Capítulo 1: Desde aquí recuerdo
Yo era pequeño cuando mi padre encontró a Link en el bosque. Él estaba envuelto en una manta encima de un tronco.
Mi padre siempre lo trató como a un hijo, además que se me aparentaba, excepto en el cabello: el suyo es rubio. Y también un diferente color de ojos (Link los tiene color azul y yo café).
Link y yo nos comportábamos como hermanos, en el pueblo nos decían "gemelos". Pasando algunos años, mi padre nos entrenó en el arte de la espada, aunque debíamos usar varas por falta de rupias (no son adecuadas para estas prácticas), ya que mi padre trabajaba como artesano de madera y piedra. No ganaba mucho pero su trabajo era muy bueno. Me enseñó a esculpir madera.
Un día me encontré un buen trozo de madera, pasé muchos días con este para darle alguna forma –improvisando, no sabía exactamente qué esculpir-, debía apresurarme: se acercaba el día del 7º aniversario de Link.
Ese mismo día, en el centro del bosque, estábamos entrenando un poco. Mejor dicho: Link entrenaba; yo esculpía.
-Te cortarás un brazo si te esfuerzas demasiado –dijo bromeando Link- vamos ¿Qué te parece un pequeño combate amistoso?
-Me parece bien –respondí y me levanté.
-Así se habla hermano.
-¡En guardia! –dicho esto me abalancé sobre él con un fuerte ataque frontal, él respondió con un rápido ataque circular rompiendo ambas varas y rasgando mi mejilla derecha.
-¡Hermano! –Gritó preocupado mientras se acercaba hacia mí- Perdón, perdón. No fue mi intención. ¿Estás bien?
-Sí, hermano –reí-. Te preocupas mucho.
-Enserio lo siento.
-creo que la diferencia de entrenamiento se nota –dije bromeando con una sonrisa.
-Sí. Vamos a casa, tengo hambre.
En el camino encontré una hoja para curar mi herida. Mi padre me enseñó a usar cierto tipo de hoja para ello, encontré una y la coloqué en mi mejilla.
-Otra vez lo siento, hermano –se disculpó de nuevo al verme con la hoja en la cara.
-No importa.
Seguimos caminando cuando un deku nos atacó. Buscamos con qué defendernos, Link tomó una vara pero yo me quedé defendiéndome con el pedazo de madera. Luego Link se abalanzó hacia el deku con un ataque múltiple, el deku escupió una deku nut que rompió la rama y golpeó a Link en la cara (eso no le gustó mucho):
-¡Torpe Deku, ven para acá! –dijo furioso mientras lo correteaba, me arrebató el trozo de madera y golpeó al deku hasta toparlo con una enorme piedra en el camino…
-Hermano, detente –lo detuve-. Míralo.
-¿Deku? –lo tomó entre brazos- disculpa, no fue mi intención.
-Calma, Hermano –dije al revisarlo, luego apunté a mi cara-. Trae algunas hojas como esta.
-¡Sí, sí! –salió corriendo buscando las hojas.
Corría gritando "maté a un deku" "me castigarán las diosas" y frases así. En medio del acontecimiento, recordé el trozo de madera, lo vi, el golpe contra la piedra le marcó una forma en particular ideal para una escultura.
Continué mirando el pedazo visualizando lo que haría con este…
-Aquí están las hojas, hermano –dijo Link al llegar cansado por buscar lo que le pedí-. ¿Son suficientes?
-Sí, con estas bastan.
Me puse a curar al deku mientras mi hermano miraba lo que hacía. Unos minutos después, ya sano el deku, retomamos el camino a casa. Link decidió llevar al deku a casa con la esperanza de que mi padre lo dejara conservarlo. Le agarró cariño después de la batalla.
-Ya llegamos, papá –anuncié como acostumbro.
-¿Cómo les fue con el entrenamiento? –preguntó desde la sala.
-Muy bien, papi –dijo Link-. Ya domino el ataque circular.
-Qué bien, Link.
