Hi!!!

Aquí estoy Yo (Yo viene siendo Halane, al menos por hoy, otro día a lo mejor ya ha cambiado esta realidad) para introduciros en un nuevo y apasionante (cofcof) fanfic ideado por mi otra mitad, Chibi Rukia, y Yo. Como ya os habréis imaginado por el título, por el summary o bien por los paneles de publicidad en el último capi de mi LaYu (esto es doble publi, porque ahora he dejado caer aquí que.... sí! Tengo un LaYu de más de un capi! XD de 21 en realidad si no recuerdo mal el número), el fic es un AU situado en un instituto. OK, no es muy original, pero que conste que hemos hecho nuestro intento y que... ¡Kanda no es el macarra de la clase! Eso es un cambio, ¿no? Más o menos... Creo... Bah, no importa.

En fin, supongo que tengo que hacer una especie de intro. Son unas cosas raras, porque no sirven para nada y sin embargo se hacen. No sé si lo habré puesto en el summary porque ya no me acuerdo (Dory a mi lado tiene la memoria de un elefante), pero hay OCs. Importantes no muchos, digo muchas, más bien sólo dos y todavía no salen. Dadles una oportunidad, que aunque está mal que yo lo diga porque soy una de sus madres son buenas chicas T__T y dan mucho fanservice masculino YoY

Este primer capi es un poco... ¿Chof? en comparación al resto. No sé, era un poco experimental XD Os puedo prometer que a medida que pasan los capis (que son 50 más un par de cosillas que no denominamos capis aunque en realidad algunas son más largas que muchos capis) va cogiendo más ritmo. Tampoco es un fic totalmente de broma como el de Usagi-chan... Este tiene momentos serios (de verdad TOT No pongáis cara de incrédulas, que os imagino ¬¬). Y no sé qué más os puedo contar. Si veis a Kanda un poco light en este fic es por la situación: ni está en guerra, ni lucha por nada, ni tiene flores raras en los morros ni nada por el estilo, más bien tiene todo lo bueno jajaja Así que decidimos que eso suavizaría su carácter al menos lo suficiente como para no cometer atentados... graves.

Y creo que nada más.

Si me olvido algo lo diré en alguno de los capis restantes xD Tenemos tiempo (si os atrevéis a seguir, por supuesto jajaja)

Kss!


PD: ah, ya sé qué se me olvidaba: ¡que viva el fanservice sin sentido!

PD2 (by Chibi Rukia): ¡No es el típico fic de instituto! XD

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Se lamió los labios una vez más: la maldita cerradura se le resistía. Sin embargo, tras un par de giros con la muñeca en otra dirección, consiguió que la horquilla hiciese un leve 'clic', indicándoles que la puerta se había abierto. La sonrisa del muchacho se acentuó de tal forma que a los demás les pareció escalofriante, aunque tan solo rieron, un poco nerviosos, eso sí. Nunca terminarían de acostumbrarse del todo a sus reacciones.

Abrió y les hizo señas con la mano para que entrasen lo más silenciosamente posible. Cerró la puerta tras adentrarse en la cocina el último y echó un vistazo rápido, comprobando que todo estaba listo.

-Genial... Baa-chan ha hecho un gran trabajo...- dijo.

-¡Shh!- le cubrió la boca con la mano- ¡Baja la voz, que nos va a oír!

-Lo siento, lo siento... Es que me he emocionado...

Los otros dos suspiraron. Afortunadamente, se escuchaba el ruido de la ducha en el piso de arriba, por lo que tenían la leve esperanza de que, imbuido en sus pensamientos y con el ruido del agua, no se hubiese enterado de nada.

-Vale, ¿y ahora qué hacemos?- preguntó el más pequeño de los tres.

-Ah... Esperar, ¿no? A que baje- sugirió la chica.

-¡Puedo ir a buscarlo!

-Lavi... Saldría corriendo.

Los tres suspiraron.

-Es verdad... ¡Pero es que no puedo esperar a verle la cara!

Lenalee le dio un amistoso golpe en la parte de atrás de la cabeza.

-Tendrás que hacerlo.

-Ya... Vaya mierda- dio una patada distraída a una silla de metal y el impacto resonó por toda la cocina.

-¡Que no hagas ruido!- espetó asustado Allen-. Nos va a matar- gimoteó.

De pronto dejaron de oír el agua y los tres se quedaron tiesos: Lenalee por los nervios, Allen de miedo y Lavi de emoción.

