Esta historia de Star Wars no tiene nada que ver con Second Legacy la historia que se me encargaron continuar ya que la línea temporal esta metida unos setecientos años después de la muerte de Palpatine y en plena lucha entre Jedis y Siths por el control

Esta historia de Star Wars no tiene nada que ver con Second Legacy la historia que se me encargaron continuar ya que la línea temporal esta metida unos setecientos años después de la muerte de Palpatine y en plena lucha entre Jedis y Siths por el control de la Galaxia.

Dedicado a todas las familias que perdieron a seres queridos por las guerras

Pasadas y presentes

Además una especial dedicación a las familias que perdieron a sus seres queridos por la violencia de mí querido país Colombia

Espero que con esta historia por lo menos olvidemos por un rato lo horrores que vive mi país cada día

Sergio Dumbledore

STAR WARS

THE REBIRTH OF TE FORCE

Hace mucho tiempo

en una galaxia muy lejana


La batalla entre Los Sith y los


Jedis duraba más de lo previsto.


Sangrientas luchas entre el bien
y el mal dividían la galaxia. Todo
ser debía apoyar a uno de los dos
bandos. Pero existió un muchacho
que, con conocimientos de la
fuerza, no se unió a ningún equipo.
Por mucho que se le pedía su
participación, el se negaba en rotundo.
Por eso, tanto los Sith, como los
Jedis llegaron a verlo como una amenaza u opción para usarlo para sus fines.

Luego una joven aprendiz Jedi se une a su causa
Esta es la historia que narra las
acciones de estos jóvenes, ni Jedi ni Sith,
que vivían junto a la fuerza y obedecían sus mandatos

Trayendo el verdadero valor de la Fuerza para la Galaxia

Chapter 1

El Desconocido

Kira Alathil estaba en un bar junto a su Maestro Jedi Kael ambos investigando los informes de un muchacho que es poderoso en la Fuerza y que no tiene bando definido y lucha por asuntos que el solo sabe. Salieron del bar muy decepcionados pero Kira trabajó en sus ejercicios para controlar su frustración y su Maestro sonrió a su acierto. El Maestro dijo:

- Padawan debemos volver a nuestros cazas y regresar al Templo Jedi para entregar nuestro informe y salir de aquí porque siento muchas perturbaciones en la Fuerza -

- Si Maestro vamonos de aquí no tengo buena espina de este planeta -

Ambos Jedis se dirigieron a los cazas en el hangar donde estaban estacionados. Al llegar a la puerta del hangar ambos Jedis se detuvieron de repente…

- Kira vete a la nave e informa de lo que encontramos -

Kira se le quedó mirando pero finalmente obedeció sin ver como su Maestro metía la mano dentro de su túnica donde estaba su sable de luz. La muchacha entró preocupada por las perturbaciones cuando sintió una poderosa fuerza oscura adelante y atrás donde su Maestro se encontraba. Una voz dijo:

- Vaya, vaya una pequeña Jedi perdida -

A Kira le pasó un escalofrío por todo el cuerpo al identificar al extraño como un Sith. El Extraño se quitó la capucha y Kira lo identificó como un Zabrak. Esta raza son relativamente humanos pero tienen unos pequeños cuernos en su cabeza calva. El resto es completamente humano. Este ser dijo:

- Mi nombre es Darth Raslor y mi compañero acabará con tu patético Maestro -

- Mi Maestro lo hará tengo confianza en él -

- ¡NIÑA NO SUBESTIMES EL LADO OSCURO DE LA FUERZA!! – El zabrak se lanzó contra la adolescente activando un sable doble color rojo sangre. La muchacha activó su sable de color morado y paró su brutal manodoble pero retrocedió un paso debido a la fuerza del impacto. Así comenzó un loco baile mientras la muchacha se cansó rápido debido a la superioridad del Sith. El Sith comenzó a lanzarle objetos empotrados en las paredes usando la Fuerza y ella los esquivaba sin problemas pero ella supo que era para desequilibrarla y cansarla para que él la pudiera matar sin esfuerzo. Ella le contestó de la misma manera mientras que con su sable detenía los objetos volantes. La muchacha siguió lanzando y parando manodobles muy atenta a la doble hoja mortífera. La muchacha se inmiscuyó tanto en la Fuerza que comenzó a luchar parejamente contra el Sith a pesar de que esta era su primera misión fuera de la Seguridad del Templo Jedi.

