Disclaimer: Ningún personaje de Saint Seiya me pertenece.

Nota: Esta idea surgió de tanto fantasear y parte de un concurso XD. Con ayuda de música se me vino a la mente y de hecho se me formuló toda una historia que ya dependerá si ustedes lectores desean así. De por sí se halla en Wattpad.

Aprovecho a invitarlos a Café Shibe, si te gusta compartir fics, videojuegos, hacer roles o arte digital entonces dicho foro es el lugar ideal. Nos encargamos de darle espacio a usuarios que les gusta compartir sus gustos y conocer cosas nuevas…

Un saludo y abrazo a todos.


Inocencia Corrompida

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Caminó por los pasillos casi carentes de personas dentro de la escuela, en sus manos llevaba aquella pequeña nota que le pedía encontrarse con él en la sala de maestros, sus rosados labios se curvaron en una ligera sonrisa, al tiempo que un sonrojo cruzaba sus mejillas, habían pasado solo un par de semanas desde que se confesó a su maestro Deuteros, aquel atractivo hombre de treinta años, de aspecto sumamente varonil y de voz tan opresora que a cualquiera lograba someter sin siquiera optar por mirar, él tan solo había llegado como nuevo profesor en el instituto por lo que todo debía de ser un secreto porque ella apenas cumpliría 18 años en unos meses; no dijo más cuando tocó la puerta del lugar, los nervios estaban a flor de piel como una niña a la cual irían a regañar.

Sophie sabía que en cualquier momento algo malo le iba a suceder por husmear en terrenos prohibidos, pero aun así estaba decidida en hacerlo.

—Pase. —oyó la voz de su maestro, esa vigorosidad y masculinidad afloraba perfectamente sobre su personalidad. Sophie le temía en cierto aspecto.

—Bu-Buenas tardes, maestro—titubeó, su inocencia a flor de piel inmutó al hombre y le hizo dudar si estaba bien en haberla hecho llamar—. Leí su mensaje, y antes que diga algo permítame disculparme, sé que me precipité en lo que dije pero todo fue más que un simple error, una broma.

Pero Deuteros no estaba tan seguro de esa postura, parecía muy nerviosa, y sí, lo sabía cómo también aceptaba que estaba realizando las cosas de una manera tan diabólica como para pedirle que viniera a la oficina de maestros, y eso era peligrosamente aterrador para una chiquilla que estaba ilusionada con algo imposible.

—He tomado tu confesión de la mejor manera, Sophie.

—Como dije, solo fue un mal chiste.

Para él no fue nada de eso, todo lo contrario, tal vez era la señal que estuvo esperando desde que ingresó a trabajar en dicho lugar. El hombre supo que el tiempo se le estaba agotando por lo que aspiró con fuerza el aire y jaló a la chica de las manos; necesitaba hacerlo o iba a perder las ganas de cumplir todo ese absurdo juego del gato y el ratón.

Sophie se sintió invadida por el nerviosismo pero el lado de arriesgarlo todo por él era mucho más poderoso, el tacto de su maestro revoloteó cada hormona dentro de su ser. Ella pensó que se desmayaría pero simplemente se dejó guiar sobre las piernas de su maestro.

—Ábrelas—ordenó, ella como toda tonta muchacha enamorada obedeció sin reclamar—, ¿estas segura de lo que quieres hacer? —con solo caricias pudo darse cuenta lo fácil que era engatusar a una torpe inexperta, especialmente cuando sintió algo húmedo que diluía sobre su pantalón—. Así no vas a disfrutarlo, no puedes ir rápido.

—¿Qué debo hacer?

—No, nada de palabras—contestó el hombre, le placía demasiado verla respingar o soltar pequeños gemidos por culpa de unas simples caricias—. Tú sola te has atrevido asomarte por este camino, te enseñaré lo peligroso que puede ser.

La chica se quedó quieta, temerosa aún por no saber la reacción concreta de su maestro. No era ignorante, estaba informada acerca de las cosas sexuales pero de allí a realizarlo era un abismo enorme. Deuteros sonrió de medio lado, posó sus manos sobre el pequeño trasero de la jovencita con el fin de provocarle otros gemidos.

—Primera lección, debes estar completamente excitada—alzó la falda para tocar el borde de sus bragas, eso era demasiado intimidante para la joven—. Tu pequeño cuerpo debe temblar por cada contacto, tienes que mover esas caderas—palmeó el trasero, ella soltó leves gemidos a la vez que se aferraba al hombre—; no sirve si te corres primero. ¿Sabes lo que eso significa?

— ¿Qué hago, señor?

—Solo quédate tranquila, el secreto está en la obediencia—la obligó a moverse, frotar su intimidad contra su duro miembro aun sobre la ropa—; deja que esa sensación te demuestre el verdadero sentido de ser humano.