-¡Ya viene!- canturreó en un susurro ilusionado, empujándolos impacientemente debajo de la mesa llena de comida- ¡Cuando entre...!

-Ya, ya lo sabemos, tranquilízate un poco o nos va a oír.

-Sh.

-¿Cómo podemos hacer tanto escándalo siendo sólo tres?

-No es para tanto, es que como está todo vacío...

El sonido del interruptor del pasillo que daba a la cocina los silenció de repente.

La luz no se encendió, pero los tres se quedaron demasiado sorprendidos como para llevar a cabo su plan. Eso no se lo habían esperado. Kanda se acercó a la nevera rascándose de una manera muy masculina que no habría aplicado de saber que no estaba solo y la abrió para coger una botella de leche.

-¿A quién coño se le ocurre bajar la cocina sólo con la toalla?- susurró Lavi mientras Lenalee se ponía roja como un tomate.

El objeto de su crítica se giró bruscamente con el ceño fruncido. Miró a su alrededor con cara de sospecha.

-Vale, ahora sí que nos va a matar- se lamentó Allen.

-Qué va, disimulad- Lavi dio un salto, saliendo de su escondite con una radiante sonrisa, mitad fingida, mitad burlona.- ¡Sorpresa, Yu!

Allen salió torpemente tras su amigo, chocándose con la mesa, y Lenalee lo hizo todavía muy sonrojada, evitando mirarle en todo lo posible.

La cara que puso Kanda en ese momento fue algo que perduraría durante años en las bromas de Lavi; incluso cuando se reencontraban cada cierto tiempo, ya mayores y con sus vidas resueltas, el pelirrojo seguía haciendo alusión a la cómica expresión que se dibujó en el rostro del japonés al ver a los tres salir de debajo de la mesa en esa situación tan... desfavorecida para él.

-¡Qué bien te veo, Yu! ¿No dices nada?

-... Voy a mataros...

Allen gimió, murmurando un "Lo sabía", mientras Lavi tragaba muy despacio y alzaba las manos instintivamente a la altura de los hombros, mostrándole las palmas.

-Vamos, Yu, no me seas tan drástico.

-Habéis entrado en MI casa un domingo SIN mi permiso... ¿y pretendes que no lo sea?

-¡Baa-chan nos dio permiso! ¡S-solo queríamos darte una fiestecita!

-¿Una fiesta?- se fijó entonces en la mesa, toda decorada, preparada y llena de comida- ¿Y eso por qué?- aunque fue algo imperceptible, el tono de su voz se había suavizado un poco.

-¡Pues porque somos grandes amigos! ¡Y porque has superado tu récord, Yu! Ahora eres capaz de soportar a más de tres personas en una misma sala.

-Y porque te encantan su casa y su piscina- murmuró Allen por detrás.

-¡Cierra la boca! ¿Es que quieres que nos mate?

-Va a hacerlo de todos modos...- dijo, mirando en otra dirección.

-Chicos... Se ha ido...

Ambos miraron al frente y se percataron de que tenía razón. Allen suspiró aliviado, y Lavi se sentó en la silla.

-Ha ido a por su katana para matarnos, seguro...

-Vamos, Lavi, a lo mejor ha ido a cambiarse porque lo hemos pillado en toalla por su casa...

-Todo por el comentario de Allen, con lo bien que iba...

Los otros dos suspiraron, viendo que el pelirrojo se había montado una de sus paranoias y no había forma de sacarlo de ella. A los pocos minutos Kanda volvió, completamente vestido y con el pelo recogido en una cola baja. Y sin katana.

-¡Yu! ¡No vas a matarnos!

-Acabo de ducharme.

Lavi parpadeó unas cuantas veces sin entender la lógica del razonamiento, pero llegó a la conclusión de que le era indiferente.

-Claro, evidentemente no se puede matar a nadie después de una relajante ducha.

El japonés asintió distraído y se sentó en una de las sillas, alargando la mano para coger una patata frita. Lavi se preguntó si debería interrumpirlo para avisar de que aun no podían empezar a comer porque faltaba el resto de la gente.

-¿Estás enfadado?- inquirió Lenalee de pronto, mirándolo tímidamente. Todavía seguía bastante... estupefacta.

Kanda la miró a su vez con el ceño fruncido y después volvió a centrar su atención en la patata que aun no se había comido.

-Tsk.

-¿No es adorable?- exclamó Lavi rodeándole el cuello por detrás y apoyando su cabeza sobre la de él- ¡Nos ha soportado durante un minuto y ni siquiera nos ha gritado!- sorbió ruidosamente- ¡Nuestro pequeño ermitaño se ha convertido en un hombre sociable!

