Cuando escuchamos sobre los cuentos donde existen castillos y princesas, siempre pensamos en la manera tan fácil que se enamoran, lo rápido que se casan y sin más el "felices para siempre".
Desde nuestra niñez nos enseñan que siempre habrá un príncipe azul esperándonos, que todo sería perfecto hasta la eternidad, pero no todo es así.
En esta historia hay castillos, hay una princesa, pero su historia no sería tan perfecta.
Sakura Haruno, la princesa de un extenso reino, aun teniendo todo el mundo a sus pies, podía a llegar a ser tan malcriada hasta el punto de volverse insoportable. Todos creían que eso había pasado luego de la trágica muerte de su padre Kizashi Haruno, el mejor rey que ha tenido ese reino. Nadie sabe que paso y quien fue el asesino, pero si encontraron a la pobre pequeña de 8 años llorando en un rincón de la habitación donde estaba el cuerpo.
Luego de dos meses su madre, Mebuki Haruno, se casó con Jiraiya, según muchos rumores su familia querían el poder desde hace muchos años pero los Haruno lograron obtenerlo. Al ver que los integrantes de la corte real decidían quien sería el nuevo rey, ya que una mujer no podía reinar, él se aprovechó de eso.
Su madre quedo embarazada al año, y la actitud de la chica se comenzaba a manifestarse y se fue desarrollando durante los años.
Y ahora una joven de 16 años de cabellos rosas, característico de su familia, comenzaba a abrir pesadamente sus ojos verde jade mientras se removía en la cama al sentir los rayos del sol directamente en su rostro.
-Señorita Sakura es tiempo de despertarse –una suave voz se escuchó mientras el sonido de las cortinas al ser abiertas cesaron-
-Aun no Hinata –susurró mientras le daba la espalda a la luz-
-Ya es muy tarde y su madre la está esperando para desayunar –se sentó en la cama y la tomó del hombro para que se diera la vuelta-
-Está bien –dijo con tono de resignación y se levantó-
Normalmente si una sirvienta se atrevía a hacer eso, ella habría formado un escándalo ya que es una falta de respeto, pero Hinata no era cualquier persona. Esta chica de ojos color perla, cabello negro con tonos azul y de su misma edad, siempre estuvo con ella, se criaron juntas y sin importar lo que ella fuera eran demasiado cercanas.
-Ya el baño está listo –le sonrió-
No dijo nada y se encamino hasta allí. Termino de bañarse y salió.
-Señorita tiene que cambiarse rápido –le dijo con un ligero tono de regaño al ver que caminaba lentamente.
-No tengo ganas de ir –rodo los ojos ya que de verdad no le gustaba estar con su "familia", podía soportar eso solo por su madre.
-Sé que no le gusta –se acercó para ayudarla a vestirse- pero tiene que ir, hoy su madre se ira de viaje.
Y esa era la razón que hoy más que los otros días no quería salir, su madre se iría a arreglar algunos asuntos, su madre además de ser reina era una duquesa importante en el reino del cual ella pertenece. Ahora sin ella por una semana no sabía si podría tolerar estar allí.
Miro al frente y su mirada se topó con dos orbes perlas que la miraban comprensivamente, atino solo a sonreírle un poco. La pelinegra termino de vestirla y peinarla.
-Listo señorita –la pelirrosa suspiro y salió-
Camino por los pasillos viendo como los sirvientes la miraban y le hacían una pequeña reverencia, ella solo les lanzaba una mirada un tanto altanera para que siguieran su trabajo.
-Hasta que al fin bajas –su ceño se frunció al saber de quién había sido esa voz, lo fulmino con la mirada. Era un hombre alto de cabello blanco y ojos negros con unas rayas rojas en las mejillas-
-Pensé que no bajarías –su mirada se desvió a una señora que estaba ya frente a ella, de ojos verdes y cabello rubio-
-¿Por qué no me llevas contigo mamá? –susurro para que el peliblanco no la escuchara-
-No quiero que te canses con el viaje –le acaricio el cabello y le dio una mirada muy tierna-
-No importa, por favor.
-Tienes que hacer caso Sakura, ahora ve a comer que por esperarte no he podido terminar de arreglar todo –la regaño y se encamino hasta su habitación siendo seguida inmediatamente seguida por la ojijade-
-No quiero estar aquí si tu no estas –cerro la puerta tras ella y la miro fijamente- no quiero estar con ellos.
-¿Cuándo entenderás? Son parte de nuestra familia –frunció el ceño mientras la miraba-
-¡Que no son mi familia! –apretó los puños, su madre quería obligarla para estar con ellos pero simplemente no podía- ellos me odian y tú no te das cuenta.
-Estas delirando, Jiraiya es un buen hombre y Ruy es solo un niño de casi 7 años ¿Cómo te va a odiar?
-Él lo coloca en mi contra –sus ojos se cristalizaron de la rabia que tenía, ella nunca le hacía caso- pero a ti no te importa ¡Nunca te he importado, igual que no te importaba mi padre! –el sonido seco de la mano estrellándose en su mejilla le hizo eco en su cabeza, jamás se imaginó que su madre lo haría.
-¡Deja de decir idioteces! –le dijo bajando la mano que aun tenia extendida- sabes que me obligaron a hacerlo, y porque tu padre me importa decidí quedarme aquí y si me importas pero exageras mucho.
