Retazos de amor y amistad
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de JK Rowling.
Tradición
Todos los años, el 31 de octubre, Harry acostumbraba a visitar la tumba de sus padres. Ir acompañado por Hermione se había convertido en una tradición de forma tan lenta que ninguno se dio cuenta. La primera vez fueron ellos dos solos, las siguientes ocasiones más personas se sumaron, fue algo inevitable. A Harry no le molestaba, el sentir que no estaba solo hacía que el dolor producido por la guerra fuera más tolerable.
La primera vez fue durante la búsqueda de los horrocruxes. En ese tiempo Hermione era lo único que tenía, eran ellos dos contra el mundo. La segunda vez Ron, Ginny, Neville y Luna se sumaron a la visita. No supo de quien fue la idea, aunque Harry sospechaba que fue de Hermione, ella parecía tener la habilidad de leerlo como si fuera un libro.
Durante muchos años, el grupo se mantuvo constante. Sin embargo, con el paso del tiempo comenzaron a separarse. Seguían siendo amigos, pero por más que lo deseaban no podían estar presente. Harry prefería pensar que el que el que su relación con Ginny no funcionara o que Ron y Hermione terminaran no tenía alguna relación con el asunto. Seguían siendo amigos, pero en ocasiones sentía que las cosas no volverían a ser lo que fueron.
Su vista se posó sobre las personas en las que acompañaban. En esa ocasión Hermione no conjuró unas flores sobre la tumba de sus padres, habían tenido tiempo para poder comprar unas, lirios blancos fueron las flores que Harry eligió. Ese era el primer año que su hija los acompañaba, aunque tenía menos de un año, ambos estuvieron de acuerdo en que ella no podía faltar. Vio a su hijo colocar las flores sobre la tumba de su padre, aunque no los había conocido, Hermione y él les había contado todo lo que sabían, tanto que el pequeño había aprendido a amarlos. Harry hubiera preferido que tuvieran la oportunidad de conocerlos, maldiciendo mentalmente a Voldemort por ello.
Sin importar los años que pasara, sentía que había heridas que nunca se cerrarían. Extendió sus manos hasta Hermione, una petición silenciosa para cargar a su hija. Verlos a ellos le recordaba que no estaba solo y que, pese a las heridas, tenía motivos para continuar.
