Disclaimer: El Mundo Harry Potter, sus personajes así como también sus criaturas, pertenecen a J.K. Rowling. Lo demás es invención mía.

En un día tranquilo de la mañana….

Se miró a sí mismo en el espejo de aquella extraña habitación de piedra, en su mano derecha llevaba algo parecido a una vara de madera, no se veía tan larga pero, podía sentir que era poderosa. Su cabello estaba un poco más largo de lo común y sus facciones algo aniñadas a decir verdad de lo que recordaba. Sintió como una voz lo llamaba, era algo que estaba intentando recordar, los tonos de esa voz no lograba escuchar, podía sentir que era de una chica, pero solo las palabras que escuchaban "¡Harry, corre…Harry, allí viene la profesora!". Volteo su cuerpo confundido, aunque sintiendo un pánico ajeno ante las palabras que decía la joven. Entonces escucho el repentino golpeteo en su rejilla.

¡Oye, Despierta! –comento la voz de su tía un poco chillona en la rejilla de su habitación. Solo lo dijo una vez, en ese momento, sus ojos se abrieron de par en par. Miro hacia la ventana y con lo poco que pudo ver sin sus lentes, fue un hermoso sol radiante alumbrando su ventana.

-Es un excelente día para ser sábado –pensó con ilusión Harry.

Siguió en su cama, por unos segundos, fijando el sueño en su memoria. Sabía que más tarde podría dibujarlo sin necesidad de hacerlo, pero igualmente quería seguir trabajando su mente para tener guardado sus registros. Había leído en una revista que era bueno para la mente ponerla a ejercitarse desde la mañana.

Se levantó de forma calmada, no tenía tanta prisa. Había aprendido a llevársela "bien" con sus tíos y primo, principalmente, había descubierto la forma de mantenerlos contentos en su presencia, sin la necesidad de "molestarlos" (en los términos que ellos definían molestarlos).

Había descubierto que, ayudando en, todas las labores sin rechistar, eso los mantenía calmados. Así como también, ofreciéndose en lavar, podar, limpiar y hasta cocinar para ellos, era una forma de mantenerlos calmados y que pensaran que con estas cosas estaba "agradeciendo" su hospitalidad al haberlo aceptado cuando era apenas un bebe. Había veces que, podaba los céspedes de los vecinos para obtener dinero –claro se guardaba algún que otro billete- y dárselos al tío Vernon como una muestra de "gratitud y ayuda" para la familia.

Esto complacía mucho al tío Vernon y Tía Petunia, tanto, que ya desde los ocho años no lo molestaban con insultos y desprecios hacia su persona. Había veces, en que le daban el día libre para descansar –aunque fueran unas pocas horas- o le daban ropa que era para su tamaño –comprada de segunda mano claro- aun cuando no fuera de su gusto, agradecía.

La gran ventaja de todo, era que Dudley no lo molestaba en la casa, sabía que si le llegaba a golpear, romper algún hueso o maltratarlo, sus padres lo reprenderían porque "él no podría hacer sus quehaceres con tanta exactitud como antes" y esto era un gran alivio para Harry la verdad.

Se cambió rápidamente, pensando mientras que podría hacer de desayuno "feliz" para sus "queridos" tíos. Le encantaba la cocina la verdad, hacía que su mente se despejara en sus problemas y enfocar que, los distintos tipos de sabores en el mundo. Aun cuando la cocina de tía Petunia no fuera tan extensa –en el sentido de especies y variedades- podía crear muchas cosas fabulosas para su paladar, y también, para el gusto de su tío Glotón.

Mientras preparaba unos platillos "gourmet" para sus tíos y primo. Escucho como el correo estaba siendo entregado, calculo el tiempo de cocción de un "verdadero" desayuno Británico y fue hacia la puerta principal para recoger las cartas. Observo que una de ellas, poseía un papel extraño, como si fuera papiro o pergamino. La verdad, no tenía conocimientos de los distintos tipos de papel en el mundo. Miro al destinatario, esperando a ver el reconocido nombre de su tío.

