CAPITULO I UNA DESAPARICION EXTRAÑA

Una noche de niebla donde apenas los claros rayos de luna penetran en las oscuras y peligrosas calles de Londres a tal grado de que era la noche perfecta para el más sádico crimen, en una pequeña casa situada en Duncan Street, una habitación permanecía iluminada era el consultorio

Del Dr. Harry Morrison el cual es veraz y tenaz, el solo atendía a la gente de bajo mundo y clase media ya que los ricos despreciaban a aquel medico.

Cuando este se disponía a cerrar, sintió una mano que sujetaba su cuello y ponía en su gruesa boca un trapo empapado de un muy familiar aroma (cloroformo) después del brutal ataque el susurro del viento fue lo único que sintió el médico.

Dos días después de esto y al no ser investigado muy a fondo el crimen, nos encontramos en Baker Street 221B, la famosa casa del personaje más recocido del habito criminólogo me refiero al detective consultor Sherlock Holmes. Nuestra historia comienza cuando en las horas de la mañana, él esta solamente con su querida ama de llaves la señora Hudson.

- Buen día Sr. Holmes- dijo con voz tranquila y pasiva- Espero que tenga hambre el día de hoy.

El detective solamente levanto la mirada un momento pues estaba tan concentrado con una resolución química que su respuesta fue un corto suspiro.

- No apetezco nada Sra. Hudson, ¿que tiene de interesante el desayuno?

- Pero Señor usted sabe que es la comida más importante del día si no, no tuviese energías ni fuerzas.

- ¿Que parte no entiende de no apetezco nada?- dijo secamente Holmes- solo sé que como y que luego lo desechare cuando el cuerpo me lo indique.

- Pero…

- Pero que.

- Estoy preocupada por usted- dijo molesta- Usted solo no come porque sabe que el Dr. Watson no está aquí ¿verdad? Él lo obligaría a comer.

- En nada tiene que ver esto el Dr. Watson me es más interesante ver cómo me distraigo con esto- señalándole la mesa con químicos- a estar comiendo y luego desechar alimento.

- Entonces va a comer sí o no.

- Sí.

- ¿A qué hora?

- A las 10 a.m...

- ¿Quiere huevos o prefiere…?.

- De pasado mañana- y con esta repuesta tan irónica, la Sra. Hudson se retiro y prosiguió con sus labores domésticos.

En el cuarto se ha escuchado un timbrazo corto, se escucha el abrir de la puerta principal y los pasos apresurados de una persona familiar a aquella habitación.

- Sr. Holmes…

- ¿Qué pasa?

- Es…

- Si ya se es el Dr. Watson.

En ese momento entro el Dr. Watson el cual estaba muy sorprendido.

- ¿Cómo diablos supo que era yo?

- Elemental mi querido Watson, al momento que se dirigía hacia aquí lo reconocí por su agua de colonia- dijo el detective sirviéndole un poco de brandy- es elemental para un detective saber cómo es gente de confianza ¿no?

- Eso no lo puedo negar pero… ¿le sucede algo? Lo noto más delgado ¿Será acaso que no está comiendo?

- Hace unos días pasaba por Scotland Yard y me encontré a Lestrade- dijo el detective eludiendo la pregunta- me presento un caso que para mi gusto es vulgar, él decía que el caso es de los más difíciles que había tenido ya sabe que a él, le da pereza pensar en los detalles más mínimos en fin para mí está resuelto.

- Me sorprende Holmes, lo que todavía no comprendo por qué no come si este caso que dice que es vulgar y que no lo está absorbiendo como otros.

- No lo sé, Watson, no lo sé.

Pasos apresurados se escucharon rápidamente en el pasillo era Lestrade, al abrir la puerta este trato de hablar pero le faltaba el aliento y solo pronunciaba palabras entrecortadas hasta que dijo algo coherente.

- ¡Holmes!- gritó desesperado.

- ¡Lestrade!- dijo el detective en tono de burla- ¿Qué pasa?

