Hola a Todos! Espero que les guste mi nueva historia, así que si pudieran dejarme sus apreciaciones y críticas estaría muy agradecida. He vuelto después de mucho tiempo, y planeo reescribir mis historias que están inconclusas, ésta historia en particular la estaría actualizando cada 10 aproximadamente.
Declaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de J.K Rowling y yo lo utilizo para medios recreativos sin fines de lucro.
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Capitulo uno:
"Reclamado"
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Hace varios siglos atrás, mucho antes de la creación del místico castillo de Hogwarts, tantos que se perdió en los annales de los libros de historia de la magia, que ya nadie sabe a ciencia cierta si en algún momento ocurrió de verdad. Cuando las comunidades mágicas aun no existían y sólo poblaban la tierra pequeños grupos de magos que se reunían en aldeas y traspasaban sus conocimientos sin salir del límite de sus propias montañas, surgió una familia, tan poderosa que aún prevalece, inmutable y constante a través del tiempo.
No se sabe bien el cómo ni el por qué; se especula que hicieron un pacto con la magia más oscura que puede existir, la que posee propia conciencia y razonamiento, esa que por las noches corre como fría brisa, traspasando las ventanas cerradas y la piel, para llegar a congelar el alma, y que ésta, a través de un sacrificio que le fue entregado, les dio a ellos y a su legado poder eterno.
Otros dicen que una maldición cayó sobre ellos, y que el propio Merlín e inclusive Morgana se apiadaron de sus almas condenadas y les entregaron poderes para sobrellevar su maldito destino.
Otros aseguran que se les encomendó una misión que sólo ellos pueden cumplir. Algo tan importante que ni siquiera el ministerio puede intervenir, y que eso explicaría sus habilidades fuera de lo normal y el por qué del llamado que hacían a magos y brujas, llevados muchas veces a la fuerza al castillo del Clan Potter, para nunca más saber de ellos. Aunque esto quedara solo como un rumor que vagaba por debajo de las alfombras en comparación con las entonaciones mas oscuras que otras historias les daban.
La historia del afanado Clan Potter es sabida por todo el mundo mágico, no sólo inglés, sino que es conocida en todas las comunidades de Europa, y convertida casi en un mito tras el océano. Nadie sabe a ciencia cierta el por qué aquella familia se irguió por sobre las demás, adquiriendo derechos mágicos que ningún otro podía aspirar; el secretismo, la inmunidad, los privilegios con los que cuentan en todos los ámbitos mágicos. Pero lo que sí se sabe es que sólo se conoce a un Potter cuando éste adquiere la mayoría de edad, o actualmente, cuando se titula de Hogwarts, y hace su primera reclamación.
Mucho se especula sobre qué pasa con los magos y brujas que son reclamados por los Potter, nunca más se vuelve a saber de ellos, por lo menos oficialmente. Algunos dicen que se vuelven parte del clan Potter, aquellos hombres y mujeres que visten túnicas negras y doradas que acompañan al patriarca, la única cara visible de aquella misteriosa familia, cuando éste sale de su mansión, pero son puras conjeturas, ya que las máscaras doradas que llevan les impiden confirmar esa versión.
Otros plantean que son utilizados para experimentos, otros que son entregados como sacrificio para la magia oscura, y algunos cuantos tiemblan de sólo pensar en las torturas y vejaciones a los que pueden ser sometidos en aquella misteriosa mansión que nadie sabe dónde está. Y entre murmullos temerosos, se dice que dejaron en parte de ser humanos y reclaman a aquellos brujos para cumplir todas sus depravaciones cuales demonios y después devorar su carne mientras las victimas vivas gritan de dolor.
Varios han tratado de eliminar aquel horrible derecho, al que los otros que poseen son sólo una nimiedad, la reclamación de magos y brujas hace que el corazón de toda madre se estruje con dolor. El tratado, enmarcado y colgado en el vestíbulo del ministerio les recuerda a todos, día a día que aquella familia está vigente y que en cualquier momento puede venir a reclamar a uno de los suyos.
