32 HORAS DE TRABAJO
Estúpida post guardia.
La cabeza me da vueltas, no me puedo concentrar en nada y aún quedan 8 horas más de trabajo. Simplemente la deprivación del sueño estaba causando estragos demasiado grandes en mi como para seguir un momento más sin algún tipo de estimulante.
Lo único que se lograba conseguir a las 8 de la mañana de un domingo era café obviamente, y un muy mal café de la cafetería más horrible que un hospital pudiera tener. Lo iba a pagar pero la chica de la caja me dijo algo como "no es nada doctor" y sonrió amablemente y dejó escapar una risita. A veces no podía creer que las chicas más lindas coquetearan conmigo porque simplemente me veía horrendo. Post guardia, sin dormir, sin afeitar, sin bañar, sin comer y sin ganas ni siquiera de sonreír por la amabilidad. No, la deprivación de sueño me afectaba más allá de lo normal.
Cuando regresé a urgencias con un café de desagradable sabor en la mano derecha ví que mi paciente, el del infarto masivo, ya no estaba. Tiré el vaso en el bote de basura más cercano y corrí a la estación de enfermería donde Mary, la enfermera más bonita de todo el servicio, intentaba una vez más que me fijare en ella. Pero lo que yo quería saber era qué había pasado con mi paciente. Una hora, había salido del servicio una hora para dormir un poco aunque el sueño que había conseguido realmente no había sido nada reparador. Pesadillas, como siempre, ante la más mínima insinuación de un plácido descanso se asomaban para aterrorizarme con vívidos recuerdos de una extraña guerra.
"Tercer infarto doctor, lo llevaron a patología."
Mary dijo todo con una hermosa sonrisa y tratando de tocar mi mano con sus dedos pero lo único que podía pensar era que aquel hombre no debía estar muerto, aunque a sus 25 años, los 140 kg que tenía encima no lo ayudaban mucho. Por alguna razón quería verlo, un fracaso más en urgencias, era como si todos los que era imposible ayudar acudiera justo cuando yo estaba de guardia.
Dirigí mis pasos a Patología, el servicio dónde terminaba todo y finalmente se tenía una respuesta coherente y no era adivinar la respuestas más lógica. Ahí ya podía haber una explicación, aunque generalmente era muy tarde para otra cosa, simplemente la verdad pero nada más. Abrí la puerta que hizo un ruido horrible, como si no estuviera correctamente aceitada, aun así nadie apareció para recibirme. Bendito hospital-escuela, todos parecían no estar responsablemente atendiendo su trabajo; aunque fuera domingo, aunque fuera muy temprano para un domingo.
Sobre una de las mesas estaba mi paciente, como no teníamos registros previos de su estado de salud se le haría una autopsia para corroborar la causa de muerte; aunque sólo con verlo era más que obvio que algún problema cardíaco debía atacarlo, tener 60 kg de peso de más no era para nada saludable.
"De nuevo un cadáver más a nombre del Dr. John Watson"
Dijo la voz grave y hermosa del hombre que había visto una y otra vez por el hospital seguido por séquito de estudiantes que alababa cada palabra que salía de su boca. Una eminencia, un clase de genio imposible de comprender pero que todo mundo esperaba complacer. La estrella del hospital, con más artículos publicados en revistas médicas que nadie más, con más conferencias otorgadas que nadie más, con más premios e investigaciones financiadas que nadie más.
Estúpido, mil veces estúpido que he sido al venir y entrar a su servicio nada más por impulso sin ponerme a pensar que podía cruzar mi camino con el de él y que obviamente me pasaría lo que cada vez que me encontraba a unos cuantos pasos de su persona.
Me congelo por completo.
Y él lo sabe, porque me ha pasado tanta veces. Al querer entrar a un elevador cuando él ya se encuentra dentro, ni siquiera puedo parpadear mientras las puertas se cierran de nuevo y las risitas de los estudiantes que siempre lo acompañan resuenan en mis oídos.
Cuando quiero entrar por la puerta del hospital al mismo tiempo que él quiere salir, lo único que puedo hacer es desviar la mirada porque no soportó verlo mirarme y espero que se vaya para poder volver a moverme.
