Hola otra vez :) como buena dispersa persona, estoy aqui con una nueva historia jaja, pero que al menos ya esta terminada en mi computador jaja asi que solo es cosa de subir los capitulos. Bueno es un shortfic, solo 3 capitulos, que espero les gusten.

La verdad es que es algo distinto, esta narrado en primera persona, contado desde nuestros protagonistas a nuestros protragonistas, no se si entiende jaja, pero lo entenderan al leer. Es sobre desamor. Como la rutina consume el amor y te lleva a hacer cosas que destruyen todo lo que soñaste.

Espero que les guste. Por supuesto todo pertenece a la gran y unica J.K. Rowling :)


Capitulo 1: Already gone

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Me lo he preguntado demasiadas veces en los últimos meses, y aun no encuentro una respuesta que logre convencerme. No se que es lo que hemos hecho mal, ni que hacer para que las cosas mejoren. Simplemente siento que nos vamos derrumbando poco a poco. Si soy honesto conmigo mismo, te amo, y te amo mas de lo que podría expresar, pero…

Es ese maldito pero el que me detiene. No se que sigue. Te amo pero no quiero seguir a tu lado. Te amo pero ya no te deseo. Te amo pero no aguanto un día mas a tu lado. Te amo pero no se cuanto mas soporte esta rutina.

Cuando retomas tus gritos me devuelves a la realidad. A esta triste realidad donde todo se ha ido destruyendo. Donde tu me gritas hasta cansarte y yo sencillamente te ignoro, hasta que me aburro y desaparezco por la puerta en busca de un poco de paz y algo de alcohol.

— ¡Di algo maldita sea!

Me quedo mirando a la pared que tengo enfrente, recordando porque me enamore de ti. Recordando como eramos. Recordando el día de nuestra boda y el nacimiento de nuestros hijos. Es lo que me mantiene cuerdo.

Pareces notar que estoy perdido en mis pensamientos, porque harta de mi indiferencia me lanzas un cojín. Y yo, harto de tus ataques me levanto furioso. Y es que has aprendido con el paso de los años a sacar lo mejor de mi, pero también lo peor. Y es en estos momentos donde me transformo en esa bestia que tanto odiaste años atrás.

— ¿Quieres que diga algo? — me acerco en dos grandes zancadas, y noto por tu expresión que te has asustado. Retrocedes instintivamente. Al parecer aun quedan restos del miedo que sentiste por mi.

Te acorralo contra la pared y respiro el aroma de tu cabello. Suelo olvidar poco a poco las cosas buenas que tienes, pero jamas podría olvidar el aroma de tu cabello, o la suavidad de tu piel. Cierro los ojos y dejo que la ira se vaya evaporando de mis venas. Necesito calmarme, antes de decir cosas que no quiero decir.

Cuando abro los ojos, estas con las mejillas empapadas en lágrimas, y el horror plasmado en tus bellas facciones. Eres tan hermosa. Si solo no tuvieras ese carácter de los mil demonios. Y no es que no supiera de el cuando decidí ser tu esposo, es solo que con cada día que pasa, empeora. Suspiro profundo y me acerco hasta que nuestras frentes se unen.

— Iremos a la cena, te guste o no

Y ahí es cuando el fuego se vuelve a encender en tus ojos. Todo esto ha sido por una maldita cena en casa de mis padres. Se que aun no perdonas todo lo que te hicieron, pero son mis padres. No los justifico, pero ya han pasado años, y ahora son tu familia también. Son los abuelos de mis hijos, a quienes aman hasta mas no poder. Pero no lo entiendes. Simplemente armas un escandalo de mil demonios porque no quieres ir a la maldita cena de aniversario de mis padres.

Cuando me empujas con fuerza, me doy cuenta que todo volverá a empezar.

— ¡No! Te lo he dicho un millón de veces, no me iré a meter a un nido de víboras, menos llevare a mis hijos

Has colmado mi paciencia. Sin decir palabra alguna doy media vuelta y salgo por la puerta. Escucho por ultima vez tu grito antes de aparecerme lejos de ti.

Avanzo por la calle desierta hasta el edificio donde Blaise comparte apartamento con Theo. Necesito distraerme y olvidarme de ti. Golpeo un par de veces, hasta que la pelirroja abre la puerta con evidente molestia.

— ¿Qué haces aquí? Casi es media noche — me invita a pasar con cara de pocos amigos. — ¿Otra pelea?

La espero en el rellano, mirándola con resignación. Es casi como una rutina sagrada. Peleamos, y aquí estoy, contando mis penas. Estoy seguro que terminaran por mudarse sin decirme donde, solo para evitar escucharme.

Una vez dentro me encuentro a Blaise recostado en el sofá, y a Theo con la lunática preparando palomitas. De pronto me siento como un extraño. Invado la privacidad de mis amigos solo porque no soy capaz de enfrentarme a ti como debería. Con vergüenza me quedo de pie cerca de la puerta. Me saludan con amabilidad, esperando que empiece mi historia. ¿Para qué? Siempre es lo mismo.

