"Miénteme, no me digas nada; aunque yo sepa la verdad".
La situación parecía un sueño, ambos estaban recostados en esa cama, entre cubiertos por sabanas de seda, acababan de hacer el amor.
Hacia varios minutos que habían concluido pero sus corazones latían agitados, como recordando los instantes en que ambos se habían compenetrado en uno.
Ambos se miraron, en la mirada de él se visualizaba el amor. Por lo menos así lo interpreto ella.
-Te amo- le dijo- lo sabes, ¿verdad?
-Si- contestó dejándose abrazar de nuevo por él.
-De ahora en adelante siempre estaré a tu lado, nunca te dejare sola- le susurró al oído, sus palabras provocaban en ella un escalofrío que subía por su espina provocando que su piel se erizara.
-¿Tienes frio?- la acurruco cerca de él.
-Un poco-
Los minutos pasaron y el sueño por fin lo fue venciendo, ella se incorporó de la cama, parada frente a la cama y frente a él, lo único que iluminaba la habitación era la luz de luna que se filtraba por las persianas y rosaba su cuerpo delineando sus curvas y dejando ver su desnudez.
Por largo tiempo lo miró, observo su cuerpo y le pareció sentir sus manos recorrer su cuerpo como hacia unas cuantas horas. Tocando los rincones más íntimos de su ser.
Se acercó a ese cuerpo masculino y se inclinó quedando su rostro sobre el de él.
-Miénteme- le susurró al oído, el contacto hizo que él se estremeciera, con sus yemas rozo su cuerpo.
Mirándolo así deseo que todo lo que él le había dicho fuera verdad, pero ella era demasiado pragmática, asique sabía que esas palabras eran solo acción del momento.
Le había dicho que la amaba, y que nunca se la dejaría, todo ello era a causa de una reacción hormonal.
El amor como el fuego era incontrolable y arrasaba todo lo que tenía a su pasó, de una forma tan rápida que cuando se extinguía solo quedaba cenizas… absolutamente nada… solo desechos de lo que fue en un inicio una gran pasión.
Sabía que él en algún momento la dejaría de amar, y las mismas palabras que le había dicho a ella, se las diría a otra, y experimentaría como ella en esa noche esa misma pasión.
Continuo mirándolo, ella se sabía pragmática, pero solo por ese instante deseo seguir sumergida en ese sueño en esa burbuja de mentira, ella no sería quien la rompería.
-Miénteme, amor, miénteme aunque yo sepa la verdad- le dijo al oído.
Lo abrazo y él por la acción se despertó la vio a su lado levantada y abrazándolo, él la imitó y la trajo hacia sí.
-Acuéstate te dará frio-
