Capítulo I

Mi pequeño gatito

Era un Domingo de invierno, Hinata se acababa de ir a su casa, había venido a completar una tarea en grupos de a dos de Historia para el día Lunes. Mamá y papá estaban con trabajos de negocios alrededor del mundo como siempre, mi casa es demasiado grande para una persona sola en ella, en las noches parece terrorífica, es de tres pisos, demasiado grande para una pobre niña con diez y seis años, que ah sido consentida desde que nació y ahora, sola. Voy al Kookoo Zenkoku, no tengo muchos amigos, hasta ahora sólo son tres: Hinata, Naruto, y Sai. Los demás, son sólo compañeros de clase, ya que no conversamos a menudo, o eso era, hasta ahora.

-¡Nos vemos Hinata! –dije despidiéndome con la mano en alto.

-¡Que no se te quede la carpeta! –me recordó antes de doblar en la esquina.

-Vaya, hace un frío de muertos –dije cerrando la puerta, mientras frotaba mis manos contra mis brazos para brindarme calor.

-Tendré que encender la estufa –dije de mala cara, odio prender la estufa, me da miedo, de sólo pensar que tengo que meter mi mano dentro de ella para que el fuego encienda su destrucción, me recorre un escalofrío en la espalda.

Salí al patio para buscar la leña que se encontraba bajo techo tapada con bolsas para que no se humedeciera. Tomé unos tres y me los traje a dentro de la casa, abrí la puerta de la estufa del living, dejé los palos en el suelo y fui a buscar el diario con los fósforos, luego bajé y volví a sentarme sobre la alfombra marrón frente a la estufa, encendí el diario y esperé a que las llamas fueran lo suficientemente grandes como para ser capases de destruir la leña gruesa, entonces con mucho cuidado dejé los palos dentro de la estufa.

Limpié la basura que dejó la leña en el suelo y la tiré a la basura, lavé los platos de la once con Hinata, lo sequé y los guardé donde corresponden. Tomé mis cuadernos, lápices, hojas y la carpeta y me los llevé a la pieza, los guardé dejando sólo la carpeta con el estuche encima del escritorio.

Mañana nos toca examen de matemáticas, así que me dedicaré lo que queda de tarde para estudiar, pensé.

Bajé para prepararme un chocolate caliente, tomé unas galletas y las rapté a mi cuarto. Lo dejé en el escritorio. Cerré todas las cortinas de la casa, volví a asegurarme de la puerta y la reja, por si estaban abiertas. Volví a subir a mi pieza, tomé el cuaderno y comencé a repasar los apuntes que había alcanzado a tomar en clases, sólo los que alcancé a tomar, ya que la presencia de Sai a mi lado me desconcentra lo suficiente como para dedicarme toda la clase a mirarle el rostro masculino, serio, inquebrantable e inexpresivo.

Suspiré.

Será mejor que comience a estudiar en vez de acordarme de cada detalle de su perfecto rostro, pensé tomando un trago de mi leche tibia, tomé el cuaderno y comencé a leer, memorizar, entender de una buena vez esta materia.

La luz se cortó de repente, todo quedó sumido en la oscuridad, y casi me da un paro cardiaco, me acerqué a tientas al ventanal, abrí la cortina para verificar si era el sector que había sufrido un apagón, pero todo, completamente todo estaba oscuro. Era un apagón de toda la ciudad al parecer, el sector no es muy grande.

Intenté salir de la habitación y lo logré con éxito, bajé las escaleras mientras me tomaba el tiempo necesario para asegurarme de que debajo de mi pie estaba el otro escalón. El living estaba en su gran mayoría alumbrado por la gran estufa, me había traído unas galletas, así aproveché el momento para comérmelas. Todo estaba en absoluto silencio, sólo se escuchaba el sonido que hacían las llamas al devorar con deseo la leña, entonces, escuché algo que me izo palidecer, parecía una respiración agitada, pero la escuchaba tan cerca, que podría jurar el haber sentido su aliento chocar con mi piel, sólo fue un momento, después desapareció en la oscuridad, me pareció ver algo en una de las ventanas, algo pequeño que caía, me apresuré a ir a ver, y encontré unas cosas parecidas a algodones que caían del cielo, de un blanco puro, eran tantas que no lograba contarlas, copitos de nieve, no nevaba mucho aquí, era una novedad. Me habría encantado salir a correr por las calles y sentir cada copo con mi piel, pero el sólo hecho del apagón me hacía negarme a hacerlo, todo estaba oscuro, quizás qué podría pasarme. Ni si quiera me animaba a salir al patio.

