Nunca digas nunca.-
Capitulo 1: "Deseo".
Suspire, lanzando –dentro del bolso- mi libro de pociones. Aquella clase era más de lo mismo, y por ello me resultaba imposible de comprender como había sido la asignatura favorita de mi padre, durante su estadía en esta escuela.
Me apresure a dejar el aula y perderme entre la gente, que ascendía por las robustas escaleras. Sonriendo para mis adentros, al vislumbrar las puertas de la entrada, y aún más al sentir el fresco aroma del atardecer acariciar mi rostro y mecer los mechones rubios que adornaban mi frente.
Arroje el bolso junto a un alto –pero maltrecho- árbol, de diminutas flores amarillas. Inhalando con calma, llene mis pulmones con el aroma a tierra húmeda y sol que dominaban el ambiente.
Mis ojos pasearon a mi alrededor, deteniéndose –por unos instantes- en el "clan Potter" que reía y bromeaba –de forma estrepitosa- con el "clan Weasley" a un par de metros de mi. Era increíble como solían aparecer –prácticamente de la nada- interrumpiendo con su bullicio, mi tan ansiada paz.
Suspire, recostando la espalda contra el tronco del árbol. Maldiciendo por lo bajo –dos escasos minutos más tarde- al distinguir mi nombre entre un crepitar ensordecedor de pitidos.
-Cleo- murmure mirando a la despampanante chica de grandes ojos verdes, que se dejo caer de rodillas junto a mi.
-sabía que te encontraría aquí. Aunque no comprendo por qué te gusta tanto, esta lleno de insectos-
Hizo un mohín, apartando un mechón de cabello de su rostro.
Rodé los ojos, mordiendo mi lengua. Mientras me esforzaba por responder –lo más caballerosamente posible- al increíble número de sandeces que aquella chica era capaz de colocar en una sola frase.
Merlín como costaba.
-necesitaba aire fresco y algo de paz- enfatice la última palabra, arrastrando las sílabas con mi elegancia innata.
Sus iris pardo me examinaron un par de segundos –como si evaluara mis palabras- sonriendo ampliamente luego, a algo tras mi espalda.
Gire la cabeza, rechinando los dientes –exasperado- al ver como mi utopía de paz y quietud caía por un precipicio, con la llegada de mis compañeros de casa.
Aparte la vista –molesto- encontrando un par de iris color chocolate fijas en mí. Sostuve su mirada por escasos segundos –ya que ella se apresuro a apartarla y esconder el rostro, tras la espesa cortina de bucles que caían en cascada por su hombro-. Sembrando una indescriptible sensación de vacío en mis entrañas.
-yo no sé que le encuentras, no es la gran cosa-
Voltee a ver a Cleo, sintiendo mis músculos tensarse ante la perspectiva que hubiese seguido la dirección de mi mirada, pillándome infragante. Pero su atención –esta vez- no se hallaba en mí, sino en su hermano a quien miraba con el entrecejo fruncido.
-es guapa, y a diferencia tuya no lo presume- respondió Blaise, ganándose una furiosa mirada de su hermana.
-¿tú piensas igual?- murmuro con notable despreció, fijando en mi sus grandes ojos pardo.
-¿de quien?- susurre mirando furtivamente, como el sol arrancaba destellos dorados a la rizada cabellera de la pelirroja, a unos escasos metros de mí.
-de Rose Weasley- dijo, como si aquel nombre fuese una palabrota. Pero aún así mi corazón dio un vuelco en mi pecho.
-no sé, no le he prestado atención-
Mentiroso. Si te has pasado semanas viéndola como un completo idiota.
Una amplia y arrogante sonrisa se extendió por su rostro, claramente satisfecha con mi –aparente desinteresada- respuesta.
-al menos alguien aquí aún cuenta con sentido común- susurro Cleo, obteniendo un par de bufidos por su comentario.
-¿a que consigo una cita con ella?-
Mi corazón se detuvo. Mire a Blaise un instante, experimentando una súbita ira correr por mi torrente sanguíneo –de sólo imaginarlo a solas con ella-. Fui incapaz de contener un resoplido, sintiendo la garganta seca y un gusto amargo en la boca.
¿Y a pito de qué venía aquello?
Oí a Cleo gruñir –notablemente- molesta a mi lado y a Patrick responder algo a Blaise, pero no fui capaz de entender o llegar a prestar atención a sus palabras. Mis sentidos, se hallaban inmersos en una espesa cabellera rojiza, repleta de perfectos bucles, que la brisa del crepúsculo era incapaz de desarmar.
Una vez más, me deje envolver por la hermosura que destilaban hasta sus más insignificantes gestos, atrayendo mis vulnerables iris gris -cual magnetismo de un gran imán- y yo no deseaba luchar con aquella fuerza. En vez de ello me dedique a gozar de las maravillas, que mis ojos encontraban en ella, al verla con tal detenimiento.