"Por el poder y decisión de la magia que se mueve y circula en la tierra, todos los herederos Potter, sin excepción, podrán reclamar a cualquier mago y bruja en edad de casarse, y tantos como estime conveniente según los términos planteados con la misma muerte y la sangre. He aquí los derechos por sobre todos que le son conferidos, sin fin y sin revocación… "
Aquel párrafo gravado a fuego en la mente de todo hechicero provoca que múltiples sentimientos surjan; dolor, miedo, rabia, impotencia. Pero de lo que sí se está seguro, es del terror que fluye en las familias cada junio, cuando el expreso de Hogwarts llega a la estación King Cross trayendo a los alumnos para sus vacaciones, porque de entre los muchachos y jovencitas recién titulados, puede surgir un Potter, que reclame a una persona, y por derecho mágico inquebrantable, ninguna familia se puede negar a entregar a uno de sus miembros al clan Potter.
- Es ridículo que exista una familia tan poderosa que ni el mismísimo ministerio la pueda frenar, ¡es un secuestro con todas sus letras!- expresaba una castaña a la salida del salón.
-vamos Hermione, todos los años reclamas lo mismo….
-¡pero Ronald!- vociferó indignada- lo que hacen es horrible, nadie sabe que hacen con las personas, nadie nunca ha ido a los terrenos de los Potter excepto los que son del clan, y peor aún, gozan de privilegios excesivos, ellos son como cualquier mago, no son reyes.
-los muggles tienen reyes
-¡pero no todos!- Hermione torció el gesto, molesta y de seguro vociferando en su cabeza.
-solo hay que aceptarlo- dijo resignado el pelirrojo- las leyendas dicen que tienen ese puesto por una muy buena razón.
-pero nadie sabe cuál es, quizás ya no cumplen ningún deber y solo gozan de sus privilegios cual burócrata vitalicio.
-además son escalofriantes- susurró Neville. Todos recordaron fugazmente la foto del patriarca Potter, James, en el ministerio de magia junto a su guardia. Todos ocupando túnicas negras con cocidos dorados y la cara del hombre, fría y sin ninguna expresión en su rostro u ojos.
-es inaceptable- volvió a murmurar la castaña.
-vamos Hermione, te quejas siempre al final de curso cuando nos recuerdan la historia en DCAO- la castaña se giró hacia el chico que hablo y dijo con voz trémula.
-sólo encuentro que es injusto los privilegios que tiene esa familia- hizo un gesto incomodo- además me da pavor lo que le pasa a la gente que reclaman.
-no creo que nada malo- la chica sonrió levemente.
-eso espero, Harry.
Harry le acaricio un mechón castaño a su amiga antes de guiar sus ojos verdes al frente del pasillo, tras él iban sus otros compañeros Gryffindor, caminando todos juntos como no lo habían hecho desde primero, y es que estar a una semana de terminar su último año en Hogwarts pone nostálgico a cualquiera.
Se dirigieron a los jardines, bromeando entre todos, sentándose en el césped para disfrutar de los cálidos rayos que entregaban los últimos días de primavera. A su lado tenía a Hermione, quien revisaba nuevamente, como cada año, el libro dedicado al clan Potter, asegurando que algún día, ella lograría quitarle sus poderes.
Ron viraba los ojos al cielo, y repetía como mantra que eso era imposible, la chica lo miraría enojada, discutirían un poco y finalmente el pelirrojo se rendiría, igual que cada año, solo que éste año se incluía un beso al final.
-Hay que juntarnos en verano- Dean se mostraba emocionado.
- Podríamos ir a la playa a acampar- sugirió Seamus, Lavander frunció el ceño.
- ¿y terminar llena de arena? Me niego.
-vamos, será divertido, toda la pandilla Gryffindor – el Irlandés tomo a Neville por el cuello - ¿y tú que dices?
