Shaoran
¿Dónde estaba?
¿Cómo había llegado a ese lugar?
Sus manos estaban fuertemente atadas detrás de él.
Se sentía mareado y desorientado, no entendía que es lo que había pasado.
Él era un príncipe.
El príncipe de Terra.
El futuro gobernante de los Terrenales.
¿Qué diablos hacia ahí, inmovilizado y en condiciones tan deplorables como esa?
Intentó mover sus manos buscando sentir algo que pudiera ayudarlo a resolver el enigma que suponía su paradero… no fue una tarea fácil, cada movimiento que realizaba aumentaba el escozor de sus ataduras.
Irremediablemente un quejido salió de su garganta.
—¿Shaoran? —escuchó que le susurraba una voz en la oscuridad, era la voz de un joven a quien él conocía muy bien. —¿Shaoran estas bien?
—¿Eriol? —respondió también en un susurro, aliviado de darse cuenta que no estaba solo, su amigo de la infancia estaba ahí con él, la mayor parte de las veces lo consideraba un verdadero dolor de cabeza, pero aun así lo apreciaba.
Eriol Hiragizawa al igual que él era un príncipe, el príncipe de Windland, la tierra de la gente del viento, era alto como él, de tez bastante blanca, cabello oscuro de color azul profundo a juego con sus ojos enmarcados por un par de lentes, que solo lograban darle un aspecto más sofisticado… ciertamente el aspecto de alguien a quien no esperarías encontrar en una pocilga como esta.
—¿En dónde mierda estamos? —le dijo molesto. — ¿Qué carajos pasó? No recuerdo nada…
—No sé… los demonios… aparecieron de la nada… uno tras otro —le relató Eriol. —en cuestión de segundos todo se volvió un caos… traté de escapar, pero me atraparon cerca del salón de música…
El breve relato de su amigo agilizó su mente.
Si… él también empezaba a recordar.
"Recordaba la fiesta y el festín que la familia Daidouji había ofrecido en nombre del cumpleaños número veintidós de su hermosa hija Tomoyo, princesa de Aqua y futura heredera, una mujer fina y delicada, al igual que el elemento que gobernaba… el agua, de cabello largo y azabache, su piel tan blanca como la leche adornadas con un par de ojos amatistas.
Él siempre había admirado su belleza, su porte, la amabilidad con la que trataba a todos, para Shaoran ella era el ejemplo perfecto de lo que una mujer debía representar, de hecho él esperaba que cuando el momento llegase, pudiera desposar a una mujer igual, que gobernara a su lado.
El festejo había marchado a la perfección, todos los invitados reunidos en el jardín, habían bailado y cantado al compás de la música, desde melodías lentas y melancólicas, hasta alegres tonadas, perfectas para moverse alrededor de la pista de baile, recordaba haber visto a todas las damas de la corte ataviadas en sus finos vestidos, luciendo sus mejores joyas, muchas de ellas dedicándole miradas tímidas y otras un poco más osadas. Aquellos quienes como él no eran tan devotos al baile habían permanecido cerca de las mesas llenas de comida y bebidas dedicándose principalmente a ponerse al corriente de lo que pasaba en sus diferentes tierras, después de todo no todos los días Windland, Terra y Aqua se reunían…
Pero en un abrir y cerrar de ojos las alarmas de Aqua se habían activado, dejando a todas las personas del lugar ligeramente petrificadas, para cuando todos volvieron en sí y se percataron de lo que estaba pasando, el reino del agua ya se encontraba bajo ataque.
Vio a los guardias en sus relucientes armaduras lanzar chorros de agua y pequeñas cuchillas de hielo desde sus manos en dirección a los demonios, pero en cuanto lograban derrotar a uno, otros diez ocupaban su lugar. Shaoran había desenfundado su espada listo para la batalla, corrió, saltó por todo el jardín, tratando de encontrar a su familia, sin embargo no pudo encontrarlos por ningún lado, luego de varios minutos de intensa pelea, había decidido que su mejor opción era entrar al palacio y buscarlos ahí.
Entonces todo salió mal…
Entró al gran comedor y lo primero que vio fueron los cuerpos de varios sirvientes, soldados y miembros de la corte… recordaba el temblor que se había adueñado de él al pensar que entre tantos cuerpos sin vida pudiera estar su padre, su madre o alguna de sus hermanas, dispuesto a buscar hasta en el último recoveco del palacio, se dirigió a las puertas de cristal que conducían a la sala de estar, encontrándose con un montón de criaturas de aspecto pútrido y malévolo, de diferentes formas y tamaños, algunos con garras afiladas, otros con grandes hileras de colmillos, cuernos, múltiples ojos, llenos de cicatrices, por lo demás cubiertos por armaduras de segunda mano y armados con cuchillos, espadas, machetes, hachas, bolas con púas, arcos y armas que ni siquiera él había visto antes.
Nuevamente se vio envuelto en la batalla, pero parecía que en esta ocasión solo él peleaba contra todo el ejercito de demonios… sus fuerzas comenzaron a agotarse, sus movimientos se volvieron más lentos y torpes, hasta que por fin, uno de los demonios logró desarmarlo… su ultimo recuerdo fue la imagen de un demonio particularmente espeluznante alzando su espada… después…. Después sintió mucho dolor… y todo se volvió oscuridad.
Y ahora aquí estaba."
—¿Cómo pasó todo eso?—preguntó. —¿Pudiste ver a alguien de mi familia? ¿Estaban…?
—Lo lamento Shaoran… no vi a nadie conocido... bueno a alguien cercano a nosotros… muchos murieron —le dijo pesaroso su amigo de anteojos. —Yo también estoy preocupado por mi familia…
Los dos cayeron en un pesado silencio…
Dios
¿Cómo podían haber sido tan tontos para bajar la guardia por una estúpida fiesta?
Después de todo no era ningún secreto que los demonios querían apoderarse de los demás reinos y así sumergir al mundo en una eterna oscuridad… y bueno siendo ellos los herederos de cada reino, era obvio que hubieran ido tras ellos…
Eso le recordó
—¿Y Tomoyo? —preguntó ansioso. —No la habrán atrapado ¿verdad?
—Ella está aquí… junto a mí. —Le dijo el ojiazul—Fue la primera en ser atrapada… me parece que aún sigue inconsciente…
—¿Está herida? — siguió preguntando, al mismo tiempo que intentaba guiarse con la voz de Eriol hasta él, se desplazó lentamente hasta toparse con una pared.
