Hidekaz Himaruya
―¿Qué... haces aquí? ―pregunta Francia tristemente, con un regusto amargo subiéndole desde el estomago al abrir puerta de madera pintada de azul de su maison parisina, después de ver por la mirilla a Inglaterra detenido frente a ella con un ramo de rosas escondido a la espalda. El inglés le mira.
―¿Cómo que qué hago aquí? What the hell crees que hago? ¡Llevo tres bloody días llamándote y no respondes al teléfono! ―le reclama.
―Yo... Es... Tu... ―vacila el de ojos azules. Él levanta las cejas sin entender―. Lo siento ―continúa, disculpándose en un susurro.
―¿Lo... Lo sientes? ―balbucea aun más descolocado.
―Non. No puedo... ―empieza a cerrar la puerta, en pánico.
―I... Wait! What? ―pregunta empezando a histerizarse por no entender―. Are you OK? ―frunce el ceño―. Pensaba que estabas ofendido o algo así.
―Es... ―carraspea―. Lo siento. Ve a casa, o con le garçon...
―No, no tengo por que ir con the kid ―miente levantando las cejas y sonrojándose un poco.
―Deja de decir idioteces ―responde molesto.
―¡Pues tú eres quien las está diciendo primero, frog! ―se defiende―. Bloody hell, estoy aquí, ¿no? ¿Porqué no me contestabas además de por tu absoluta falta de modales y educación?
―Por que... ―se recarga en la puerta. E Inglaterra se da cuenta de algo.
―Que no es como que me importe al fin y al cabo, pero la diplomacia y todo eso...
―Oh... Ya ―Francia desvía la mirada incomodo―. Claro, claro... ―asiente sin poner mucha atención.
―¿Entonces? ―insiste relajándose un poco al ver que ha colado. Francia suspira.
―¿Entonces qué, Angleterre?
―¿Porqué no contestabas? ―vuelve a preguntar.
―¿Me has hablado para burlarte o...? ―le mira de reojo―. No quería hablar contigo ―murmura.
―But... ―frunce el ceño―. Oh. OK, Frog. Wonderful, por que yo tampoco ―miente irritado.
―Angleterre... ―suelta en ese tono complicado, algo suplicante, algo irritado.
―What? ―sigue irritado.
―¿A qué has venido? ―pregunta sincero.
―¿Sabes? OK, France. Tu ganas. Yo me largué con America sin avisar y te dejé tirado después de que me hicieras Ratatouille expresamente después de haber tenido sexo varias veces en los últimos cinco días en tu casa, pero tu no estás ofendido, irritado o molesto. No estás nada. Te importa tres cojones y solo no te daba la gana de responder al bloody teléfono. OK. ¡Vete al puñetero infierno y que te den! ―grita tirando el ramo de rosas que llevaba en las manos al suelo y escupiéndolo―. I hate you ―se da la vuelta para largarse, furioso y frustrado.
Francia mira el ramo tirado en el suelo y luego mira a Inglaterra irse.
―Me has traído... Ang... ―de un golpe, corre atrás de él y tomándole de un brazo, lo gira y le da un beso. Uno de ESOS besos que van a dejar al británico con el cerebro como gelatina. Después de unos segundos se separa con los ojos ligeramente llorosos y le da una cachetada. Se gira hacia su casa, recoge las flores, cierra la puerta y se echa a llorar abrazándolas.
El inglés flipa en mitad del jardín sin entender un pimiento. Flipa durante un buen rato. Se plantea que hacer y se da cuenta de que ese es uno de los momentos en los que con cualquier otro llamaría a Francia para decirle que a un amigo suyo, alguien del trabajo, no le conoce, le ha pasado... pero enseguida nota que no hay absolutamente nadie a quien pueda llamar o preguntar, así que tropemente se acerca a la puerta golpeándola suavemente.
―Fra... France? ―pregunta. Francia sigue ahí, con la espalda recargada en la puerta, suplicando porque Inglaterra no regrese.
―¿Qué haces aquí? ―contesta después de unos segundos, tan quedito que seguramente no le oye. Al no recibir respuesta, el británico se pone nervioso, cada vez entendiendo menos.
―France... ¿Seguro que estás bien? ―pregunta mostrando más preocupación de la que mostraría normalmente.
―Dieu! ¡Claro que no estoy bien! ¡Largo! ―grita después de unos segundos con voz bastante grave y quebrada. Inglaterra se queda en la puerta con cara de absoluta desolación sin creerle, sin entender nada y sin saber que hacer.
―Bloody hell ―protesta frunciendo el ceño, dando una patada contra el suelo y se volviéndose para irse. Con las manos en los bolsillos y el cuello encogido patea piedrecitas del caminito que cruza el jardín delantero. Exactamente cinco segundos después el francés quita el seguro de la puerta y la abre.
―Angleterre! ―grita frustrado porque se esta yendo―. Sacrebleu! ―chilla furioso de nuevo por pensar que se quedaría, se gira de nuevo entrando y limpiándose la cara con el puño de la camisa. Azota la puerta tras él cerrándola.
Inglaterra se detiene en mitad del camino de entrada al oírle, pero no se da la vuelta. Se plantea si hacerlo o largarse. "Eres un blando, eres un blando" se recrimina a si mismo y se vuelve a la casa, con el ceño fruncido y los ojos cerrados.
Francia abre otra vez la puerta y le mira sin hablarle. Cuando ve que se vuelve, camina hasta él lloroso aún, y lo toma de la mano.
―Te detesto tanto, cher ―declara con voz cortada de nuevo y luego le abraza.
My god, Inglaterra esta empezando a preocuparse en serio por su suspicacia y se siente completamente idiota por no entender un pimiento. Decide no apartarse y dejarle hacer a ver si en algún momento vuelve a pillar el hilo.
―Ahora lárgate, a casa o a dónde sea. Y... ―le dice con voz dulce, sin soltarle―. Y no me hables hasta que... ―le abraza más fuerte―. Se me olvide.
El británico levanta las manos sin saber si abrazarle también y se queda con ellas a medio camino en una postura antinatural, con el ceño fruncido. (Aunque el jurara que lo que iba a hacer es apartarle) Francia se separa.
―Je t'aime, Angleterre. No lo dudes ―acaba, se gira de nuevo y sale corriendo a la casa, cerrando la puerta dispuesto a no hablar con Inglaterra en los próximos años.
El de ojos verdes se queda ahí, paralizado en su postura antinatural y medio sonrojado, de hecho sonrojándose exponencialmente a medida que trata de entender. Se plantea si el francés no habrá estado drogándose o se habrá golpeado la cabeza. Por un momento se plantea llamar a España y a Prusia a ver si alguno lo ha notado raro... No, no raro, Rarísimo de Cojones. Y luego piensa que seguramente tendría que dar demasiadas explicaciones sobre por que crees que esta rarísimo de cojones.
―Bollocks ―reniega finalmente, dándose la vuelta y largándose.
Advertencias generales: Esta historia va sin glosario por que me da palo escribirlo. Puede ser una historia muy corta o sumamente larga, eso depende de muchos factores que en realidad tienen la misma relevancia y sentido que los pepinillos en vinagre. No tengo ni la más remota idea de que ritmo de actualización tenga por que se actualiza espontáneamente. Eso sí, escrita, está toda escrita.
