Lunes negro de prosa.
Caminando en fila india, Michael con su bastón interrumpe el avance de Pete, quien iba primero.
– ¿Qué carajo? –preguntó desconcertado girando su cabeza para mirarle.
– Es lunes de prosa, Henrietta y tú a los extremos.
– ¡Ya sé cómo funciona! –impelió rodando los ojos y manoteando fuerte el bastón dando un paso hacia atrás.
– Cálmate Pete. –le pidió Henrietta pasando con Firkle frente a él, para entrar por el otro extremo de la mesa en el Village Inn.
– Lo que sea. –replicó arreglándose el flequillo. Michael paso también frente a él mirándole extrañado pero no se notaría ya que la expresión de éste suele ser nula e imperturbable. Ocupó su lugar junto a Firkle y al instante Pete le cerco.
– ¿Qué es lo que te pasa? –le preguntó inclinándose hacia su lado moviéndole un poco, todos le miraban directamente.
– ¡No me estrujes! –replicó quitándolo de encima.
– Pero irritable… ¿Qué? ¿Acaso el Conde Facula no te dio tu ración diaria con su bastón? –inquirió Henrietta con una mirada cargada de malicia. Michael le miro de reojo, y luego volvió a Pete.
– No seas idiota Henrietta. –replicó éste buscando un cigarrillo en su bolsillo. Firkle imitaba al más alto, girando su cabeza de un lado a otro, como si observaran una partida de tenis.
– ¿Qué más podría ser? –contrarrestó dándole una profunda calada a su cigarro– ¿Eh?... Cretino. –exigió, pues el otro no respondía al estar ocupado buscando fuego.
– Entiende de una buena vez perra, –le señalo repetidas veces con los dedos índice y corazón donde sostenía su pitillo– ese estúpido poser es quien está obsesionado conmigo, –señalo su propio pecho– no yo con él… ¡Maldición! –exclamó golpeando la mesa, pues no conseguía encontrar su encendedor.
– Aquí. –dijo Michael sosteniendo frente a sí su propio encendedor. Pete le miro con agradecimiento, y llevándose el pitillo a los labios lo aproximó a la llama. Mismo instante en el que la camarera llegaba y les servía el café mientras tenían la misma pequeña discusión de siempre.
– Entonces, –continuó Henrietta en cuanto la señora se retiró– ¿por qué sigues hablando con ese idiota wannabe? ¿Eh? Pete. Te quedo gustando desde esa tonta aventura de los "emos" y "salvar a Michael". –comentaba con una voz despectiva– Confiésalo para que no te pudra por dentro. Eso es lo que te tiene así.
– Cierra la puta boca Henrietta. –dijo expeliendo el humo por su boca e imaginariamente por sus oídos– Deberías estar agradecida, ya que con su ayuda descubrimos tu imbécil aflicción y te sacamos de eso mundo "emo".
– ¡PFF! –se bufó– Tremenda ayuda terminar todos atados a una silla… ¡Como unas malditas princesas de Disney en apuros!
– ¡Se suponía quemaríamos el maldito lugar!
– Ese no es el jodido tema, no pretendas cambiarlo. De lo que estamos hablan-
– No estamos acá para hablar de nada de eso. –le cortó Michael encendiendo su cigarrillo, Henrietta le fulmino con la mirada pero ante una cara asquerosamente tranquila, rodo los ojos hacia un espacio equis en el local. Michael miro a Firkle y éste al instante le alcanzó de la mochila que traía su cuaderno negro– Comencemos. –anunció abriendo una página en blanco y sacando una lapicera del bolsillo interno de su gabardina. Pasaron unos minutos de completo silencio y lentamente todos empezaron a observar a Firkle quien tenía la mirada clavada en la mesa, en cuanto la alzo y se dio cuenta, rápidamente encendió un cigarrillo y comentó:
– "Ya lo hice… fue… muy fácil…" –de inmediato Michael se ponía en el trabajo de transcribir cada palabra que empezara a aflorar. Pasaron otros minutos de silencio, ese es el trato, Firkle pondría las frases iniciales aleatorias cuando se quedaran cortos y ellos harían el resto.
– Un charco carmesí yacía a los pies descalzos de aquella mujer… –empezó Pete, destacando su aflicción al rojo.
– Mientras sus manos aun goteaban lentamente, salpicando desde sus afiladas uñas el espeso y aún caliente liquido… –replicó Henrietta, destacando su aflicción a las largas zarpas.
– A poca distancia, dos cuerpecitos ahora gélidos habían perdido todo brillo en sus ojos… –continuó Pete clavando su mirada en el pequeño Firkle, pretendiendo asustarle pero este caló con toda serenidad.