—No lo sé… no puedo ver nada. —contestó con impotencia su amigo, volvieron a caer en el silencio, hasta que el ojiazul se decidió a expresar algunas de sus preocupaciones. —¿Desde cuándo los demonios son tan fuertes? ¿Y de dónde sacaron esas armas?... Shaoran estos no eran demonios comunes y corrientes… estos parecían entrenados.
No respondió.
Era cierto lo que decía, la mayoría de los demonios que intentaban entrar en sus tierras tenían un comportamiento bastante agresivo, pero nunca los había visto armados, casi siempre atacaban cuerpo a cuerpo, usando sus cuernos, colmillos y garras… Sin embargo los del palacio de Aqua…
Parecían soldados.
¿Pero quién los estaría entrenando?
Y más importante aún… ¿Quién podría ser lo suficientemente fuerte para poder controlarlos?
Las criaturas de la oscuridad eran carnívoras, además de que disfrutaban matando y torturando a quien fuera que se interpusiera en su camino, no obedecían ninguna regla, ni les importaba si miembros de su grupo eran dejados detrás… entre ellos no había lazos sentimentales, ni siquiera demostraban respeto entre ellos…
¿Quién podría ser?
—La gente de fuego —se respondió a si mismo pero en voz alta.
—¿De que estas hablando? —cuestionó Eriol, mirándolo como si hubiera perdido la razón.
No hubo respuesta, pues sus pensamientos se formaban dentro de su cabeza rápidamente.
Recordó su niñez, específicamente las clases de historia que su tutor Wein le daba…
"—Cuenta la leyenda qué hace millones de años el mundo fue creado por cuatro ángeles, cada uno de los cuales poseía el don de controlar un elemento esencial para la vida… el fuego, agua, viento y la tierra. —comenzó a contarle Wein.
Los cuatro ángeles vivían en armonía, enseñándose los unos a los otros las propiedades de su respectivo elemento y lo que eran capaces de hacer con el. Una vez que hubieron estudiado y descubierto todas las propiedades de sus elementos comenzaron a combinarlo con los demás para analizar la forma en que estos podían interactuar, los cuatro quedaron fascinados con lo que podían hacer.
—Fueron testigos de los cambios en el estado del agua, que podía ser tanto liquida como solida bajo temperaturas frías, e incluso podía ser un gas si era sometida a mucho calor, la tierra podía representarse por medio de grandes y toscas piedras hasta la arena más fina, el viento variaba más que nada en su intensidad, siendo por momentos una ligera brisa pero pudiendo tornarse en un tornado y aunque el fuego no tenía tantos cambios como los demás elementos fue puesto en evidencia que el fuego podía alterar el estado de los otros tres. —siguió relatando su tutor.
— Juntos decidieron crear un lugar donde pudieran estar más en contacto con sus elementos y las combinaciones con los demás… fue así como nació la idea para la creación del mundo.
El ángel de la tierra extendió sus alas, juntó sus manos y de ellas fueron emergiendo gruesas partículas de tierra, seguidas de una brisa de arena y lluvia de piedras de diferentes tamaños.
El ángel del agua imitó los movimientos de su compañero, solo que lugar de rocas y tierra, de sus manos salieron chorros de agua, tan gruesos que rápidamente cubrieron más de la mitad de lo que su compañero había creado.
El ángel del viento levantó en vuelo alrededor del trabajo de sus amigos, llenando del más puro aire el ambiente que poco a poco iban creando.
Finalmente el ángel del fuego abrió sus alas y alzó sus brazos por encima de su cabeza, creando una gran bola de fuego, era tan inmensa que algunas partes se desprendieron y cayeron en las montañas de tierra, llenándolas de fuego liquido dando origen a los volcanes… una vez que consideró que el orbe era suficientemente grande lo lanzó lejos en el cielo, de manera que pudiera brindar calor al planeta pero sin llegar a quemarlo…
Los cuatro admiraron su trabajo y se maravillaron con el resultado, aún más cuando notaron que la unión de sus elementos traía vida.
La tierra pronto se llenó de árboles, flores, ríos, lagos, gran diversidad de animales y para asombro de los creadores, criaturas semejantes a ellos… solo que sin alas.
Algunos nacieron con la capacidad para controlar el viento, crear brisas para refrescar los días calurosos, componer bellas melodías y en raras ocasiones manifestar su temperamento en forma de tornados y ventiscas…
También nacieron personas con el don del ángel de la tierra, podían manipular la tierra a voluntad en cualquiera de sus formas, desde la tierra de los campos hasta la arena de la costa, así como todo lo que esta produjera, incluyendo plantas, minerales y animales, eran conocidos por ser trabajadores incansables, además de expertos curanderos y mineros.
Los más afines al agua tenían como principal característica ser pacíficos pero muy misteriosos y sabios, tal como su elemento, no dejaban ver más que una pequeña parte de ellos, lo demás permanecía oculto en las profundidades de su ser. Eran los mejores en la pesca y solo en ocasiones extraordinarias manifestaban su temperamento en forma de tsunamis y chubascos.
Los herederos del poder del fuego poseían muchas similitudes con la gente de la tierra, sin embargo su instinto de supervivencia y su extraordinaria resistencia física era lo que más los diferenciaba, además de ser dueños de una personalidad impulsiva, lo que los ayudaba a hacer frente a las criaturas más poderosas y aterradoras, su único defecto era su temperamento… eran los más propensos a perder el control de su elemento y llenar los cielos con truenos o incluso comenzar un incendio.
Aun así no eran malos, siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás, hasta el punto de sacrificarse por ellos.
Por muchos años las cuatro razas convivieron en paz, compartiendo sus conocimientos y apoyándose para subsistir, para sus creadores era maravillosa la forma en que las cuatro razas se complementaban, pronto el amor comenzó a surgir entre ellos, y esto conllevó muchos cambios.
Algunas personas se enamoraban de gente de su propio elemento, pero otras encontraron el amor en un elemento diferente, nadie sospechó que esto pudiera causar alguna alteración a su estilo de vida, ni siquiera los ángeles.
Los bebés nacidos de estas parejas mezcladas desarrollaban el poder de la madre o del padre, rara vez ambos, el problema fue que su raza ya no era pura, carecían de esa luz y benevolencia con la que los ángeles habían creado a los otros, provocando que fueran más propensos a ser manipulados por sentimientos negativos a lo largo de su vida…
Eventualmente algunas de esas personas, las que no supieron cómo manejar sus diferencias se llenaron de ira, celos, envidia, ambición y en los casos más extremos… crueldad y poco a poco fueron cambiando el modo de vida de los demás.