- Necesito que venga conmigo a…- hace una pausa para saludar al compañero de Holmes- perdón Dr. Watson no lo salude.

- No se preocupe, buenos días.

- Al grano Lestrade- tronando los dedos- no tengo todo el día.

- Por favor acompáñeme a Duncan Street parece ser que hay una pista muy insólita que posiblemente le interesara.

Los tres tomaron un coche y se dirigimos hacia la escena del crimen, antes de llegar ahí poco a poco el paisaje se convertía en desolador, la gente vivía de la miseria era gente realmente pobre que solamente ganaban lo básico, sumamente deprimente estaba el ambiente nadie podía creer que esa calle guardara un terrible secreto.

- Bueno hemos llegado a Duncan Street- grito el cochero.

Bajaron los tres hombres, el lugar estaba rodeado de policías y adentro del consultorio todas cosas del doctor se encontraban desordenadas.

No se podía entrar al consultorio puesto que los oficiales obstruían la entrada.

- Lestrade no me molesta que los agentes de Scotland Yard quieran investigar pero me irrita que todos ellos estén pisando la escena del crimen ¡Cómo una manada de búfalos!- grito Holmes.

- Por favor señores salgan inmediatamente de aquí y no le permitan la entrada a nadie.

Al ya poder entrar Holmes mira atentamente todo lo de su alrededor; el consultorio estaba conformado por un viejo escritorio al igual que el pequeño librero localizado a la derecha de la una ventana que apenas dejaba entrar la luz del día.

- Quien fue la primera persona en avisar a las autoridades- pregunto el detective-.

- Un vecino que era paciente del médico al ver que no venia, hablo a su casa y al tampoco obtener respuesta sospecho algo, puesto que la noche anterior escucho una pelea, pero no le tomo importancia alguna y he nos aquí- explico Lestrade.

- Ya veo y el oficial que acudió al llamado ¿dónde está?

- Afuera, se llama Henry Brown ¿lo hago pasar?

- Si-.

El policía entro en aquella habitación y saludando a los que se encontraban en la habitación pregunto tranquilamente a su superior lo que se le ofrecía.

- Henry, este es el Sr. Holmes y su Amigo el Dr. Watson.

- Buenos días señores me alegro de por fin conocer al...

- Sr. Brown tengo entendido que usted parece ser que fue el primero en ver la escena del crimen confío en que sea buen observador por que los agentes de Scotland Yard son los mejores del país- interrumpió Holmes pero lo último lo dijo con ironía.

- Espero ayudarle en algo.

- Eso, cuando llego al lugar ¿estaba abierto o cerrado el consultorio?

- Faltaba poco para que estuviera completamente cerrado además de que la llave no había sido retirada.

- Al entrar ¿noto algún objeto poco usual?

- No, pero…

-¿Pero qué?

- Antes de entrar estaba a punto de pisar una evidencia que creo que es la clave de todo esto-.

- ¿Cuál es?- preguntó Holmes.

- Un pañuelo con perfume de dama.

- ¿Nada más?

- Sí.

- Gracias Henry prosiga con su deber.

- ¿Qué opina de la información Holmes?- preguntaron Watson y Lestrade al mismo tiempo.

- Por el momento solo puedo decir que me es interesante todo esto aparte de que nuestro criminal es muy listo.

El detective se mantuvo unos momentos introspectivo y transcurrido este tiempo solo comento algo que Watson al momento no entendía.

- Caballeros tengo que retirarme.

- Pero Holmes…- repuso Watson – adonde sé…

- Mi querido Watson usted sabe que nunca digo las cosas hasta que no estoy ciento por ciento seguro.

- ¿Puedo acompañarlo?

- Lo siento mucho pero tengo que ir solo, pero le pido que se dirija a Baker Street y me espere ahí por favor Lestrade dele las evidencias Watson para que yo pueda examinarlas.

- Por supuesto.