Sus labios rozaron el cuello de la muchacha, saboreó la cicatriz que ella tenía, no le pareció para nada una marca horrible porque para él era una manera excitante de pensar que podría marcarla, como si fuera una presa lista para llevar su sello personal. Deuteros la apegó más a ella, permitió que se dejara llevar por las caricias intimidantes pues había decidido frotar ese rinconcito especial que la chica sentía vergüenza. Sus dedos grandes la prepararon, y supo que no iba a contenerse más, Sophie era completamente torpe e inexperta, y eso era perfecto.

Porque así la necesitaba.

Porque así se la habían pedido.

Sin experiencia ni usada por otros.

Deuteros la despojó de la ropa solo dejándola en prendas interiores, jaló suavemente del cabello y la apoyó contra el escritorio. Suavemente le ordenó que se quitara el brazier de manera sensual como una niña a la que premiarían por su obediencia.

—Vamos Sophie no es el momento de retractarte —e susurró al oído al tiempo que su pulgar acariciaba sus labios temblorosos.

—¡Ah! —un gemido involuntario escapó de su boca, uno en el que él aprovechó para invadir su cavidad con su dedo pulgar, presionando suavemente su lengua estimulándola como previo a lo que se vendría en unos momentos

Sophie se sintió invadida por el nerviosismo, pero ese sabor a peligro excitaba su ser, como una fuerza arrebatadora se combinó a esa revolución de hormonas que le recorrían de pies a cabeza y sin pensarlo se dejó llevar por su maestro, cuando éste se sentó en su silla y la guió para sentarse en su regazo.

—Maestro... —suspiró deseosa acercando su rostro al de él, dejándose envolver por ese aroma tan particular que poseía.

Deuteros rió un poco por la forma en que le rogaba por un beso, así que no dudó en reclamar como suyos aquellos rosados labios sin miramiento, fue un beso brusco, exigente, invasivo; pero no se detuvo ahí, pues solo necesitaba prepararla para soportar el demonio sexual que llevaba por dentro.

Fue entonces que Sophie mantuvo los ojos cerrados tratando de no llorar por puro miedo cuando él le arrebató las bragas dejándola simplemente desnuda, sumisa ante él, y por la posición en la que estaban iba a ser muy dolorosa.

—No, no lo haré yo, sé pervertida, si lo deseas, solo búscalo— él se había bajado la bragueta para masajear su miembro, ella dudó en sentarse pues no sabía cómo ese dotada masculinidad iría entrar en su intimidad—. Si no lo haces tú, entonces yo me encargaré de ello, y créeme que te romperé con ganas.

Sophie tembló, era torpe, demasiado ante los ojos de Deuteros pues con esa lentitud de bajar y apuntar bien el palpitante miembro hacia su interior..., bueno, penosamente Deuteros no lo soportó por lo que sujetó de las caderas a Sophie y la obligó que cayera de golpe.

Ella gritó.

Pero él no se compadeció.

—Estás tan estrecha..., mucho más de lo que estuvo mi esposa— Deuteros se olvidó de todo, su mente parecía poseída por alguna clase de fuerza sobrenatural—. Sophie sé mía.

La chica intentó huir pero el dolor era tan intenso que no supo cómo escapar pues cada intromisión de aquel proporcionado miembro estaba por romperla.

—Vamos, no desesperes — volvió a susurrarle al oído con mucha sensualidad, ella estaba agitada a horcajadas de él, intentando no llorar —, por tu bien es mejor que me obedezcas—impuso fuerza sobre las caderas de la chica, la levantó hasta cierta altura para volver a dejarla caer—. Tienes que moverte de abajo hacia arriba, es así como funciona esto.

Sin embargo, la pequeña mujer masculló y mordió el cuello de su maestro, pues aquel dotado amigo de su maestro mantenía complicaciones de ingresar en su pequeña intimidad.

Bien decían que un hombre mayor poseía la experiencia como para hacerte perder la razón.

— Soportaré pero por favor...—titubeó con torpeza pues no estaba segura si sería capaz de aguantar. Lo deseaba, añoraba con locura probar el placer al máximo, ese deseo humano que nunca antes probó. Y ahora Deuteros estaba robándole algo apreciado—; prometo que obedeceré, puede hacer conmigo todo lo que quiera.

Y ese gemido fue casi una súplica que encendió descontroladamente el lado más pervertido y oscuro de Deuteros. Sin reparo alguno, manoseó las delgadas piernas de Sophie para acomodarse mejor, tomó su miembro y con delicadeza lo guió directamente hacia esa pequeña cavidad que apenas parecía adaptarse al invasor que osó en robar la apreciada virginidad; era todo un experto en follarse a las mujeres, sabía dónde tocar y cómo devorarlas pero a esas alturas de su vida no pensó en cumplir una fantasía como tener sexo con una estudiante.

