Hola! Bueno, este fic es pre-epílogo por lo que contiene spoilers de los tres libros, así que si no los habeis terminado puede que os fastidie el libro xD
Este fic trata sobre como Katniss y Peeta llegaron al epílogo. Espero que lo disfruteis :D
Disclaimer: Ningún personaje ni lugar me pertenece, todo es propeidad de Suzanne Collins ^^
RESURGIENDO DE LAS CENIZAS.
Katniss Everdeen, la chica en llamas. Cualquiera diría que me he convertido en cenizas después de todo por lo que he pasado. Como dije una vez, el fuego se propaga, pero también se consume.
Llevo encerrada en mi casa en la Aldea de los Vencedores desde el día que me trajeron aquí desde el Capitolio. Solo de pensar en el Capitolio se me revuelven las tripas, aunque por fin, el gobierno de Snow ha sido derrocado y Paylor ha hecho de Panem un mundo nuevo y mejor para todos sus habitantes.
Siento que he cumplido mi cometido como Sinsajo y que la finalidad de mi vida terminó el día en que maté a Coin. Es por eso que estoy dejando pasar mi vida de la manera más deplorable posible, todo lo que me queda es malo, por no decir, que ya no me queda nada a lo que aferrarme para salir de este estado en el que me encuentro durante estos cuatro meses.
Solo conservo los recuerdos, las pesadillas de todos los malos momentos que han ocurrido en estos tres años, los primeros juegos, los segundos y lo más doloroso de todos, la muerte de Prim. Veo su muerte todas las noches una y otra vez, repitiéndose como un disco rallado, sin clemencia. Antes lloraba cada vez que la veía, pero ya me he quedado sin lágrimas. Es en estos momentos cuando echo de menos los brazos de Peeta alrededor de mi cintura cuando dormíamos juntos en el tren. Pero inevitablemente, me viene a la cabeza como sus manos, las mismas manos que me acariciaban el pelo con ternura para tranquilizarme, se enrrollan sobre mi cuello con la clara intención de ahogarme.
No puedo evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que me acuerdo de él. De hecho, no pienso en él por voluntad propia, sé que le he perdido, el Capitolio me lo arrebató, sé que nunca va a volver. Aunque a veces, no puedo evitar mirar por la ventana para ver si la luz de su casa está encendida. Pero son los comentarios de Sae la Grasienta, sí, viene a darme de comer y a intentar animarme, los que me recuerdan a él.
Es un día en especial, en el que dice algo que hace que no pueda quitarme a Peeta de la cabeza durante la siguiente semana.
Peeta ha vuelto al distrito.
Esta noticia me sobresalta sobremanera, no pensaba que volviera, había descartado completamente la idea. Aun así sigo con mi rutina de salir a cazar durante las noches, para evitar el sueño, y de volver a casa al amanecer y encerrarme en mi cuarto durante todo el día. Sae insiste en que me duche y que me cambie de ropa, que arregle la casa, que cualquiera diría que está abandonada. Pero estoy tan destrozada que mi mente no me deja hacer nada. Es como me siento, abandonada, por todas aquellas personas que alguna vez significaron algo para mi.
El primero al que le guardo rencor es a Gale, se fue al Distrito 2 a ayudar en su reconstrucción y no he vuelto a saber nada más de él. Además nunca sabré si fue su trampa la que le causó la muerte a mi hermana.
Luego está mi madre, tampoco volvió conmigo, se quedó curando enfermos en el Distrito 4. Pensé que después de todo no volvería a abandonarnos. Pero ha tenido que llenar el vacío de la muerte de Prim dedicándose a la medicina, a veces creo que no se acuerda de que tiene otra hija, que aunque no está muerta, es como si lo estuviera. Ahora, aunque es un poco contradictorio, comprendo la situación de mi madre cuando murió mi padre, creo que estoy imitándola, no puedo evitar hacerlo, pero es culpa de mi madre que siga su ejemplo, es lo que me mostró.
También siento cierto rencor por Haymitch, pero bueno, él también está pasando por una situación difícil, desde que venció en los 50º juegos del hambre.
El resto de gente que apreciaba en cierto sentido ha muerto, menos Peeta, él está a cinco metros de mi casa.
La única persona que se preocupa por mi es Sae la Grasienta, solo puedo agradecérselo dejándole toda presa que cazo y poniendo a su disposición todo mi dinero, aunque no lo ha aceptado. Al fin y al cabo es la única persona que se merece algo de mí en estos momentos, es gracias a ella por lo que sigo viva.