Así sé Watson se dirigió a lo que antes era su antiguo hogar al abrirle la ama de llaves desconcertada le pregunto sobre el Sr. Holmes.

- Dr. Watson y donde está el Sr. Holmes.

- Me ha dejado solo en la escena del crimen y no me dijo a donde se iría solo me dijo que lo esperara.

La Sra. Hudson después de escuchar la respuesta del doctor volvió a sus labores domesticas mientras Watson subió al departamento y al no tener nada que hacer comenzó a leer un libro que esteba tirado en el piso del cuarto.

Holmes se había ido del consultorio al medio día y llego a su hogar cerca de la media noche, su amigo estaba profundamente dormido en un sofá pero el portazo que dio lo despertó al igual que el ruido de sus pasos.

-¿Holmes es usted?

- Si ¿por qué?

- Es muy tarde ¿no lo cree?

- Tonterías- dice con voz extraña.

- ¿Holmes?

- Sí-.

- ¿Se encuentra bien o esta acaso embriagado?-.

- La verdad es que no se cuanto whisky con soda he tomado-.

- Es la primera vez que lo veo ebrio-.

- ¿La primera?-.

- Bueno, la primera por su voluntad y no por estar interpretando a algún personaje suyo-.

- ¿Qué me tiene nuevo Watson?-.

- Posiblemente este no sea el mejor momento pero aquí están las evidencias-.

- Muy bien Watson sabia que puedo confiar en usted- dijo Holmes al mismo momento que se las arrebataba de la mano-.

- ¿Qué piense hacer con ellas?-.

- Por lógica examinarlas, ¿que pensaba que iba hacer con ellas?

- Esta en un estado no muy conveniente para realizar sus actividades y como doctor le recomiendo que descanse-.

- Tiene mucha razón pero yo no soy su paciente soy su colega así que mejor no interrumpa innecesariamente-.

- Pero Holmes…-.

- Nada, mejor observe, escuche y calle-.

El detective sobre el pañuelo con perfume de dama y la llave del consultorio vertió un líquido que se utiliza para poder encontrar huellas digitales, junto a él estaba su libreta de apuntes y un lápiz que conforme él iba deduciendo y este escribía lo más importante de las pistas.

- Curioso, muy curioso-.

- ¿Qué ha encontrado Holmes?-.

- No sea impaciente, ya que no tengo la suficiente información todavía pero estaba en lo correcto cuando dije que el criminal es muy listo-.

- Sabe me he tomado la libertad de buscar en los tomos que tiene y no he encontrado ninguna información sobre este Dr. Morrison-.

- ¿Usted había escuchado de él?-.

- Atiendo a tres de sus pacientes que me han comentado de él.

- ¿Y qué le han dicho?-.

- Me han comentado que es un doctor muy humilde a la vez que se le había visto con varias prostitutas, jugando a las cartas o simplemente ebrio, también me di cuenta que el estaba tratando mal a varias personas ya que las recetas medicas que daba, no diagnosticaban y ni siquiera curaban a las personas que atendía-.

- ¿Entonces es un estúpido?-.

- Lo sea o no eso no me incube a mí-.

- ¿Cómo le va con la Sra. Hudson?-.

- ¿Eh?-.

Ustedes dos piensan que no me doy cuenta cuando cuchichean la otra vez hablaban del amor

y de cómo yo debería tener esposa o una prometida.

- Yo ansío verle a usted con alguien que lo va a traer loco de amor y su vida cambiara para siempre.

- Si como no, eso será el día que usted deje de ser un idiota y no se vuelva enamorar de una mujer

– Búrlese todo lo que quiera a usted Holmes lo veré con alguien que lo ame y lo vea como su príncipe azul-.

- ¿Quiere apostar?-.

- Por qué no ¿qué está dispuesto a perder?-.

- Veinte libras además de darle la satisfacción de me quite la droga por un mes-.

- Acepto y a cambio de la droga me separare de Constante por un mes-.

- Me parece bien tengo la seguridad de que le ganare-.

- Eso simplemente será en sus sueños-.

