Lazos que nos unen.
La llegada y la carta.
Se había levantado esa mañana contenta cosa que era extraño puesto que desde hacía seis meses siempre se levantaba llorando igual a como se acostaba, no lo entendía porque tuvo que pasar todo eso porque de repente cuando todo iba bien, habían derrotado a Naraku, la perla se había destruido y Inuyasha y ella habían conseguido decirse sus sentimientos y después de haberse entregado, el la marco como suya, como su mujer ella había estado tan feliz tan dichosa pero como no, el destino se volvió a reír de ella es que el destino nunca la iba a dejar o ¿Qué? y de una manera ejemplar se volvió a reír, trayéndola de vuelta por el pozo y sellándose justo en el momento que ella había salido de este cuando intento regresar saltando no funcionaba se encontraba en su casa en el siglo XXI, y como le pesaba esto y más que después de un mes en su hogar desde niña aunque ya no sentía aquel su hogar, se entero que estaba embarazada de tres meses y ahí estaba ahora en su habitación de siempre asomada a la ventana mirando hacia el Goshimboku mientras que sus manos tocaban su vientre de ya ocho meses lo tocaba de arriba abajo sin poder contener la sonrisa que poseía puesto que había decidido dejar de lamentarse y buscar una manera para volverse a ver con su compañero con su amado con su… Inuyasha al recordar al ojidorado una lagrima resbalo por su mejilla pero con una mano la enjugo, había prometido no llorar, habia prometido ser fuerte por ella y su bebe debía resistir.
-¡Kagome! -Chillo su madre con cara de espanto, esta se encontraba barriendo cerca del árbol sagrado y en sus manos tenía un papel amarillento y arrugado que parecía tener demasiado tiempo.
-¿Qué pasa mama? ¿Qué es ese papel?-dijo la joven miko asustada para solo obtener una respuesta de su madre que pareció más una orden.
-Baja Kagome.
La chica no sabía que pensar así que decidida a que algo grave era lo que pasaba, sino porque su madre estaría tan pálida y le hablaba así sin más bajo las escaleras lo más rápido que pudo ya que su abultada barriga no la dejaba moverse como siempre además no ayudaba que su bebe fuera hanyou no porque lo despreciara ni nada parecido sino porque era condenadamente fuerte y a veces le propinaba pataditas que eran de todo menos eso eran patadas en toda regla, que parecían de un jugador de futbol profesional chutando la pelota, cuando consiguió llegar hasta el gran árbol que ella adoraba vio que lo que poseía su madre en la mano parecía una carta.
-¿Qué es mama?-dijo la azabache sin llegar a ver nada de lo que había escrito en el sobre.
-Es para ti Kagome, estaré dentro si me necesitas.-dijo su madre estirando el brazo dándole lo que antes se encontraba en sus manos y se dirigió hacia la puerta de su casa, sabia a la perfección de quien era aquella carta como no iba a saberlo y por eso decidió dejarla sola en el Goshimboku sabía que ese árbol era especial para su hija igual que para ella misma puesto que en ese mismo lugar en dos épocas distintas madre e hija habían conocido a los amores de sus vidas y con ese pensamiento y una mirada tan triste como si le dijeran que sus hijos estaban en peligro se marcho, y es que eso era lo que pasaba que el corazón de su niña estaba en grave peligro.
Kagome miro el sobre por un lado y después le dio la vuelta para mirar de quien se trataba pero por poco se cae al suelo al ver el escrito que allí se encontraba.
¨Para mí amada compañera Kagome Taisho¨
-Inuyasha…-susurro esta con los ojos vidriosos a punto de que un mar de lagrimas comenzara a descender por sus mejillas, pero se armo de valor y dirigiéndose a las raíces del hermoso árbol se sentó y abrió el sobre con muchísimo cuidado, tenía miedo a que se rompiera, cuando saco el pergamino no lo pudo creer, si era él, era su amado Inuyasha.
¨Mi adorada y amada Kagome soy Inuyasha, te parecerá extraño que yo haga esto no es cierto, pero debo decirte que no sabía que mas hacer, llevo dos años sufriendo de tu ausencia y eso me consume cada día más, no sé qué hacer sin ti, no sé cómo te encuentras o que fue de ti, lo único que sé es que te necesito y no estás y sé que es egoísta por mi parte pero es que eres mía, mi hembra maldita sea.