- no estaría mal – respondió tímidamente.
-¡será genial! ¿Qué dices compañero? Después podrías venir a la madriguera conmigo – los ojos verdes conectaron con los azules y un leve pinchazo se instaló en su pecho. La boca se le secó.
De pronto una serpiente hecha de fuegos artificiales apareció desde el cielo y explotó frente al grupo, específicamente frente a Ron, dejándole la frente y la punta de la nariz cubierta de hollín, interrumpiendo cualquier respuesta que Harry pudiera dar.
-que rápidos reflejos, comadreja- el grupo se giró para ver a los Slytherin de séptimo al completo carcajeándose y apuntándolos descaradamente, siendo encabezados por Draco Malfoy, al parecer, se habían estado escondiendo tras unos arbustos.
-¡estúpido Huron!- bramó el pelirrojo sacando su varita al mismo tiempo que se levantaba, todos hicieron lo mismo.
-cuidado con tu boca pobretón- dijo el rubio acercándose con la malicia curvada en los labios- acuérdate que sólo queda una semana para dejar Hogwarts, y debido a tus obvias carentes habilidades lo más seguro es que termines limpiando baños- los Slytherin se rieron en coro- deberías acostumbrarte a tratarme bien, después de todo, limpiaras mi mierda.
-¡cuida esa boca Malfoy!- los ojos grises se movieron a hasta toparse con unos esmeraldas- o haré que comas mierda ahora mismo.
-sacaste las garras, Evans – Malfoy guardo su varita y meneo su túnica de forma elegante- siempre ayudando a los demás, podrías ayudarte a ti mismo y hacer algo con ese corte de cabello, el estilo pélela nunca ha estado de moda. – sus mejillas se sonrojaron llevándose casi por instinto su mano a su corto cabello castaño.
-no tiene corte de pélela – gruñó, Malfoy sonrió con suficiencia.
-si eso te ayuda a dormir por las noches.
-¡púdrete Huron!- escupió Seamus
-que ingenioso irlandés- se mofo Draco, volviendo tras sus pies y yéndose camino a la entrada más próxima, seguido de su séquito, todos dándoles caras burlescas y gestos obscenos.
-como los odio- murmuró Dean siendo secundado por Lavander y Parvati.
-ojala que a uno de ellos lo reclamaran los Potter.
-¡Ron!- gritó indignada Hermione, el pelirrojo se encogió.
-¡vamos! Se lo merecen, quizás los reclamen para que laven sus baños.
-o que arreglen el jardín- siguió Neville.
-o que hagan las camas- agregó Parvati.
-son tan crueles- murmuro Hermione tratando de parecer indignada, pero con una sonrisita asomándose en sus labios.
-vamos Hermione, son solo bromas, no creo que a ninguno de nosotros nos pase algo- le consoló Ron pasando un brazo por sus hombros algo sonrojado, aun le costaba algo mostrarse afectuoso frente a otras persona- además, la última persona que fue reclamada fue hace siete años.
Harry sonrió junto a sus amigos mientras se dirigían a su siguiente clase, fijó su mirada en cada rostro grabando cada gesto, cada mueca, cada sonrisa, como lo llevaba haciendo hace semanas. Suspiro con pesar.
Quedaban sólo seis días de libertad.
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-¡Evans, Harry!
El pelinegro se levantó de la mesa de Gryffindor, entre la multitud de aplausos y uno que otro "¡gracias capitán!", y se dirigió a la tarima del comedor, donde frente a la mesa de los profesores estaba Dumbledore junto a los jefes de casas.
A penas puso un pie, Dumbledore le sonrió bonachón y le estrecho la mano mientras que la profesora McGonagall colocaba dos pergaminos en su poder, uno que lo certificaba como alumno egresado de Hogwarts y otro por reconocimiento a su labor como capitán de quidditch. Sonrió Feliz.
