Hola! Aquí vengo con mi primer fic de este libro... bueno, en realidad, sólo está basado en los vampiros que la magnifica Stephenie a creado y yo sólo he inventado a estos dos para este cortito shot. No se si ponerlo aquí se adecue a las reglas de la web, ya que es un 70 original Así que ni Bella ni Edward salen aquí. En teoria es sólo un shot, pero si no está mal publicarlo aquí, y si a alguien le gusta, pensaré en continuarlo



Pregunta inocente

Podía detectar ese olor a kilómetros de distancia. Era un olor dulce y extravagante, como a mimosa o jazmín... Conforme se acercaba distinguía esa fragancia menos floral, cada vez más apetitoso. Ese era un bocado que no se le iba a escapar. Corría a toda velocidad, buscándolo con obsesión. El instituto de Olympia estaba impregnado con su esencia, pero ya era de noche y seguro que hacía horas que se había marchado de allí. Perseguía el olor por las calles vacías, sin rendirse. Irrumpió en un apartamento con el más absoluto sigilo, pero ninguno de los habitantes era el propietario de la sangre que hacía que su boca se llenase de amarga ponzoña. Sabía que se estaba acercando, el olor le quemaba las fosas nasales. ¿Cómo podía ser tan ardiente ese perfume tan tenue y suave?

Encontró el rastro y lo persiguió con fervor, absolutamente seguro de que si siguiera vivo, su temperatura habría subido debido a la excitación.

Se estaba acercando, estaba casi encima. Paró en seco y llenó sus pulmones con aquel aroma tan apetitoso y comenzó a andar a paso humano.

Allí estaba ella, esa era la propietaria de semejante esencia. Estaba en medio de un parque, sentada en la hierva y parecía estar leyendo un libro, totalmente ajena a lo que ocurría a su alrededor. Ajena al peligro que se le acechaba. Su pelo llegaba casi hasta la cintura y era de un extraño color azul desvaído. Vestía de negro, con una chaqueta liviana, demasiado fina para la temperatura que hacía, unos pantalones anchos y caídos, y unas pesadas botas con adornos metálicos.

El peligroso vampiro se acercó a ella por la espalda. La asustaría al acercarse a ella y tocarla con sus frías manos. Luego, la tranquilizaría unos segundos y la seduciría con una sola frase y antes de que ella pudiera hacer algo, él la mordería y la inmovilizaría con su ponzoña.

Ya podía sentir la sangre en sus labios.

Se arrodilló a su espalada, con un sigilo sobrenatural, y cos sus antebrazos rozando el cabello de la chica, acarició sus mejillas y posó las manos en su mandíbula. Ella se puso rígida, asustada.

- No te asustes – dijo el vampiro, que, a pesar de no haber hablado durante semanas, su voz sonaba grave, pero para nada áspera – El príncipe de la noche te ha elegido – pensó que tales palabras bastarían para engatusar a la chica, cómo había echo con tantas otras.

Pero ella no se derritió en sus brazos, como pensaba que haría, si no que se volvió para mirar su rostro. Sus pupilas se dilataron del miedo.

- Eres un vampiro ¿verdad?

Dejó de sujetarla, asustado, y retrocedió unos centímetros.

- No me equivoco – continuó ella – estoy segura.

Los ojos azules de la chica, más claros que las puntas de su cabello, le miraban con una mezcla de miedo y admiración.

- Quieres mi sangre ¿verdad?

Estaba sorprendido. Ningún humano había conocido su naturaleza antes de que sus colmillos atravesaran su carne. Sus instintos le decían que huyera... que huyera cuanto antes y lo más rápido que pudiera.

- Por favor... contesta a mis preguntas y no me resistiré.

- Je... – sonrió él – resistirte no serviría de nada, tengo cien veces más fuerza que tu...

- Pero seguro que ninguna presa se entregará con tanta facilidad como yo...

- Las presas fáciles son aburridas – sonrió más, mostrándole a la chica sus peligrosos dientes, pero sus ojos estaban fijos en los suyos y pareció que no le asustaban en absoluto. – Sólo una pregunta...

- Tus ojos... – dijo ella al instante, fijándose en el matiz rojo que había en los ojos negros del vampiro. Alzó sus manos y acarició la cara del vampiro, con aquel tacto suave y el frió mortecino. Deslizó la yema de sus dedos por las marcadas ojeras moradas que había bajo sus ojos con un cuidado que removió algo en el interior de ese ser sobrenatural - ¿De que color eran cuando eras humano?

El vampiro apartó las suaves manos de la chica, con las uñas pintadas de negro, de su rostro y las dejó que colgaran a los lados de su cuerpo. Desvió la mirada al suelo, pero los limpios ojos de la humana no abandonaban sus facciones.

- No lo recuerdo – mintió. Él lo recordaba todo con absoluta claridez, pero pensaba que si se lo decía, ya no podría hacerlo.

- Ya veo...

Desilusionada por haber malgastado su única pregunta, bajó lentamente la cremallera de su chaqueta, mostrando su cuello y dejando totalmente expuesta su yugular. La respiración del vampiro se agitó por la excitación mientras que la de la humana parecía tranquila, demasiado tranquila. Posó una mano a un lado de su cuello mientras que se inclinaba hacia el otro. Olisqueó desde detrás de su oreja hasta casi su clavícula. Ahora lo percibía con claridad... claramente era mimosa, quizá también a naranja, pero muy tenuemente.

- ¿Me va a doler mucho? – pregunto ella, empezando a notar el temor y con la carne de gallina.

- En unos momentos no sentirás nada – susurró él, dando un pequeño beso en el lugar donde había decidido morderla – Dime tu nombre, por favor...

Antes de que contestara, él ya había abierto sus labios. Acariciaba con la lengua la piel hirviente de la chica y succionaba sin haber hecho un solo rasguño. Sentía que no seria capaz de conseguirlo.

- Alex – susurró ella en un jadeo.

Alex sentía que había llegado el momento de su muerte, y se aferró al cuerpo del vampiro con un miedo atroz.

Un segundo después cayó al césped, al haber desparecido su apoyo. El vampiro ya no estaba entre sus brazos. Se había esfumado como por arte de magia. El pavor inundó su cuerpo, cogió su libro y salió corriendo hacia su casa, antes de que el vampiro pudiera encontrarla.