Me volví a sentar, intentando encontrar mi calor corporal, mi piel se encontraba tan fría que no sentía ni mis dedos, ni mi nariz de lo congeladas que estaban, entonces alguien tocó la puerta, o quizás chocó, porque hizo un ruido como si hubieran empujado algo. Me pasó otro escalofrío, se me puso la piel de gallina y mi pulso se aceleró al máximo, mi respiración comenzó a ser cada vez más rápida y mis manos comenzaron a temblar. Me imaginaba lo peor.

Un asesino, un ladrón, un violador, un… ¡Ya basta! ¿Qué tal si es un vecino que necesita de mí ayuda?, me pregunté. Intenté desatar el nudo que se había creado en mi garganta, pero al parecer había empeorado. Me acerqué, temblorosa y llena de miedo a la puerta, tomé la manilla y quité los tres seguros, tragué lentamente. Me armé de valor, y de un tirón abrí la puerta…

…no había nada ni nadie, miré en todas las direcciones, pero no vi a nadie. Entonces escuché algo que se movía, miré al suelo y vi una caja que no dejaba de moverse, la tomé y la abrí, unos ojos curiosos me observaban asustados. Era un hermosísimo gato siamés, sin collar, no estaba recién nacido, debe haber tenido unos siete meses o más, el pequeño no parpadeaba, estaba asustado.

-No te voy a hacer daño, me has dado un susto, pensé que sería un ladrón o algo así –dije sonriendo mientras entraba con la caja, la dejé frente la estufa a leña y cerré la puerta con los seguros.

Volví a la caja, pero ya no estaba el gatito.

-Gato, gatito, ¿Dónde estás? No te voy a hacer nada –lo llamaba una y otra vez, pero no había señal de él.

Me tiré en el sillón, estaba cansada de tantas emociones, una más y me muero. Entonces sentí algo en mi pelo, me levanté inmediatamente, pero al ver lo que era, casi me río a carcajadas, era el gatito haciéndose cariño con mi pelo.

-Otra vez me asustaste ¿Quieres que quede con el corazón en la mano? –pregunté con sarcasmo.

-¡Miau! –fue lo que dijo.

-Me presento, mi nombre es Sakura Haruno, espero que nos llevemos bien –dije sonriéndole.

-Espera, debes estar hambriento –dije yendo a la cocina.

Estaba usando la luz de emergencia, así que podía ver más o menos, no era muy potente. Encontré mi baso con chocolate, estaba tibia.

-¿Te importa si te doy mi leche? Espero que no te haga mal –dije mientras buscaba un platito, y lo encontré, lo dejé en el suelo y derramé con cuidado la leche sobre él.

-¿Rico? –pregunté haciéndole cariño mientras el gatito lamía, pero el gato enseguida se corría, no era muy cariñoso. Creo que tenía hambre, porque se tomó toda la leche.

-Ven –dije tomándolo entre mis brazos.

-No quiero que vayas a ningún lado –dije, unté un poco de algodón con aceite, luego se lo puse en las patitas. Dicen que si haces eso, no se irán nunca.

El gato se resistía, entonces tuve que tomarlo con un poco de fuerza, pero no tanta como para matarlo o dañarle. Vencí en la batalla.

-Oye ¿Te vinieron a botar a mi puerta? –pregunté, entonces me encontré y me sentí como una loca, el gato no me respondería por más preguntas que le hiciera.

Suspiré.

-Bueno, al menos ya no estoy sola, afuera hay un frío de muerte, quédate esta noche ¿Sí? –pregunté una vez más, el gatito ladeó su cabeza, lo que lo hizo verse más hermoso de lo que era.