Pero….

Tenía escrito su nombre completo… ¡Por Dios, hasta su habitación, en el segundo piso estaba escrito!

Rápidamente pensó en esconder esa carta. Aun cuando tenía, una buena relación con sus tíos, sabía que esto destrozaría sus años de psicología con ellos para mantener una amena paz.

Busco un lugar de escondite, su mente empezó a trabajar a millón, observo su vieja "habitación" debajo de las escaleras.

-Allí –Pensó con rapidez. Se precipito a meter rápidamente la cara por una de las rendijas del lugar.

Empezó a caminar hacia la mesa, entregándole al tío Vernon las cartas faltantes, aunque lo miro con rareza debido a su tardanza, su olvido fue espontaneo al observar la comida ya lista. Preferible comer y luego, tal vez, preguntar.

-Servido tío Vernon –comento Harry con felicidad falsa, sirvió igual parte a su primo Dudley y un poco menos a su tía Petunia que se encontraba a dieta estricta –pero no podía jamás negar un desayuno exquisito Británico.

Por ultimo Harry, se sentó y empezaron a comer. Tío Vernon comentaba sobre sus grandes ganancias con los clientes idiotas a quienes les vendía. Tía Petunia sobre los chismes que le contaba la vecina, la Señora Dine, mientras que Dudley se dedicaba a destrozar su desayuno.

Harry solo los observaba y asentía a sus conversaciones, algunas veces comentaba "tienes toda la razón tío Vernon" o "por supuesto tía Petunia, que poca moral de las personas" y distintas frases que, con el tiempo, aprendió a sobrellevar y adularlos.

Terminando de comer, lavo los platos con cuidado –no quería revivir el recuerdo de un vaso roto de Tía Petunia- acabándolos tan rápido para empezar sus labores de la casa ese día.

Mientras los hacía, pensaba en la carta que leería por la noche con grandes ansias, nunca en sus quince años había recibido una carta de parte de alguien del exterior. Jamás había tenido amigos de su edad –Dudley se había encargado de ello- ni tampoco personas que lo conozcan –aparte de los vecinos chismosos- realmente. Por primera vez sentía que algo estaba a punto de ocurrir algo maravilloso ese día.

Después de todo, estaba teniendo sueños consecutivos realmente extraños desde hace un mes. Personas que lo llamaban por su nombre sin conocer sus voces. Extraños destellos de luces verdes y rojas. Criaturas que solo había leído en sus libros escondidos. Un extraño sonido silbante, como si se trataran de serpientes cantando y por último, el sentimiento de haber perdido algo realmente importante en su vida.

Harry sabía que tenía un extraño don. Desde los 9 años que empezó a dibujar sus sueños, había visto como algunas cosas de ellos, se convertían en realidad cuando estos los deseaba con mucho fervor. Su primer dibujo fue la de un cachorro, había visto a muchos niños de su vecindario tener uno, pero Dudley era alérgico a ellos, así que no podían tener uno.

Un día dibujo un cachorro Golden. Y a los cinco minutos, un resplandor salió del papel. Allí, se encontraba, el Golden que siempre había querido. Aunque extrañamente era albino.

Claro está más de decir que los Dursley lo castigaron severamente por haber metido a un perro y lo llevaron a la perrera de inmediato, ante un Dudley inflamado.

Después de ese acontecimiento, con los años, había sobrevivido días sin la cena gracias a sus dibujos. Robo los colores de su primo para obtener las texturas y sabores que necesitaba, aprendió a esconder sus dibujos debajo de una viga del suelo que estaba floja, así como sus historias y pensamientos en él. Su técnica de dibujo mejoro muchísimo más, gracias a una de las novias de su primo. A los 14 años, Elisa, una joven de 15 años, alta, de bello cabello rubio oscuro fue durante unos meses, la novia de su primo. Había creído el cuento de que Dudley era un total príncipe –aunque un poco regordete- llegado en su vida con sus falsas elocuencias y pocos piropos aprendidos de su madre. La tía Petunia la había aceptado por ser una de
"una buena familia acomodada e impecable" como anunciaba ella. Pasaban muchas horas sentados viendo la televisión y jugando a la consola con su primo Dudley.