– No tenían la culpa, no tuvieron tiempo de odiar, pero no escaparon de ser odiados. –comentó Henrietta arremedado a Pete, quedándose con la mirada clavada en el de cuerpo más pequeño del grupo. Michael no se enteraba de nada más, aparte de asentar cada palabra sobre el papel, hasta que llego un periodo se silenció, copiada la última palabra alzo la cabeza de inmediato y automáticamente se giró a mirar al pequeño.
– "No tuve opción… no podía… no podríamos… y él…" –replicó, mirando a Michael al final de su oración.
– Su llanto amargo era el único sonido audible… –comenzó Henrietta.
– Las saladas gotas se diluían con charco rojo, sus manos, teñidas por el crimen le cubrían los ojos… –replicó Pete.
– Quería evitar ver lo que había hecho, pero no podía escapar de su pecado, y pronto comenzó a llorar sangre.
– El arma permanecía inmóvil en el cuerpo más grande. –dijo Pete mirando a Michael.
– Tampoco fue su culpa… –replicó Henrietta, y una vez más se fijó en Pete para seguir la línea de su mirada terminando en su amigo mayor.
– Solo fue una herramienta intermediaria, una herramienta del olvido. –concluyó Pete mirando hacia la mesa. Hubo otro rato de silencio, en el que Michael aprovecho para sacarse el cigarro de la boca, que había permanecido en un extremo de ésta durante todo el relato, afortunadamente los pitillos de canela que acostumbra fumar son de combustión lenta, dejo la colilla en el cenicero y se hizo con uno nuevo mientras dejaba la mirada clavada sobre las paginas, esperando a continuar.
– "Pero él… vendrá… lo sé… su promesa… nos iremos…" –expelió Firkle junto con el humo.
– La encontraron de pie, con sus pies teñidos y lágrimas rojas cayendo de su cara... –comenzó Pete.
– No hubo dudas, tampoco hubo juicio, solo el odio, el rencor, la tristeza. –siguió Henrietta.
– Los parpados por su propio peso caían sobre sus ojos, sin cerrarse por completo, con la pupila vagamente visible y la mirada perdida en el horizonte del tiempo y el pasado.
– El sufrimiento se hizo eterno, mientras los recuerdos le atormentaban, quemaban cada una de sus ideas, de sus sentimientos, de su piedad, lo mismo las llamas quemaron su cuerpo y la devolvieron al polvo.
– El crimen se había expurgado, sin aquel caballero tomando partida del asunto final. Solo se había ido antes de que todo pudiese empezar…
– "No… ahora nunca vendrá… debo ir… por ellos… debo encontrarlos…" –replicó Firkle.
– Nunca sintió dolor… no realmente, solo, cerró los ojos, para volverlos a abrir en un tiempo desconocido. –comenzó Henrietta.
– Su sombra recorre los caminos en busca de lo que alguna vez tuvo y perdió… su voz llama ansiosa la guía que le fue prometida, sin éxito. –siguió Pete.
– Su fría voz provoca eco en los lugares menos transitados, nadie puede escucharla...
– Solo cierra sus ojos, para volverlos a abrir en un lugar desconocido, donde nadie puede ayudarla. –concluye Pete. Todos se contemplan en silencio sepulcral.
Minutos más tarde volvían al vecindario en el carro de la madre de Henrietta, permanecieron en el cuarto de ella como acostumbraban.
Michael sentado en el suelo junto al pie de cama, se concentraba en traducir al inglés lo producido, para de alguna manera darle un ritmo y convertirlo en una canción.
Firkle se dedicaba a la lectura de antologías de terror en una esquina apartada encima de la cama.
Mientras que Pete sentado junto a Henrietta se dedicaban a fumar mientras contemplaban el cielo ennegrecido a través de la pequeña ventana del cuarto.
Sin mucho que rescatar del día de hoy, ya que lo lunes suelen ser tan apáticos que rozan el colmo de lo indolente, a menos de que sean festivos, es entonces de vez en cuando que hacen una diferencia y todo el mundo los ama, de resto, son detestados a muerte una vez entrado el fin de semana, nunca quieres que lleguen, pero igualmente, exceptuando los festivos. Qué ironía también para los días, y ellos sin siquiera enterarse… ¿o sí?
Algo que acostumbro hacer con un amigo, sentarnos a parafrasear, de cuenta que él fue Pete y yo fui Henrietta en esta pequeña entrada, que publico en un casual lunes festivo... :P
Sus comentarios son bienvenidos y agradecidos.
Disclaimer: South Park y sus personajes © Trey Parker & Matt Stone. Comedy Central.