Cuando por alguna razón en esa misma cafetería del café horrendo se ha sentado en la mesa que nadie comparte conmigo y bebe una taza de té mientras yo tengo que dejar de masticar mi sándwich porque debo concentrarme en respirar, recordarle a mi cerebro que una actividad automática debe ser realizada una y otra vez antes de que me desmaye.
Lo sabe, sabe que su presencia me inhibe, me detiene, me impide hacer cualquier otra cosa que no sea verlo con éxtasis, contemplarlo con la boca abierta y las pupilas por completo dilatadas. Por lo mismo, evito verlo, como si así pudiera huir de mi propia vergüenza.
Vergüenza por no poder decir nada o hacer nada.
¿Qué podría yo hacer o decir a semejante hombre?
"Una vez más alguien murió en la sala de urgencias del Dr. John Watson."
Estaba detrás de mí y hubiera podido jurar que casi rozaba mi espalda con su cuerpo y que su aliento lo sentí en mi oreja. Mil escalofríos me recorrieron y quise gritar de la emoción pero estaba en ese estado que el hombre me sumía, congelado, mis ojos fijos en el cadáver, mis manos dentro de los bolsillos de la bata blanca y mi respiración aumentando en frecuencia con cada segundo que pasaba.
Mi corazón comenzó a latir con una velocidad trepidante y no supe la razón, porque no estaba mirando y mis sentidos se adormecían por el miedo horrible que tenía de que el hombre a mi lado se diera cuenta de mi reacción. Pero instintivamente mi cuerpo reaccionaba aunque yo no me diera cuenta. Y de repente lo note, el hombre tocaba mi mejilla izquierda con sus dedos y estaba recorriéndome con la punta de sus dedos hasta que llegó a mis labios. Los rozó y una descarga eléctrica viajó por todos mis nervios llevando un estallido de placer hasta mi cerebro y de regreso.
"¿El Dr. John Watson se dignará a mirarme esta vez o me ignorará como hace siempre?"
Tuve que mirar y al hacerlo sabía que dejaba al descubierto mi admiración por él, admiración que rayaba en la obsesión. Porque aunque parecía que sufría al topar con él en el hospital, cada que subía una escalera, cada que se abría una puerta, esperaba encontrarlo, para poder admirarme con su presencia y aunque fuera por unos segundos, escucharlo como si me hablara a mí.
Pero me encontré con unos ojos que podrían parecer fríos y sin emoción, como muchos decían pero que al mirarlos fijamente se convertían en cálidos y cargados de sentimientos. Unos ojos que no pude dejar de ver porque estaba atrapado en su color azul-verde, como si una mirara una galaxia transformarse. Unos ojos que no me atrevía a perder a pesar de que su dueño se había acercado varios pasos a mí y ahora el espacio que nos separaba era prácticamente inexistente.
"Siempre te tocan los peores casos John, aquellos en los que haces todo lo correcto pero no hay forma de cambiar la consecuencia lógica de la enfermedad."
Dijo mientras yo lo miraba estúpidamente hipnotizado, entre sus ojos y la forma en que se movían sus perfectos labios, sólo podía pensar que no quería estar en ningún otro lugar en ese momento. A pesar del olor a muerte que nos rodeaba, a muerte, alcohol y desinfectante.
"Y siempre vas y das la noticia a los familiares y te quedas a su lado, los ayudas, los confortas, les haces más sencillo uno de los momentos más horrendos en su vida."
De repente sus labios estaban prácticamente sobre los míos y era como estarlo besando y la sensación amenazaba con ser demasiado intensa; mis piernas podrían fallar en cualquier momento y el acto de respirar se volvía tan difícil que era imposible hacerlo.
"¿Y quién está para ti cuando te sientes agobiado por el hecho de que tus pacientes mueren a pesar de todos tus esfuerzos? ¿Quién te abraza y te apoya y te recuerda lo maravilloso que eres y lo excelente que es tu trabajo?"
Lo siguiente que sentí fueron sus labios sobre los míos, cálidos, suaves, perfectamente quietos porque sólo estaban tocándose, sin osar hacer ninguna otra cosa. De repente los movió y atrapó mi labio inferior entre los suyos hasta que sentí que lo mordía ligeramente y todo lo que había hecho para controlarme falló en ese instante. Mis manos salieron finalmente de los bolsillos de la bata blanca y viajaron a su cabello, rizado, salvaje, y se internaron en su espesura; mis labios exploraban su cara dejando besos rápidos en sus mejillas, ojos, mandíbula; llegando finalmente a su cuello, atrapando su piel buscando dejar una marca que hiciera que no pudiera negar después lo que estaba pasando ahora.