POV Encapuchado

El planeta Illium es un planeta del sistema solar de Ilisand, una estrella azul casi muerta. Lleno de praderas, muy pocos árboles se encuentran, y los que hay, son venerados como milagros de la naturaleza. Cabe destacar que solo existe una ciudad en el planeta, donde viven casi todos los habitantes. Pero los pequeños pueblos son también un buen lugar de residencia, por su nivel de vida fácil. Los cabarets también son numerosos, como la gente que transita en ellos. Todo tipo de seres se pueden encontrar. Pero por el momento, solo hay uno que se cubre todo el cuerpo con ropas. Silo se podían distinguir sus ojos, un par de ojos color verde esmeralda, una cicatriz en su mejilla derecha (iba desde su ceja derecha y bajaba por su nariz y terminaba en su mejilla) y otros rastros de la cara, que hacían ver que era de la especie humana. Además de su traje, que es completamente negro. Me senté en una mesa vacía, y esperé a que me atendieran.

- ¿Que desea? - La camarera dijo

- Quiero el menú de carne, pero que las verduras no lleven condimentos –

- ¿Y para beber? –

- Un simple vaso de agua - Dije finalmente mientras apoyaba mi brazo y con el otro, jugaba con lo cubiertos. Después de esperar varios minutos, me sirven lo deseado y comienzo a comer con moderación. Pero en ese instante, una persona entra, mientras gritaba desesperadamente.

-¡¡Los Sith!! ¡¡Los sith están aquí, dos de nuestros aliados Jedi pelean con ellos!! - Solo al pronunciar estas palabras, toda la muchedumbre del cabaret se espanta, dejándome comiendo solo. Seguí comiendo como si no hubiera sucedido nada. Al terminar dejé unas monedas en la mesa, y me preparé a salir.

Caminé hasta la puerta tranquilamente y entonces levanté mi cabeza un poco como exhalando un corriente en la Fuerza que me susurraba que mi futura compañera estaba luchando por su vida contra un Sith y que le debía enseñar a ella el verdadero camino de la Fuerza. Salí corriendo a toda prisa obedeciendo los mandatos de la Fuerza que me habían mantenido vivo hasta entonces. Al llegar al hangar ignoré una de las luchas e ingresé en el hangar. Al entrar noté el hangar destrozado. Un Sith luchaba contra una padawan Jedi. Me acerqué a toda prisa y el Sith me sintió llegar y con un empujón en la Fuerza mandó a volar a la muchacha quien impactó junto a su nave y cayó dando un quejido de dolor.

- ¿Quien eres? – pregunté

- Mi nombre es Darth Raislor y vine por esta mocosa para llevarla con mi Maestro -

El silencio se apoderó del momento…

- Por lo menos deberías tener la educación de presentarte, Jedi -

- No hace falta. Si me dejáis irme con esta padawan, probablemente no nos veáis nunca más en vuestra vida; pero si me atacas, morirás en el acto, y no tiene sentido decirle el nombre a alguien que va a morir – Me quité la capucha y los mechones de cabello plateados caían por mi cara, y una coleta cogida con un moño largo. Sus ojos de color verde esmeralda era lo destacable, por lo demás, era de la especie humana - Además no soy un Jedi - Mientras decía estas palabras, encendí un sable de luz roja, ante la sorpresa del Sith. Era más largo de lo normal, pero era rojo, señal de identidad de los Sith.

- Si llevas un sable rojo... Eso quiere decir que eres de los nuestros. –

Darth Raislor no podía creer lo que veía. Un traidor en el lado oscuro. Eso era imposible, nadie que entra en el camino oscuro puede salir. Pero en ese instante, con mi otra mano, encendía un sable de luz de color plata, también más largo de lo normal. Eso confundió más a mi contrincante. Raislor pudo ver en mi cinturón un mango largo como el suyo y supo que era un Lightstaff.

- Pero tampoco soy un Sith – contesté y Raislor estaba extremadamente confundido, Pero encendió su sable, por precaución.