De esta forma nació la oscuridad… con cada habitante de la tierra que se inclinaba más hacia el lado oscuro, esta se fortalecía… hasta que un día, un nuevo ángel nació.
En realidad no era un ángel, era un ser oculto detrás de una larga capucha que solo dejaba al descubierto sus manos sucias y descuidadas que daban un aspecto enfermo, de su espalda no salían hermosas alas, las suyas eran puntiagudas y negras, rasgadas de los bordes.
La oscuridad creó sus propios seres, los demonios, criaturas despiadadas que solo pensaban en sus necesidades básicas, el señor de la oscuridad los enviaba a las aldeas para que se alimentaran y al mismo tiempo reclutaran a aquellos cuyos corazones se habían entregado a las sombras…
Los cuatro ángeles miraron horrorizados como su planeta tan pacífico y hermoso era invadido, sabían que tenían que hacer algo para detener a las sombras y regresar la pureza a los corazones de los habitantes, así que pensaron… si la causa de todos esos cambios fueron las relaciones entre razas diferentes… tal vez la solución sería separarlos, todavía podrían mantener contacto entre ellos, pero ninguna relación amorosa, a partir de ese momento solo podrían haber parejas que tuvieran control sobre el mismo elemento.
Así, fue como los descendientes del agua fueron movidos a las costas, para que se mantuvieran cerca de sus dominios, a los del viento se le envió a la altura de las montañas, los terrenales se adentraron en los bosques al pie de la montaña y la gente de fuego se le mandó a las praderas.
Sin embargo, los ángeles estaban equivocados, eso no solucionó nada.
La oscuridad no desapareció ni se detuvo.
—¿y entonces que pasó? —preguntó el pequeño Shaoran con sus enormes orbes castaños llenos de curiosidad.
—Bueno con las cuatro comunidades divididas y distanciadas, fue más fácil para el señor de la oscuridad ganar terreno. —continuo Wein. — A los primeros que atacó fue a los habitantes de la pradera, la gente de fuego, ya que según se dice, eran los más inclinados a iniciarse en las artes oscuras, dejaron que su elemento se adueñara de ellos por completo, que los consumiera, volviéndolos extremadamente volubles y traicioneros… desataron el caos, atacando a las otras comunidades, gracias a que ellos eran diestros en la pelea estuvieron muy cerca de aniquilar a los demás…
Fue la unión y el valor del agua, viento y la tierra los que pudieron debilitarlos lo suficiente aunque no derrotarlos, para expulsarlos de sus tierras.
Fue una batalla muy sangrienta.
Los pocos integrantes de la comunidad del fuego que sobrevivieron fueron exiliados y tuvieron que resguardarse en el desierto, débiles, heridos y sin recursos… solos, en las tierras olvidadas por los ángeles, sin agua, sin alimento o resguardo alguno.
Este fue el fin de la gente del fuego, el precio que tuvieron que pagar por su traición… la extinción.—
—¿Todos murieron? —preguntó el pequeño Shaoran, perplejo por la historia.
—Así es joven Shaoran—le respondió su tutor con semblante serio.
—¿Y qué pasó con los demonios? ¿Y la oscuridad? —preguntó curioso. —¿También desaparecieron?
Wein se quedó en silencio un momento.
—No… siguen ahí fuera… solo que en menor cantidad, demasiado asustados al ver el poder la unión de los tres reinos, tan grande que fue capaz de exterminar al cuarto reino —contestó.
—¿Y qué pasó con los ángeles? — preguntó el pequeño ambarino.
—El más afectado por supuesto, fue el ángel del fuego, según la leyenda… se dice que lloró y se entristeció tanto que dejó que su poder la consumiera hasta quedar hecha cenizas… Sus amigos sintieron su pena, aumentada por el hecho de que con la oscuridad ganando poder, pronto sus descendientes correrían el mismo fin, de manera que tomaron una decisión radical…
Fraccionaron su poder, la mitad crearía seres puros conectados a sus elementos… ese fue el origen de los minotauros, los centauros, los grifos, los pegasos, las sirenas y otras bestias, todo con la esperanza de que esto fuera suficiente en caso de que la oscuridad produjera otro ataque y la mitad restante fue escondida… aunque nadie sabe en donde "—.
Esa era la historia favorita de Shaoran, recordaba que de niño sentía tristeza por la gente del fuego, pues no creía justo su exilio… ellos habían sido manipulados por la oscuridad.
Pero conforme fue creciendo y fue descubriendo la verdad sobre ellos, se alegró de que hubieran sido exiliados por sus ancestros…
Sin embargo ahora lo embargaba la duda.
¿En serio habrán muerto todos?
—Al igual que tu pienso que esos demonios no eran ordinarios… parecían un ejército bien entrenado. —le dijo luego de un largo silencio. —pero dime… ¿Quién podría ser capaz de controlar a semejantes seres?
—Nadie… todo el mundo huye de los demonios — respondió automáticamente
—¿Crees…Crees que sea posible… tal vez… la gente de fuego? —preguntó dudoso Shaoran, sabiendo cual sería la respuesta de Eriol.
—Shaoran… la gente de fuego está completamente extinta…—apuntó el de anteojos. —No hay forma en que hubieran podido sobrevivir tanto tiempo sin agua o comida.
Estuvo a punto de decirle que no había garantía de ello, que todo el conocimiento que poseían sobre el tema, estaba basado en leyendas, cuando un profundo suspiro desvió su atención.
—¿Tomoyo? ¿Estás bien? —preguntó Eriol sacando de su mente la conversación que habían tenido.
—¿Estas herida? —agregó el castaño, odiando más que nunca la oscuridad, ni siquiera sabía si estaba mirando el lugar donde estaba Tomoyo.
—¿…Eriol? ¿Shaoran? —preguntó en un susurró. —¿Dónde estamos?¿Qué pasó?¿Que es este lugar? —empezó a bombardearlos con preguntas al mismo tiempo que su voz se tornaba más y más llorona.
—Los demonios… atacaron el palacio… —le relató Shaoran. —No sabemos qué lugar es este… ni que nos harán…
Inmediatamente se arrepintió de ese último comentario, la princesa de Aqua comenzó a sollozar.
—Lo lamento… no te preocupes, encontraremos una salida…—trató de reconfortarla el ambarino, pero los sollozos de Tomoyo eclipsaron sus palabras.
—¿Qu…Que vamos a… hacer? ¿Qu…ien… nos va… a encontrar… aquí? —sollozaba e hipaba más estruendosamente que antes.