- A propósito Watson ¿no le comento nada Lestrade sobre que haría su investigación?-.

- Escuche que le decía sus agentes que tenían que buscar a alguna mujer que haya visitado al

doctor-.

- No puede ser que los agentes Scotland Yard empiecen con el pie izquierdo-.

- ¿Por qué? ¿Ha descubierto algo relevante?-.

- Creo que estas huellas son de una mujer -.

- Holmes usted jamás dice "creo" usted hace una deducción que casi siempre está bien-.

- Hay Watson he bebido tanto que la verdad no sé si estoy en lo correcto, mejor me iré a la cama- después de decir esto levantándose de su escritorio va tambaleándose al caminar este gran hombre "respetuoso" de ley-.

A la mañana siguiente al despertarse el Dr. Watson va buscar a su amigo para darle algo contra la resaca pero cual sería su sorpresa al no encontrarlo en cama, se ha desconcertado el médico pensaba que posiblemente algo malo le pasaría puesto que era la primera vez que lo veía después de una noche de copas (en su cabeza se imaginaba que se encontraría tirado o desmayado en la calle). Rápidamente fue a buscar a la ama de llaves para saber donde se encontraba su amigo.

- Sra. Hudson- dijo con desesperación- ¿sabe donde esta Holmes?-.

- No, salió temprano, pensé que estaría con el Dr. Watson ¿se quedo acaso aquí?-.

- Si, voy a buscarlo ya que ayer llego en estado de ebriedad-.

Pero al momento de abrir la puerta principal nuestro detective apareció.

- Watson ¿Adonde tan temprano?-.

- ¡Gracias a dios que está bien! me ha dado un susto terrible-.

- Dispénseme, Watson pero no quería preocuparlo y fuera a pensar que algo me haya pasado

gracias a la gran borrachera de ayer que la verdad no fue nada.

Watson sonrío y lo abrazó.

- ¿Gusta desayunar?-.

- Claro me muero de hambre-.

Los dos subieron la escalera para dirigirse hacia el departamento de él, llamo a la ama llaves para que le sirviera el desayuno a su colega.

- A ver Dr. Watson aquí tiene su desayuno, huevos con tocino, café, y un poco de pan tostado-.

- Gracias Sra. Hudson-.

- Y para usted Sr. Holmes le tengo…-.

- Té negro y fuerte como siempre ¡qué linda es!- interrumpió Holmes y encendió un cigarrillo-.

- ¿Qué no piensa desayunar?- pregunto Watson-.

- No, solo quiero el té para reponer mis energías-.

- Me desagrada que suprima el desayuno por los casos que tiene que resolver-.

- Por favor no me regañe para eso tengo a mi ama de llaves-.

- No entiendo porque es usted es a veces tan… necio-.

- ¡Amigo! por favor desayune rápido vamos a ir a la casa de nuestro doctor-.

- ¿Y donde en donde vive?-.

- En Sussex, según cuentan su casa es de la más hermosas y más codiciadas del rumbo-.

- ¿Cómo sabe donde vive?-.

- Mejor coma más rápido no hay tiempo que perder-.

Al ya haber terminado su comida matutina Holmes y Watson se dirigieron a la estación más cercana de tren y se dirigieron a Sussex, el viaje fue de lo más largo y aburrido ya que ni el detective tenia de que conversar al igual que su colega. Los grandes amigos no platicaban tanto porque Watson quería saber sobre la relación con las mujeres con las que tenía contacto Sherlock y como a Holmes odiaba hablar de esas "estupideces" (Según él) pues por eso el viaje era de lo más tedioso.

Bajando del tren encontraron un pequeño coche el cual tenía un aspecto lúgubre además de que

transportaba a gente de bajos recursos, el camino que conducía hacia la casa pasaba por un pequeño pueblo que transmitía desesperanza y pobreza este servía a los ladrones vulgares como refugio y principal lugar para reunirse; Holmes siempre venia preparado con su revólver en su abrigo. Al pasar este sendero comenzó otro, todo lleno de lodo y piedras que dificultaba más poder transitarlo que conforme lo pasaban se convertía en mágico y a la vez trágico.