Lenalee y Allen rieron nerviosamente al notar el temblor furioso del japonés, que le largó a Lavi un hostión en toda la cara que lo tiró de culo al suelo.

-No vuelvas a abrazarme- advirtió, girándose en la silla para mirarlo.

-¡Venga, Yu, no seas amargado! ¡Si es que te quiero mucho!

-Tsk.

-Ya verás, cuando lleguen los demás...

-¿Demás?

Allen dio un paso adelante y se atrevió a sentarse en la silla al otro lado de la mesa.

-Es que... Verás... Hemos pensado que era una buena oportunidad para disfrutar todos juntos, y como tu casa es la más grande... Pues... Lavi pensó que era buena idea aprovechar para...

Lenalee se dio una palmada en la frente, mientras el pelirrojo gesticulaba como un histérico mandándolo callar.

-¿Quién decís que os dio permiso?- preguntó el dueño de la casa.

-Nanny- aclaró Lenalee, sacándose una nota del bolsillo. Se la tendió amablemente y el chico la cogió. Su ceño se suavizó casi imperceptiblemente.

-Vieja idiota- masculló, pero sus amigos lo conocían lo suficiente como para saber que podrían seguir vivos un rato más. Al menos cinco o diez minutos.

-Pues eso, Yu, ¡que la clase en pleno viene hacia aquí! Y un par de compañeros de Lenalee y Allen también, y bueno, ya sabes cómo va, seguro que se cuela alguien más, aunque si estamos atentos…

-Tsk. Cállate- se levantó y fue hacia la puerta, donde se detuvo un momento- ¿Qué hacéis ahí parados? Si vais a meter a cuarenta personas en mi casa, por lo menos id a cerrar las puertas de las habitaciones.

Desapareció escaleras arriba y, entonces, una especie de viento divino se hizo presente en la habitación, dejándolos a todos muy callados, quietos y sin saber qué hacer; y sí, por qué no reconocerlo, con algo de miedo. Lavi se desplomó sobre una silla, respirando tranquilo; Allen se echó hacia atrás, dándole gracias a Dios; Lenalee se quedó de pie, sonriendo y suspirando, relajada.

-¿A qué demonios esperáis?

La voz de Kanda resonó escaleras abajo y los sobresaltó un poco, haciendo que fueran apresurados a ayudarle.


Empezó a llegar la gente: unos en grupitos de varias personas, algunos solos, otros con sus parejas. Una hora después, toda la casa rezumaba luz y vida, y los vecinos se asomaban a las ventanas, muy sorprendidos por ver tanta actividad en la casa del joven.

Lavi iba de un lado a otro, saludando a todo el mundo y coqueteando con alguna que otra muchacha; Allen y Lenalee hablaban con los pocos de su clase e intentaban integrarse con los que eran más mayores sin tener demasiados problemas para conseguirlo.

Kanda procuraba eludir las conversaciones más comprometidas, y solía escabullirse silenciosamente cuando su presencia comenzaba a pasar desapercibida, aunque no podía evitar que alguna que otra chica se acercase, unas más temblorosas y tímidas y otras más descaradas, para intentar cruzar algunas frases. Lavi, cuyo único ojo verde estaba pendiente de él a cada rato, no hacía otra cosa que sonreír satisfecho.

-Esto es genial- murmuró.

-¡Lavi!- una chica rubia se le colgó del cuello y lo abrazó melosamente- ¿Adónde ibas? ¿Te escondías de mi?- puso carita de pena.

-¿Quién se escondería de ti, preciosa? ¿Qué tal si vienes conmigo?

La cogió de la mano y se la llevó al jardín trasero, con la risa de la muchacha haciendo eco en los pasillos.

-Siempre igual, este Lavi no es capaz de tomarse nada en serio- Allen dio un sorbo a su vaso- Ni si quiera a las chicas...

-Es lo que le hace único, Allen-kun. Además, aunque intentásemos cambiarlo, ¿crees que serviría de algo?

-Esfuerzo nulo, diría yo. Como el intentar que Kanda se sienta cómodo entre desconocidos- señaló al muchacho con el dedo, que parecía cada vez más y más nervioso.

-Mejor vamos a rescatarlo un rato- dijo Lenalee, divertida.

-¿Cómo hacemos?- preguntó el chico con los ojos brillantes de quien está a punto de hacer una travesura.

-Tú sígueme la corriente, ¿vale?