- No soy ni Jedi ni Sith. No tengo ley ni orden. Lucho con mis sables por una razón, no por una causa. Y me llaman Musuko Shuryoko, El Hijo de la Fuerza. Tú no eres digno de saber mi verdadero nombre – Me puse en posición de combate, al igual que mi contrincante - si quiere atacarme, acabará muerto de todas formas -

- Aunque tengas dos espadas, no podrás contra mi sable doble - Dijo Darth Raislor con el sable al frente de él.

- Dejad tu estúpido monologo y ataca de una vez, tengo cosas más importantes que hacer - Adopté una pose con las espadas cruzadas, mientras esperaba el ataque.

- ¡¡Repítelo cuando estés muerto!! -

El Sith dio un salto usando la Fuerza y cayó al frente mío. Yo levanté mi sable y paré su brutal manodoble. En ese instante por la puerta del hangar entraron el Sith y el Maestro Jedi en medio de una lucha usando la Fuerza y sus sables para matar a su rival. Mi rival y yo nos separamos un poco y el Sith dijo:

- Eres bueno chico, pero si sigues así llegarás a cansarte -

- Vamos a pelear o no, odio los calentamientos – me quejé.

El Sith furioso por la clara burla mía se lanzó con una flecha y el baile de espadas continuó con una potencia terrible. El Sith intentaba tomar la ofensiva pero no podía ya que yo controlaba el combate. Girando, saltando y haciendo piruetas con una asombrosa facilidad arrastrándolo conmigo. Lo llevaba hacia la otra batalla para ayudar al Maestro Jedi encerrado. Mi agilidad y destreza me permitía mantener a raya al Sith y a su arma de doble filo. Al llegar cerca de la otra batalla lancé mi sable rojo hacia el otro Sith quien estaba enfrascado en la batalla con el Maestro Jedi que no vio venir la hoja roja sino hasta que el Jedi se detuvo. Apenas tuvo tiempo de girar su cabeza hacia mí cuando mi sable se incrustó en su pecho saliendo por su espalda. El Jedi se volteó a mirar y corrió hacia mí y atacó al Sith con mucha potencia. Yo sonreí con malicia y no intervine dejando al Jedi con su lucha debido a que otro Sith salía de la nada y atacaba a la muchacha que se reincorporaba. Me interpuse y paré su manodoble y con un fuerte movimiento de mi brazo decapité al aprendiz Sith de un solo golpe.

Esa distracción nos costó cara. El Sith furioso dio un salto y cayó detrás del Maestro Jedi y el Jedi se giró y atacó con poderío pero la táctica del Sith había funcionado porque le dio espacio para defenderse, nos bloqueó la puerta del hangar y usando la Fuerza rompió los controles. La padawan y yo corrimos e incrustamos nuestros sables en la puerta y pude sentir la angustia de la muchacha. A los pocos segundos abrimos un boquete en ella y entramos a toda prisa…

En ese momento vimos como el Maestro Jedi estaba cansado ya que sus golpes no tenían la energía de antaño. Tratamos de llegar junto al Maestro pero nos detuvimos a mitad de camino al ver un aterrador suceso…

El Señor del Sith detuvo el manodoble que el Maestro Jedi había descargado sobre él, giró velozmente y, dando la espalda al Maestro Jedi, lanzó su arma hacia atrás en un vertiginoso ataque a ciegas. El Maestro Jedi se percató del peligro pero era ya demasiado tarde. La espada de Luz del Señor Sith se hundió en su estómago, atravesando la tela, la carne y el hueso con la columna de energía abrasadora de su hoja. Sentí el gritó de la muchacha el nombre de su mentor. El Maestro guardó silencio cuando la hoja entró en su cuerpo: el Maestro Jedi se entumeció bajo el impacto, y después dio un paso atrás cuando la hoja fue extraída. Permaneció inmóvil por unos instantes, luchando con la conmoción de la estocada asesina. Después se le nublaron los ojos, bajó los brazos y un inmenso cansancio se extendió por sus rasgos. El Maestro Jedi cayó de rodillas, y su espada de luz chocó contra el suelo de piedra. Seguía inmóvil, inclinado hacia delante cuando reaccionamos y yo me enfrenté al Sith hirviendo de rabia mientras su aprendiz corría hacia él.