Subí a la carrera, saqué una de las camas de mis muñecas con las que jugaba cuando era pequeña, era lo bastante grande como para que el gatito se pudiera estirar sin problemas. Antes de bajar prendí mi estufa a gas para que calentara la pieza mientras no estaba, también encendí el calienta-camas en el número máximo, soy demasiado friolenta. Bajé y dejé su camita al lado de la estufa, luego fui a la cocina, tomé el platito, le derramé más leche calentita y se la dejé al lado.

Volví a la cocina y saqué una vela, la prendí y me dirigí hasta el living.

-Ven te enseñaré la casa –dije tomándolo entre mis brazos.

-Éste es la pieza de mis padres, no puedes entrar ¿De acuerdo? Ésta es la pieza de huéspedes, nunca entro, me da como mala espina, y ésta es mi pieza, pequeña, pero me gusta. Si quieres entrar, entra, no tengo problemas, con tal de que no me romas ni pierdas nada, está bien –dije acariciando la cabecita del gatito, pero él siempre me quitaba la mano con su patita.

Entramos en mi pieza, y el gatito no dejaba su cabeza tranquila, miraba todo, no perdía nada de vista. Lo dejé en mi cama, y comenzó a saltar, me reí a carcajadas, parecía como si estuviera en el agua fría, luego fue a conocer mis peluches: "Rosita", una conejita rosada. "Chinchulancha", mi gatito blanco, con collar negro, dentro tenía una especie de piedrecitas, era mi regalón. "Nieve", un conejito blanco con una cintita de color cobre en el cuello. "Ángela" una osita blanca con alas rosadas, una cintita rosada enrollada en su cuello, y un corazón rosa en sus manos. "Mota" un perrito blanco con una cinta de color cobre en su cuello, estaba echo de arena. "Lunares" un perrito muy blandito con un montón de lunares en su cuerpo. "Caramelo" un conejo café con leche que usaba una chaquetita celeste, estaba hecho de esponja. Y "Mora" una dragona morada.

Todos mis peluches los olía de cerca, entonces se sentó y sin mover un pelo, intentaba imitar a un peluche, me reí por ello. Después se entretuvo visitando la casa de las Barbies. De un salto subió a mi escritorio, lo revisó completito, luego se quedó mirando la mini biblioteca que tenía, era delgada, pero muy alta.

Aprovechando de que estaba quietito, saqué mi pijama de debajo de la cabecera, me desvestí, me puse los pantalones y me saqué la polera, entonces el gatito se cayó, había intentado subir la biblioteca.

-¿Estás bien? –pregunté tomándolo en brazos. Sentí sus pelos en mi cuerpo, era una sensación extraña, el gatito estaba con los ojos cerrados, y no se movía— Parece que está inconsciente.

Lo dejé sobre mi cama mientras me ponía la parte superior del pijama. Lo tomé y lo fui a dejar en su camita del piso de abajo, lo dejé ahí y subí, dejé la puerta semi-abierta por si entraba el gatito, la luz no volvió. Me senté en la silla frente al escritorio, tomé la llave que colgaba de mi collar y abrí mi diario de vida, tomé un lápiz especial, sólo para escribir en él:

Querido Diario:

Hoy fue un día normal, como todos los Domingos me desperté tarde y tomé desayuno como a las doce más o menos, no quise hacer almuerzo así que me compre algo rápido y lo comí. Hinata iba a llegar en la tarde para hacer la tarea de Historia, una carpeta de la historia de nuestro país, algo aburrido, me lo sé de memoria. Me entretuve toda la tarde aseando la casa para mantenerla en forma, como mamá aun anda fuera, tengo que mantenerla limpia, la aspiradora le pasa algo, no traga bien, creo que ya murió, tendré que comprar una nueva.