-o-
Una semana después de la vuelta de Peeta decido ducharme, hoy me siento más animada, no he soñado con la muerte de Prim por primera vez en meses, aunque es algo que tengo presente todos los días. He soñado con la muerte de Peeta, y ahora que sé que está vivo, y que está a solo unos pasos, me pregunto si realmente quiero que muera para mí. Es este pensamiento el que me da fuerzas para salir a la calle durante el día, y quizá, si me orgullo y mi cobardía me lo permiten, llamar a su puerta.
Sae me observa sorprendida cuando me ve en la cocina desayunando lo que me ha preparado.
-¿Vas a salir?- me pregunta con esperanza, a sus ojos, y a los míos también, con suerte, si esta de mi parte, esto es una especie de avance.
- Sí, aun no ha terminado mi tarea como Sinsajo.- Por supuesto que no, es ahora cuando me doy cuenta de que tengo que reparar todo el mal que he causado, por que, al fin y al cabo todas esas muertes: Rue, Mags, Finnick, Cinna, Prim y todos aquellos que murieron en la revolución, murieron por algo que aunque estaba en los corazones de todos, fue mi chispa la que lo hizo arder. Fui yo la que de alguna manera, incité a la revolución, y no puedo evitar sentirme culpable por ello. Es por eso que debo cuidar a todos aquellos que han sufrido, que han sobrevivido y que incluso estaban dispuestos a dar la vida por mí.
Tengo que ayudar a Peeta a que se recupere del todo, a que sepa cual es la realidad y la mentira, aunque ya no esté enamorado de mí.
Me duele pensar eso, que ya no me quiera de esa forma, y no puedo evitar preguntarme por qué siento este dolor si nunca he tenido del todo claro mis sentimientos hacia él. Llevo con esta duda desde que Snow lo capturó y aún no he podido resolverla.
Dicen que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes, quizá yo he depositado demasiada esperanza en él, pensando muy muy en el fondo y sin darme cuenta, de que no puedo perderlo. Debe ser este pensamiento el que no me deja saber que quizá, solamente quizá, esté enamorada de él. Si siempre he tenido esta mínima esperanza, no puedo dejar pasar la oportunidad de recuperarlo y recuperarme a mi misma.
Me termino el bollo con rapidez y me despido de Sae.
-Suerte, Katniss...- desde los primeros juegos he odiado esta palabra, la siento como si se rieran de mi " y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte" es por eso que la sonrisa que debería darle no me sale. Asiento con la cabeza y salgo a la cálida mañana.
El sol me da con fuerza en los ojos y no puedo evitar entrecerrarlos, me quema mi piel pálida. Suspiro y me dirijo a mi antigua casa, de paso también miro las ruinas de lo que era la panadería.
Suspiro al recordar el escaparate repleto de pasteles con sus glaseados hechos por Peeta, Prim siempre se quedaba embobada mirándolos. Ya no queda nada de eso, solo unos hierros colocados sin sentido, en lo que debía ser el horno.
Me pregunto sí los restos de la familia de Peeta se encontrarán aquí, se debe de sentir muy solo en estos momentos, acostumbrado a vivir con cuatro personas más. Peeta no merece sentirse así, no después de todo por lo que ha pasado.
-o-
Perdida entre mis divagaciones sobre Peeta y su familia consigo llegar hasta las ruinas de lo que verdaderamente fue un hogar para mí. Dejo escapar mis lágrimas, parece que han vuelto, sin avergonzarme de llorar en público, siempre he sido reacia a mostrar mis sentimientos cuando sé que hay más gente cerca. Pero las lágrimas brotan de mis ojos sin pedir permiso, trayéndome imágenes que no recordaba, momentos felices en compañía de mi padre y de Prim, incluso de Buttercup. Recuerdo a mi madre siendo una madre, a mi padre cantando a los sinsajos y a Prim sentada en el suelo, observándole con los ojos muy abiertos, llenos de emoción por la voz de su padre.
Estoy un largo rato aquí, recordando, y sobretodo, volviendo a descubrir que antes de que mi padre muriera, yo era una niña feliz.
Vuelvo hacia lo que debería considerar mi casa, con los ánimos renovados y algo más animada incluso que cuando me he levantado, me he dado cuenta que a pesar de que mucha gente a la que quiero y aprecio ya no esté, a ellos no les gustaría verme sumida en la depresión, teniendo la oportunidad de vivir. Tengo que recordar los buenos momentos con ellos y sonreír por haberlos conocido, aunque les echo terriblemente de menos.