Y todo terminó en un segundo porque nada más podía pasar a tres pasos de un cadáver y el hombre se separó de mí mientras yo luchaba por recuperar el control de mi cuerpo.
Justo a tiempo porque la técnica forense abrió la puerta en ese instante.
"Dr. Holmes, el Inspector Lestrade lleva media hora marcando el teléfono y dice que no le contesta."
¡Media hora! Fue mi primer pensamiento, estuvimos besándonos por media hora y para mi fueron unos cuantos segundos. Increíble lo alterado que se volvió mi percepción del tiempo.
El hombre salió dejándome con Molly, la técnica, quien me miraba como si supiera que había pasado y como si sintiera algo que no podía clarificar entre celos y admiración. Decidí irme y terminar mi guardia en urgencias. Lo último que hice fue actualizar mis notas de los pacientes para entregar el servicio a mi compañero de toda la vida Mike. Era sencillo entregarle a él, no preguntaba gran cosa y siempre daba por sentado que dejaba todo lo que correspondía completo.
Aún estaba repasando los resultados de los estudios de laboratorio del último paciente con Mike, del más complicado y que seguramente no iba a sobrevivir la noche; cuando un mensaje de texto llegó a mi celular. Lo saqué extrañado de la bolsa izquierda de la bata blanca porque nadie me manda mensajes de texto. Será porque nadie tiene el número, más que Mike y Mary, quienes se habían dado por vencidos porque yo no respondo los mensajes. El mensaje venía de un número desconocido pero que al instante me hizo pensar en él y al instante lo abrí para leerlo, acto que causó que Mike levantara una ceja como muestra de su consternación. Estaba leyendo un mensaje de texto en mi celular frente a la cama de un paciente, jamás había hecho eso antes.
221B, Baker Street. SH
SH. Mis ojos leían una y otra vez las palabras buscando un sentido que pudiera ser coherente y no sólo las ilusiones de que me estuviera invitando a su casa, a terminar lo que habíamos empezado.
"Tienes cara de no saber por qué te mandan ese mensaje"
Dijo Mike quien seguía esperando que despegara mi mirada del celular para terminar de recibir al paciente y que se pudiera poner a trabajar. Guardé el teléfono en la bata nuevamente y terminamos con los detalles de la guardia, podía irme a casa por fin.
"Mike, ¿le has dado mi número de celular a alguien?
Pregunté porque no había muchas opciones lógicas para entender como él había conseguido su número. Mary jamás se lo habría dado, así que Mike era la persona más probable para haberlo hecho.
"¿Si te refieres al día que Sherlock ledoyconsultoríaaScotlandYardymihermanotrabajaconl aReina Holmes sacó mi celular de mi bolsa mientras dormía y copió tu número? Pues sí, creo que fui yo."
Sherlock Holmes había robado mi número de celular. No lo había preguntado a su amigo como una persona normal o había mandado a uno de sus estudiantes a conseguirlo como cualquier médico normal; sino que lo había robado del celular de Mike mientras dormía en una camilla de urgencias en calidad de bulto como siempre lo hacía.
Saqué mi teléfono y volví a ver su mensaje de texto y lo respondí. Mike casi escupe el café horrendo que se estaba bebiendo. Si, podía comprender su turbación puesto que era la primera vez en mi vida que respondía un mensaje de texto; no solía hacerlo, si alguien quería hablar conmigo era mejor que marcara como era lo adecuado hacer. Pero con él parecía como lo lógico, para qué malgastar palabras si se podía ser conciso con un mensaje.
El Dr. Sherlock Holmes salía de Scotland Yard cuando recibió el mensaje de texto del Dr. John Watson.
Llegaré en una hora, espero sea conveniente. JW
No pudo evitar sonreír.
Gracias por leer este experimento y si tienes algún comentario por favor dímelo pues realmente es la primera vez que escribo algo sobre el tema.
Y si a alguien le gusta dígamelo porque de lo contrario se quedará como un ficlet, un sólo capítulo.
¡Muchas gracias!
