El mundo y los personajes de Digimon no me pertenecen. Esta historia nació para fines de entretenimiento y no busco lucrar con ella.
Días con amigos
I
—No entiendo porque te cuesta tanto esta materia —le susurró Kouichi, con una sonrisa divertida, después de entregarle una nueva hoja. Unos pequeños garabatos destacaban entre sus renglones— Aquí resuelves los ejercicios muy bien, Takuya.
El joven giró la cabeza y levantó el lápiz que rasgaba las hojas blancas y marcaba los números sobre el papel. Ya había terminado casi todo lo que le había pedido la profesora y podía permitirse un pequeño descanso. En la casa de su amigo predominaba la tranquilidad. Era acogedora, por decir algo. Siempre podía notar la calidez de las personas que habitaban allí. No era extraño sentirse tan a gusto en compañía de Kouichi después de haber puesto un pie en su casa.
Le había pedido a Kimura que le ayudase con matemáticas —no quería pedirle a Izumi, porque ella se burlaría ya que era muy buena en esa materia— y Minamoto no tenía la paciencia suficiente para explicarle. Junpei tampoco era muy paciente con él, en particular, y Tomoki ni siquiera era bueno en matemáticas. Sin contar que era más pequeño y no tendrían los mismos temas.
Kouji le comentó que Kouichi podría ayudarlo una vez y él no dudo en pedírselo. De ese modo, tan sencillo y simple, habían terminado reuniéndose cuando Takuya necesitaba un poco de ayuda en la materia.
También se encontraban para jugar al futbol pero Kouji, Tomoki y Junpei se incluían en ese programa. Izumi solía llevarlos de compras por Shibuya cuando le tocaba decidir un destino. Junpei y Tomoki apuntarían a cosas variadas siempre y cuando no se tratase de estudios.
Tenía muchas respuestas para él, considerando esa cuestión y se las daría, aprovechando que Kouji no estaba a la vista.
Pese a que era jueves, el joven Minamoto se quedaría en la casa de su madre a pasar la noche por algún motivo desconocido. Por ello, cuando Takuya llegó, no pudo evitar notar la sorpresa que tenían los ojos oscuros de su amigo. Claro, nunca antes habían coincidido los dos en el mismo lugar.
Pese a estar Kouji desde el comienzo, había podido prestarle atención a la explicación de Kouichi —lo cual consideró todo un logro— y había podido resolver los problemas que le habían propuesto en clase. Escuchó a los gemelos conversar de cosas triviales y se alegró de verlos juntos, porque sabía que no podían verse tanto como deseaban.
Quizás era porque en la casa de Tomoko y Kouichi no contaba con la irritante presencia de Shinya —que parecía elegir los momentos en los que estudiaba para proponerle algún juego nuevo en su videojuego— y tampoco Kouji que, realmente, tenía una habilidad especial para discutir con él sobre cualquier cosa. No es que fuesen diferentes, que lo eran, también era cierto que encontraron una especie de equilibrio entre esas discusiones que tenían.
Le dirigió una mirada a Kouichi en cuanto terminó de hacer las prácticas y, finalmente, sonrió.
—Eres un buen profesor —aseveró finalmente, extendiendo la hoja hacia su amigo, para que revisase los ejercicios que había concluido. Estaba orgulloso de sí mismo por lo fácil que se había vuelto resolver esas ecuaciones— En clase me aburro y mi profesora me odia, además.
Kouichi se rió entre dientes. Había revisado las notas de la carpeta que llevaba Kanbara a su escuela y entendía porque Takuya nunca tenía las explicaciones completas sobre lo que veía en períodos escolares. Lo cierto era que el muchacho dibujaba mucho durante las clases.
Con nostalgia, se percató de que la mayoría de los dibujos eran sobre Agnimon. Algunos intentos de dibujar a Vitramon también se apreciaban sobre el papel. O simplemente las reconocía por el símbolo de las llamas que había junto a todos los dibujos.
—No te llamaría tanto la atención si la escuchases de vez en cuando. O si copiases algo en vez de dibujar —señaló el mayor de los gemelos.
—¡Lo intento, Kouichi! —se exaltó, provocándole una sonrisa a su acompañante. Se cruzó de brazos, con aire ofendido—Es verdad... ¡No te rías!
Kimura negó con la cabeza.
La sonrisa aun marcada en sus labios cuando divisó una graciosa caricatura en la esquina inferior de la hoja. Eran tres figuras torpemente trazadas. Una con dos orejas, otra parecida a un cono y una tercera con alas de murciélago.
Sonrió —Neemon, Patamon y Bokomon.