Ninguno de los dos príncipes se atrevió a decirle algunas palabras de aliento, pues ellos también se preguntaban lo mismo.
Suponiendo que sus familiares y los guardias reales hubieran sobrevivido y se encontraran en buenas condiciones…
Ellos no tendrían ni idea de dónde buscarlos…
Y en caso de que aun así se aventuraran a hacerlo… su rescate podría tardar años.
A decir verdad podrían nunca encontrarlos.
Un fuerte estallido los exaltó, un montón de polvo cayó sobre ellos, quienes también habían caído y rodado. Shaoran trató de incorporarse, pero una nueva explosión lo devolvió al suelo.
Los chillidos de Tomoyo se convirtieron en gritos de desesperación, Eriol trataba al igual que él de calmarla y hacer que se callara, pero la oscuridad, el polvo y los constantes estallidos los tenían desorientados.
El castaño perdió la cuenta de las explosiones, sentía que sus oídos zumbaban dolorosamente, sus pulmones hacían todo lo posible por expulsar el polvo de su cuerpo, sus ojos escocían tanto que no le quedó más alternativa que cerrarlos.
Varios minutos pasaron antes de que pudiera volver a orientarse, se dio cuenta que las explosiones se habían detenido, pronto volvieron a sumirse en un denso silencio, mismo que el ambarino aprovechó para aguzar el oído y captar cualquier sonido que pudiera darle una pista sobre el origen de las explosiones…
Deseó internamente que Tomoyo guardara silencio, pues ella aun sollozaba, pero pronto eso dejó de importar. El sonido de fuertes pisadas se volvió bastante claro para Shaoran…
Algo venia en su dirección, parecía que algo o alguien bajaba por una escaleras, pues las pisadas rebotaban en el techo encima de ellos a medida que se acercaban.
¿Quién podría ser?
¿Amigos o enemigos?
—… ¿Creen que vengan a rescatarnos? —preguntó Eriol en un susurro.
No tuvo tiempo de responder, Tomoyo recobró todo el aliento que había perdido con su constante llanto y comenzó a gritar a todo pulmón.
—¡AYUDA! ¡ESTAMOS AQUÍ! ¡AYUDA POR FAVOR! —gritó entre esperanzada y desesperada. —¡POR FAVOR… ALGUIEN!
—Tomoyo… guarda silencio… no sabemos quiénes se…—trataba el castaño, pero la chica seguía gritando.
—¡AUXILIO! ¡AYUDA! —continuaba aumentando sus ansias.
Su padre, su madre, su tutor, todos le habían enseñado que no importaba cual fuera la situación uno no debía faltarle el respeto a una mujer, no debía gritarle ni mucho menos golpearla…
A las mujeres se les debía tratar con respeto y delicadeza.
Debía recordar eso.
Trataba arduamente de recordarse eso mientras la amatista seguía gritando por ayuda, nunca había soportado ni el llanto ni los berrinches de las mujeres, pero tal y como su padre le había inculcado… jamás les faltaba al respeto...
Aun así necesitaba mantener su mente despejada, tenía que pensar en cómo saldrían de ahí y más importante aún, tenía que pensar en qué hacer en caso de que se les presentara un enemigo…
Una tarea bastante difícil con los estruendosos gritos de Tomoyo…
Respira…
Ella es una dama…
Está asustada…
—¡AYUDA… POR FAVOR! — seguía gritando.
—¡MALDITA SEA! ¡NIÑA ESTUPIDA! ¡CALLATE! —gritó una voz masculina a la izquierda del castaño, probablemente en otra celda, ya que su voz se escuchaba parcialmente amortiguada por una pared. —¡SI VENIAN A RESCATARTE SEGURO LOS ESPANTASTE CON TUS PUTOS BERRIDOS!
Como por arte de magia la princesa de Aqua paró de gritar, primero por la impresión de escuchar una voz ajena a la de sus compañeros de celda y después por las palabras tan rudas y maleducadas que le dedicó el extraño.
—¿Quién eres tú? —preguntó el castaño.
No hubo tiempo para que su vecino de celda le respondiera.
En ese momento escucharon a alguien introducir una llave en la cerradura de una puerta, lo siguiente que vieron fue una gran antorcha que iluminaba casi todo el lugar…
El lugar era deplorable, efectivamente estaban en una celda, Shaoran ahora podía ver los barrotes enfrente de él, Eriol estaba detrás de él, sucio y completamente desaliñado, uno de los cristales de sus anteojos estaba roto, miró a su izquierda y vio a Tomoyo, su vestido estaba rasgado en diferentes lugares, su blanca y delicada piel tenia arañones, tierra y alguna que otra mancha de sangre… ciertamente alarmante, pero no fue sino hasta que llegó a su rostro que en serio pensó estar viendo a una persona completamente diferente…
Su cabello era una completa maraña azabache, las pequeñas piedras preciosas que lo habían adornado ahora brillaban por su ausencia, su maquillaje estaba corrido, sobre todo alrededor de los ojos, donde todavía se deslizaban silenciosas lágrimas, su boca estaba ligeramente torcida por el esfuerzo que le suponía mantener sus hipidos…
Viéndola así… mucha de su belleza se perdía.
Verla en esas condiciones no duró mucho, pronto sintió que le cubrían la cabeza con una especie de saco maloliente, lo último que alcanzó a divisar fueron un par de piernas gruesas, llenas de ampollas y suciedad enfundadas en una armadura pobremente forjada y bastante abollada que dejaba a la vista un par de pies inmensos, con garras amarillentas…
Demonios.
Después de colocar sacos en las cabezas de sus acompañantes el demonio, cerró la reja de su celda, escucharon sus pesadas pisoteadas contra el suelo, indicándoles que se movía a su izquierda… a la celda del extraño.
Nuevamente escucharon el sonido de una cerradura abriéndose, varias maldiciones (aún peores que las que había usado con Tomoyo) salir de la boca del cautivo en la celda continua, un golpe sordo le dijo a Shaoran que el demonio probablemente le había asestado un buen golpe al hombre para que se callara.
La poca luz que se colaba por entre el tejido del saco se fue en un par de segundos, escucharon en silencio los pasos del demonio mientras ascendía por la escalera…
Varios minutos de silencio… y luego otra vez comenzaron las explosiones, ahora acompañados con el sonido de espadas chocando….
Arriba de ellos se estaba librando una batalla.
¿Sería la guardia real?
¿Los habían encontrado tan rápido?