-Mira, encontré este deku. ¿Puedo conservarlo? –preguntó con cierta ilusión en los ojos.
-Bueno –le explicó-, este es un deku pequeño, puedes tenerlo un tiempo pero cuando crezca no cabrá aquí y deberá irse.
Vivimos en una casa simple, ciertos dekus necesitan mucho espacio.
-Está bien, papi. Yo lo cuidaré bien hasta entonces.
Después cenamos y fuimos a dormir. Fue una noche tranquila pero había algo inusual en ella. Aún así no tardé en dormir; pero un mal sueño me torturó:
Estaba en una cueva, la poca luz del día impidió que Link quisiera entrar más a fondo. Unos pasos después de perderme en la oscuridad vi un ligero resplandor: algo de luz entraba por el techo de la cueva y caía en una pared.
Me acerqué a averiguar qué era eso, estiré el brazo y al tocarlo cayó al suelo. Sin saber dónde cayó me agaché a buscarlo, lo encontré y usé la poca luz para examinarlo: era una especie de medallón color cobre… ese medallón me llamaba, su color me provocaba poder; su forma me decía que obtendría todo lo que deseaba al poseerlo; ese medallón me mostró la parte de mí… y me encantó…
En eso aparecí en una torre del castillo de Hyrule, los plebeyos retratando mi imagen en marcos, una bellísima princesa rubia de ojos zafiro y el medallón colgando de mi cuello; afuera, el cielo color morado y las nubes azul oscuro, gorons haciendo esculturas enormes de mí, soras trayéndome joyas y perlas de mar. Terminé riendo maléficamente hasta despertar…
-Hermano –Link me hizo despertar-, levántate. Hoy ayudaremos a papi a vender.
-Ah, sí. Deja me arreglo un poco y voy.
Limpié mi cara, el sueño casi había sido olvidado, pero continuaba un impulso por querer realizarlo. Salí y caminé junto con mi padre y con Link hasta la ciudadela arrastrando una carreta con el trabajo de mi padre, y nos acomodamos en un lugar cerca de la iglesia.
Mucha gente pasaba pero la venta era poca. Estaba aburrido mirando los cucos pasar cuando oí una melodía que me intrigó, era una niña tocando una ocarina, de cabello verde y bonitos ojos (muy linda). Creo haberla visto antes en el pueblo, pero no hablaba con ella.
Aquella niña se acercó a nosotros y preguntó por un grabado en madera. Mi padre me ordenó que yo grabara.
-Que diga "Saria" por favor –me pidió lindamente.
-Sí –pronuncié algo nervioso y ella esperó.
A los pocos minutos acabé con el grabado.
-Qué lindo se ve –me sonrió.
-Es mi trabajo –reí.
-Es muy bonito –me dijo y besó mi mejilla haciéndome sonrojar. Lo notó y me sonrió.
-Toma –me pagó por el grabado-. Luego hablamos.
La miré caminar hasta que se perdió de mi vista…
-¿Qué ves, hermano? –Link interrumpió.
–Este... –pensé qué decir- A ese cuco en el techo jeje.
–Ah, bueno. ¿Te gusta este trabajo, hermano?
–Bueno. Es la primera vez que grabó por rupias y esa niña linda me encantó.
-¿niña linda? –me sorprendió- ¿Cómo es eso, hermano?
-Mira –le expliqué, o al menos lo intenté- cuando una niña es… es… linda contigo ¡Sí! Eso es.
-Hum... No entiendo de eso, hermano.
-Mejor sigamos trabajando.
-Está bien. Pero tendré que saber eso algún día.
Seguí pensando en ella, llegaron algunos clientes y anocheció.
-Hijos, debemos volver a casa. Hay criaturas que atacan cuando no está la luz del sol.
Tomamos lo que no vendimos y regresamos a casa, Deku nos recibió con hambre (sí, mi hermano le puso "Deku" al deku). Cenamos y nos fuimos a dormir, olvidé todo aquel sueño, por un tiempo.