Takuya parpadeó, sorprendido. Y, luego, miró el dibujo que Kouichi estaba observando. Era uno de los últimos que había hecho y se notaba en los torpes trazos que habían quedado plasmados en la hoja.
Definitivamente, dibujar no era lo suyo.
—Al menos, tú lo entiendes —suspiró. Kouichi le dirigió una mirada de extrañeza —Shinya, mi hermano pequeño, pensó que eran unas deformes criaturas espaciales que vimos en una película hace un tiempo. No tienes idea de lo que piensa del Agnimon que dibujé el otro día…
Pese a sus palabras, Takuya sonreía.
No podía negar que su relación con su hermano pequeño había mejorado luego de sus aventuras en el Mundo Digital. Se había prometido ser un mejor hermano y estaba tratando de serlo. Nunca había sido fácil. Shinya era, fácilmente, la persona que más lo exasperaba —aun más que Kouji— pero era la persona a quien más defendía de cualquier cosa que amenazase con dañarlo.
—¿Le has hablado del Mundo Digital? —cuestionó Kouichi, con curiosidad.
—No —replicó Takuya, con rapidez—… Bueno, no mucho. Sé que me creería, se que quizás hasta confiaría en que sucedió pero… Aun es difícil pensar que… Ya no volveremos y…
La pequeña pausa interrumpió la charla. Pero el silencio no era incómodo en absoluto.
—Aunque no podamos verlos, ellos todavía existen—susurró el mayor de los gemelos, con una sonrisa—Que no nos necesiten quiere decir que las cosas están bien… Si tuviésemos que ir hacia allá…
Sin poder evitarlo, Kouichi frunció el ceño. Por momentos, la perspectiva de regresar al Mundo Digital quizás fuese tentadora. Volver a ver a Löwemon y KaiserLeomon era algo que ansiaba.
Sin embargo, si eso ocurriese implicaría que las cosas se torcieron en ese lugar. Que deberían volver a luchar.
—Significaría que hay problemas —concluyó Takuya, con una sonrisa triste— Sí, es cierto. Además, todavía estamos todos juntos…
De improviso, soltó una carcajada. Kouichi parpadeó, con una ligera sorpresa naciendo en sus ojos. No tenía idea de por qué su compañero estaba riéndose en ese momento.
—No es nada —Takuya declaró, aun sonriente. Parecía que había visto algo muy divertido por las expresión de su rostro— Es sólo que había pensado que estaría celoso de ti.
No creyó que se sentiría tan aliviado después de hablar, quizás era cierto que no podía mantener las cosas para sí mismo al final. Había pensado en ello después de una conversación que tuvo con Kouji, aunque nunca le había dado verdadera entidad hasta ese momento. Se preguntó por qué habría sido.
—¿Celoso de mí? — El mayor de los gemelos parpadeó, confundido. Si le hubiese dicho que había un león detrás de él, no estaría más sorprendido— ¿Por qué?
Una de las preguntas más conocidas de la historia. A veces era muy fácil de responder, otras, muy complicada.
Sin embargo, para Takuya no era necesario meditarlo demasiado. También podía replicar ante esa cuestión. Era sincero y franco, generalmente. Además, sabía que podía hablar con libertad.
—Kouji es mi mejor amigo —declaró, fácilmente. No era una persona que anduviese con rodeos— Y pensé que tú… Bueno, ya sabes, que harías que todo cambie… Lo gracioso es que no ocurrió. Supongo que es porque me caes bien.
Kouichi lo miró con una mueca graciosa cuando él no pudo evitar soltar otra risita divertida. Kimura negó con la cabeza y, luego, sonrió. —¿Debo decir gracias?
—No —Takuya sonrió— Creo que necesitaba decírtelo, de todos modos. Izumi siempre me dice que no puedo guardarme cosas.
Kouichi ladeó el rostro hacia un lado, con curiosidad. A diferencia de Takuya, él no solía decir todo lo que pasaba por su mente. Además, Izumi le había dicho que debía aprender a ser un poco más sincero con sus sentimientos.
—Yo también pensé eso.
Cuando Kanbara hizo un gesto de sorpresa, fue el turno de Kouichi para reírse de su expresión.
El mayor de los gemelos le tendió el las hojas de regreso a su dueño, mientras buscaba algunas palabras para expresar lo que quería decir. No estaba resultando fácil pero le debía a Takuya por su sinceridad.
—Estar celoso, de ti y Kouji —explicó, suavemente.
—¿Estás celoso de mí? —cuestionó Takuya, sin poder disimular su sorpresa.
Kouichi se encogió de hombros —No, realmente —sonrió, con una pizca de diversión en el fondo de su mirada azul— Quizás porque también me caes bien.