— Venga, ve una película con nosotros — Luna me invita a tomar asiento, con una de sus tranquilizadoras sonrisas. Le devuelvo el gesto, pero finalmente niego con la cabeza.

— No gracias, creo que mejor volveré a casa

Pero miento. Sorprendidos sonríen y me alientan a volver y hablar contigo. Escucho algo de que las cosas deben hablarse para solucionarse. Pero es que contigo no se puede hablar. Es algo imposible sencillamente. Me despido con un movimiento de cabeza y salgo de ahí, sin rumbo fijo.

Camino por la calle pensando en nosotros. ¿Cómo es que llegamos aquí? Desearía volver el tiempo atrás, a cuando eramos felices. Siento que mis ojos se nublan, mi corazón se acelera y que apenas puedo respirar. Eramos.

Me duele el corazón darme cuenta de ello. Ya no somos felices juntos. Y no se si algún día podríamos volver a serlo. No se si podremos reparar lo que ya se ha roto en tantos pedazos.

Mis mejillas arden cuando siento las lágrimas derramarse. No detengo un segundo mi camino, debe haber algún lugar donde poder sacar este dolor que se apodera de mi. Porque duele. Estoy seguro que jamas me había dolido algo tanto en mi vida. Ni cuando me grabaron la marca tenebrosa.

Me seco las lágrimas y al final de la calle diviso un bar, o quizás es una discoteca. No me importa la verdad. Cualquiera sea venderán alcohol.

Entro al lugar y la música me ensordece al instante. Espero a que mis ojos se acostumbren a la oscuridad y camino buscando la barra. Tomo asiento y espero a que alguien me atienda. Finalmente una muchacha de no mas de 20 años me ofrece algo para beber. Un whisky sin hielo resulta perfecto para calmar la tormenta que me aqueja en este momento.

Bebo uno de un sorbo. Un segundo vaso no es suficiente. Tres apenas logran nublar mi cabeza. Pero ahí sigues, con tu melena castaña, rebelde como siempre, con aquellos rizos que enmarcan tu rostro con tanta gracia. Con cuatro aun recuerdo tus ojos de avellana y tu nariz respingona, y casi saboreo tus labios, con aquella tierna sonrisa que me dedicabas cuando me decías que me amabas. Otro nudo en mi garganta y un quinto vaso. En mi cabeza ahora tu voz es dulce, suave como la seda, acariciándome desde dentro. Merlín, ¿cuánto debería beber para olvidarme de ti?

Un par de lágrimas se escapan y la frustración se apodera de mi. ¿Qué se supone debo hacer? Cuando pido el sexto vaso, una muchacha se sienta a mi lado. Creo que estoy medio borracho, porque apenas logro enfocar la mirada en ella. Se que sonríe, puedo ver sus dientes brillar en la oscuridad. Me muevo en la silla, hasta quedar frente a ella.

Mueve los labios, al parecer diciendo algo, pero no escucho nada mas que mi corazón latiendo fuerte en mis oídos. Se pone de pie y se acerca. Demasiado cerca, me habla al oído.

— Mis amigas dicen que no soy capaz de robarte un beso

Me sorprendo por su osadía. Se aleja unos centímetros y sin darme tiempo a reaccionar, agarra mi cabeza y estampa sus labios contra los mios. Me quedo de piedra, con los ojos muy abiertos y el corazón explotando en mi pecho. Se separa y me mira con vergüenza. — ¡Lo siento!

No digo nada, solo bebo lo que quedaba en mi vaso de un solo trago. No había besado a otra mujer desde que empezamos nuestra relación. Casi 10 años atrás. Cierro los ojos y cuando los abro, la muchacha sigue ahí, mirándome expectante. ¿Qué espera? Pido otro vaso, pero ella me detiene antes de beberlo. Me suelto de su agarre con mas brusquedad de la que quería. Se sorprende y se aleja un poco. Se había quedado casi pegada a mi todo el tiempo.

— Ten cuidado, si estas demasiado borracho, alguien podría aprovecharse de ti — me estremezco cuando me habla al oído, muy cerca, casi rozando la piel de mi cuello. Pero tiene razón, tengo que dejar de beber y volver a casa.

Intento ponerme de pie, pero todo comienza a dar vueltas a mi alrededor. Abro y cierro los ojos, me sostengo de la barra y tomo un par de respiraciones profundas. Miro a mi alrededor, maldiciendo haber bebido tanto. Así jamas podre aparecerme.

— ¡Qué hora es! — me acerco a la chica y grito en su oído, haciéndola pegar un salto. Me alejo y me sonríe, buscando algo en su bolso.