Como a las cuatro y media llegó Hinata con unas galletas, nos acomodamos en el living, nos entretuvimos haciendo la tarea, pero más que nada hablamos del colegio y sus profesores, deberían ser más estrictos y no dejar que los alumnos salten en su cabeza, en eso estoy de acuerdo. Después Hinata dijo algo de: "Naruto hará la tarea con Sai, porque no tiene más opción", qué envidia, él puede hacer la tarea con Sai. Hinata desde hace varios años que está enamorada de Naruto, pero él tonto nunca se daba cuenta, hasta el año pasado que le pidió que fuera su novia, a Hinata casi le salen lágrimas. Se llevan bien, eso es bueno.

Luego de taaanta charla, por fin terminamos la carpeta, Hinata se fue y a los minutos hubo un apagón, parece que fue en toda la ciudad, de hecho, aun está el apagón y estoy escribiendo con una vela al lado, esto me recuerda a la antigua.

Después del apagón me pareció sentir a alguien más, pero creo que fue sólo mi imaginación. Dejaron un gatito en mi puerta, uno siamés, me pregunto ¿Quién lo abandonaría? Es una raza muy hermosa, y difícil de encontrar. Le enseñé toda la casa, y al parecer le gustó mi pieza, porque está llena de cosas.

Se cayó al intentar escalar la biblioteca, además de saltar en mi cama como niñito. Pero cuando se cayó de la biblioteca quedó inconsciente, ahora está durmiendo en el piso de abajo en su camita de barbies con un platito de leche, al lado de la estufa a leña.

Bueno, eso fue todo por hoy, espero que el día de mañana sea más interesante, sé que siempre digo lo mismo y nunca cambia, pero no hay que perder la esperanza.

¡Oyasumi nasai, Sayoonara!

Me acosté y soplé la vela, la pieza quedó en suma obscuridad, tomé el gatito blanco, el "Chinchulancha" y lo dejé encima de mi cabecera. Me acomodé y comencé a quedarme dormida.

Sentí algo en mi cama, miré enseguida, pero sólo pude ver unos ojos que destellaban en la oscuridad. Con mi mano temblorosa intenté tocarlo, entonces me encontré con pelo, después reconocí al gatito, lo tomé y lo acosté conmigo, se enrolló y en seguida se quedó dormido, lo imité cerrando los ojos.

Un rayo alumbró mis ojos, me costó acostumbrarme a la luz, me tapé de cabeza, cuando sentí algo, lo toqué y recordé a el gatito, me destapé y aun seguía ahí, durmiendo profundamente. Me levanté intentado no hacer ningún ruido, abrí las cortinas y saqué una toalla para ir a bañarme, prendí la estufa para que se calentara la habitación, fui al baño a darme una ducha. Luego salí enrollada en la toalla, entré a la pieza y el gatito estaba sentado caballerosamente, con su colita enrollada en los pies, en tanto me vio, se volteó.

Reí.

-¿Qué pasa? No sabía que los gatitos machos se avergonzaban de ver a las mujeres sin ropa –dije sonriendo, el gatito sólo volteó una de sus orejas hacia mí.

Me puse el uniforme y los zapatos, después de vestirme el gatito se volteó. Me senté al lado de él, le hice cariño en su cuellito, y el pobre no pudo resistirse, movía su cabeza para que le hiciera más cariño, lo tomé y rocé su frente con la mía.

-Iré al colegio, si quieres quedarte en esta casa, no tengo problema, pero es tú decisión –le dije, luego le di un beso de la mariposa (juntar ambas narices), después lo dejé en la cama, bajé y me serví algo rápido lo tomé y luego corrí a buscar mi mochila, volvía correr hacia la puerta, tomé las llaves y me fui.

Cerré bien cerrado y me fui en mi monopatín a batería estuve andando unas siete cuadras, llegué al paradero y tomé el bus, me senté tranquila, pensé que perdería el bus. En la parada siguiente, subió Naruto.

-¡Ohayoo Sakura-chiiian! –dijo a toda voz, le saludé con un gesto de cabeza.

-Ne, ne, ne, adivina lo que pasó ayer –dijo sonriendo abiertamente.

-¿Qué pasó? –pregunté curiosa.

-Aceptaron a un nuevo profesor, dicen que es uno de los más estrictos –dijo temblando.