Esto es un poco descabellado la verdad ya que no se si esto lo recibirás pero de verdad deseo que sea así, ese pensamiento me hace sentirme un poco mejor y me hace seguir con vida aunque no es lo único ya que tengo a mi hermano dándome la lata además de estar viviendo con el en el palacio del Oeste y estar encargado de la protección de la aldea de Kaede y del ejercito del Oeste, y si las oído bien he llamado a Sesshomaru mi hermano, tras tu irte nos hemos acercado y nos llevamos, el me respeta y yo a él y por ahora lo veo suficiente la verdad, bueno también decirte que Shippo está bien entreno con él y está aprobando todo los exámenes de zorro mágico no es fantástico, Miroku y Sango se casaron seis meses después de que desaparecieras, te estaban esperando pero yo les dije que no te esperaran más que eso sería lo último que tu querrías tras hablar con ellos de este tema aceptaron sin rechistar de mas y sorprendentemente Sango pidió tener dos padrinos y adivina fui yo y Kohaku, yo Kagome, me ha elegido a mi, bueno y además no se han demorado mucho en ser padres, tienen gemelas y vuelve a estar embaraza en poco más de dos meses saldrá de cuentas y adivina yo soy el padrino de una de las niñas pero lo más sorprendente es que Sesshomaru va a ser el padrino de su nuevo hijo y es que aunque siga siendo hielo y no muestre sus sentimientos se nota que nos necesita, aunque nunca lo reconoceré me gusta que este en mi vida, bueno finalmente quiero que lo que hay dentro del sobre siempre lo lleves puesto y así siempre estaremos juntos aunque no estemos cerca, el anillo esta hecho de mis colmillos y el collar me lo dio sesshomaru ábrelo y encontraras algo.
Bueno mi amor espero que esta carta la recibas, que te amo ,y te esperare toda la eternidad.¨
Inuyasha
Kagome saco el anillo y se lo puso en el anular de la mano derecha, esto era como su anillo de boda y cuando vio el collar se sorprendió era un guardapelo de oro, cuando lo abrió encontró un pequeño mechón de pelo plateado como la luna.
Desde que aquella joven miko había comenzado a leer la carta de su amado hanyou no había parado de llorar, y tantas preguntas rondaban su cabeza, tantas preguntas que no podían ser respondidas como el ¿Por qué para ella había pasado seis meses mientras que para la era del Sengoku habían pasado dos años era una de las cosas que no lograba entender el porqué el tiempo había pasado tan rápido allí y aquí en el futuro han pasado seis meses, esa carta de su gran amor le había alegrado y le había entristecido a la vez y es que le dolía en el alma que no pudiera disfrutar con él, el embarazo de su primogénito.
Kagome se levanto con la carta en la mano y esta misma pegada a su pecho, sus mejillas y ojos estaban bañados en lágrimas sus pasos eran pequeños e inseguros cuando se dio la vuelta miro hacia arriba del árbol sagrado y se fijo en la cicatriz que demostraba que alguna vez el hanyou había estado sellado, extendió su mano izquierda y toco la franja y antes de retirar la mano para irse a su habitación dijo en un simple susurro.
-Inuyasha… no descansare hasta volver a tu lado Te amo.-Y con esa afirmación comenzó a andar aunque no llego muy lejos ya que un dolor en el bajo vientre la hizo chillar y doblarse por la mitad entonces noto como sus piernas se mojaban y en sus pies había un charco.
-¡MAMA!-chillo desesperada la chica sin poderse mover de aquel lugar, su madre, hermano y abuelo aparecieron en ese mismo momento a su lado.
-Kagome hija ya viene vamos adentro.-dijo Naomi mirando a su hija muy preocupada.
-¡No! ¡No! ¡No mama! Aaaaa…-volvió a chillar sin poderlo remediar y es que dolía tanto que no sabía cómo lo estaba soportando.
-Kagome debemos de ir dentro cariño.-decía su abuelo intentando ayudar a su hija pero su nieta no entraba en razones.
-En el pozo…-dijo antes de volver a chillar.
-Hermana, no debe de ser en casa.-dijo Sota muy asustado por que a su hermana y a su sobrino les pasase algo.
-Por favor… aaaaa… prepararlo para tenerlo allí, por favor…-dijo angustiada y sin parar de chillar, y es que eso dolía horrores juraba que cuando volviera a ver a Inuyasha iba a decirles muchos siéntate como venganza.
-Vale.-dijo Naomi entendiendo porque su hija quería hacerlo allí y es que querria sentirse lo más cercana a Inuyasha, y ahora mirando a su hijo hablo claro y alto.-Sota necesito que vayas a la casa y cojas toallas limpias, agua hirviendo, agua tibia, sabanas limpias, mantas y un futon de los que están guardados en mi habitación, papa tu ve a por linternas lámparas o cualquier artilugio que de luz en el cuarto del pozo.-el abuelo de Kagome asintió y se dirigió hacia el cuartito a buscar lo que le habían pedido.
-Kagome ¿Te puedes mover?-pregunto su madre y esta asintió con la cabeza.
-¿Puedes andar pequeña?-volvió a preguntar a su madre.
-Si mama.
-Pues agárrate a mí que vamos a conocer al nuevo miembro de la familia.-dijo su madre sonriéndole para tranquilizarla, pararon unas cuantas veces a causa de que las contracciones de la pelinegra eran cada vez más continuas y con más duración.