No pudo más, ni siquiera tuvo cuidado pues su destreza en ese campo le dio el grado de sentirse como un experto, y con precisión dejó que Sophie volviera a caer sobre su masculinidad sin evitar observar las expresiones que su pequeña amante reflejaba en su enrojecido y sudado rostro lo que le pareció completamente excitante.

—Ah..., duele— gimoteó Sophie mientras clavaba sus uñas en la espalda desnuda de Deuteros.

— ¿Quién dijo que hacer el amor era fácil? — pasó sus manos sobre el rostro de la chica para retirarle los cabellos, intempestivamente la besó con suma fuerza —, sí, callada te vez más deseable. Puedo amaestrarte.

— ¿Amaestrarme? — cerró los ojos al sentir la penetración del hombre, claro que era suave pues él deseaba grabarse ese rostro. Sophie parecía una joven hipnotizada, por ello no refutó ni se imaginó que todo ese derroche de sexo y besos era por una razón —; si eso es lo que quiere, por mí, puede hasta darme un hijo.

—Estas muy niña para eso — él sonrió con arrogancia, de cierta manera se la imaginó en ese estado, un hijo que ni siquiera su esposa pudo darle—, no podrás si quiera soportar cuando me corra dentro de ti.

La jovencita se sonrojó completamente pero eso no le dio tiempo para contener los gemidos. Deuteros no perdió la oportunidad y comenzó a embestirla de manera suave que poco a poco se convirtió el algo más apresurado; ella soltó unos grititos de dolor que a los segundos se convirtió en algo sumamente placentero como si se tratara de la mejor droga.

Ella gimió y él la penetró con brusquedad, esa sincronización fue duro pero para ella fue más que magnifico, tener una parte de ese hombre era lo único que necesitaba en esos momentos. Deuteros sonrió divertido, mordisqueó los pezones de su amante para amortiguar con fuerza sus penetraciones, ella solo se mordió el labio inferior, el placer controlaba todo el dolor lo que le llevó a soportarlo. La pequeña intimidad era estrecha y eso le gustaba en sobremanera al erecto miembro del hombre, pues parecía tener vida propia cada vez que las pequeñas caderas de Sophie se movían en un vaivén excitante.

—Ya estás tomando el ritmo—con esa voz ronca, él no tuvo ningún reparo de mordisquear el cuello marcado de la chica—. Cuando te pidan seguir, solo déjate llevar, el hombre se encarga de penetrar y la mujer en quedarse sumisa al compás.

Deuteros no resistió más, su cuerpo varonil exigía a gritos que los movimientos fuesen más rápidos lo que llevó a ambos a perder a cabeza completamente.

—Tercera lección, la mujer debe recibir todo lo que su amo le da. — murmuró mientras mordisqueó los labios enrojecidos de la fémina.

Entonces colocó sus grandes manos sobre el pequeño trasero de Sophie para ayudarla con los movimientos que no fueron para nada amables sino todo lo contrario. Ella gimió con fuerza al sentir el miembro de su amado maestro rompiendo su inocente vientre, Deuteros estaba vuelto una bestia sin poder controlarse así que ella supo bien que solamente debía dejarse arrastrar por completo en el máximo placer.

Ambos cuerpos sudados empezaban a tomarse el ritmo, sus corazones marcaban el mismo paso y sus intimidades parecían no querer separarse pues la vagina de Sophie aprisionaba brutalmente al dotado miembro de Deuteros sin darle un reparo a salirse lo que llevó a él llegar a su límite y ella lo supo bien pues hermosamente se arqueó dejando a la vista perfecta los pequeños senos frente a su amante quien no dudó en alzarse un poco para sujetar el pequeño pezón con los dientes.

—Te-tengo miedo— gimió Sophie arqueándose deliciosamente ante los ojos de Deuteros—, es algo caliente.

— Es tu premio por moverte bien.

Su miembro se erectó completamente y sin controlarse terminó por regalarle un maravilloso orgasmo a la pequeña chica que no soportó más y se aferró completamente de él, quien a su vez la sujetó para que no se cayera mientras mordía con delicadeza el cuello de la joven pues también alcanzó el gozoso orgasmo.

— Sophie

Ella no respondió sino más bien se movió de manera torpe. Él la miró sin poder controlarse. ¿Qué demonios había tomado?, se preguntó al ver la mirada perdida de la chica quien por curiosidad llevó su delgada mano hacia ese punto de unión de ambos. El líquido cristalino, cálido y espeso provocó una intensa curiosidad en ella, pasó la lengua y tosió.

— Es amargo —susurró, lo cual provocó que él se pusiera muy excitado—. Se ha vuelto a poner duro.

— Cuarta lección: Si quieres que mi miembro se vuelva a levantar, solo tienes que ser coqueta — sonrió con una ligera vergüenza—. Prueba tus nuestros fluidos.

