Bella
Se hicieron cerca de las cinco de la madrugada. Y Jacob seguía esperándome al lado de la barra. Parado con una musculosa negra que hacia lucir su musculoso cuerpo, unos jeans gastados. Su pelo alocando, era un morocho bastante lindo.
Fui a mi camarín a cambiarme, ya estaba de salida. Me despedí de victoria, ella también tenía cosas que hacer al horario de salida.
-Sí que eres insistente – le dije mientras retiraba mi paga de la caja.
-Mi insistencia dio sus frutos – me dedico esa sonrisa deslumbrante que poseía.
-¿Y qué haremos a estas horas]? – era muy tarde.
-Vamos a tomar unos tragos en mi casa – sabia cual era su intención. Pero sabría manejar la situación.
Me despedí de todos y partí. Jaco me prestó su chaqueta, la noche estaba fría, e iba a empeorar la ida a su casa en su llamativa moto.
A la velocidad que conducía no demoramos mucho en llegar, mis mejillas eran un tempano de hielo.
Llegamos al edificio, el estaba en tercer piso. Los pocos minutos en el ascensor, fueron muy incómodos, ninguno dijo nada, para romper el silencio.
Cuando entre, me saco la chaqueta y la colgó. Me invito a sentarme en los sillones de la sala. Trajo dos cervezas y las puso en al pequeña mesa.
-¿Quieres comer algo? – pregunto, muy atento. –No está bien – no tenía hambre, solo deseaba una cama. Pero para dormir.
-Y bien…
-¿Qué? – Podía ver lo nervioso que estaba – mejor siéntate y relájate – dije para calmarlo.
Se sentó a mi lado, callado y tenso.
-Bella me gustas – comenzó.
-Eso lo sé – iba a darle una oportunidad, no había estado con nadie desde que me mude y deje a mi novio en Luisiana.
Tome su rostro entre mis manos y los bese.
El abrió los ojos como platos al comienzo, pero luego se relajo y me acompaño, su lengua parecía desesperada.
El se dejo llevar por la mía, me tomo de la cintura y yo de su cuello.
Me beso con pasión y deseo. Jacob era muy dulce conmigo y lo único que hice todo este tiempo fue ignorarle, ahora las cosas cambiarían.
Sus manos subieron mi playera, las saques sin alardear, el lo acepto y continuo besándome.
Alcance a ver el reloj, y marcaban las 7 de la mañana. Pedí a Jacob que me llevara a casa.
Tenía que descansar, los sábados el trabajo era imposible.
Los domingos me relajaba por completo y dormía todo el día.
Edward
Todo el maldito sábado tuve que controlarme para no ir a ese estúpido lugar. No caería tan bajo.
Me tome mi tiempo para cenar con mis padres. Salí con mi hermano a tomar algo.
Claro que no le mencione el tema del club, porque sería el primero que me arrastraría ahí.
Recibí la llamada de Rosalie, el domingo temprano. Era hija de unos de los socios de mi padre. Cada vez que venía a NY, era a la primera que tenía encima de mí. Acepte su invitación de ir a cenar. Era muy fácil de complacer.
La lleve a cenar, y todo lo demás.
La deje en su casa suponía que lo único que deseaba en esos momentos era descansar. Había tenido una noche agitada.
Fui a la academia directo a descansar.
Hoy sería un día bastante complicado. Los alumnos andaban alborotados por las bailarinas de baile. Y las alumnas por los músicos.
Ignore la situación e intente relajarme. Debía dictar clases no iba a reflejarlo con mis alumnos.
Era uno de los más jóvenes de los que enseñaban música.