-Ya hemos llegado mi niña, solo unas escaleras y ya.
Eso fue lo más duro el tener que bajar las escaleras, pero finalmente lo consiguieron cuando llegaron abajo la recostó en el futon que Sota había traído.
-Mama tu amiga la doctora ya está de camino dice que en menos de media hora esta aquí.-dijo Sota mirando a su madre y esta asintió tras eso sota se sentó detrás de su hermana para que esta apoyara su cabeza en su pecho y es que la iba a ayudar en todo lo que pudiera su abuelo y su madre se pusieron cada uno a un lado y le agarraron las manos de manera de apoyo en poco más de veinte minutos, llego la doctora amiga de Naomi.
-¿Cómo estas Kagome?-pregunto aquella mujer dirigiendo su mirada hacia la joven que allí se encontraba intentando dar a luz.
-Dueleee.-dijo chillando la joven sin poder remediarlo.
-Ya lo sé, lo sé cariño no te preocupes todo pasara.-le dijo esta sonriéndole para continuar hablándole con calma.- Kagome abre las piernas voy a mirar cuanto has dilatado.
Tras unos minutos observándola la miro a los ojos y luego miro a su gran amiga.- Naomi esto no es normal ha dilatado ya diez centímetros y está preparada para empujar.
Naomi la miro con preocupación ella entendía de lo que hablaba era muy raro que una primeriza en apenas una hora estuviera preparada para el parto, iba todo demasiado rápido y lo que temía que fuera por que el bebe hacia que Kagome hiciera esfuerzos sobre humanos y ella era humana.
Ahora la doctora se dirigió a Kagome directamente.- Kagome cuando yo te diga debes de empujar con la mayor fuerza que poseas ¿lo entiendes cielo?-esta asintió con vehemencia.
-Vale. Empuja.
-Aaaaaa-grito está haciendo lo que la doctora le pedía.
-Muy bien cielo, empuja.
Este mandato se lo repitió unas cuantas veces más.
-Kagome le veo la cabeza necesito que empujes dos veces más y estará contigo tu bebe.-la aludida asintió decidida estaba cansada y le dolían todas las partes de su cuerpo pero donde no podía soportar más dolor era en la parte inferior de su cuerpo pero no se rendiría hasta que viera a su bebe con ella sano y salvo.
-Ahora Kagome con más fuerza.-repitió de nuevo esta hizo exactamente lo que le dijo aquella.-Venga Kagome uno más, el ultimo tesoro y tu bebe vera el mundo por primera vez.-esta se incorporo con una fuerza que no era posible que siguiera poseyendo después del esfuerzo que había hecho, de repente algo salió de ella y empezó a oírse un llanto fuerte muy fuerte.
-¿Está bien?- pregunto la joven madre asustada por si algo malo le pasaba a su bebe.
-Si tu niño está perfectamente, al igual que sus pulmones.-la doctora le sonrió tapo al pequeño niño con una mantita y se lo puso en su pecho, ella soltó la mano de su abuelo y madre para poder cogerlo bien, cuando lo tuvo acomodado lo miro y de sus ojos empezaron a brotar lagrima tras lagrima.
-Kagome es precioso.-dijo su abuelo también llorando por la emoción de conocer a su bisnieto.
Esta se fijo bien en su pequeño niño en su pelo plateado, en su tez morena, sus pequeños, colmillitos, sus garras, sus marcas en el rostro iguales a las de Inuyasha cuando se transformaba, pero las orejas que poseía el encima de su cabeza, no las tenía su bebe este poseía las orejas puntiagudas iguales a la de Sesshomaru pero lo que la emociono de verdad fue cuando el pequeño abrió los ojos y la miro, tenía los ojos dorados como el sol era igual a aquel hombre que solo había visto en una sola ocasión y lo que vio fue su espíritu, era igual al padre de inuyasha y Sesshomaru, era igual a Inu no Taisho, igual al difunto general perro.
-Hermana que nombre le pondrás.-pregunto Sota impaciente por saber cómo se llamaría su pequeño sobrino, esta miro a su hermano y le sonrió.
-Aunque os parezca absurdo e incomprensible mi bebe es igual al padre de Inuyasha en una copia perfecta de él solo tuve una ocasión de verlo pero sé que mi pequeño es igual a el, y por eso mi niño se llamara igual que su abuelo.-dijo está mirando a su precioso niño.
-Bueno entonces ¿Cómo se llamara?-dijo la madre impaciente de querer saber.
-Pues se llamara Inu no.-finalizo la chica.
-Inu no Higurashi suena bien Kagome.-dijo el abuelo perdido en sus pensamientos con lo cual no se dio cuenta en qué momento su nieta había girado la mirada hacia él con cara de querer asesinarlo con los ojos.
-Abuelo no se llamara Higurashi, el tendrá el apellido de su padre, Inu no Taisho.-dijo finalmente con una sonrisa de felicidad.
