendo la mano dentro del bolsillo de la chaqueta de deporte para. Los otros tres ya estaban ahí... Suspirando fue delante con los otros cinco que no habían encontrado la pegatina. Había uno de más y le dio demasiada rabia pensar que él no necesitaría estar ahí si hubiese sido más rápido en esconder la dichosa pegatinita.

-¡Pero bueno! ¿Seis? Mira que sois tontitos... Ay, chicos... Qué pena, qué pena.- Dijo el de cuarto con un tono cínico antes de mirar a los demás. Algunos de los ganadores sonreían y eso pareció gustar al chaval de cuarto. -Bien, seguidme.- Ordenó empezando a caminar.

En la entrada habían preparado un las paredes con grandes plásticos blancos cuberiendo todo a la perfección, o eso esperaban los mayores si no iban a llevarse un buen castigo por lo que iban a hacer.
Fueron colocando a los que debían recibir el castigo en fila de frente a los que si habían consegido sus pegatinas. Eddy estaba en un extremo de la larga fila pero eso no evitaba que se sintiese terriblemente observado. ¿Estaría Bradley entre ellos?... Desde luego que estaba, y le daba igual que fuesen a castigar a lo que había marcado cómo suyo un día antes. Ese pensamiento le hizo fruncir el ceño más de lo que deseaba en ese momento.

Ni si quiera le importaba lo que estaban diciendo por el megáfono, sólo pensaba en lo cabreado que estaba con su rollo por permitir que le fuesen a hacer lo que fuera. -¡YA!- Gritó por el megáfono el chico de cuarto y un tomate podrido alcanzó la cara de Eddy en el mismo momento.

Los desperdicios empezaban a ser lanzados contra ellos, hacían daño pues algunos eran huevos que no se llehaban a romper del todo pero no podían irse. Si renunciaban a las pruebas iban a ser castigados con la marginación... La imagen de Darius dándole la mano tras decidir su nombre le llegó cómo un rallo pero no iba a estar cómo él. Quería integrarse y si para eso tenía que oler a comida prodrida, olería.
Fueron los conco minutos más largos de toda su vida, estaba lleno de pies a cabeza de restos de comida asquerosa, le picaba la cara por el tomatazo que se había llevado y la mano derecha escocía más de lo que era recomendable. Acababa de mancharse heridas recientes con a saber qué porquerías iban en esa comida podrida, no podía ser bueno.

En cuanto se quedaron sin comida empezaron a dispersar filas y los castigados fueron obligados a ir los últimos a las habitaciones. Para cuando pudo empezar a ducharse concienzudamente la clase de primera hora llevababa quince minutos empezada.
No le sorpendió escuchar maldiciones por todo el baño, había al menos quince chicos más limpiándose con las mismas ganas que él que terminó sentándose sobre el suelo de la ducha, bajo el chorro caliente y esperó a que salieran todos para llorar todo lo bajo que podía.

¿De qué servía tener sexo alucinante con alguien si esa persona no se preocupaba por ti cuando te llenaban de mierda? En un pasado había pensado que Brad y él podrían haber llegado a tener algo serio pero según iba pasando el tiempo se daba más cuenta que sólo era un culito más al que se follaba y no pensaba cambiar.

En esos momentos de miseria volvió a su cabeza el nombre del pelirojo. -Seguro que él lo habría pasado pipa viéndome así de jodido...- hipó un poco en bajo pero se quedó en silencio cuando escuchó la puerta del baño. Poco después el sonido de una cortina corriéndose a su lado y luego el agua. -Tu, el de al lado...- Dijo una voz bastante potente, tanto que le hizo ponerse de pie enseguida. -Toma.- Una mano asomó por encima del panel que separaba ambas duchas y llevaba una botella grande con líquido rojo brillante y espeso. -¿qué...? - -Es para el olor, zumo de tomate... Pero no lo dejes mucho rato o abrasa.- Eddy necesitó apoyarse en la pared y ponerse de puntillas para alcanzarlo.- Gracias...- Dijo un tanto confuso pero no tardó en empezar a ducharse con el zumo de tomate.

La voz del otro lado no respondió, sólo salió varios minutos después cuando él aún seguía lavándose a conciencia. La verdad... Eso de hablar através de las cortinas le estaba empezando a resultar demasiado curioso pero al menos tenía buenas sorpresas.

El segundo día había empezado con mal pie sin duda, pero estaba seguro que iba a poder superarlo mejor de lo que nadie se esperaba.


Y aquí termina este bonito primer capítulo~

*Bradley es un propiedad de OFIXD, sale en su fic UnexpectED change y tengo permiso de la autora para usarlo (gacias 3)

Espero que lo disfrutéis mucho.

Un beso.

~LadyVamp~