¿O los demonios se estaban peleando entre ellos por alguna cosa ajena a ellos?
—¿Escuchas eso? —le preguntó el ojiazul. —¿Crees que sean…?
Su amigo no terminó la pregunta, pero él sabía lo que iba a decir.
"¿Crees que sea la guardia real?"
Solo que decidió no hacerlo porque sabía que eso renovaría los gritos y el llanto de Tomoyo
—No estoy seguro… hay que permanecer alertas. —le indicó el castaño tratando de pensar en un plan de escape, algo difícil estando atados y con un saco en la cabeza.
—¿Te hizo daño? —dijo Tomoyo con su voz aterciopelada.
Al principio no supo de que estaba hablando la amatista, pero pronto recordó que no estaban solos ahí…
Varios segundos pasaron, tal vez minutos y el extraño no respondía a la pregunta, era probable que el demonio lo hubiera noqueado, aunque eso no evito que la muchacha siguiera hablándole tratando de averiguar el estado del extraño.
—Eres la mujer más molesta que he conocido… bueno escuchado. —contestó la misma voz masculina con un marcado desagrado.
—Está preocupada por tu bienestar… deberías ser más amable. —replicó Eriol.
—No me importa, no necesito de su estúpida preocupación. —respondió el extraño.
—¡Hey… estás hablándole a una princesa! —gritó él comenzando a molestarse con la falta de respeto hacia Tomoyo. Si era cierto que la chica no estaba manejando muy bien la situación, pero eso no quería decir que él pudiera descargar su coraje con ella. —La princesa de Aqua… futura heredera…
—Futura heredera de la corona y reino del agua…—terminó burlonamente el hombre. —Ya lo sé y también sé que sus acompañantes son los herederos de Windland y Terra… ¿y eso qué? Los vi cuando los trajeron aquí hace dos noches… valientes herederos… dos caballeros de la nobleza, entrenados para defender sus respectivos reinos derrotados por un par de demonios… y una princesa inútil que lo único que sabe hacer es chillar…
Shaoran sintió su sangre arder al escuchar sus palabras
¿Quién diablos se creía?
Él al igual que ellos estaba encerrado, él también era prisionero y él ni siquiera era de la nobleza, así que no tenía ningún derecho de hablarle de esa forma… si tan solo estuvieran en Terra ya habría pedido que lo castigaran por su falta.
—¡Estás hablando a tus futuros gobernantes! —exclamó bastante alterado. —Discúlpate en este momento y puede que te otorguemos el perdón.
—¡JA! ¿Creen que me importa? —espetó con desdén. — Yo no tengo gobernantes… y mucho menos unos tan débiles y patéticos como ustedes.
—Tu…—dijo entre dientes el castaño sintiendo todo su cuerpo tenso y tembloroso de coraje.
—Déjalo ya Shaoran… —aconsejó Eriol—Debe ser un exiliado…
El ambarino sintió deseos de golpear algo, pero bajo esas circunstancias difícilmente lograría algo bueno, al final solo dejó salir un bufido y se juró mentalmente cobrárselas a ese extraño cuando todo volviera a la normalidad.
Volvió a centrar su atención en qué hacer cuando alguno de los demonios volviera a bajar… podría ser su única oportunidad para escapar, así que tenían que planearlo todo bien…
Comenzó a moverse alrededor de la celda tratando de sentir con sus manos la pared… buscando algo que pudiera ayudarlos… un clavo… un trozo de cristal… lo que fuera, pero sus manos solo sentían la fría e irregular roca.
Cuando tuvo que aceptar el hecho de que no había nada en la celda que pudiera serles de utilidad. Se le ocurrió que tal vez fuera capaz de desatar a Eriol o a Tomoyo, si lograban liberar sus manos tal vez pudieran usar la magia de sus elementos, así que los llamó, primero trató con el nudo de la amatista, pero sin éxito, luego pasó al amarre del ojiazul pero el resultado fue el mismo, tener que trabajar de espaldas lo complicaba demasiado…
—Ahí viene de nuevo—le informó el de anteojos.
Shaoran aguzó el oído y en efecto escuchó los pasos que descendían por la escalera… pero no venía solo…
¡Rayos!
Y ellos ni siquiera habían sido capaces de desatarse o quitarse el asqueroso saco de las cabezas…
El eco de los pasos se fue perdiendo poco a poco… se habían detenido… tal vez ya estaban frente a la puerta… solo tenían que abrir la cerradura.
—… necesitamos una llave. —dijo una voz desde afuera, una voz que definitivamente no era la de un demonio.
—¡No me digas! —exclamó otro, sarcástico.
—Deimos… Phobos ¡¿Qué hacen?! —gritó una voz femenina. —¡AY! ¡Quítense de en medio!
Lo siguiente que escuchó fue una gran explosión y varios fragmentos (seguramente de lo que antes era a puerta) volar por los aires y caer por el pasillo.
—¡Meiling, Phobos y Deimos cubran la retaguardia! ¡Arrow ven conmigo! —ordenó la mujer del otro lado de la puerta. —¡Y dejen de pelearse ustedes dos!
—Tenemos que darnos prisa… Ruby Moon y Spinnel no van a aguantar mucho ellos solos—apuntó una voz de otro hombre.
—Aguantaran… Touya… ¡Touya! —comenzó a gritar la mujer.
—¿Sakura? ¿Sakura que haces aquí? —respondió el tal Touya desde la celda de al lado.
—¡Touya! ¿Estás bien? ¿Te lastimaron? —empezó a bombardearlo de preguntas la mujer, ellos también debían de llevar una antorcha pues al pasar frente a la celda del castaño y sus amigos vio la luz y dos sombras moviéndose a toda prisa.
—Un par de costillas rotas… contusiones en la cara…nada que Yukito no pueda reparar—decía Touya en la otra celda. —No debiste haber venido… monstruo.
—No te iba a dejar aquí… eres mi hermano y no me digas monstruo. —respondió Sakura, a pesar de que Shaoran no podía verla pudo detectar el alivio en su dulce voz. —Bueno… salgamos de aquí.
—Sakura… hay alguien en esta celda… ¿Qué hacemos con ellos? —comentó el otro hombre, por la proximidad de su voz el castaño supuso que estaba frente a ellos.
—Déjalos… están esperando a su guardia real…—contestó Touya con el mismo tono burlón.
—¿Su guardia real?... ¿Quiénes son? —preguntó Sakura.
—Estamos ante la presencia de Shaoran Li… Tomoyo Daidouji y Eriol Hiragizawa…—apuntó Touya.