-¿Para qué asignatura? –pregunté nuevamente.

-Ni idea, pero Sai me lo contó, pregúntale a él –dijo con cara de picarón.

-Em. No, mejor hazlo tú, siempre que trato de hablarle se me enreda la lengua, o me pongo tartamuda, o hablo puras estupideces –dije triste.

-Pero si no lo intentas, no podrás hablarle nunca –dijo Hinata quién acababa de subir por la parte trasera del bus.

-¡Hinata! –dijimos al unísono con Naruto.

-Ohayoo –dijo de forma dulce.

Naruto le cedió el asiento a Hinata, y él se sentó adelante, se volteó para conversarnos.

-Hinata ¿Sabes acerca del profesor nuevo? –pregunté.

-Sí, no recuerdo su nombre, pero sé que nos hará Matemáticas –dijo la presidenta de clases.

-Vaya, ya era hora de que cambiaran a esa vieja loca –dijo Naruto con los ojos brillantes.

-También dijeron que, varios alumnos entrarían –dijo Hinata.

-¿Alumnos nuevos? –pregunté arqueando una ceja.

-Sí, no acostumbramos mucho, pero después de las vacaciones siempre entra uno o dos alumnos. Eso fue lo que sorprendió a los profesores, no son uno o dos alumnos, son varios que quizás entren –Hinata a veces me parece una sabelotodo.

-Vaya, al parecer los otros colegios se están poniendo las pilas, entrar al Instituto Nacional no es nada fácil –dije sonriendo.

-Más conocido como Kookoo Zenkoku. Pero sí, entrarán varios –repitió.

Llegamos al Instituto, varios alumnos también iban entrando. La directora Tsunade nos saludaba en la entrada con el inspector general Kakashi, también nos hacía algunas clases.

-Buenos días, espero que les hayan sido suficiente sus vacaciones –dijo Tsunade-sama, mientras nosotros le sonreíamos.

-Buenos Tsunade-sama –dije.

-Buenos días Tsunadeobaa-chan –dijo sonriendo despreocupado con las manos en la nuca.

-¡Uzumaki, repítelo! –ordenó Tsunade-sama con la furia encendida.

-Buenos días Tsunade-sama, por favor perdónelo, usted sabe que siempre es así –pidió Hinata con miedo.

La directora bufó.

-Entren antes de que me arrepienta –dijo, y entramos poco menos y corriendo.

-¡Naruto-baka! ¿Quieres que nos suspendan? Acabamos de entrar –dije golpeándole.

-¡Sakura-chiiian, no fue mi culpa! –dijo cubriéndose la cabeza con las manos

-¿Ya están peleando y molestando a la directora? –preguntó una voz grave, volteé y lo vi, ahí estaba, de pie con su perfecta presencia, me sonrió como solía hacerlo siempre que nuestras miradas se cruzaban. Le devolví la sonrisa un poco nerviosa.

-Ohayoo, Sakura-san –dijo de forma melódica para mis oídos.

-Ohayoo Sai-kun –dije por poco y babeando.

-¿Cómo fueron tus vacaciones?

¡Kyaa! Moriré, ¿Me habla a mí? ¡Nunca me preguntaba nada! Excepto si tenía que ver con tareas o pruebas, pero nunca algo de mí, de cómo estaba o algo así ¿Qué estará pasando? ¡El mundo está de cabeza! Es de mala educación no responder, ¡Tengo que responderle!

-Em. Bien, nada en especial, como siempre –dije sonriendo de alegría.

-Qué bien, supe que vivías sola ¿Por qué? –preguntó caminando por los pasillos, entonces comprendí que quería hablar sólo conmigo, eché una rápida ojeada a Hinata y Naruto. Hinata me decía que me fuera con las manos, entonces le sonreí.

Corrí hasta llegar al lado de Sai.

-Em. ¡Ah! Es que mis padres trabajan mucho fuera del país, y como tengo que estudiar, me dejan a cargo de la casa–respondí de forma automática.

-Ya veo, debe ser difícil vivir sola –dijo.