La gente del distrito me observa con curiosidad mientras camino entre las calles, algunos me saludan y me dan el pésame por Prim, otros tratan de infundirme ánimo con su mirada y alguno que otro chilla "¡La chica Sinsajo ha salido por fin de su jaula!". No puedo decepcionar a toda esta gente quedándome recluida en mi casa.
Cuando estoy a unos metros de mi casa, me recuerdo que no he cumplido la misión que me había impuesto al salir, visitar a Peeta. Una masa de nervios se apodera de mi cuerpo y la cobardía comienza a hacer acto de presencia. Estoy parada a mitad camino entre ambas casas, es entonces cuando reparo en algo que no había visto antes.
Peeta ha plantado Primroses amarillas en el jardín que separa mi casa de la suya. Como siempre, él ya ha dado el primer paso. Suspiro, este acto de bondad hacía mi hermana me da las fuerzas necesarias para llamar a su puerta. Me dirijo con los nervios a flor de piel, hace cuatro meses, o más, que no le veo, no se como va a reaccionar ante mi, y no puedo negarlo, tengo miedo.
Escucho la voz de Prim en mi cabeza guiándome hasta la puerta, "Vamos Katniss, sigue, estás cerca, no te detengas…". Observo como mi dedo se dirige hacia el timbre de la puerta de Peeta, aun cuando pienso que mi cerebro no ha mandado la orden de realizar esto. Estoy apunto de salir corriendo pero la voz de Peeta me detiene.
-Katniss…- Su voz es mas grave, sus ojos más oscuros, aunque denotan cierta sorpresa.
- Hola, Peeta- consigo contestar, me observa con detenimiento, estudiándome, y yo hago lo mismo, está más alto y más delgado, aunque sus hombros siguen siendo anchos, ya no se nota tanto, está completamente despeinado y tiene un poco de barba. No puedo evitar pensar que me resulta muy atractivo.
- ¿Cómo estás?- su tono de voz suena amistoso, aunque algo distante e inseguro.
- Estoy, que de momento para mi, es suficiente… ¿y tú?- Siento como me tiembla la voz por los nervios y él lo percibe, siempre lo percibe todo. Por lo que me mira con el ceño ligeramente fruncido.
- Yo estoy bien, Katniss. Pensé que ya no vendrías a verme. – maldito sea, aunque le hayan modificado los recuerdos siempre consigue tener cosas que decir. No se muy bien que contestar a eso.
- Bueno… he estado algo ocupada. - Sí, ocupada pensando en como enfrentar esta situación. Antes de que diga nada más al respecto decido cambiar de tema. – Gracias por las Primroses.
- No son para ti.- Contesta un tanto brusco, lo cual me descoloca.- Son en honor a Prim.- Aclara, intentando sonar más cordial. Asiento con la cabeza, me gustaría sonreírle, pero me duele tanto pensar en mi hermana muerta que no puedo hacerlo. – Ella siempre te hacía detenerte en el escaparate de la panadería para ver los pasteles, ¿Real o no real?
- Real.- no puedo evitar recordar que hace unas horas ese recuerdo vagaba por mi mente.- Peeta… Siento todo lo que ha pasado.- estas palabras escapan solas de mi boca y siento la necesidad imperiosa de tocarle, pero es demasiado pronto. El hecho de pensar en mi hermana y los pasteles me ha recordado a que la panadería está echa cenizas y que lo más probable es que los cuerpos de su familia también. Peeta niega con la cabeza, un poco triste.
- No te culpes, Katniss- Oh dios, ¿Por qué tengo tantas ganas de abrazarlo? Tengo que reprimir los impulsos o le espantaré. Aun así tengo que decirle algo reconfortante, él siempre ha tratado de cuidarme y alejarme de los problemas, incluso ahora pidiéndome que no me culpe cuando es tan evidente que yo soy la causante de todo lo que le ha pasado.
- Si necesitas cualquier cosa puedes contar conmigo.- Estas palabras parecen aliviarle ligeramente, pero me mira demasiado intensamente, tratando de ver cuales son mis intenciones, nunca he sido de decir estas cosas. Finalmente esboza una sonrisa.
- Gracias, tu también puedes contar conmigo.- De repente me siento tan bien, vuelvo a tener un pilar en el que apoyarme, aunque él me necesita más. Sonrío, no recordaba esa sensación, hacía meses que no lo hacía.
- ¿Cómo puedes sonreír con tanta facilidad a pesar de todo?- Siempre he admirado la fuerza exterior e interior de Peeta.