Dócil y obediente. Ella se dejó llevar por las órdenes de Deuteros, quien le indicó que probara el sabor de su miembro. Era la primera vez que ella tenía el sexo oral por lo que la torpeza en sus manos y su boca solo hicieron gruñir al hombre, pero parecía muy desesperada por extraerle el semen, y eso fue bastante curioso.

—Vas muy rápido.

—Quiero más, por favor.

Él no lo negó, más al verla desnuda y de rodillas como si fuera su mascota sexual. Sophie estaba aprendiendo las cosas muy rápido por lo que no perdió ese momento así que la jaló del brazo y la obligó apoyarse sobre el escritorio.

—No, espere, ¿qué piensa hacer?

No pudo terminar la frase ya que él puso su pesada mano sobre la espalda desnuda para evitar que se levantara. Deuteros la tomó de sus caderas para ayudarla a colocarse en aquella posición tan obscena. La chica clavó las uñas sobre el escritorio cuando sintió que él pasaba un dedo por aquella cavidad, sintió demasiada vergüenza.

—Descuida, te lubricaré con mis fluidos.

Sophie gimoteó pero él decidió acariciarle el trasero y a la vez su miembro, era un experto en desarrollar posiciones en la cama pero ella no sabía mucho del tema. Iba a ser doloroso pero él se gozaría.

Él empezó a introducir su miembro con torpeza lo que provocó como instinto que ella intentara huir. Masculló, era muchísimo más difícil que hacerlo por la intimidad de Sophie, pero no existía marcha atrás así que pasó una mano para masturbar a la chica, tenía que relajarla completamente o se lastimarían.

—Muévete—ordenó seriamente—, si no obedeces no seguiremos con esto.

Sophie tuvo mayor miedo, lentamente movió su trasero solo para motivarlo. Un gusto de Deuteros era el de siempre ser el amo por lo que no le importó nada y atravesó el pequeño orificio de Sophie ante el grito de placer de la jovencita.

Ahora ya le había robado la virginidad completamente.

Y así, con fuertes penetraciones, Deuteros logró cambiar los gritos de Sophie a excitantes gemidos y pequeñas palabras de gratitud así como la exigencia. No tardaron más de veinte minutos en aquella acción casi mundana y quizás grosera, Deuteros sujetó los senos de su estudiante y placenteramente dejó que su miembro le obsequiara nuevamente aquel líquido, ella gimió el nombre de su maestro con mucha excitación llegando a cansarla enteramente...

Ambos estaban muy agotados para ser su primera vez en ese día, especialmente cuando podían ser sorprendidos. Más Deuteros cerró los ojos casi arrepentido, no, nada de eso fue como lo deseó y por un instante sintió lastima por ella.

— Sophie — se salió de su cavidad, ya la llevó hacia la silla para que clamara esa gama de emociones—, lo siento. Pero las cosas no pueden seguir.

La chica intentó decirle algo pero estaba demasiado agotada, más cuando vio a su maestro sacar un pequeño objeto de su escritorio. No pudo siquiera moverse al darse cuenta que eso era una jeringa lista para inyectarla. Intentó decirle algo, pero él solo cubrió su boca y le clavó la aguja en el brazo.

— Eso sí fue rápido — de pronto una voz burlona llamó la atención de Sophie, muy a pesar de sentir que el cuerpo desnudo le estaba pesando, notó a un hombre de traje elegante que salió del armario, él los estuvo observando—, sí que te falta más cosas por hacer, hermano, pero gracias por estrenarla. No podría confiar en nadie más.

— Solo es una niña, cuídala bien— acarició los cabellos de la menor, a pesar de oír claramente a causa de la droga inyectada. Sophie brotó algunas lágrimas —; espero cumplas tu trato.

El hombre de hermoso rostro, el cual era miembro de una mafia le lanzó un juego de llaves a Deuteros. Se quitó su saco y cubrió la desnudez de Sophie.

—Tu bella esposa está intacta, no, no dejé que ninguno de mis hombres la tocara así que lárgate, es toda tuya—acarició la mejilla de la dormida chica, pero su curiosidad era mayúscula por lo que bajó la mirada hacia la entre pierna de la menor—. Bien, haz cumplido, ojala te quite el remordimiento de que tu hermano mayor la follara mejor que tú, sé feliz, no le dolerá después.

—Prometiste que no la lastimarías, Aspros.

—Solo será para mí, ya te lo dije ¿no? Ha llamado mi atención y no pretendo que sea la perra de alguien más.

Deuteros recogió su ropa y se visitó. Supo que hizo algo tan imperdonable como follarse a su alumna solo para cumplir el capricho de su hermano, y con ello salvar a su esposa de las manos del que se suponía era su única familia.

—Cuando ya no me sirva, te la devolveré..., hermano.