Lo cogió por la muñeca y empezó a correr hacia el anfitrión con gesto de preocupación. Allen se sonrojó al verse cogido con tanta confianza, pero sacudió rápidamente la cabeza para copiar el gesto de la chica.

-¡Kanda!- exclamó metiéndose de pleno en medio del corrillo que lo tenía encarcelado. Los miró a todos con un dulce gesto de disculpa- Nos lo prestáis, ¿verdad? Ha surgido un pequeño asunto...

-Sí... Eh... Necesitamos... Eso- acabó Allen, sin saber muy bien qué decir. Se dijo que había acertado al ver las caras comprensivas de todos los demás, y se alejaron seguidos de Kanda. Se encerraron en la cocina, donde no entraba casi nadie.

-¿Mejor?- preguntó Lenalee, sentándose en una de las sillas.

-Tsk. Supongo- admitió el japonés.

-La fiesta está siendo un éxito- comentó Allen-. Por cierto, ¿qué pensáis que creyeron?

-Ah... Eh... Bueno...- Lenalee se sonrojó ligeramente.

-Tsk.

-¿Qué?

-No importa.

-Pero... Yo quiero saberlo.

-En serio, Allen-kun, da lo mismo.

-Pero...

Kanda dejó el vaso de agua que había cogido con un golpe.

-Pensarían que Lavi estaba haciendo el gilipollas borracho en algún sitio y queríais mi ayuda- explicó con un gesto de reproche.

Allen lo miró boquiabierto y Lenalee se rió nerviosa.

-Sí, probablemente.

-Pero...- Allen volvió a sacudir la cabeza. Desde que los conocía, tenía que repetir el gesto con bastante frecuencia.

-¿Podrías parar de empezar frases que no piensas acabar?

-Ah... Claro, sí, perdón. Es que... Da igual- suspiró-. ¿Creéis que llegará la bebida?

-Creo que es suficiente para provocar incluso unos cuantos incidentes. Espera un par de horas más.

-Venga, Kanda, tranquilo. Tenemos todo bajo control.

- De momento- masculló pesimista.

-¡No hay motivo para mostrarse tan negativo!- exclamó Lenalee- ¿Acaso no lo pasas bien?

El japonés giró la cara. No quería decir que sí porque no es que fuera el plan de su vida, pero tampoco ofenderlos diciendo que no. La gente era muy complicada, qué mierda.

-Tsk. Supongo- dijo al fin, optando por mostrarse ambiguo. Espió por el rabillo del ojo y vio que parecían contentos.

Se hizo el silencio durante un par de minutos, porque Allen y Lenalee no lo habían rescatado para seguir dándole la lata. Si querían que siguiera mostrándose amable, era mejor dejarle disfrutar de sus momentos de tranquilidad.

Se levantó sin previo aviso, sobresaltándolos.

-¿Adónde vas?

-Al infierno- contestó en tono malhumorado, saliendo de la cocina. Lenalee y Allen se miraron y se echaron a reír.

-Hay que ver...- comentó la chica, limpiándose las lágrimas.

-Qué melodramático que llega a ser a veces.

-Dicen que todo lo malo se pega, y Lavi no es precisamente un cúmulo de cosas buenas para copiar.

-¿No estás exagerando tú un poco ahora?

-¡No! A ver, no quiero decir que sea malo- rieron unos segundos-. Es que, ya sabes, Lavi tiene sus virtudes y sus defectos...y bueno, sus defectos no son precisamente el mejor ejemplo a seguir.

-En eso tengo que darte la razón.

-Sólo espero que no se agobie demasiado- añadió, pensando obviamente en Kanda.

-Nah, no lo creo. Cuando llegue a su límite empezará a gruñir y la gente comenzará a apartarse para que no les muerda.

-¡Allen-kun!

-¿Qué? ¡Es verdad!

El chico cogió la botella de refresco y se sirvió un vaso mientras la observaba reírse. No pudo evitar pensar lo bonita que se veía así.

-Ehm, Allen-kun...-dijo, algo sonrojada.

-¿Sí?

-El vaso...

Dirigió su vista hacia la mesa y vio que hacia rato que estaba hasta arriba, y que estaba derramando el líquido por la mesa.

-¡AH!- dejó de volcar bebida y colocó la botella en el otro extremo.

-Tranquilo, tranquilo, eso se arregla en seguida.

Cogió el rollo de papel de cocina y fue tapando toda la zona húmeda.

-Lo siento. Es que últimamente tengo un despiste encima que...

