Disclaimer: Reborn sigue siendo de Amano y yo lo sigo utilizando para matar el ocio y sin fines lucrativos.

Que no se te ocurra regresar

—¡La cabeza en alto! ¡El pecho afuera! ¡No saltes! ¡La mirada al frente!... ¡Qué mires al frente, ¿no me escuchas? —Hubiera preferido estar en cualquier otra situación, una menos vergonzosa, con menos gritos y quizá un poco menos laboriosa y cansina. Sin duda tenía razones para no llevarse bien con el guardián del sol y ese tono de voz tan fuerte y esos gritos que lanzaba al aire cubrían gran parte de sus motivos.

—¡¿Se puede saber por qué esto parece un entrenamiento militar? —Acabó por reclamar el guardián de la tormenta perdiendo por completo los estribos, aún sin dejar de correr en círculos como enfermo mental. Aunque... hasta cierto punto había que darle crédito por ello, tenía cinco minutos tolerando los gritos extremos de Sasagawa sin rechistar y eso era algo que sólo personas tan pacientes como Kyoko o el décimo podían lograr.

—Tú me pediste que te entrenara y voy a entrenarte. Tienes la resistencia de una niña de tres años, cabeza de pulpo. ¡Debes correr al extremo para que sea diferente!

—Sólo te pedí un consejo respecto al desafío del idiota de los animales. ¡Nadie te pidió entrenamiento, estúpido cabeza de césped!

—¡Uno, dos, uno, dos! ¡Cierra la boca y mueve las piernas al extremo! —Evidentemente ambos estaban ignorando por completo los comentarios del otro. A Gokudera, esto le molestaba; Ryohei no se percataba de la situación con certeza.

Pero como todo tiene un límite, el de Hayato Gokudera fue pasado en ese preciso momento en que sintió que sus piernas no daban para más y ya no podía seguir corriendo. Se detuvo en seco y comenzó a caminar con semblante pacífico en dirección contraria a la del guardián del sol, aún sin establecerse un rumbo fijo o saber a dónde ir.

—¡Cabeza de pulpo! —gritó Sasagawa, a todo lo que sus pulmones le permitieron sin recibir respuesta por parte del aludido. Aunque no lo pareciese, él también tenía un límite, y por razones que desconocía, ese italiano de cabellos plata siempre lograba tocarlo, alcanzarlo y pasarlo a su antojo con su persistencia y su mal humor. Presa del enojo, comenzó a correr con una velocidad que podría fácilmente ser catalogada de inhumana, en dirección al muchacho de orbes esmeraldas, gritando su lema a un volumen tal que hizo sentir al otro que le explotarían los oídos.

—¡Estúpido cabeza de pulpo! —Gritó una vez más Sasagawa antes de propinarle un puñetazo que le dio de lleno en la mejilla derecha al guardián de la tormenta haciéndolo caer, sin remedio. Pero, Gokudera había tratado de evitar su caída, sujetándose del brazo de Ryohei, por lo que al sucumbir a su propio peso, el sol cayó sobre la tormenta en una posición que ninguno habría deseado o siquiera imaginado.

El hecho de que la nariz de cada uno estuviera siendo fuertemente presionada contra la del otro, sus ojos se observaran con sorpresa e intriga entre sí, y que sus labios se rozaran casi imperceptiblemente bastó y sobró para que Gokudera se olvidara del dolor en su mejilla y Sasagawa de su enojo extremo.

Se levantaron ambos, tal como si fuera una reacción automática y programada, mirando hacia diferentes direcciones y con un apenas notorio carmesí en sus mejillas.

—Sólo que no se te ocurra regresar por ayuda.

—Eso dalo por hecho.