- felicitaciones, señor Evans, espero que cumpla su sueño de ser auror- le dijo McGonagall dándole un suave apretón a uno de sus brazos.
-gracias profesora- murmuro, con el pecho un tanto comprimido, pero sin quitar la curva de sus labios.
Después de que el último estudiante pasara a recibir su pergamino, toda la generación se colocó al frente del comedor con el señor Filch manejando una gigantesca cámara de fotos mientras que el resto del alumnado les aplaudía.
Con su cuello siendo rodeado por uno de los brazos de Ron, y Hermione abrazándolo por el pecho no pudo evitar sentir que su último momento junto a sus amigos era aquel, el instante de máxima felicidad como un alumno normal y corriente, que pasaría el verano junto a sus amigos antes de ingresar a los cuarteles de aurores. Esa podría haber sido su vida si es que hubiera nacido como una persona normal.
-¡felicitaciones Generación de 1998 del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería!- Alabó Dumbledore girando su varita haciendo que múltiples luces estallaran sobre sus cabezas a la vez que la cámara emitía un flash tras otro.
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-esto es triste- gimió Ginny viendo como el tren entraba poco a poco a la estación- el próximo año no estarán ustedes- se dio vuelta y dio una mirada triste e intensa a Harry que solo sonrió un poco cohibido.
-estarás bien- dijo, la chica hizo un mohín y le tomo el brazo, apoyando la barbilla en su hombro.
-pero los extrañare.
-y nosotros también te extrañaremos- dijo Hermione, rompiendo el incómodo momento para el castaño quien le sonrió agradecido- pero para eso nos juntaremos en la madriguera durante el verano, ¿o no chicos?
-¡claro que sí!- dijo Ron sacando su baúl de la rejilla- vendrá Bill con Fleur a visitarnos unas semanas, y también Charlie. Podremos hacer un buen partido de quidditch, ¿Qué dices compa?
-pues tendría que ver- dijo un tanto inquieto, tratando de no mirar a sus amigos mientras tomaba su baúl.
-vamos amigo, serán nuestras últimas vacaciones antes de entrar a nuestras carreras- Ron hizo un ruido de asco antes de seguir- podríamos por fin conocer a tus padres.
- es cierto, es casi inconcebible que no conozcamos a tus padres, Harry- dijo Hermione siguiéndolos por el pasillo del tren- sé que dices que siempre están ocupados por trabajo, pero tendrán un día libre, tal vez podamos ir a visitarte, nunca hemos ido a tu casa.
-a mí me gustaría conocer a tus padres- dijo Ginny- o tu alcoba
Sintió como sus mejillas se sonrojaban, y esperaba de todo corazón que Ron no haya escuchado el comentario de su hermana, ¿por qué la chica no se daba cuenta que él también la veía como una hermanita? Sintió la mirada apenada de Hermione en su nuca, por lo menos sabía que su amiga trataba de hacer entender a la pequeña pelirroja, y de paso, le salvaba de situaciones incomodas.
Los murmullos típicos del tren de a poco comenzaron a subir de intensidad, hasta que pasaron a ser suaves chillidos y gritos ahogados. Una chica de Revenclaw pasó llorando por su lado, llevando de la mano a la que parecía ser su hermana menor, ambas con el espanto pintado en sus rostros.
-¿Qué habrá ocurrido?- preguntó nerviosa Hermione
-vamos a ver- murmuro Ron.
Los cuatro se encaminaron hasta la mitad del tren donde la mayoría de los alumnos se apiñaban en las ventanas y en las salidas. El pelirrojo empujó a unos cuantos haciéndose paso a una de las salidas haciendo uso de su altura, ya afuera del tren, se dieron cuenta que la vista de todos los presentes se encontraba en cuatro figuras vestidas completamente de negros, con dibujos dorados hilados en las telas parecidos a las runas, y con máscaras doradas que no poseían ni una sola expresión, tan solo dos ovalos oscuros en donde deberían estar los ojos cubriendo sus rostros.