Takuya esbozó una sonrisa divertida. Por muy parecidos que fuesen los gemelos, le gustaba la idea de descubrir que no eran idénticos. Además, le resultaba agradable la perspectiva de que, con cada uno, tuviese una relación diferente.
Eran dos personas distintas, después de todo.
Kouichi era de ese tipo de personas que era bueno con cualquier desconocido, generalmente. Tenía sus momentos, claro, pero era difícil verlo siendo descortés con alguien. Y nunca querrías ponerte del lado contrario cuando se enfadaba.
Incluso sabía que era capaz de soportar muchas cosas y, simplemente salir adelante. Como si usase su dolor como motor. Un tipo de fuerza muy particular, muy impresionante a veces.
Lo único que Kouichi necesitaba era creer que merecía pasar por cosas buenas.
—Entonces, supongo que es gracioso que hayamos temido lo mismo —concluyó Kanbara.
Detrás de ellos, la puerta principal se abrió y Kouichi le sonrió a los recién llegados. Takuya no pudo evitar copiar el gesto en sus facciones. La primera era Tomoko Kimura y el segundo, ni más ni menos que Kouji. No podía evitar sentirse alegre ante la presencia de la madre de los gemelos, había algo muy especial alrededor de ella. Kouji era tímido en torno a su madre, pero siempre sonreía.
Era bueno ver que estaban intentando recuperar un poco del tiempo perdido.
Después de que se quedaron solos en la casa, Kouichi le explicó que estaba tratando, lentamente, que ambos pudiesen tener actividades juntos.
—Se nos hizo tarde —fue lo primero que dijo Tomoko al cruzar el umbral de la puerta. Parecía disculparse—, deja las cosas en la mesa, cariño —murmuró a su hijo menor. Luego, le sonrió a su joven invitado—… ¿quieres quedarte a cenar, Takuya-kun?
—Mi padre pasará por mí, Kimura-san —sonrió, tímidamente. Había una extraña calidez en la mirada oscura de Tomoko. No era similar a la mirada de sus amigos, era más suave y más dulce— No se preocupe.
Su padre le dijo que iría a buscarlo cuando regresase a casa, después de trabajar. Probablemente, no tardaría mucho.
Kouji bajó la mirada hacia las hojas que habían quedado en la mesa después de dejar las cosas. Pasó uno de sus dedos en la esquina inferior de una de las hojas ya que encontró los garabatos que allí estaban. Adivinó que pretendían ser las figuras de los tres digimon que los acompañaron de forma permanente. Dos desde el comienzo y un tercero que se agregó después. No pudo evitar una sonrisa inconciente.
No podía evitar insistir en un tema particular al ver los trazos que conformaban los pequeños dibujos —Tendrías que pedirle a Kouichi que te diese clases de dibujo, también.
El mayor de los gemelos se ruborizó de forma inmediata.
Tomoko se sonrió mientras comenzaba a guardar los recados que había traído del mercado. Algunas cosas se las llevó consigo, antes de regresar en busca de otras. Kouji se ofreció a ayudarla pero ella le pidió que no se molestase en hacerlo. Él no podía negarle nada.
—¿Dibujas? —dudó Takuya, sorprendido.
Kouichi asintió, suavemente. Su hermano menor le había dicho que sus dibujos eran buenos, aunque a él no le gustaba especialmente dejar que otros los criticasen.
Lo había permitido con Kouji porque, bueno, era… Kouji.
—Le gusta más que los deportes —comentó Minamoto, en voz baja.
Una de sus grandes diferencias, quizás. Kouji prefería más las actividades físicas. Las artes marciales, por ejemplo. Su padre le había comprado una guitarra cuando era más pequeño pero, sin duda, no era lo suyo. Las cosas artísticas eran algo de su hermano.
—Tendrás que mostrarnos alguna vez —aseveró Takuya. Cuando era niño quería dibujar cómics, a Junpei también le agradaría ver cosas de ese estilo.
—Iré a preparar la cena —avisó Tomoko, interrumpiendo cualquier respuesta— Takuya-kun, avísame cuando venga tu padre, por favor.
—Sí, Kimura-san —aun no se atrevía a llamarla de otra forma.
—Te ayudaré, mamá —Kouichi declaró, sin pensar.
—No, cariño. No te molestes…
Pero era imposible hacer que Kouichi desistiese de algo cuando se lo proponía. El mayor de los gemelos ya se había marchado hacia la cocina.
Tomoko soltó un suspiro que hizo eco del de Kouji y Takuya no pudo evitar sonreír. Esos dos se parecían mucho más de lo que parecían percibir. Él lo encontraba divertido.