Hubo un momento de silencio que Shaoran no pudo interpretar… esperaba que la mujer fuera más sensata que el irrespetuoso de Touya, pero no parecía dispuesta a hacer algo.
—Sostenlo… —ordenó Sakura a su acompañante.
—Sakura… tenemos que darnos prisa… ellos no valen la pena. —dijo Arrow con odio en su voz.
—Quiero verlos. —apuntó ella, en segundos una nueva explosión les indicó que los barrotes de su celda ahora eran historia.
La escuchó caminar hacia ellos y la sombra que oscureció su panorama le informó que se había agachado frente a él.
Podía oler su perfume, dulzón, mezclado con ceniza y sudor… aun así no lo encontraba desagradable… su olor de alguna forma revitalizó sus sentidos.
No se atrevió a decir nada, ni siquiera cuando su mano se cerró alrededor del saco que le cubría la cabeza… y de un momento a otro… ya no estaba viendo el mugroso interior del saco, tampoco se molestó en ver otra vez la horrorosa celda en la que estaba… casi olvidó que Eriol y Tomoyo estaban a su lado, esperando que alguien dijera algo…
Era demasiado para asimilarlo… ella no llevaba ninguna antorcha… en su mano sostenía una pequeña flama, que rompía la oscuridad… solo una persona de fuego podría hacer eso, sin embargo eso no era lo que lo tenía anonadado…
Frente a él estaba la mujer más hermosa que él hubiera visto, más hermosa que la misma Tomoyo…
Su largo cabello desprendía diferentes tonalidades gracias a la flama en su mano derecha, así que no estaba muy seguro de si era castaño o rubio… su mirada entonces se fijó en sus ojos…
Su corazón comenzó a latir con más rapidez.
Verdes esmeraldas le regresaban su reflejo, surcadas por largas y espesas pestañas, sus mejillas ligeramente sonrosadas y salpicadas de sudor y tierra, su recorrido llegó hasta su boca, perfectamente delineada, labios gruesos, sonrosados que dejaban ver una pequeña sonrisa…
Pero entonces sus esmeraldas se ocultaron bajo sus parpados, Sakura agitó la cabeza de un lado a otro y lo dejó para examinar a Eriol y a Tomoyo.
Con ninguno de los dos se demoró tanto como con Shaoran y de hecho con la amatista su expresión fue más de desagrado.
—Sakura…—volvió a llamarla Arrow.
—Por favor… ayúdanos. —le suplicó Tomoyo, la única capaz de hablar en la celda, pues una rápida mirada hacia su amigo le indicó que al igual que él seguía tratando de dar crédito a la mujer frente a ellos.
La mirada esmeralda se posó en Tomoyo, quien inmediatamente guardó silencio y se encogió como si la hubieran reprendido por algo.
—Felicidades… hoy es su día de suerte…—les dijo burlona caminando a sus espaldas, el castaño sintió que la soga que mantenía sus manos juntas se calentaba… movió sus manos para comprobar que ahora eran libres, masajeó sus muñecas para aliviar un poco el dolor de las ataduras.
Por el rabillo del ojo vio la silueta de Sakura mientras hacía lo mismo con las ataduras de Eriol y Tomoyo para después darles la espalda y reencontrarse con los dos hombres que seguían esperando por ella en el pasillo.
—¿Para que los liberaste? De todas formas no es como si fueran a durar mucho en el desierto…—apuntó Touya comenzando a avanzar hacia la salida.
—En realidad ni siquiera estoy seguro de que nosotros podamos salir de aquí…—lo apoyó el otro hombre, sin Sakura y la luz que producía su flama no podía distinguir bien a los otros dos hombres.
—Ya hemos acabado con muchos de los demonios… no será problema. —les aseguró mientras desenfundaba un par de espadas que Shaoran no había visto que llevaba en la espalda. —Toma… traje la tuya. —le dijo extendiéndole una tercera a Touya.
Poco a poco el castaño fue poniéndose en pie, Eriol ayudaba a Tomoyo a hacer lo mismo, por fin había salido del trance que le provoco la imagen de Sakura…
Era imposible que ella fuera descendiente de la gente del fuego…
Ellos eran desalmados y tenían una fuerte alianza con los demonios, eso sin mencionar claro que su raza estaba extinta.
Nada de esto encajaba
Primero su imagen… alguien con un rostro tan angelical no podía estar vinculada con la oscuridad, además los había salvado aun cuando Touya y el otro hombre le habían dicho que los olvidara y por ultimo hablaban de matar demonios…
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó Shaoran al mismo tiempo que los veía prender sus espadas con fuego, en el caso del tal Arrow encendió un puñado de flechas.
—No es de tu incumbencia…—respondió Arrow escudriñando el hoyo donde antes había estado la puerta, produjo un leve chiflido y esperó hasta que escuchó uno en respuesta. —No hay moros en la costa… vámonos.
Los tres empezaron a caminar, dejándolos a ellos ahí, como si no existieran.
—¡Hey! ¡Tienen que darnos un par de armas! —gritó el castaño a las espaldas.
—No… en realidad no tengo por qué hacer eso. —le respondió Sakura antes de ingresar en el agujero y empezar a ascender por las escaleras.
¡Maldita sea!
—Vamos… tenemos que seguirlos…—los apremió Shaoran, Eriol le indicó con un movimiento de cabeza que iría tras de él, pero Tomoyo no se movió.
—No podemos ir con ellos… hay demonios afuera… y ellos… ellos son de fuego—le dijo asustada —Deberíamos esperar a que ellos acaben con los demonios… no sabemos lo que nos pasara si vamos con ellos.
—No… pero si sabemos lo que nos pasara si nos quedamos…—le respondió secamente, ya estaba un poco harto de esta nueva facete de la amatista, así que no esperó una respuesta simplemente comenzó a subir los escalones rápidamente, confiado en que Eriol ayudara a Tomoyo… él tenía que ver por donde se habían ido los demás.
Sentía sus piernas entumecidas, aun así logró avanzar lo suficientemente rápido para no perder la luz que emitían las armas de los extraños.
Rayos… son muy rápidos.
Comenzaba a sentir un pinchazo en su costado, sus pulmones ardían, demandando por un poco de descanso, aun así no se detuvo…
El túnel se iluminaba más y más… estaban cerca de la salida, podía ver una puerta, también destruida, separándolos de su libertad, vio a Sakura atravesar el marco luego de los dos hombres y…
Se encontró en medio de un campo de batalla.
