Hogwarts enséñanos algo por favor
El primer curso ya empezaba para algunos alumnos, ya que era primero de Septiembre, y los niños más pequeños lucían una sonrisa en el rostro y una mirada emocionada con ojos vidriosos. También había niños de segundo curso, con miradas un poco más expertas pero con la misma emoción que se veía en todas las personas, padres y alumnos, niños o adolescentes. Y si uno se quedaba en una esquina apreciaría la maravillosa escena que se estaba produciendo como todos los años, al lado de un magnífico tren en la plataforma 9¾. Una plataforma no vista por los ojos comunes, como dirían algunos muggles, si no por aquellas personas que habían recibido una lechuza de una escuela, Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Pero nuestros protagonistas no estaban en ninguno de los cursos anteriormente mencionados, si no que estaban por iniciar su sexto curso. Tampoco estaban en el andén, saludando a sus padres, hermanos y demás familiares. Estaban bajo una capa, muy querida por ellos cuatro, en los pasillos del cuarto vagón y alejándose del quinto, muy pegados contra la pared para que nadie sintiera su presencia. Porque aquella capa que estaban usando en ese momento era una capa única, una capa de invisibilidad. Y muchos se preguntarán qué estaban haciendo, bueno, estaban huyendo.
-Que no estamos huyendo, Peter, estamos escabulléndonos sigilosamente bajo una capa de invisibilidad para no ser acosados por el sector femenino de Hogwarts- la voz de Sirius Black, en un susurro pero aún arrogante y segura, fue oída por sus cuatro mejores amigos y compañeros de casa y cuarto, quienes respondieron a esa afirmación en diferente manera. Remus Lupin, un estudiante alto, con cabellos rubio cobrizo, ojos miel y con un aspecto enfermizo, mejor conocido como Lunático, negó con la cabeza resignado ante las ocurrencias de su amigo; James Potter, un muchacho también alto, aunque un poco más bajo que el anterior, con un cabello azabache indomable y ojos pardos tras unos anteojos, mejor conocido como Cornamenta, asintió con la misma arrogancia que su mejor amigo; y por último, Peter Pettigrew, un muchacho bajito y regordete, bastante feo si se lo comparaba con los otros tres muchachos, mejor conocido como… Bueno, era conocido como el chico que acompañaba a Lunatico, Canuto y Cornamenta, pero ellos lo habían apodado Colagusano, simplemente fue Peter.
-Pero, Sirius, estamos huyendo de una muy enfadada Lily Evans, que descubrió la broma que hicimos a los de Slytherin. La recuerdas? Es de estatura media, tiene el cabello ondulado, rojo, por la mitad de la espalda, y tiene los ojos verdes… De verdad no la recuerdas? James se pasa horas y horas hablando sobre ella.- le respondió un muy preocupado y angustiado Colagusano, que en esos seis años todavía no había entendido el humor del muchacho. Los demás, simplemente rodaron los ojos y no le respondieron, ni siquiera Sirius, creyendo que así se callaría. Pero nunca estuvieron más equivocados.- Sirius! -gritó el muchacho para hacerse oír, tal vez, un poco más fuerte de lo que debería haberlo hecho porque algunos alumnos que pasaban por allí se detuvieron curiosos y comenzaron a buscar el lugar de donde provenía esa voz. Pero, al no encontrar nada, decidieron olvidarlo y seguir buscando. Por parte de los Merodeadores, así apodados por ellos mismos, dejaron de caminar y le taparon la boca al más pequeño enviándole, también, miradas asesinas.
-Podrías callarte, Colagusano, o quieres que Evans nos coja y nos dé la paliza de nuestras vidas para después asesinarnos lenta y dolorosamente?- repuso murmurando un muy enfadado muchacho alto y de ojos grises, tapados levemente por un cabello negro azulado.
-Sí, por tu culpa quizás Lily me siga rechazando este año y no se dé cuenta de que soy el amor de su vida, su futuro marido y el padre de sus siete hijos. Y te juro por Merlin que si eso pasa, te haré plenamente responsable y, si salimos vivos de esta, te mataré yo con mis propias manos.
-James, cálmate un poco y suelta a Peter que lo estas levantando del suelo y le vas a estropear su camisa- Sí, Remus Lupin, alias Lunatico, al rescate e imponiendo control.- Además, la razón por la cual Lily te odia no es por él si no por ti, que te comportas como un perfecto imbécil cada vez que ella está presente.- Claro que James quiso responder a eso, pero estaba tan eufórico por la broma, tan enfadado por Peter y, admitiéndolo, un poco asustado por lo que su futura novia le podía hacer que no supo encontrar las palabras exactas para responderle al rubio. Así que decidió por la opción de seguir caminando hasta el tercer vagón del tren, donde estaba su compartimiento, y entrar en este seguido de sus amigos.
-Yo nunca me comporto como un imbécil, Remus- fue lo único que repuso luego de guardar la capa entre su equipaje, camuflándola con algunas de sus prendas, y al sentirse seguro dentro de su compartimiento.
