1- Extremo lateral derecho del comedor, junto a la ventana
Hace tiempo que comprendí que verle es igual a morir. La deshidratación se abre paso únicamente más allá del maxilar, seca mi garganta, pegada la lengua al paladar, soy incapaz de decirle nada. La humedad se reserva a zonas y pasiones más bajas, amenazando inundación.
Sí, oyéndome así es fácil deducir por qué esta obsesión es desequilibrada. Me doy cuenta hasta yo.
No es amor, o, si lo es, no se parece a esos cuentos de hadas por los que esperé fervientemente hasta hacerme mayor. Faltan, punto por punto, todos los tópicos de las fantasías románticas: no hay nada de bello en unas caricias falsamente casuales bajo la mesa, los dedos de un hombre distinto en cada pierna, incapaces de sostenerme, y aguantar la respiración.
Un suspiro, un gemido, podrían dar al traste con la cena y mi reputación, por no hablar ya de qué pensarían mis padres.
Fueron ellos los que me obligaron desde el principio a estrechar la relación, a echarle el lazo al "joven señor Malfoy" e incrustarle, junto con el primer beso, el nudo en la nuez al tirar de su corbata. Un gran chico, un buen amigo y un enlace conveniente, como se apresura a aclarar mi familia en cada encuentro de alto copete, esos que, supuestamente, son los que nos ayudan a progresar.
Un joven lleno de hormonas que sólo necesitaba un empujón, me aconsejaron, más crudamente. Es extraño comprobar que mamá siempre tiene razón.
A estas alturas, no debería sorprenderme. Después de todo, la experiencia es un grado, y, por mucho que Draco pueda hacerme subir la temperatura en más de dos, no es el tope que me he fijado.¿ Excesiva ambición ? En absoluto: nada es demasiado para los Parkinson.
Lo entendí hace años, al encontrarle en aquella estación, cuando, tras preguntarle a su hijo si viajaba con él, me tomó de la cintura, para ayudarme a apearme del tren. Sus dedos, mágicos, me sostuvieron con tanta delicadeza que apenas noté la presión. La falda se abrió como una flor, pero él, adulto y caballero, apenas prestó atención a mis muslos flacos.
Sin saber que hacer y abochornado por la situación, se compadeció no obstante de mi rubor, y me ocultó de las miradas burlonas bajo su gabán, hasta que vinieron a buscarme. Un apretón de manos entre camaradas, y me entregaron. Liberado de su obligación, tal vez aliviado, me dedicó una escueta sonrisa cuando me giré a mirarlo.
Sólo bastó eso para ocupar mis pensamientos el resto del verano.
También supe que algún día le haría el amor
No, la mía no es una familia de profetas, como esa de la que se enorgullece nuestra ridícula profesora de adivinación, pero la determinación de un Slytherin siempre le conduce hacia su meta, tal y como reza el lema de nuestra Casa en el paredón de la sala común. Aseguro que yo no soy la excepción.
Desde aquel día, acogí con mayor fervor cada movimiento, cada palabra de aquel alevín de tiburón, imaginándolas réplicas de aquel, mucho mayor, al que sólo había visto una vez. Al hallarle una segunda, supe que me había equivocado.
...Y es que Lucius Malfoy no haría ciertas cosas jamás, sino en presencia de su abogado. Junto a él, la cólera de Draco era patética, insultantemente infantil...como correspondía a su edad. Me habían destinado a un chico vulgar, sin modales, con más petulancia que educación: un verdadero patán, al que la elegancia no le ha llegado por la sangre.
Incluso Potter y su amigo, el traidor, tienen más idea de saber estar.
Le llaman el Príncipe de Slytherin, pero se comporta como un matón. Carece de diplomacia y persuasión, no tiene don de gentes. Se impone por el miedo, en lugar de por respeto, y ni siquiera es original insultando. Tampoco tiene conversación, y duele saber que, por asociación, me asemejan a él.
Inútiles todos mis intentos de suavizar su carácter, simplemente acabo dejándome arrastrar por su mano y su pasión. Su fuerza apenas consigue impresionarme, su dominio sobre mí, después de todo, no se debe a la sumisión. Por más orgullo que me inspire su poder, exhibirle y que me exhiba, el suyo, el nuestro, es un reinado de terror que no termina de hacerme feliz.
Que me teman no es igual a que deseen estar en mi lugar. ¿Y de qué sirve la gloria, cuando nadie la envidia¿ De qué sirve realizar una hazaña, o más simplemente, una broma, cuando nadie está allí para reír? Draco no comprende que hay un temblor, un desagrado intenso en todos los que aplauden sus gracias. Si no le temieran, harían de él su bufón.
Sólo yo, que no siento miedo, porque he enjugado sus lágrimas y deseo de verdad regalarle una sonrisa, no puedo hacerlo sin ver a otra persona en su cara. Mi amistad, entonces, es una cosa sucia y vana. Nadie espera tampoco nada más de mí.
Pronto aprendí que incluso tan exiguo premio lo había de compartir.
"Todas las damas deben oír, ver y callar", fue lo que me educaron para pensar, y tras tanto tiempo no había celos en mí. No necesitaba retenerlo, como en aquellos momentos en los que él era lo único que ligaba su padre a mí. Sus ausencias durante mis visitas a su casa habían forjado un lazo mucho más duradero, que no se limitó a una audaz conversación.
Después de todo, también tienen sus límites los caballeros, y es descortés rechazar algo pedido con educación...
Nada me basta de él, disfruto con cada segundo de su atención. Observándole ahora de perfil, resisto vagamente la tentación de lamerle la nuez, paladear su mentón y morderle hasta su nariz. Mi aliento, denso, delata mi excitación. Él disimula mejor que yo, y sigue hablando con papá, mientras su mano no deja de subir.
Sobre mi pelo, la respiración de Draco sugiere un deleite paralelo.
Son tan parecidos que me hacen dudar. ¿ Sería Lucius como él a su edad¿Se convertirá algún día Draco en un hombre así? Apenas faltan unos milímetros para que se rocen sus dedos, y yo no sé cómo parar, ni si deseo hacerlo.
Mamá, por favor, sigue charlando. Y, pase lo que pase, no mires hacia aquí.
Comienzo con alegría esta nueva serie, a petición de mi amiga Clara, probablemente la única fan de Pansy Parkinson en el mundo entero, o, por lo menos, entre los hispanoparlantes, y a ella le dedico este primer capítulo.
El resto, serán sobre otros personajes, unidos por el mismo hilo conductor: una cena incómoda e indeseada en Hogwarts, cuyos motivos se irán revelando, capítulo a capítulo.
Espero que el resto también lo hayais disfrutado, y me deis vuestras opiniones, quejas, ideas... que usaré para la mejora. No es sólo una excusa, pero...me gustaría obtener algún review... o