—Acéptalo amigo —declaró Kanbara cuando la mujer los dejó solos, siguiendo los pasos del mayor de sus hijos— Tú nunca podrías ayudarla en la cocina. Tardé horas en quitarme el sabor de la lengua.
—Tú tampoco podrías ayudar, ¿sabes?—replicó Minamoto, finalmente. Enarcó una ceja— Tus hamburguesas pueden ser tóxicas.
Tardaron apenas unos segundos en enfrascarse en una nueva discusión. Terminaron riéndose cuando Takuya ni siquiera podía recordar el motivo por el que estaban enfrentándose en, primer lugar.
Solía suceder de ese modo, así que ninguno de los dos se sorprendió.
—¿Qué es lo que ocurre allí? —dudó Tomoko, con curiosidad. Se había asomado hacia el lugar donde estaba su hijo menor con su amigo. Podía escuchar sus voces desde la cocina.
—Ignóralos, es lo que yo hago —Kouichi sonrió, mientras terminaba la preparación que su madre había iniciado— Es una suerte que ninguno de los dos se haya ofrecido a ayudarnos. Tienes que asegurarte de mantenerlos lejos de la comida. Izumi-chan me ha dicho que es lo más saludable.
Tomoko soltó una pequeña risita. —Son buenos amigos.
—Sí, lo son.
Se acercó hacia su hijo mayor y le acarició el cabello, con suavidad —Tú no deberías preocuparte tanto, hijo mío.
Kouichi levantó la mirada y le sonrió, con ligera diversión —Supongo que podría decir lo mismo. Pero, ya sabes, ninguno de los dos nos haremos caso.
Apenas habían pasado unos minutos cuando Kouji y Takuya se presentaron en la puerta de la cocina.
—¿Podemos ayudar en algo? —dudó Minamoto.
Kouichi miró a su hermano con las cejas levantadas. Su madre soltó otra risita.
—Pueden venir con nosotros, cariño —replicó la mujer— ¿Seguro que no quieres quedarte, Takuya-kun?
—No puedo. Me encantaría ayudar, sin embargo.
El mayor de los gemelos negó con la cabeza —Quizás alguno podría mezclar la salsa —murmuró, divertido— Eso no nos matará.
—¡Kouichi!
—¿Quieres apostar? —desafió a Takuya.
Kanbara enarcó una ceja y caminó, con pasos decididos hacia donde se encontraba Kimura, que sostenía una pequeña cazuela. Kouji contuvo una pequeña risa cuando su amigo se quejó sobre quemarse.
—Pensé que el fuego era lo tuyo —susurró Kouichi.
Minamoto parpadeó en dirección a su hermano. Siempre era curioso cuando sus pensamientos eran similares.
Bufó, mientras se acercaba hacia ellos —No te sorprendas, Nisan. Sabes que él habla mucho sin razones verdaderas...
La discusión se hubiese desatado si un sonido no hubiese interrumpido sus palabras. Takuya lo reconoció al instante.
Había sido el teléfono de su madre antes de viajar al Mundo Digital pero después de que, para su cumpleaños le pidió que se lo dejase, le pertenecía y nunca se separaba de él. Por supuesto, ninguno de sus padres había entendido su deseo de conservar el móvil antiguo y no comprarse uno nuevo.
Él no tenía explicación alguna para ello. Ninguna que ellos pudiesen comprender sin saber la verdad, de hecho.
—¡Hola, papá! —saludó, después de reconocer el número. La voz de su padre le devolvió el saludo— Sí, de acuerdo. No, sigo en casa de Kouichi… ¿quieres la dirección? No, no es que piense que eres despistado… Es sólo que… No, yo no he dicho eso… Papá…
Los gemelos compartieron una mirada divertida y Tomoko sonrió, verdaderamente alegre. Por mucho tiempo había pensado que momentos preciados como ese se habrían perdido en días pasados. Ella estaba feliz de ver que sus hijos estaban con ella, que estaban juntos de nuevo y estaba aun más feliz sabiendo que aun quedaban muchas cosas maravillosas que vivir.
Parecía que, al final, todo había valido la pena.
(***)
N/A: Esto es simplemente un poco de mi headcanon respecto a los vínculos de los chicos de Frontier. Como se ve apenas como es el vínculo que forma Kouichi con el resto de los chicos (excepto Kouji, claro), me gustaba la idea de explorar ese concepto. Pienso que se llevaría bien con sus compañeros de aventuras.
Takuya es una persona extrovertida y agradable, así que pienso que no sería difícil que existiese una relación amigable entre ellos.