En el preciso momento en el que Sirius tenía su valija levantada para colocarla sobre el estante, una muchacha rubia, de ojos marrones y juguetones, y muy alegro, entró de repente y con rapidez, y se avalanzó a los brazos de Lunatico, quien la recibió con los brazos abiertos y una sonrisa, tirando en su paso al moreno al suelo y a su valija sobre él.
-Marlene McKinnon, no piensas saludarme?- inquirió con un falso enfado James, mientras abría sus brazos para recibir a su mejor amiga y a una de sus jugadoras en el equipo de Quidditch. Por parte de Sirius, lo único que hiso fue mirarla con desdén, levantarse y tratar de recobrar la compostura y un poco de la dignidad que le quedaba mientras injuriaba contra ella suavemente con su boca, pero en su mente la asesinaba, y la revivía solo para torturarla y volverla a asesinarla. Y por parte de Peter, no entendía como ellos, o la mitad ya que él y Sirius la detestaban, podían aceptar a una mujer en su grupo y se preguntaba qué le veían de especial. Después de todo, era la mejor amiga de la pelirroja Evans, así que los podía delatar.
-Me alegro mucho de verlos, chicos.- les dijo a sus recibidores con una sonrisa y luego se giró hacia el asiento donde estaba sentado un rubio con dientes de ratón.- A ti también Peter. –agregó sonriéndole dulcemente, haciendo que este se sonrojara. Porque, por más que no le cayera muy bien, Marlene era muy guapa y divertida, y eso no lo podía negar nadie, ni siquiera Sirius que miraba la escena apoyado sobre la puerta con una expresión de asco. La chica, como si pudiera sentir los rayos asesinos que este le enviaba con la mirada, se giró hacia él y con la misma expresión lo saludo- Black.
-McKinnon.-le respondió seca y duramente el más mujeriego de los cuatro y trataba de ignorar las miradas divertidas que se enviaban Remus y James, al parecer seguían en su afán de creer que a él le gustaba la niña mocosa esa, que de niña mocosa no tenía nada, ya que durante esos últimos años, su cuerpo e imagen habían dado un giro impresionante y se había convertido en una de las chicas más guapas de todo Hogwarts, pero claramente, lo único por lo que sentía atracción hacia ella, era para matarla o torturarla, o enviarla a dormir con el calamar gigante, estaba de acuerdo con cualquiera de las opciones. Por eso se alegró mucho cuando dijo que debía irse ya que la prefecta pelirroja debía de estar buscándola. Nunca amó más a Lily Evans como en ese momento. Aunque para Marlene no fue tan divertido, claro que estaba feliz de no tener que soportar ni un minuto más al único Gryffindor de los Black, pero tenía que enfrentarse con una Lily Evans hecha una fiera que, si pudiera, escupiría fuego por la boca y mataría con la mirada. Así que, abusando de sus rasgos tiernos, su voz dulce y su muy buena amistad con ella, se acercó.
-Hola, Lily! Como has estado? Has disfrutado de tus vacaciones?- Primeramente la prefecta se sobresaltó, ya que en la última media hora, todo ser humano que tenga un poco de razón, se alejaba de ella como si fuera una enfermedad contagiosa y mortal o como si fuera un animal capaz de matar si entrabas en su campo visual, que efectivamente lo era. Pero había solo un pequeño problema, Marlene no tenía ni una sola gota de cordura en su interior, cosa que era positiva algunas veces, y otras veces…No tanto.
-En dónde están?- rugió la pelirroja como si fuera una leona, que lo era porque pertenecía a Gryffindor igual que su amiga, pero ya saben a qué me refiero.
-Estan? Quiénes, Lily?- preguntó con voz calmante la rubia tratando de tranquilizarla, sin conseguirlo, y haciéndose la tonta.
-No te hagas la que no sabes de qué estoy hablando y de quiénes estoy hablando, porque tanto tú como yo sabemos perfectamente a que me estoy refiriendo.- decía cada vez acercándose un paso más hasta terminar a pocos centímetros de la cara de Marlene, mientras le sujetaba el cuello de su remera. Las piernas de esta le fallaban, y supo que si Lily no la estuviese sujetando y obligándola a quedarse de pie, se hubiera derrumbado allí mismo. Marlene no era de tener miedo pero en ese momento, Lily causaba terror. Luego la miró durante unos momentos directamente a los ojos, consiguiendo armarse del valor suficiente como para dirigirle la palabra sin tartamudear o algo peor.
-De verdad, Lily. Y ni siquiera el tren se ha puesto en marcha y tú ya estás completamente alterada. Por qué mejor no vamos al compartimiento, te olvidas de tus deberes de prefecta por un rato y te relajas un poco? Ya vas a tener tiempo durante el año para descargarte con quién te haya hecho esto. - Y así, ambas amigas se dirigieron hacia el lugar concordado. Mientras ambas caminaban, se oía el último aviso de que el tren partía y en menos de lo que alguien tarda en decir "Banshee" o "Quidditch", el tren estaba en marcha hacia Hogwarts.