Sus pómulos suavemente ruborizados, otorgaban un color adorable a su rostro de porcelana, decorado –proporcional y armónicamente- por su respingada y altanera pequeña nariz –revestida de pequeñísimas pecas-. Por sus hipnóticos ojos, del color del más dulce chocolate y su boca pequeña –pero generosa- de suaves y carnosos labios carmín. Que hechizaron mis sentidos, al danzar –seductores- en respuesta a una pregunta que yo no había oído.
Desee –sin ser conciente para frenarme- experimentar el placer incitante de sentir sus rojos labios entre los míos, succionando su sabor con mi lengua y atosigando mi boca de el.
Comprendí que mi trastornada mente había sobrepasado el límite, cuando se permitió divagar peligrosamente –atormentando mi alma y estremeciendo hasta la más oculta de mis células- imaginando como sería sentir el calor de su piel marfileña en mis brazos y el incipiente sabor de su boca en la mía.
Ella era hermosa –eso era indiscutible- pero nuestras familias jamás consentirían algo entre nosotros, por más prometedor que sonase.
Suficiente ¿te has vuelto loco?
Tal vez y era cierto. Sonreí, tardando un par de segundos –o bien ágiles minutos- en recobrar el sentido común e intentar cortar las locas fantasías, que se habían apoderado de mi mente y mi razón. Pero resultaba poderosamente difícil con ella a sólo unos pasos de mi.
No daba crédito a mis desequilibrados pensamientos ¿en verdad me había permitido pensar que podía ocurrir algo entre nosotros? Aquello era la peor locura, ya que aunque mis padres lo consintiesen, o mejor aún, que ella sintiese siquiera la tercera parte de lo que sentía en aquel instante, el abuelo Lucius jamás permitiría que me relacionase con lo que el consideraba traidores a la sangre y descendientes de muggles…
Definitivamente había perdido la razón.
Pero ya no importaba, en aquel instante todo cuanto tenía cavidad en mi mente se retorcía inquieto de saber que era lo que ella pensaba ¿Pensaría como el abuelo? O que sólo era un arrogante sangre pura, hijo de uno de los mayores enemigos de sus padres durante la escuela. Pero las cosas habían cambiado ¿no? Su madre aseguraba que aquella enemistad había finalizado cuando el padre de los Potter había salvado al suyo…
Mis disvareos se vieron interrumpidos, al verla incorporase –del pasto y recoger sus libros dispersos- acomodando –sensualmente- sus rizos tras su hombro y dedicar una angelical y deslumbrante sonrisa a sus primos y hermanos, antes de emprender el camino de regreso a la escuela.
Mi corazón emprendió una carrera eufórica contra mis costillas, al comprender que en su camino se cruzaría conmigo. Deteniéndose en seco, cuando su mirada chocolatosa choco con mis iris gris y una tímida –pero bella sonrisa- se extendió en su dulce rostro, notoriamente sonrosado.
Definitivamente aquella chica me traía de cabeza, colgado por mis hormonas.
Suspire, incorporándome dispuesto a seguirla. Nada importaba en aquel instante, ni lo que pensaran mis padres, los suyos o incluso las anticuadas y ridículas creencias del abuelo. Todo lo que necesitaba –a la par del aire- era conocer lo que pasaba por su mente. Y si podría sentir –aunque fuese de lejos- lo que ella había conseguido plantar en mi y que florecía con frenesí adentrándose en mis sentidos y porque no… en mi corazón.
Tal vez y el pequeño Scorpius estaba conociendo, eso que su madre llamaba amor.
Tarde un par escaso de segundos en alcanzar sus pasos, doblaba por un corredor –seguramente rumbo a la biblioteca- con la vista fija en el libro que sostenían sus delicadas manos.
No fue hasta entonces cuando note el aroma dulce que despedía su piel. Inspire –con bastante esfuerzo- sintiendo cada milímetro de mi cuerpo prenderse en llamas ante el suave y adormecedor aroma de su cuerpo.
Rose Weasley olía a melocotón y rosas. Y aquella embriagante fragancia, era la responsable de mis más locas fantasías.
Me detuve a un par escaso de ella, temblando de pies a cabeza a causa de la ansiedad.
-¿Rose?- gesticule con voz rasposa, sintiendo mi corazón cantar furioso en mi pecho, motivado por el más grande deseo.
.
.
.
Fin!
………………………………………… : : ……………………….……………………..
Holap!
Aquí les dejo una nueva locura., mi primer Rose- Scorpius. Que dedico a Muri Black –a quien le prometí una nueva historia antes de terminar Night- a mi Cleo bella -que la incluí en la historia- y a mi melliza perdida.
Espero se animen y me hagan saber lo que les a parecido esta locura en un review. Siempre de la forma más constructiva posible ^^
Hasta el próximo capitulo.
Se cuidan.
Besotes.
.
.
.
AdioZ