Me quedo mirándola. Es guapa. No como tu, claro esta. Y estoy seguro que apenas tiene la mayoría de edad. Pero su cabello castaño, mas claro que el tuyo, liso y atado en una coleta alta deja al descubierto sus facciones inocentes. No se de que color son sus ojos, ni podría asegurar que su piel sea blanca y lisa, o si esta llena de pecas. Pero si puedo asegurar que tiene un cuerpo de infarto. Recuerdo que jamas fuiste el tipo de mujer que me gusto, digo, eres pequeña, pero tenias lo tuyo bajo ese uniforme un poco mas grande de lo que debería. Esta chica no deja nada para sorprenderse. Lleva un vestido dorado ajustado a cada centímetro de su piel, revelando unos voluptuosos pechos y un gran trasero.

— ¡2:30!

Mierda. Creo que se ha dado cuenta que la he estado mirando. Me siento incomodo. Si bien reconozco una belleza cuando la veo, jamas he mirado a otra mujer con necesidad como lo he hecho contigo. Desde aquella primera vez en que te hice mía, jamas he deseado otra mujer. No se si sera el alcohol, o la triste realidad que vivimos, que de pronto me imagino como seria besar a esta joven muchacha, quitarle la ropa y embestirla hasta que ya no tenga conciencia de mi mismo.

Tengo que salir de aquí. Ella solo me sonríe coqueta, aumentando este deseo carnal que nace desde lo mas profundo de mi, sacando a flote mi instinto animal. Agradezco con algo que parecen palabras, y salgo tambaleándome. Cuando el frió de la noche me golpea, siento que mi cuerpo comienza a volver a su estado natural. Respiro profundo, afirmando mis palmas en mis rodillas, tratando de calmarme. Tengo que pensar que haré. Definitivamente no puedo aparecerme en estas condiciones. Y por otro lado no quiero molestar a mis amigos otra vez. Me enderezo, arreglando mi camisa y despeinándome otro poco. Miro a todos lados. Quizás por aquí cerca haya algún hotel de mala muerte.

Empiezo a caminar lento pero seguro. Lo ultimo que me falta es caerme, y ser el hazmerreir de todos los muggles que transitan a esta hora de la noche. No alcanzo a dar unos pasos, cuando escucho un grito: — ¡Rubio!

Como puedo me doy media vuelta y veo a la muchacha correr hacia mi. Lo hace de maravilla con esos tacones de al menos 15 cm. Otra vez esa confusión en mi cabeza. La miro sin entender porque me busca. Trato de pensar en ti. En mi cabeza trato de plasmar tu rostro, con tu hermosa sonrisa. Pero solo puedo verlo colmado de lágrimas y furioso, escuchando de fondo tus gritos.

— Se te quedo la cartera

Tardo en reaccionar. Veo que me extiende mi cartera, la que en algún momento saque y deje sobre la barra. Estiro mi mano y la tomo bruscamente, revisando su interior. No se porque lo hago, ni siquiera se que tengo dentro. — Me tome la atribución de pagar lo que debías

Su piel es blanca, y su nariz parece estar plagada de pecas. Sus ojos son algo entre el verde y el plomo. ¿Cómo lo se? Porque me he acercado lo suficiente. — Soy Anne

— Draco — respondo, y de forma automática deposito un beso en su mejilla.

En un comienzo parece sorprendida, pero luego sonríe y se muerde el labio. Algo muy típico de ti. Me quedo mirándola, mientras mi corazón late muy fuerte, mas fuerte de lo que lo ha hecho en mucho tiempo. Respiro rápido e irregular, siento que me estoy ahogando.

— ¿Dónde vas? Ven, pidamos un taxi y así me aseguro de dejarte en la puerta de tu casa

Me toma la mano y me lleva hasta el borde de la calle, mirando atenta por un taxi. Yo solo me deje guiar, y me quede ahí, embobado mirándola. ¿Qué me esta pasando? Yo te amo, eso lo se. No entiendo que hago con esta joven, como mínimo unos 10 años menor que yo, tomado de la mano y esperando un taxi. Yo debería alejarme de ella, y buscar la forma de volver a casa. Contigo. Acostarme a tu lado y pedirte perdón como siempre hacemos.

Pero esta noche no es lo que quiero hacer. No quiero volver a tu lado. No quiero abrazarte en la noche y escucharte llorar hasta que te duermes. No quiero despertar mañana como si nada hubiese pasado. No quiero llegar del trabajo y oír que te quejas y comienzas la batalla de ese día. No quiero volver a eso.

Quiero un respiro.

Quiero tomar aire fresco.

— No puedo llegar a mi casa — ella me mira confundida, y parece darse cuenta que aun estamos tomados de la mano, porque afianza el agarre y acaricia con su pulgar la palma de mi mano. Trago con dificultad, me aclaro la garganta, aunque se que mi voz sonara mas grave que de costumbre — Es muy lejos de aquí

— Entonces puedes quedarte conmigo esta noche.


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Nos vemos :)