Y fue allí donde cayó todo el encanto.

Había empezado a observar, como trataban a Harry como si fuera un sirviente-esclavo suyo. Así como su suegra y suegro lo miraban a veces de forma despectiva y arrogante, cuando pensaba que no los miraba. Miro también a Harry, como ese niño flacucho y pelo revoltoso azabache era humillado y maltratado ante sus familiares. Sabía que, no tenía más familia que esta, su "novio" se había encargado de contar la desgracia de su vida.

El haber perdido a sus padres a tan solo 4 años de haber nacido. Tal vez era posible que poco los recordara.

Antes de terminar con Dudley, Elisa se había encargado de hablar con él, le daba su apoyo cuando nadie los escuchaba. Harry había comenzado a tener un poco de confianza en ella, le había contado que dibujaba y pintaba –sin contar lo de su extraño don- para salir de su mundo desgraciado.

Ella fue quien le enseño a pintar en acuarela, había aprendido de su madre, quien tenía muchos hobbies de tiempo libre.

Fue un mundo nuevo lo que conoció con la acuarela. Pues tenía aun mucha más diversidad de lo que podía pensar.

Desgraciadamente, como todo en su vida, Elisa se tuvo que marchar a Alemania para estudiar. Así, como se marchó una oportunidad de poder hablar con alguien como ella.

Cayendo la noche, Harry se dispuso a leer la carta. La oculto dentro de sus pantalones, con cuidado de no romperla. Disponiéndose a dormir, habiendo ya satisfecho todas las necesidades de los Dursley, camino sin hacer ruido alguno hacia su habitación.

Encendió su lámpara en el escritorio, agudizando el oído por su algún Dursley le gritara o caminara hacia su recamara. Busco algo filoso para abrir la carta, que, extrañamente tenía un sello de cera en ella. La observo con cuidado, creía haber visto ese sello en algún lado, el león, la serpiente, un tejón y un águila en ella, dentro de un escudo.

Y como un rayo en una tormenta recordó.

La semana pasada, había soñado con esta carta en sus manos, estaba en la misma posición pero tenía otra apariencia, según recordaba, aparentaba los 11 años en su sueño. No podía haber abierto su carta, por su tío Vernon se la arrebataba de sus manos, era realmente muy vivido su sueño.

Busco la confirmación en su lugar secreto, allí estaba la imagen en papel de la carta.¡ Quería decir entonces, que esa carta, realmente era muy importante en su vida!

-pero, entonces, ¿porque tengo tanto miedo de abrirla? – pensó Harry. Sus manos temblaban de miedo y emoción del momento.

Con un lápiz afilado, abrió cuidadosamente el sello, con tal de no dañarlo, quería al menos, conservar su única carta para él, intacta.

Desdoblo las cartas que dentro contenían, observo que la caligrafía era hermosa y firme, como sí de una prodigiosa persona se tratara, rezando lo siguiente:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore

(Orden de Merlín, primera clase, jefe de magos del Wizengamot)

Querido Sr Potter.

Tenemos el placer de informarle que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall, subdirectora

En la segunda hoja, rezaban una lista de libro totalmente bizarros y objetos fuera de lo normal, que el solo había escuchado en sus libros de fantasía y aventuras.

-¿Pero qué clase de broma es esta? – se preguntó a sí mismo en voz baja, alguien definitivamente le estaba jugando una jugarreta y creía saber ya quién era.

Bajo las escaleras muy furioso, con la carta en mano, sabía que Dudley podía hacer esta clases de bromas pesadas hacia su persona –aunque muy en el fondo, no pensara que fuera tan astuto –para ilusionarlo de forma tan cruel y despiadado.