-son del clan Potter- dijo Hermione ahogando un grito. Tras de él, Ginny se aferró a su suéter.
-niños que bueno que están aquí- se giraron y vieron los rostros agitados de los señores Weasley, Molly les dio una mirada preocupada y abrazó inmediatamente a Ginny- la salida está cerrada, tenemos que esperar a ver a quien se llevan- levantó la cabeza del pelo rojo de su hija y la fijo en Ron- oh mi niño, espero que no seas tú- dijo angustiada.
-tranquila querida- la consolaba Arthur- sólo hay que esperar.
Fue una eternidad tormentosa para las familias y alumnos, que poco a poco fueron bajando del tren, tratando de mantener la mayor distancia posible con aquellos seres vestidos de negros. Los menores se abrazaban a sus padres asustados, mientras que los más grandes no podían quitar la vista de aquellos cuatro, donde en sus pupilas danzaban la curiosidad del evento y el terror de ser uno de ellos el o la elegida por el clan Potter.
Todos contuvieron el aliento cuando una de las figuras se adelantó un paso y giro su cabeza, observando a todos los presentes tras su máscara. Harry vio como la señora Weasley temblaba y apretaba las manos de sus hijos cuando la mirada de aquel hombre pasó por donde estaban ellos.
Finalmente, la vista del hombre se quedó fija en un punto en el andén al otro lado de donde ellos se encontraban, a paso firme se dirigió hacia donde miraba siendo seguido por otro de los enmascarados. La gente comenzó a retroceder y a abrirles paso, asustada.
Harry podía ver el miedo que marcaban sus caras y suspiró. Cerró los ojos y mentalmente se preparó para lo que debía hacer ahora.
-¡suéltenme!
-¡No, Draco!
Escucho como Hermione gemía y Ron soltaba un jadeo impresionado. De entre la multitud iba Draco Malfoy siendo arrastrado por los dos encapuchados, mientras que tras ellos caminaban una Narcissa al borde de las lágrimas y un Lucius Malfoy avanzando a trompicones, tratando de modular algo para detener aquello.
-¡no pueden hacer esto!- vociferó finalmente Lucius. Una de las figuras que llevaba a Draco, el más menudo de los dos, tomo al muchacho firmemente de ambos brazos por la espalda, mientras que el otro se giró hacia el hombre imponiendo toda su altura.
-¿negaras un derecho otorgado por la magia?- la voz grave y aterciopelada del hombre les dio escalofríos a todos los presentes. Lucius pareció titubear un segundo antes de recomponer su postura.
-exijo saber quién está reclamando a mi hijo- dijo con voz firme, tras él, Narcissa apretaba nerviosamente sus manos contra su túnica de seda azul mientras sus ojos acuosos miraban a su hijo con agonía.
-no tienes derecho a exigir nada- le respondió el enmascarado. El otro aún mantenía su agarre sobre Draco, mientras que a su lado, la figura más menuda y pequeña de las cuatro encapuchados se acercó sacando su varita, la gente al verle se echó un paso atrás.
-es mi único hijo- dijo con voz trémula Malfoy, fijando su temblorosa mirada sobre su hijo quien le miraba de la misma forma, pidiendo ayuda con sus ojos grises. Pudo apreciar que los señores Weasley miraban con dolor la escena, a pesar de la rivalidad que mantenían ambas familias, este era superado por el dolor que suponía perder un hijo.- quiero negociar.
Tras sus palabras hubo un breve silencio, ninguna de las cuatro figuras se movió o se pronunció a las últimas palabras de Malfoy, los presentes contenían el aliento sin perderse absolutamente nada de lo que ocurría frente a sus ojos. Finalmente, tras casi un minuto de silencio, Harry suspiró, ya era suficiente.