La luz que había vislumbrado desde el túnel no provenía de la luz del día, puesto que al salir lo recibió la espesura de la noche, la verdadera fuente de luz provenía del resto de los acompañantes de Sakura, quienes como ella se defendían prendiendo fuego a sus armas para hacerlas más letales. La escena no era muy clara, había polvo, escombros por todos lados, causándole gran dificultad para seguir a Sakura, Touya y Arrow. Conforme avanzaba sus pies trastabillaban cada tanto debido a los cuerpos de los demonios tirados…
—¡Touya está bien! ¡Salgamos de aquí! —gritó Sakura.
Inmediatamente vio que los combatientes comenzaban a formar un círculo alrededor de Touya, quien también peleaba con una gran espada aunque con más dificultad.
Tuvo que detenerse un momento a respirar y dejar que la amatista y el ojiazul lo alcanzaran, en el momento que alzó la vista para ver lo que pasaba, quedó sorprendido, frente a él, los manipuladores del fuego se movían con gran agilidad…
Pudo ver a una mujer joven de unos veintitrés o veinticuatro años de edad, cabello negro como la noche peinado en dos coletas largas, sus ojos eran de color rojo brillando con el fuego proveniente de su látigo en llamas, a cada lado de ella estaban dos hombres idénticos, gemelos, ambos altos y fornidos, piel bronceada, lo peculiar en ellos es que poseían un ojo de color marrón y otro azul, uno peleaba con un hacha enorme, mientras que el otro parecía atacar a sus oponentes con cuchillos de diferentes tamaños y formas, a la izquierda estaba el tal Arrow, ahora podía verlo mejor, él no era tan fornido como los gemelos, era un poco más alto, con un par de ojos grises, seguía arrasaba con los demonios usando un arco y flechas, parecía no fallar ni uno solo de sus tiros, de repente cayeron del cielo dos criaturas aladas, aterrizando a ambos lados del hermano de Sakura…
La primera figura era de una mujer alta, de cabello rosado con grandes alas de mariposa, de sus manos salían unos cristales negros, que al hacer contacto con su objetivo explotaban, del otro lado de Touya estaba una pantera negra como el cielo nocturno, con unas hermosas alas azules.
¿Qué eran esos seres?
Al fin su mirada divisó a Sakura… su aspecto delicado no era lo único que podía dejarte atónito…
Sus ojos no podían creer lo que veían, ella manipulaba con gran agilidad dos espadas delgadas y largas, katanas seguramente, la observó dar patadas y atravesar demonios sin piedad.
Solo eran ocho de ellos contra quien sabe cuántos demonios y aun así parecían ir ganando, los números de los seres de la oscuridad disminuían rápidamente.
El grito de Tomoyo lo sacó de su ensueño, los demonios comenzaban a rodearlos, Eriol se defendía usando los puños con algo de dificultad, buscó rápidamente en el suelo algún arma y para su suerte encontró el cuerpo sin vida de un demonio de grandes colmillos y una espada a solo unos cuantos metros, corrió hacia ella y comenzó a atacar a sus enemigos. Eriol pronto lo imitó, haciendo su mejor esfuerzo por proteger a Tomoyo, pero sus fuerzas no eran las mismas de siempre, cada golpe que detenía solo lo debilitaba más y más…
Uno de los demonios contra los que peleaba logró acercarse a él lo suficiente para dejarle una cortada en el hombro, él aulló de dolor y retrocedió unos pasos para recuperar su equilibrio, trató de alzar su espada pero el dolor y el cansancio no se lo permitían.
Antes de que la cuchilla del ser oscuro volviera a hacer contacto con su piel, escuchó el sonido de algo cortando el aire, no fue hasta que vio la punta de la espada de Sakura asomándose por la frente del demonio que comprendió, ella lo había ayudado nuevamente, había lanzado su espada desde su posición a varios metros de distancia, acertando limpiamente en la cabeza del demonio.
Las criaturas contra las que Eriol combatía lograron desarmar a su oponente, se acercaron al príncipe de Windland con expresiones de triunfo en sus rostros maltrechos, pero en cuestión de segundos Sakura logró acercarse lo suficiente para exterminarlos a ambos con un tajo de su espada…
Tanto él como Eriol respiraron aliviados.
La pelea había acabado, ahora solo quedaban los restos de los demonios haciéndose cenizas.
La esmeralda se acercó para recuperar su espada de la cabeza del demonio.
—Gracias—le dijo mirándola a los ojos.
—¿A eso le llamas pelear? —le preguntó divertida ignorando sus palabras.
—No estoy en mi mejor momento. —se defendió él.
—Que patética excusa. —le dijo rompiendo el contacto visual entre ambos. —¡Ruby Moon, Spinel! — llamó a las criaturas aladas. — Llévense a Touya, que lo atienda Yukito… los veremos allá más tarde.
—Estoy bien monstruo. —alegó Touya.
—Claro, eso explica tu aspecto verdoso. —respondió Sakura con ironía. —Compláceme ¿quieres?
El aludido no dijo nada, solo la miro con un dejo de molestia y se montó en el lomo de Spinel.
—Los veremos más tarde. —se despidió la mujer con alas de mariposa.
Ambas criaturas se alzaron en el aire y se alejaron de aquel lugar perdiéndose en la noche.
—Shaoran ¿estas bien? —le preguntó Tomoyo acercándose a examinar su hombro herido.
El castaño no respondió, no le pasó desapercibido que la mayoría de los compañeros de Sakura lo miraban fijamente.
—¿Shaoran? ¿Li? ¿De Terra? —preguntó la de cabello azabache asegurando su látigo en su cinturón. — ¿Es una broma?
—No, es él. —respondió Sakura dejando salir un suspiro.
—¿De todos los lugares donde pudieron encerrarlo y lo trajeron aquí? —siguió cuestionando burlona Meiling. — ¿No los pusieron a nuestros pies? ¿Y ustedes son Tomoyo Daidouji y Eriol Hiragizawa?
—Así es, un placer conocerlos. —contestó Eriol.
—¿Qué vamos a hacer con ellos? —preguntó uno de los gemelos.
Todos miraron a Sakura.
La esmeralda se paseó frente a ellos pensativa.
—Bueno… está de más decir que nos deben mucho…—comenzó a decirles, deteniéndose frente a él. — Y como parte de la nobleza tienen que pagar sus deudas ¿o no?
—Así es… les pagaremos con creces por su ayuda. —respondió su amigo de anteojos al instante. —Señorita…
La castaña y los demás estallaron en carcajadas.