-¿¡Qué clase de broma es esta Dudley?! –dijo en un medio grito Harry, los Dursley, estaban sentados en la sala principal mirando la televisión como de costumbre los sábados por la noche.

-¿Porque andas gritando muchacho? – exclamo tío Vernon empezando a enrojecer por la falta de educación de Harry.

-Su hijo me jugo una pésima broma tío Vernon –exclamo Harry apaciguando su voz, tratando de no enojar más a su tío- escribió esta carta con mi nombre, enviándomela en el correo esta mañana y no solo eso, en ella está escrita cosas extrañas.

-¿qué clase de cosas extrañas? –resoplo tía Petunia con temor, Harry la miro, extrañado por su comportamiento cauteloso y observo, que también tío Vernon estaba en la misma posición de cautela hacia él. Dudley solo los miraba a todos extrañados por el alboroto armado.

- No lo sé, algo sobre una escuela de magia… y una lista descabellada –Dijo Harry precavido, tendiéndole las cartas a su tío mientras Petunia se escondía detrás de él, como si fuera un objeto explosivo.

¡Vernon! –exclamo Petunia atemorizada ante el título de la carta, observándolo con miedo y terror.

-¡No! ¡Claro que no! ¡Tú no iras a una escuela de lunáticos! –Bravo en un grito su Tío – ¡regresa a tu habitación, no saldrás de allí jamás!

-¡pero yo no hice nada! ¡Esto fue una broma pesa de Dudley! –grito Harry sin entender el comportamiento de su tío.

-¡Haz lo que te ordeno, regresa ahora mismo a tu habitación! –Grito de nuevo Tío Vernon, mientras señalaba con su gordo dedo hacia las escaleras- ¡No saldrás de allí, hasta nuevo aviso!

Harry resignado, se dispuso a volver hacia su habitación, caminando ya hacia las escaleras, repentinamente el timbre sono.

-Qué clase de persona visita una casa a estas horas de la noche – pensó con extrañeza. Y se dispuso a abrir la puerta como siempre se le ha exigido.

-¡MUCHACHO, NO ABRAS LA PUERTA! – grito con furia su tío corriendo hacia su posición, viendo que era demasiado tarde, pues Harry ya había ya abierto de par en par la puerta.

-Buenas noches, Querido Harry – saludo un extraño señor mayor ante sus ojos, tenía una larga melena blanca así como su barba también. Vestía con la ropa más extraña que su sombrero puntiagudo de estampados estrellados y lunas escarlatas de fondo. Como si fuera un Mago de la época medieval. En su rostro envejecido, unos graciosos lentes de medialunas negros se posicionaban en los ojos azul profundo del señor que se presentaba con tranquilidad en la casa de sus tíos. Realmente tenía un porte fuerte y tranquilizador al mismo tiempo- Sé que es algo tarde mi llegada, pero…. ¿podría pasar?

-¡CLARO QUE NO! – grito Vernon detrás de Harry, este último dando un salto por su grito en el odio.

¿Q-Quien, es usted y-y que hace aquí a estas horas? –pregunto dudoso Harry, tratando de mostrar tranquilidad ante el señor extraño.

-oh, disculpa mi educación – se excusó el señor mayor – Mi nombre es Albus Dumbledore. Estoy aquí porque hubo un problema de... umm ¿cómo decirlo?... ah sí, de tiempo querido Harry.

El señor, camino hacia la sala con naturalidad, los Dursley estaban más que, asustados y estupefactos ante su presencia. Se sentó en el sillón individual, sacando de su manga, una extraña vara, agitándola aparecieron de la nada, cuatro copas de cristal con un líquido dentro de ellas, parecidos al rompope. No recordaba que estuviéramos cerca de año nuevo o navidad la verdad.

-Siéntate Harry – comento el señor Dumbledore tomando una de las copas flotantes- tenemos mucho de qué hablar.