-No pasa nada- respondió ella, sonriente-. A todos nos pasa de vez en cuando algo así. Hace un par de días puse a calentar la leche en un cazo y se me olvidó por completo hasta que empecé a oler a quemado por toda la casa. Afortunadamente, mi hermano no estaba en casa.

-¿Se habría enfadado?

-No, habría intentado arreglarlo y lo habría dejado peor.

Ambos volvieron a reír. Después se hizo un breve silencio. Allen seguía sentado en la silla, observando cómo Lenalee limpiaba cuidadosamente la mesa, deslizando el papel por su superficie. Curiosamente, no se había ofrecido a ayudarla, lo que le preocupaba, pero es que se veía tan bien limpiando así, despacio, con suavidad, que no quería dejar de mirarla, lo cual le preocupó todavía más.

-Ehm, ¿necesitas ayuda?- se ofreció al fin, algo ruborizado.

-No hace falta, ya casi he acabado, pero gracias de todos modos.

-De nada- se sintió algo estúpido mostrando aquella sonrisa, pero en el fondo le dio igual.

-¿Cómo llevas los estudios?- preguntó ella, buscando otro tema de conversación.

-Bien, supongo. Todavía no consigo distinguir muy bien entre una parábola y una hipérbole. Pero si salimos de los números todo genial.

-Deberías apuntarte a clases particulares.

-Nuestra situación económica no es la más óptima para ello- respondió, algo nervioso-. Bastante con que puedo pagarme el almuerzo todos los días.

-Vaya...- cogió los papeles usados, buscó la papelera tras una de las puertas del mueble bajo el fregadero y los tiró, lavándose las manos después- ¿Y por qué no hablas con Lavi? Él podría ayudarte, todas estas cosas se le dan muy bien.

-... ¿En serio crees que con Lavi podría estudiar algo?

-...No- recapacitó- No, tienes razón- se sentó junto a él en la mesa de nuevo- ¿Quieres...? ¿Quieres que te ayude yo?

-No...No quisiera molestarte, Lenalee....

-No es una molestia ayudar a un amigo, Allen-kun- dijo, algo seria-. Además, sólo vas mal en matemáticas, ¿no?

-Bueno... Sí... Y en física... y la química se me resiste, pero menos...- suspiró- Asumámoslo, no estoy hecho para los números.

-Bueno, bueno, no te deprimas. Se hará lo que se pueda. Podría pasarme algunas tardes por tu casa y ayudarte...

-¡NO!- gritó, alarmado- Quiero decir... ¿No podríamos ir a tu casa? Es que...bueno...verás...mi casa no es el sitio ideal para estudiar...

-Claro, no hay problema. Ya lo hablamos mañana en el descanso si eso y quedamos cuando quieras.

-En serio, muchas gracias, no tienes por qué molestarte...

-Ya te he dicho que no es molestia.

De pronto oyeron un estruendo horrible en el salón y se miraron, asustados. Como si se hubieran puesto de acuerdo, se abalanzaron sobre las puertas.

-Oh-oh- dejó caer Allen al ver a Kanda temblando de ira y a Lavi con expresión confundida entre trozos de cristal: tenía un corte en la mejilla izquierda y otro en el brazo derecho, bastante más profundo. Había tropezado con una botella de cerveza vacía y caído contra uno de los ventanales, dejándolo hecho añicos. El súbito golpe había provocado un silencio sorprendido sólo roto por la estruendosa música y algún que otro estudiante algo indispuesto que preguntaba qué pasaba o seguía a lo suyo.

Todos los ojos se movían de Kanda a Lavi y de Lavi a Kanda, esperando la reacción del dueño de la casa. Allen parecía demasiado estupefacto para actuar, así que Lenalee decidió que era el momento de hacerse cargo.

-¡No pasa nada!- exclamó con voz anormalmente aguda, dando una alegre palmadita. Se acercó a Lavi y lo ayudó a levantarse, llevándoselo hacia las escaleras- Vaya golpe, eh- bromeó todavía en voz alta.

-Ya te digo...- replicó el pelirrojo.

-Voy a...

-Échalos- ordenó el japonés, acercándose a coger un vaso de la mesa más cercana. Después subió las escaleras dispuesto a cargarse a cierto idiota pelirrojo que no sabía poner un pie delante de otro.

Allen dio un suspiro al verlo alejarse. Dar por terminada la fiesta amablemente era algo que sabía hacer a la perfección. Después de todo, en su trabajo se enfrentaba a eso todos los días al cierre de la cafetería.

"Allá vamos." se alentó mentalmente, acercándose al primer grupito.