- No lo sé, Katniss, procuro no deprimirme… Por cierto, mira lo que estoy haciendo. – Me invita a pasar a su casa, sí, toda esta conversación ha sido en el portal. Nunca había entrado por que no era santo de devoción para la madre de Peeta. Nada más entrar en la casa una lluvia de color inunda mi cabeza. Ha pintado todo lo pintable de paisajes y edificios sin sentido, creando un mundo completamente nuevo. Lo miro todo con la boca abierta, pero hay una parte del mural en particular que me llama la atención, hay una cama sobre una nube blanca y esponjosa. No comento nada por que creo que es un tema un tanto personal para tratar ahora.- ¿te gusta?- Me pregunta con los ojos brillantes, y es cuando por unos segundos, sus ojos vuelen a recobrar su color azul claro, se siente orgulloso de su obra. Esta vez mi respuesta va a ser muy diferente a "Lo odio", como ya le dije una vez.
- Me encanta.- Ojalá pudiera irme a vivir a un lugar así, que transmite tanta paz y tanta alegría, es curioso que ha Peeta le haya salido esto después de nuestro trágico pasado.
- Es este mundo el que me mantiene vivo, Katniss.- dice señalando las paredes.- Este mundo en el que siempre he querido vivir, me da esperanza y espero lograrlo algún día.- Le observo detenidamente, como mira maravillado a su alrededor, y no puedo evitar que se me escape otra sonrisa, quiero poder tener la esperanza que tiene Peeta.
- Te envidio. – le digo, él me mira extrañado.
- ¿Por qué? – le miro a los ojos y me doy cuenta de que tiene una mirada oscura y triste, de un azul más intenso y concentrado, pero no más bonito que el suyo original.
- Siempre encuentras la forma de salir de los agujeros, o por lo menos lo intentas. Yo aún sigo sin saber que hacer para volver a ser yo misma. – Él me mira con compresión durante unos segundos y su mirada se ablanda.
- Siempre eres tú misma Katniss, es tu personalidad la que actúa así, lo único que puedes hacer… es mejorar ese aspecto. – No sabía que Peeta tuviera una vena filosófica.
- ¿Y como mejoro?- le pregunto con brusquedad, su comentario me ha irritado.
- Tal vez si le cogieras el teléfono a Aurelius él te podría ayudar…- Así que era él el que llamaba constantemente. Tendré que cogerlo de vez en cuando.
- Probaré con eso. – Noto como me rugen levemente las tripas y me doy cuenta de que ya es la hora de comer.- Sae me estará esperando en casa para comer. ¿Quieres venir? – no puedo evitar proponérselo, aunque la conversación me está resultando tensa no quiero irme aún.
- No, gracias Katniss. Estoy esperando a Haymitch.- me explica un poco inseguro. Con que está esperando a Haymitch, me pregunto quién iría a ver primero a quién. No puedo evitar sentir cierto rencor hacia Haymitch.
- Nadie diría que estás esperando visita.- Le digo sarcástica. Él me mira interrogante.- Estás muy despeinado. – Peeta sonríe y su mirada se aligera por un momento.
- Es Haymitch, suele tener peor aspecto que yo.- En eso lleva mucha razón y el comentario inevitablemente me hace gracia.
Me acompaña hasta la puerta y me despide con la mano. Supongo que mañana volveré a verle, a no ser que venga él antes, cosa que dudo.
Durante la tarde, como si supiera que había hablado de él me llama Aurelius y me propone algo que nunca en la vida me había planteado. Cantar. El problema de esto reside en que no hay escuelas de canto en el Distrito 12. Pero Aurelius me cuenta que el Capitolio ha destinado materiales para construir centros de ocio y de educación de todo tipo para todos los distritos y pronto empezaran las obras. Esta noticia me anima bastante, siempre he querido saber que es un cine.
Como entretenimiento temporal me ha dicho que continúe con el libro de hierbas de mi familia. No me parece algo adecuado todavía, puesto que los recuerdos están muy frescos. Lo mejor que puedo hacer es reorganizar la casa, que lleva cuatro meses en un completo desastre. Esa noche le cuento la idea a Sae durante la cena y le encanta, incluso se ofrece a ayudarme. Rechazo su oferta, es algo que quiero hacer yo sola, quiero construir mi mundo a mi manera.
Espero que os haya gustado ^^ y ya sabeís, hacerme saber que os a parecido con algun review ;P
Un beso, Wisper!