-¿Qué haces?- le preguntó en un murmullo Hermione al verle abrir la jaula de Hedwig. La lechuza blanca extendió grácilmente sus alas cuando la jaula fue abierta, dio una mirada inteligente a su dueño antes de emprender un breve vuelo hasta los hombros del hombre que estaba frente a Lucius- ¿Harry?- volvió a preguntar la chica esta vez un poco más fuerte.
Alzo la vista hasta toparse con los ojos cafés de su amiga, para luego trasladarse al mar azul de confusión que eran los de su mejor amigo. Ambos tenían la cara envuelta en una conmoción que poco a poco se iba aclarando a la incredulidad, sabían, o por lo menos, intuían qué era lo que estaba pasando, Hermione negaba de un lado a otro mientras que Ron tensaba la mandíbula. Se contuvo de mirar hacia los señores Weasley y Ginny, o hacia las personas que tenía alrededor y que sabía, sus miradas eran dirigidas a él.
Avanzo un paso hacia el frente tomando por una de las manillas su baúl, Hermione hizo un ademan de querer tomarle el brazo, pero se refrenó a último momento, llevando su mano al pecho y dando un quejido ahogado. Dio un par de pasos más, pasando saliva por su garganta inusualmente seca, y teniendo como eco las ruedas del baúl sobre la piedra.
Con un último paso se hizo visible para el resto del público, quienes habían dejado a los Malfoy y a los encapuchados en un círculo en medio de la estación. Mientras continuaba avanzando hizo un giro con su muñeca, sintió la magia recorrer su cuerpo y cuando el público a su alrededor soltó una jadeo generalizado, supo lo que había pasado.
Supo que su pelo había crecido unos centímetros, el flequillo negro azabache reemplazó al castaño claro que había utilizado durante sus siete años de estudio en Hogwarts, también supo que su piel dejó de ser de un tono melocotón para ser de un suave moreno. De su bolsillo sacó unas gafas redondas que reemplazaron a las cuadriculares que siempre usaba. La gente a su alrededor soltaron diferentes expresiones de lo que veían, pero sus caras representaban lo mismo, incredulidad.
Uno de los enmascarados, quien se había quedado apartado de los Malfoys, se giró hacia él en un movimiento rápido y fluido que asustó a más de uno. Y con paso firme avanzó rápido hacia Harry, tomando su baúl en cuanto estuvo a su lado.
La audiencia contuvo el aliento cuando el pelinegro se acercó a Lucius Malfoy con la barbilla en alto, con los hombres rectos hacia atrás imponiendo su porte y un poder que nunca antes había demostrado. Las esmeraldas centellaron antes de que con voz fuerte y clara dijera:
-yo soy quien reclama a tu hijo- los ojos del patriarca se fijaron en él, iracundos, podía ver la furia e impotencia refulgir tras los iris grises. Sin embargo, mantenía el rostro impávido, tratando de mantener la calma que obviamente no sentía- y no hay nada que negociar.
Se giró, sin antes ver como los ojos de Lucius se abrían, dejando traslucir lo impotente y desarmado que esas pocas palabras lo habían dejado, mientras que el rostro de Narcissa se terminaba de descomponer. Fijó su atención en su rival de colegio, siete años en los que se dedicaron a fastidiarse y arruinarse la existencia mutuamente, aquellos ojos grises altaneros que siempre brillaban con malicia cada vez que se enfrentaban a duelo, le convencieron de elegirlo a él primero que a los demás. Aquellos ojos que ahora lo miraban asustados y perplejos.
-¿Evans?-preguntó casi inaudible Draco. Harry sonrió, como nunca ninguno de los presentes lo vio sonreír, con malicia y soberbia. A Draco se le erizo la piel.
-ah ah- canturreo el pelinegro acercándose a su némesis, tomando suavemente con su mano el mentón tembloroso, conectando las miradas- Potter- susurró, antes que los guardias giraran las varitas y les hicieran a los seis desaparecer, teniendo como último sonido de la estación el grito desgarrador de Narcissa.
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Continuará...