Me lancé contra este Sith sin mantener la menor cautela y reanudamos nuestra batalla pendiente. Estaba furioso, el Maestro también debía vivir para que ambos me ayudasen con la misión que me encomendó la Fuerza. Pero ahora no sabía como iba a ser el futuro de la muchacha ya que el odio podía consumirla. Las tres espadas de luz chirriaban al entrar en contacto, y el hangar se llenó una vez más de ecos del estruendo que producían. Luchamos sin parar rodeando la nave del Maestro asesinado en dirección a las oficinas más allá. Entramos en un ducto de ventilación y cajas de circuitos. El vapor salió de los ductos perforados y el acre olor del aislante quemado impregnó el aire. Enfurecido decidí acabar este duelo ya que por confianzudo el Maestro Jedi había caído.

El Sith comenzó a valerse en el dominio en la Fuerza para lanzarme objetos pesados en un intento de desequilibrarme y parar mi ímpetu. No cedí ni un milímetro y usando la misma técnica le devolví los proyectiles letales. El estrépito del metal chocando con las paredes de piedra arrancó de estas un coro ultraterreno. La batalla continuó y controlando mis poderes y con un susurro de la Fuerza di un salto mortal hacia delante y colocándome a espaldas del Sith me agaché y con mis manos ligeramente elevadas hice girar mis dos sables por encima de mi cuerpo inclinado creando un circulo con los sables surcando mi cabeza. Uno de los sables impactó en su brazo derecho y lo amputó. El otro le arrancó una pierna. Cuando estaba cayendo un sable le partió por la mitad a la altura de la cintura y el otro le decapitó. Detuve la maniobra, me incorporé y escupí al Sith que tenía una mirada sorprendida y asombrada en su cara. Sin detenerme a pensar en el precio que se había pagado para vencer al Sith corrí desolado hacia el Maestro Jedi caído…

Cuando llegué a ellos me arrodillé ante él, le levanté la cabeza, los hombros y le sostuve en mis brazos.

- ¡Maestro! – murmuró la muchacha llorosa

El Maestro Jedi abrió lo ojos…

- Demasiado tarde mi joven padawan –

- ¡No! – gritó llorosa la muchacha sacudiendo la cabeza con vehemencia

- Ahora debes estar preparada – prosiguió – tanto como si el consejo cree que lo estas como si no. Debes ser la Maestra. – Una mueca de dolor retorció sus enérgicas facciones, pero su mirada no perdió la serenidad. El Maestro me miró y dijo:

- No te preocupes, no fue tu culpa lo que sucedió, fue la mía por no ser más cauto y haber obedecido a los sentidos de mi padawan. Por último quiero que termines de entrenarla en la Fuerza y darle a ella el conocimiento de su verdadero valor que yo le iba a dar – Cerrando mis ojos y aguantando las lágrimas dije en un susurro respetuoso:

- Si Maestro y mi nombre es Kai Sung -

El Maestro sonrió y clavó sus ojos en su padawan… la respiración se aceleró….

- Ustedes son dos de los tres elegidos para mostrarle a la galaxia el verdadero valor de la Fuerza – Su mirada serena se posó en nosotros y se le nublaron sus ojos. Dejó de respirar, y el ánimo y la vida huyeron de su cuerpo. Yo cerré mis ojos tratando de quitarme las imágenes de la muerte de mi padre mientras la muchacha susurraba….

- Maestro…Maestro -

La chica lo abrazó y, estrechándolo entre su pecho sostuvo su cuerpo sin vida y se echó a llorar desconsoladamente junto a él. Yo me incorporé y me aleje varios pasos dejando brevemente a la muchacha en privado. La muchacha pocos minutos después se acercó a mí con una cara de tristeza muy grande lo que hizo que cerrara furioso mis puños. Ella me tomó de las manos y dijo:

- Kai le agradezco su colaboración en acabar con esa banda de Siths. -

- Se metieron en mis asuntos y no hicieron caso a mis ruegos y tuvieron que morir -

La muchacha me miró raro y yo dije:

- Dame tú comunicador -

Ella lo hizo sin dudar de mí y yo mordí mi dedo y deje caer unas gotas de sangre en una rejilla que le instalé. Le devolví el comunicador y dije:

- Entrégales esto a los Jedis. Espero que me dejen en paz o serán las siguientes victimas de mis sables -

Me acerqué y usando la Fuerza coloqué al Maestro Jedi en su nave y le dije a la muchacha.

