Ésto es otra cosa que tenía pendiente desde hace tiempo. Supuestamente debería de haberlo subido el 25, pero ese día me fue completamente imposible. Por ello, lo traigo hoy. La historia participa en un reto, junto al otro SpUk,

Los personajes no me pertenecen, sino que son de Himaruya.

La historia se la dedico a Kalrathia. Quien ha encendido la mecha para que empiece a escribir SpUk. Lo de la mecha va con segundas ene.

Disfrutad de la lectura.


La fuerza del destino

PRÓLOGO: Volar

Siguió a la joven desde el Rock Ola intentando seguir su paso apresurado. Aunque no había dado muestra de ello, Antonio intuyó que sabía que iba tras ella, sentía que intentaba darle esquinazo, sin mucho éxito. La noche había dado paso a un descenso de las temperaturas, pese a que el día había sido cálido y las altas temperaturas anunciaban que el verano se había instaurado en la capital española.

La rubia inglesa avanzaba por Fuencarral hacia la Gran Vía alejándose de los ambientes festivos. Dios sabría como se pondría aquella zona por San Juan, ya cercano. El vaquero ajustado que llevaba hacia que Antonio tuviera que verse obligado a apartar la mirada de su trasero y concentrarla en el largo cabello que tapaba la transparencia de su camisa. Una época más atrevida comenzaba a visitar España en manos de extranjeras como aquella.

A medida que se iban alejando del centro de la noche, el español se acercaba a la joven, quien parecía que ya sabía qué iba a pasar y había adoptado un ritmo más regular.

-¡Alice! -La llamó con una voz agarrándola del brazo.

La chica instintivamente se dio la vuelta y le miró directamente. La altura que siempre se habían llevado había sido disminuida por los zapatos de tacón que llevaba

-¿Qué?-El sonrojo que inundó sus mejillas intentó ser disminuido con aquella voz alta y autoritaria que utilizó. Antonio aflojo un poco el agarre aunque sin soltarla. De eso se encargó ella, pegando el brazo a su cuerpo.

-Dime que tengo que hacer para que te decidas a salir conmigo

Los ojos verdes de Alice se abrieron al escuchar aquellas palabras, sin apartar la vista de los ojos verdes de él. Sus músculos se tensaron un poco y sus labios se entreabrieron, lentamente, en palabras que nunca terminaban de salir. Palabras que no podían salir y se quedaban apagadas en sus labios.

Sabía que aquel era el momento para decirle que nunca saldría con alguien como él. Porque era así. ¿No? Pero aquello no quería ser pronunciado por sus labios. Y en lugar de la negativa a la que había acostumbrado al castaño desde el momento en el que éste empezó a pretenderla, una simple palabra salió de sus labios. Una orden que logró que el español abriera los ojos con estupor.

-¡Volar!-Le acabó diciendo antes de darse media vuelta para seguir bajando viendo la Gran Vía a pocos metros. Antonio ya no la seguía.