Este fic va dedicado a todas las personas que me han apoyado tantísimo con mis historias. Sin vuestros comentarios y sin vuestras palabras de apoyo, nada de esto sería posible.
Advertencias/Spoilers: Slash/Ninguno.
Notas: Después de tantos fics con algo de comedia, me apetecía hacer algo más trágico. Espero que destielwinchi lo acepte como regalo mega atrasado de cumpleaños.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si fuesen mío, esta serie dejaría de ser para todos los públicos y Steve y Danny serían incapaces de tener sus manos quietas… Seguro que hacían exámenes más que exhaustivos de las escenas del crimen (y los de la científica estarían hartos de encontrarse con su ADN por todas partes)
Beta: Mi querida bekadekerry, que ha decidido seguirme la corriente y betearme a pesar de las múltiples amenazas en forma de divertidos iconos del whatsapp…
Y mi amadísima Jenny_anderson, que me ha ayudado con varios aspectos de la trama y con el título (Pero ¿qué haría yo sin ti?)
Mención especial a Mcflurryta, que también ha aportado sus granitos de arena con ideas y consejos y a mi querida sailorvenus, cuya opinión es altamente estimada por mí.
Grandísimo beso a CellyLS, que, por si no lo sabéis es mi musa, mi madrina y una persona a la que adoro con todo mi corazón, verás que este fic está pensado para tí.
CAPÍTULO 1
En aquel momento no podía pensar, sabía que aquello tenía que tener una explicación, que se había perdido algo importante en el camino de regreso a casa.
El día había comenzado con total normalidad, o, al menos, la total normalidad que podía permitirse un equipo como el 5.0. Una gran operación terminaba con una redada de esas que tanto gustan al líder de la unidad, llena de hombres armados en un almacén. Gritos, tiros, un par de bombas de humo que se suponía que no estaban en el maletero del camaro y un pequeño susto. Uno de los sospechosos se había escondido y salió de la nada al paso del SEAL. En el momento en que Steve se giró, Danny, de rodillas tras un rastrero golpe en la pierna, ya tenía una pistola apuntándole a la sien.
-Suelte el arma o tendrá que buscarse otro compañero.
Danny cerró los ojos y soltó el aire que al parecer había retenido, sintiéndose culpable por no haber sido capaz de ver venir todo aquello. La expresión del marine era de puro terror.
Por suerte, Chin apareció para salvar el día y el que acabó con una bala en la cabeza fue el propio narcotraficante.
Desde ese momento, el Comandante no había abierto la boca exceptuando para preguntar a Danny por su rodilla y dar el día libre al resto un cuanto los sospechosos estuvieron a buen recaudo. Tras aquello, se metió en el coche y condujo hasta su casa. Una vez allí, abandonó el asiento dejando atrás a un Danny que no se había atrevido a decir nada, aterrado por el hecho de haber fallado en su cometido y esperando, con un fuerte nudo en el estómago, a que su amigo le recriminase que no podía confiar en él para cubrirle las espaldas si ni siquiera era capaz de ver lo que pasaba a su alrededor. El policía salió de coche, interpretando que el marine deseaba que le siguiese al interior de la casa puesto que, si no, no se hubiese llevado con él las llaves de su coche.
-Escucha, Steve, lo siento. Sé que debía haber…- no pudo decir más, de pronto, la puerta se cerró tras él con un fuerte golpe y se encontró prisionero entre ésta y el cuerpo de su amigo, quien en ese momento le besaba con desesperación.
-Creí que te perdía- murmuraba el SEAL de vez en cuando.
Y el detective no supo reaccionar, dejándose llevar y respondiendo con un deseo contenido desde hacía tiempo ya, permitiendo que la pasión y la locura se adueñaran de su mente y de su cuerpo, perdido en la agradable sensación de las manos de Steve, que recorrían su cuerpo con hambre, con la necesidad de asegurarse de que nada había pasado, de que estaba ahí.
Abrió los ojos con la sensación de que estaba saliendo de un sueño del que no quería despertar.
Miró a su alrededor, no había sido un sueño, la cama en la que se encontraba y el agradable dolor que sentía por todo el cuerpo, le recordaban que todo, absolutamente todo lo que había ocurrido aquella noche había sido real. Steve no estaba en la cama, pero el ruido proveniente de la cocina era un claro indicador de dónde podía encontrarlo.
-Buenos días- dijo entrando en la cocina una vez que estuvo duchado y vestido. Su amigo le miró sin decir nada y los instintos de Danny no presagiaban nada bueno-. ¿Es hora de comer, ya?- preguntó en un desesperado intento por borrar la indescifrable expresión del rostro del SEAL, quien parecía estar preparando un elaborado plato.
-Tienes café preparado. Tómate una taza antes de irte.
¿Irse? Siempre pasaban juntos los fines de semana en que Danny no tenía a Grace… es más, incluso pasaban juntos la mayoría de los fines de semana en que la tenía. Al margen de lo sucedido esa noche, el detective había creído que iban a hacer algo juntos esos días. Y ahora, después de la intensa noche que habían compartido, simplemente creyó que…
El Comandante captó la extrañada mirada de su amigo y carraspeó, algo incómodo.
-Verás… Catherine va a venir y…
Definitivamente, aquello no había sido un sueño, sino más bien la peor de sus pesadillas. El rubio estaba convencido de que, si en aquel momento el SEAL le hubiese arrancado el corazón con sus propias manos, el dolor hubiese sido mucho menor. Trató de mantener la poca dignidad que probablemente le quedaba.
-Por supuesto, claro. No te preocupes. Me iré en seguida. Gracias por la oferta, pero creo que no me apetece ese café. Supongo que nos veremos el lunes. Adiós, Steve- dijo dándose la vuelta y saliendo de la casa antes de que la primera lágrima brotase de sus ojos.
Steve observó cómo su amigo se alejaba con un nudo en el estómago, no pudiendo creerse el cómo había cometido uno de los mayores errores de su vida.
Ok, no me odiéis por esto. Tenía ganas de hacer sufrir a Danny, aventurarme un poquito en el angst...