- Te espero en siete días estándar en el planeta Dagobah y cumpliré mi promesa a tu Maestro. -

Ella asintió y le pidió a la computadora de la nave que pusiera rumbo a Nueva Coruscant. Yo al verla ocupada desaparecí de su vista, me dirigí a mi nave para salir de este lugar y viajar a Zelpir para trastearme al planeta Dagobah.

- Perdón por eso - dije a la nada dentro de la carlinga de mi caza pero sabía que la Fuerza me oía

- No te culpes mi viejo amigo – me contestó

Asentí decidido, me subí en mi nave y poco después salía al espacio infinito esperando la siguiente instrucción de parte de la Fuerza.

POV Kira

Llorosa ingresé en la computadora las coordenadas de Nueva Coruscant y ponía el piloto en automático que aterrizara en el hangar del Templo Jedi. Corrí a mi StarFire y encendí motores. La nave de mi Maestro me siguió de cerca y juntos salimos al espacio. Cuando abandonamos la poderosa gravedad del planeta hago que las dos computadoras hagan el mismo salto en el hiperespacio. Cuando hice el salto dejé la computadora en automático y me recosté en la silla del caza Jedi y me eché a llorar amargamente de nuevo.

Dos horas después estaba aterrizando la nave en el hangar del Templo y delante de mí la nave de mi Maestro se posaba suavemente en el piso. Suspiré y noté que dos Jedis venían hacia mi apurados. Ellos hicieron subir ambas carlingas y se asustaron al notar al Maestro Kael muerto. Descendí y fui recibida por un Jedi. No me importa quien era y fui recogida con suavidad y llevada a la enfermería. En la enfermería fui atendida de mis heridas y dos Maestros miembros del Concilio como mi Maestro entraron a verme. Al ver al Maestro Jedi dirigente de toda la orden lo miré con furia y le tiré mi comunicador con lo que Kai me había dado. Ellos lo examinaron de inmediato y dieron varias exclamaciones de sorpresa a leer lo que decía.

Uno de los Maestros Jedi, un anciano de cerca de quinientos años de la misma raza que el legendario Maestro Yoda me pasó mi comunicador. Mi sorpresa fue mayúscula al ver la información que desplegaba…

Nombre: Desconocido

Apodo: El Hijo de la Fuerza

Raza: Humana

Midiclorianos: 50000 No

- Maestro Kuo que significa No -

- Quiere decir que hay más midiclorianos que faltan por contar y que tu comunicador no tiene la capacidad de mostrar esa cantidad de midiclorians del muchacho desconocido. -

Sonreí aliviada de que no supieran su nombre todavía. El anciano Maestro me miró y dijo:

- Joven Kira eres muy valiente al enfrentarte a tres Siths y derrotarlos sin recibir muchas heridas. Estoy impresionado. Descansa luego hablaremos sobre lo que te falta aún por aprender y quien te lo enseñará -

- No entrenaré más… - dije poniéndome de pie. Renuncio a ser un Jedi, por sus estupideces al no entender los designios de la Fuerza. Los Jedi se han torcido de su verdadero camino y los Sith tampoco lo son. Me voy -

Lo Maestros Jedi me trataron de detener pero no contaron con que alzara mi mano y les diera un fuerte empujón con la Fuerza que los mandó contra la pared metálica. Entonces noté que no tenía mi sable ni el de mi Maestro y grité:

- ¡¡Ustedes no saben nada de la Fuerza, ojala los Sith los destruyan y si eso pasa yo acabaré con los Sith!! ¡Desgraciados ustedes! ¡Sabían que mi Maestro se oponía a su decisiones y por eso lo mandaron al matade…!-

No pude seguir hablando por que el diminuto Maestro Jedi me miró con tristeza y yo furiosa atraje uno de sus sables pero antes de que pudiera encenderlo sentí un dardo clavarse en mi cuello y perdí mi equilibrio y caí al piso donde el anciano Maestro me puso otra vez en la camilla y se sentaba a mi lado. Los otros Maestros se levantaron furibundos y casi gritando pidieron que me expulsaran de la Orden Jedi. No me importó en lo más mínimo y perdí la conciencia gracias al dardo tranquilizante.