El criminólogo rompió el hielo y entablo una conversación sobre el gobierno y Scotland Yard

pero Watson se armo de valor para preguntar algo que sabía que para su amigo era un mal sabor de boca: El amor.

- Sabe Holmes quisiera preguntarle algo, discúlpeme si es un poco atrevido de mi parte -.

- Mientras no sea de por qué Lestrade es un completo estúpido, adelante le contestare con todo gusto-.

- Bueno Holmes me gustaría saber por qué usted no cree en el amor-.

Sherlock Holmes se quedo callado y se creía que no contestaría la pregunta de su amigo pero con tono serio y un tanto brusco contesto casi al borde de ser un completo hipócrita-.

- Mire Watson no quiero ser grosero ni mucho menos ser un maldito, yo ya he dado mi punto de vista pero quisiera reiterar mi opinión. Si a usted le preocupa con quien sueño, me gustaría besarme, casarme, embarazarle y claro está que cuando envejezca cuidarle esa mujer se llama "ironía" ella es el amor de mi vida y si deberás no me cree me voy a cortar las venas con una galleta para que vea que mi amor por aquella dama es grande-.

- Pero Holmes ¿nunca he deseado casarse, tener hijos y saber que ese don tan maravilloso que tiene se preservara para siempre para bien de la humanidad?-.

- No- contesto con tono burlón- tener hijos es lo peor del mundo ¡malditos malcriados!, te quieren y te dicen ¡Papa te quiero mucho eres el padre más maravilloso de todo el mundo! Y uno como padre imbécil se lo cree, luego crecen y te hieren en especial las mujeres; esta vez defienden al nuevo amor ¡Eres un maldito yo lo amo y no pienso dejarlo mejor vete al infierno!

¡Te odio, te odio! Y por ultimo falta que te maten imaginase de tantos corajes uno da hasta la caja rodante y esposa prefiero tener un perro que me obedezca en todo a tenerla-.

La respuesta de Holmes dejo boquiabierto Watson no podía creer lo que escuchaba.

- ¡Holmes por favor diga que lo dijo mal diga la respuesta no es de usted!-.

- No es mía Watson-.

- ¡Holmes! Sea franco- exclamo enojado-.

- Por favor amigo yo nunca le puedo dar gusto-.

- No debe expresarse así de las mujeres es como si expresara mal de su propia madre

- Tiene razón no debo pero quiero, en cuanto a mi madre ella era una mujer muy linda e inteligente sin embargo el sexo opuesto es torpe.

- Miente

- Todo mundo lo hace.

El cochero dio un grito avisando que ya habían llegado a su destino, al bajar del coche vieron que ese sendero tan lleno de pensamientos y emociones se eclipsaba a través de un sueño.

La pequeña casa se asomaba en un paisaje tan tranquilo, muchos de los hogares vecinos se encontraban abandonados o simplemente saqueados por los bandoleros que pasaban por ahí pero la casa del doctor era la única que no presentaba ese estado seguía totalmente bien.

Se podía respirar un aroma que decía más que mil palabras era uno que llegaba al corazón y abría paso al romance.

-Sabe Holmes pienso que usted debería saber a que vino a esta vida- comento Watson-

- Perdón ¿A qué se refiere?-.

- A que usted debe saber su razón de vivir quiero decir su manera de ver la vida-.

- La veo como cualquier ser humano-.

- ¿Cómo?-.

- Patética y vacía-.

- Eso no es cierto hay muchas razones por las que hay que vivir-.

- ¿Por ejemplo?-.

- La familia, los amigos, el amor-.

Sherlock Holmes comenzó a reír.

- Creo que alguien ha estado tomando de mis drogas-.

- Claro que no ya lo veré a usted con alguien que cambiara su forma de ver la vida de eso estoy seguro-.