—Sakura… solo Sakura, nada de señorita. —le respondió, mirándolo de arriba a abajo. —Ellos son Arrow, Meiling y los gemelos Deimos y Phobos. —los presentó.
—Les agradecemos la ayuda. —repitió Eriol. —En cuanto volvamos a nuestros reinos serán recompensados… Necesitamos agua, comida… recuperar nuestras fuerzas.
—Pues podemos despedirnos de la recompensa. —se rió Arrow. —Están en el desierto, a miles de kilómetros de Terra, el reino más próximo, aquí no hay nada de lo que necesitan.
—Entonces les pagaremos el doble, el triple, si nos llevan a Terra. —ofreció Shaoran.
—No gracias, estamos exiliados ¿recuerdan? —les dijo Sakura comenzando a guardar sus espadas. —Será mejor que comencemos a caminar, pronto amanecerá.
—¿Los salvaste dos veces para dejarlos aquí? —le preguntó Arrow quien caminaba de un lado a otro recuperando sus flechas.
Sakura se detuvo y miró al muchacho.
—No me interesa ninguna recompensa que ellos puedan ofrecerme, digamos que solo les hice un favor. —contestó con simpleza, pero el joven les sostuvo la mirada. —¿Qué quieres que haga con ellos Arrow? ¿Quieres que los llevemos a casa para torturarlos?
—Solo digo… te tomaste demasiadas molestias. —le dijo encogiéndose de hombros, aunque no le pasó desapercibido una nota de reproche en su voz.
—Pues yo opino que no es mala idea. —apuntó Meiling. —Es una gran oportunidad para darles su merecido… por lo que nos hicieron hace tantos años.
—Todos los habitantes de Aqua, Terra y Windland piensan que estamos extintos porque no pudimos controlar nuestra sed de sangre. —respondió Sakura mirándolos a todos con gran severidad. —Todos piensan que somos unos desalmados y que merecíamos la extinción… ¿Quieren darles la razón?
Las mejillas de Meiling se encendieron con vergüenza, mientras que los demás, incomodos, trataban de evitar la mirada esmeralda que en esos momentos destilaba furia.
Shaoran observó confuso la situación.
Sakura tenía razón, esa era la imagen que todos en sus tierras tenían de la gente del fuego, sin embargo las acciones de la castaña hacia ellos… no eran tan apegadas a esa imagen.
—¿Y entonces? —preguntó el gemelo del hacha. —¿Dejamos que se vayan y le digan a todos en sus reinos que no estamos extintos?
—Vamos Phobos, piensa, estos tres no van a durar ni un día en el desierto. —se rió su hermano.
—Por favor… ayúdennos —les pidió Eriol dando un paso a delante. —Es cierto lo que dicen, no podremos atravesar el desierto en estas condiciones… necesitamos recuperar nuestra energía.
No le apetecía suplicar por ayuda, pero su amigo de anteojos tenía razón.
—Llegaremos a un acuerdo... debe haber algo que quieran… que necesiten —agregó el castaño.
La castaña se quedó pensativa por un minuto, luego vio su carnosos labios esbozar una sonrisa.
—Nop, no se me viene nada a la mente…—le dijo. —al menos no por ahora, está bien… vendrán con nosotros… de algo me servirán.
¿Servirle?
Se supone que ellos tendrían que servirle a él, a Tomoyo y a Eriol.
—Bien, llévennos a un lugar seguro, dennos un poco de agua y comida, luego de reponer nuestras fuerzas nos llevar…
Una armoniosa carcajada se escapó de la garganta de la esmeralda, pronto los demás se le unieron, mientras que él, extrañamente se sonrojaba.
—Escucha Terrenal… las reglas aquí las pongo yo. — le dijo Sakura con seguridad. —Yo decidiré a donde los llevaremos, que comerán, cuando comerán y hasta cuándo podrán irse… Ustedes tienen una deuda conmigo y yo seré quien diga cuando la hayan pagado.
La nota de superioridad en su voz le pareció bastante molesta, aunque por fuera pareciera un sueño, sus modales eran los mismos que los de su hermano, no sabía dirigirse a sus gobernantes.
—Puede que no estemos en nuestros reinos, pero seguimos siendo tus futuros gobernantes. —le recordó Shaoran, ella no dijo nada, pero lo retó con la mirada.
Sin importar su apariencia, no la dejaría amedrentarlo.
Se irguió cuan alto era, se alegró al comprobar que a pesar de las botas que llevaba la hija del fuego, él seguía rebasándola por algunos centímetros de altura, caminó para acortar la distancia entre ellos y quedar cara a cara.
A ella no pareció importarle la cercanía del castaño, pues no hizo ningún ademan para alejarse de él, ni siquiera parecía sentirse intimidada, sin embargo Shaoran escuchó la cuerda de un arco tensarse a su izquierda.
—Aléjate de ella. —le advirtió Arrow apuntándole con una flecha, por el rabillo del ojo observó a los de más y se sorprendió al ver que todos tenían sus manos en sus armas, listos para atacar en caso de que fuera necesario.
—El de debería cuidar sus palabras eres tú. —le advirtió Phobos, su mano en el mango de su hacha.
—Bajen sus armas—ordenó Sakura tranquila, casi todos obedecieron al instante, solo Arrow siguió apuntándole con su arco.
—Para tu información "príncipe de Terra", ella es Sakura Kinomoto. —le aclaró el arquero. —Segunda heredera del reino del fuego… princesa de la gente de fuego.
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Hola mis queridos lectores, les presentó mi nueva historia, llevó ya bastante tiempo pensando en ella y ¡por fin aquí está el primer capítulo!
Advertencias como ya habrán notado las personalidades de la mayoría de los personajes son distintas a la de los personajes originales, en esta historia Sakura no será 100% dulce, tímida y distraída, así que si lo que buscan es una historia con una Sakura temerosa, tímida e insegura les sugiero que busquen otra historia :D
Ahora ya sé que no he actualizado mi otra historia Medical Love, pero eso no quiere decir que la he olvidado y que ya no la terminaré, he estado teniendo algunos problemas con las ideas que tengo (que son muchas), así que ha tomado muchísimo más tiempo para ponerlas en orden y llevar la historia a un buen final. Les suplico que estén pendientes por en cualquier día de estos tendrán su nuevo capítulo.
Por favor déjenme sus reviews con todas sus dudas, aportaciones, consejos, quejas o cualquier cosa que se les pase por la mente.
Nos leemos luego!