Desperté horas después y el anciano Maestro estaba todavía conmigo. Él al verme despertar me dijo levantando su mano:

- Kira, el concejo ha decidido expulsarte de la Orden Jedi aunque de acuerdo con ello no estoy. -

Lo miré mudamente y el me dijo triste…

- Logré que te permitieran asistir al funeral de Kael y luego te quitaran todas tus distinciones como Jedi -

Asentí con indeferencia pero no vi como el Maestro Jedi tomaba una decisión…

Pocos minutos después ambos caminábamos por los pasillos y salimos a un explanado donde pude ver a mi Maestro siendo recostado en el catafalco funerario. Uno de los Maestros me entregó una antorcha apagada a las malas, yo la encendí y después de mirar por última vez su rostro encendí la pira funeraria. Las llamas envolvieron el cuerpo de mi Maestro y lo comenzaron a consumir. Con nosotros solo estaban los Caballeros que lo conocían y los miembros del Consejo. Las llamas avanzaron y conforme a estas lo hacían reducían el cuerpo a cenizas y a espíritu. Cuando el fuego se lo hubo llevado una bandada de palomas blancas como la nieve fue liberada por el anciano Maestro. Estas alzaron vuelo entre una agitación de plumas y alas. Las palomas se perdieron rápidamente de la vista.

Me arrodillé ante el anciano Maestro y este puso una mano sobre mi hombro…

- Ahora es uno con la Fuerza, Kira. Debes dejar que siga su camino – Meneé la cabeza.

- Lo hecho de menos, era como mi padre -

El anciano Maestro asintió y dijo:

- Yo también y siempre le recordaré. Pero se ha ido. -

Me enjugué las lágrimas, entramos de nuevo al Templo y fui a sacar mis cosas del cuarto. Cuando estaba sacando mis últimas pertenencias noté entrar al Anciano Maestro junto con una Jedi. Palidecí pero ellos no preguntaron nada. La Jedi me entregó mi sable y el de mi Maestro, así como sus objetos personales que ahora eran míos según la costumbre. El anciano Maestro me abrazó y dijo:

- Kira se que el encuentro con el Hijo de la Fuerza fue más de lo que nos dices y muestras. Pero no te preguntaré nada…eres libre de irte mi querida niña, solo te pido que te cuides y lo cuides a él. Se que te reunirás con él. La Fuerza me lo ha revelado y seremos sus espías aquí porque eso es lo que la Fuerza quiere de nosotros dos. Lo haremos y si morimos por la voluntad de la Fuerza, que así sea. -

Abracé al Maestro Jedi… mi casi abuelo y a la Jedi desconocida y recibí del anciano Maestro dos datapad con una completa información de la biblioteca del Templo. Sonreí agradecida y antes de salir por la puerta usé el sable de mi Maestro y me quité el mechón que me distinguía como padawan y el Maestro dijo:

- Yo Maestro Kuo te nombro Dama Jedi -

La Jedi y yo nos miramos asombradas y antes de salir corriendo me giré y dije:

- Que la Fuerza esté con ustedes -

Salí corriendo hacia mi StarFigther pero no me subí a él sino que corrí al caza de la Nueva República, un moderno caza con las necesidades de ahora pero con la cubierta exterior como el antiguo caza con forma de X y lo llamaban el Fénix… el mejor caza de la Galaxia…

Encendí motores y salí del planeta cuidad y puse camino de inmediato hacia Dagobah sin esperar a que pasaran los siete días que Kai me había dado… era como algo que me llamaba a ese lugar…

Salí del Hiperespacio y pude ver el planeta selvático de Dagobah. Puse la nave a orbitar el planeta mientras realizaba un scanner rutinario sobre el y a mi alrededor para saber que tenía cerca de mi. Esperé pacientemente que la computadora del caza realizara la investigación y descansé un poco mientras terminaba que casi me dormía. De pronto la computadora comenzó a chillar enloquecidamente. Me despabilé de una para ver un caza de combate y un carguero tipo Coreliano siendo acribillados por un Destructor de clase Omega. Un acorazado que tenía la capacidad de atrapar naves, sacar naves de la velocidad luz y bombardear con alta potencia con sus baterías láser. En ese momento salió un caza del hiperespacio y atacó de forma suicida al Destructor mientras el otro caza y el carguero se dirigían hacia mí. Ese caza muy elegante un Orion-B un caza de alta factura pertenecientes a la flota del planeta Zelpir. Escuché la transmisión de Kai decir con un odio supremo:

- Muchacha saca a ese carguero de aquí. Me han traicionado y por última vez - Temblé de miedo y el gritó:

- ¡¡Vete, vete yo se como localizarte! – Vi como su caza giraba bruscamente para evitar dos disparos iónicos

Eso me sacó de mis miedos y dije al carguero y al caza compañero de Kai…

- ¡¡Síganme!! ¡Hagan lo mismo que yo! -

Hice que el caza hiciera un giro en campana y me dirigí hacia el espacio abierto y transmití a los pilotos (usando una transmisión de mi comunicador modificado por Kai) las coordenadas del salto. Dos minutos después hicimos el salto al Hiperespacio hacia mi planeta natal….

Una hora después salimos del hiperespacio y nos saludo la vista de mi hermoso planeta llamado Everglades muy lejos del centro de la Galaxia…un sistema cerca del borde exterior…

Pedí al caza y al carguero que me siguieran y cuando llegamos a la atmósfera fuimos recibidos por cuatro cazas Alfa….

El piloto líder dijo a través de su comunicador…

- Aquí el sistema de control del planeta Everglades. No tienen permiso de estar en nuestro espacio aéreo -

- Ulan mi amigo soy yo. –

- Kira ¿eres tú? -

- Si soy yo -

- Escuchamos lo de la muerte de tu Maestro y estamos contigo. Nuestra Reina está de acuerdo y mientras estés en nuestro planeta estarás a salvo -

Casi lloro de la emoción…la Reina Weira no había fallado en su juramento hacia mi y mi Maestro….

- Por favor hay un caza Orion-B que vendrá en un rato. Se quedó para darnos cobertura y escapar de las manos de los Destructores Siths y sus aliados los miembros de la Federación de Tecnología. Pido permiso para que entre en su espacio aéreo sin problemas -

- Entendido. Escuadrón Dorado formación de escolta -

Vi como los cazas se pegaban atrás del carguero y del caza compañero de Kai y juntos entramos en la atmósfera de mi querido planeta natal según lo que mi Maestro me había dicho. Pronto divisamos la ciudad capital de Everglades… Myth Drannor.

- Caza Fénix, Orion-B y carguero Coreliano tienen permiso para aterrizar en la bahía cuatro -

Tomé la delantera y guié a las otras naves a la bahía nombrada mientras los cazas del escuadrón dorado se retiraban. Pocos minutos después aterrizamos en la bahía. Salí a toda prisa del caza para ver como las puertas del carguero se abrían y de ellas salían refugiados y del caza parecido al de Kai bajaba una muchacha de casi mi edad pero pude observar que tenía el rostro lloroso y se acercó a mí a toda prisa y me dio un potente abrazo de oso. Las personas del carguero se acercaron a mí y me agradecieron la ayuda prestada por la de Kai y la mía. El piloto del carguero dijo:

- Princesa, tu hermano es fuerte y hace falta más de un Destructor de esos para que lo derroten -

- Lo se, pero todavía me preocupo por mi querido hermano tanto como de nuestra gente -

Los refugiados asintieron entendiendo a su princesa. En esos momentos entró la Reina Weira y su escolta real. Ella abandonó toda majestuosidad y me abrazó con mucha alegría. Al ver a los demás saludo:

- Bienvenidos a Myth Drannor capital de Everglades -

- Gracias por su hospitalidad Señora – dijo la muchacha haciendo una reverencia respetuosa y continuó:

- En nombre de lo que queda de mi pueblo de Zelpir…le agradezco infinitamente su ayuda -

La joven Reina Weira abrió sus ojos como platos y dijo:

- La Reina Wassen está con ustedes -

- No mi Señora, mi madre se sacrificó para que pudiéramos escapar de la destrucción del planeta Zelpir y solo nosotros pudimos escapar de la batalla entre Jedis y Siths por el dominio de nuestro planeta – sollozó - ¡¡Cuánto los odio!! ¡¡Y ahora mi hermano también lo he perdido porque nos vino a ayudar aunque no lo haya visto desde hace años!! -

Yo miré a la Princesa con tristeza y entendí porque Kai era en parte así. Me centré en la joven princesa y sentí que la Fuerza fluía en ella con un ímpetu muy grande. Alcé mi mirada al cielo y rogué porque Kai saliera con vida de allí.