-N…no es cierto –aún seguía sorprendida por lo pasado hace un momento-
-Hija yo te quiero mucho y lo sabes, pero tienes que dejar de ver cosas donde no las hay –y diciendo eso se fue-
-¿Señorita no va a comer? –una de las mucamas entro buscando el equipaje de su madre y al verla aun de pie en medio de la habitación la confundió-
-Envía mi comida a mi cuarto-
-Pero la señora…
-¡Es una orden! –la interrumpió frunciendo el ceño y se fue a su habitación-
Estaba cansada de todo eso, ella se quedaba solo por ella, soportaba todo por ella y así la trataba. Solo quería escapar de allí.
El sonido de la puerta abriéndose la desconcentro, iba a replicar por entrar sin su permiso pero su ceño se frunció más cuando vio quien entro.
-Lárgate de aquí –dijo de manera cortante sin mirarlo-
-Sé que no te agrado pero al menos puedes ir a despedir a tu madre –la miro dedicándole una extraña sonrisa-
-Que la despida o no, no es de tu incumbencia –intento mantenerse tranquila mientras apretaba levemente los puños-
-Si eso quieres –sin más se dio vuelta y salió al mismo tiempo que una ojiperla entraba con la comida de la pelirrosa y sin querer hizo que se cayera toda sobre el-
-Su majestad lo siento –intento limpiarlo un poco pero él la alejo de un empujón haciendo que cayera sentada-
-Estúpida niña –dijo mientras se acercaba a ella-
-Aléjate de ella y vete –se acercó de una al ver sus intenciones, muchos señores por así decirlo, veían bien visto el agredir a las sirvientas cuando se equivocaban y sabía que él sería igual-
Solo la miro enojado y se fue. La ojijade ayudo a levantarla.
-Lo siento –solo pudo decir mientras las lágrimas caían por sus mejillas, sabía que eso no se quedaría así-
-No fue tu culpa, además deja de decirle "majestad" ni siquiera mi padre dejaba que le dijeran así.
-Sabe cómo es él –se comenzó a secar las lágrimas y le sonrió un poco- ya se va su madre.
-Lo sé pero no bajare –se acercó a la ventana y bajo la mirada hacia el carruaje que estaba allí, luego se posó en la rubia que miraba insistentemente en la entrada, tal vez esperándola.
También a su lado estaba el peliblanco y el pequeño Ryu que desvió su mirada y se conectó con la de ella, el niño la fulmino con la mirada. ¿Acaso un niño normalmente haría eso? Ella intento aceptarlo porque sabía que no tenía culpa, y aunque se llevaban bien de un momento para otro se fue alejando de ella, sabía que era culpa de él, quería poner a todos en contra de ella.
Su mirada se volvió a posar en la rubia y al parecer se dio cuenta de eso porque también sus ojos se posaron en ella. La rubia le sonrió y se subió al carruaje de una.
Ahora comenzaba su tormento, porque cuando ella no estaba ese "hombre bueno" que ella pensaba que existía desaparece por completo.
…..
La noche había pasado y no quería salir de su habitación, las sirvientas entraban llevándole comida y volvían a salir. Ojala pudiera tener la libertad de poder salir a recorrer al menos el pueblo pero él no la dejaba. Sus ojos se cerraron recordando cuando era pequeña y podía jugar en el jardín cuanto ella quisiera.
-Señorita –la voz hizo que volviera a la realidad y se dio cuenta que tenía lágrimas en la mejillas y los puños apretados.
-¿Qué paso? –dijo sin mirar a quien le había hablado mientras disimulaba el limpiarse las lágrimas-
-Yo llevo muchos años aquí trabajando y la aprecio mucho –dijo mientras se acercaba- y se cuán importante es Hinata para usted-
-¿Le paso algo? –preguntó rápidamente, pero enseguida recordó lo que había pasado en la mañana- ¿Jiraiya le hizo algo?
-Sí, él la boto del castillo, no solo de aquí también del reino.
-Ahora si vera –se levantó y salió como alma que lleva el diablo, sabía que esto lo hacía por ella, no entendía porque la odiaba pero sabía que lo hacía. Se acercó a la puerta y cuando iba a abrirla se detuvo-
-¿Qué haremos con la chica? ¿Planeas matarla también? –una voz se escuchó al interior de esa habitación-
¿Matar otra vez? ¿Acaso él había matado a alguien antes? Y ahora, ¿quería matarla a ella?
-No sé, pero se está volviendo una molestia –esa voz si la reconocía perfectamente- y se queja siempre con Mebuki, tengo suerte que ella confía en mí, pero no creo que dure por siempre.
-Mátala, al igual que hiciste con su padre.
Su corazón se detuvo solo al escucharlo, el asesino de su padre estaba en el mismo lugar en que ella vivía, sabía que el escondía algo, que no era tan bueno como su madre lo pintaba, pero no esperaba esto.
Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta que unos pasos se acercaban a la puerta.
-¿Qué no te han dicho lo malo que es espiar a los demás? –la miro con el ceño fruncido y una sonrisa que hizo que se erizara todo su cuerpo.
Estaba muerta.
Espero les haya gustado *-* dejen reviews por favor cuidense bye~
