— ¡Ya me voy!
— ¡Cuídate mucho! ¡Vuelve pronto!
Ésta era la conversación que se escuchaba todas las mañanas desde hace algunos
meses en el pueblo Ikitöh. Una joven salía muy de mañana mientras que la otra le
respondía y se quedaba en casa esperándola.
La chica que corría era de tez blanca, ojos negros y cabello naranja corto un poco por
debajo de los hombros, llevaba un vestido celeste cubierto con una chaqueta blanca.
A lo largo del caminó escuchó un "Buenos días" de su mejor amigo, Kamui Keisuke, de tez
morena cabello marrón y ojos negros, quien se había asomado por la cerca hacia la calle.
— ¡Buenos días, Keisuke! -contestó con una sonrisa-
— ¿Vas camino al entrenamiento?
— ¡Si!, ya es muy tarde nos vemos luego -se inclinó como despedida para seguir
corriendo-
Subió una pequeña colina con un dojo (N/A: Lugar de meditación y práctica de diferentes
actividades tradicionales en la región) en la cima, lo hizo muy despacio tratando de
pensar en algo como excusa por su tardanza, pero su maestro apareció justo delante de
ella, con una mirada muy significativa.
— Llegas tarde.
— ¡Lo siento! -se inclinó hacia él apretando los parpados fuertemente-
— Esta bien, pero respetar el horario es parte del entrenamiento, Mei. -suspiró-
— Lo entiendo...
— Ponte a trabajar, te falta muy poco...
— ¡Sí! -responde muy firmemente-
El entrenamiento de Mei Kurami consistía en una combinación de resistencia, fuerza e
inteligencia, desde levantar pesas, hasta resolver un problema matemático. Su maestro le
orientaba en algunas nuevas indicaciones, pero realmente Mei demostraba un buen
desempeño.
— Muy bien -gritó el maestro desde el dojo- lávate las manos, para tomar el té.
El maestro acostumbraba al finalizar el entrenamiento beber té y aún en verano tomarlo en
un kotatsu (N/A: el kotatsu es un marco de mesa cubierto por un futón donde debajo hay
una estufa, se usa bastante en invierno para mantenerte caliente).
Mientras ambos degustaban de ese sabor y platicaban sobre ciertas cosas, un tema en
especial, hizo a Mei dudar un poco.
— Mei, al inicio de este entrenamiento, me dijiste que, vivías sola
—...Em...si -había duda en la voz de Mei-
— Pero eso no es del todo cierto.
— Claro que lo es -trató de sonar segura-
El maestro de Mei, Hoshi, era bastante sabio y aunque sólo era un humano, sabía mucho
acerca de lo que le rodeaba.
Hoshi la miraba sin cesar.
De pronto el rostro de Mei fue bastante extraño e intranquilo.
— ¿Mei?...-
— Eh...bueno... -titubeó- ¿Por qué tanto interés, maestro? -intentó mantener la calma-
— Bueno, como parte de tu prueba final necesito visitar el lugar donde vives
Mei miró inocentemente a su maestro luego hacia un lado y luego hacia abajo.
— ¿Tienes una hermana?
Si pregunta fue tan directa que dejó a Mei con un hilo de voz.
— ¡¿Que-e...como...?!
— Quiero conocerla -tomó un sorbo de té-
Mei esquivó la mirada un momento, pero luego miro a su maestro preocupada...
— Pero...
— Sólo quiero verla -la miró- ¿no puedo?, sólo quiero conocerla.
Mei suspiró.
— ¿Cuándo...?
— Tu dime
A pesar de todo, la cara de Mei no dejó de mostrar preocupación.
De regreso a casa, aún perdida en sus pensamientos se encaminó a la casa de su mejor
amigo,
— Hola...
— ¡Mei! -bastante sorprendido-...que sorpresa...
— ¿Qué? ¿no puedo visitarte? -dijo haciendo un puchero-
— Eh jajajaj, claro que puedes -dijo acariciándole la cabeza- pero es realmente un
milagro tal vez hoy llueva -dijo mirando el cielo-
— Que cruel eres -sonrió un poco-... ...tengo algo que decirte...
— ¿Que ocurre?
— Pues...es que...no sé...-miró al suelo con vergüenza-
— ¿Eh?
— Keisuke...-volteó a verlo y guardo silencio por un momento- ¿crees que tomar éste
entrenamiento esté bien?
Sólo la miró por un momento.
— ¿Por qué me preguntas eso...? -contestó-
— Pues...todos dicen que es una bendición este poder...-hizo una pausa- todos creen que
si soy un ángel, puedo protegerlos de la maldad, pero tengo algo de miedo...
— ¿A qué?
— Al no ser como ellos dicen...
— Mei -tomó su mano, cosa que causó un sonrojo rebelde en las mejillas de ella- yo creo
que debes hacer lo que te guste, no hagas algo sólo porque los demás lo esperan de tí
— Keisuke...
— Eres especial, porque tienes un poder que los demás no tienen, pero si no te sientes
bien desarrollándolo, no lo hagas...tu decides...
— ¿No decepcionaré a los demás?
— No te decepciones a ti misma
El rostro sorprendido de Mei, las lágrimas que se asomaban por sus ojos y luego un
abrazo intentando buscar apoyo, todo eso, hizo que ya no hubiera más dudas en ella,
definitivamente, quería protegerlo a él y a todas las personas que amaba, para que ya no
hubieran mas arrepentimientos.
— Gracias... -susurró-
— Descuida, yo estoy para ti -le sonrió-
Mei se separó de Keisuke y se dirigió a la salida, seguido por éste.
— Debo irme
— Si, cuídate mucho y vuelve pronto
.
.
"Eres un ángel maravilloso, Mei"