¡Santo cielo! ¡¡Se está preocupado por mí!!

-En realidad eso era antes, ahora tengo un gatito siamés muy hermoso, así que no me siento tan sola ahora –respondí sonriéndole.

-¿Cómo se llama? –preguntó interesado.

-Bueno…Em.…. No tiene nombre, ayer lo encontré fuera de mi casa en una caja. Fue muy extraño –dije recordando lo sucedido.

-¿En una caja? Qué suerte, los animales de raza cuestan muy caro –comentó con ánimo.

¡Gracias gatito! ¡Gracias a ti puedo hablar con Sai-kun!

-Sí, pensé lo mismo –dije mirándole de reojo.

Llegamos a la nuestra antigua sala, siempre nos cambian de sala, cada año. Sólo espero que no nos cambien de puesto, ya que siempre que entrabamos a clases después de las vacaciones nos cambiaban de puestos. ¡Ojalá no nos cambien! ¡No quiero salir del lado de Sai-kun!

-¿Crees que nos cambien de sala? –pregunté.

-No hayo la razón para que no nos cambien, todos los años lo hacen –respondió sin expresión.

-Tienes razón, me gustaría que no nos cambiaran, esta sala tiene muchos recuerdos lindos –dije tristemente.

-¿Cómo qué recuerdo? –preguntó mirándome fijamente.

Deseaba quedarme así por siempre, perdida en su mirada ¡Sai, te amo! ¡¡No!! ¡¿Cómo se me ocurre decir eso?! ¡Menos mal que no fue en voz alta!

-Mmmm…déjame pensar –dije llevando mi mano a la barbilla.

-Fue el haberme sentado junto con mis amigos –dije sonriendo.

¡Por haberme sentado al lado tuyo! ¡Te amo!

-Sí, es un buen recuerdo –dijo sonriendo.

-Los alumnos por favor, vayan a formarse en el patio –dijo la directora a través de la alta voz.

-¿Qué recuerdo tienes tú? –pregunté curiosa.

-Em. –lo estaba pensando.

-El haberme sentado al lado de una compañera tan simpática y linda –dijo ¡Sonriendo!

Por favor, llamen a la ambulancia, creo que me desmayaré aquí mismo ¡Me llamó linda! ¡Kyaaaa! ¡¡Moriré!! ¡Ah sonreído, me ah llamado linda y simpática!

Sentí cómo la sangre subía hasta mis mejillas, tornándolas de un tinte rojo.

-Gracias –dije sonriendo avergonzada.

-Es un hecho, y hay que decir las cosas buenas ¿Bajamos? Nos están esperando –dijo abriéndome paso para que fuera primero.

-Vamos –dije caminando mientras él seguía mi ritmo a mi lado.

-Les damos la bienvenida a todos los alumnos y profesores presente, espero que hayan aprovechado sus vacaciones al máximo. Quiero recordarles que ya no estamos en vacaciones, están en el colegio, así que pónganse las pilas y comiencen a estudiar, ahora empiezan las clases. Quiero informar de un nuevo profesor. Señor Zúñiga, pase por favor –dijo y a lo lejos pudimos distinguir a una cabeza de color plateada con delantal de colegio blanco, usaba lentes, tenía rostro envejecido, pero era alto y delgado.

-Buenos días, yo seré su nuevo profesor de Matemáticas, espero que hayan estudiado arto, ya que le sacaré provecho a ese estudio –dijo sonriendo con malicia.

-Parece terrorífico –dijo Naruto escondiéndose.

-Sólo quiere que lo tomemos en serio –dijo Sai sin inmutarse.

-Lo bueno es que sí estudiamos –dijo Hinata sonriendo.

-¿En serio? –preguntó Naruto.

-Claro, porque hay prueba o… ¿No estudiaste? –pregunté arqueando una ceja, ya sabía la respuesta.

-Em…. –no sabía qué decir—Claro había prueba, si…si estudié, ¿Cómo no? –dijo sonriendo nervioso.

-Sí… no estudiaste nada –dijo Sai mirándolo de reojo.

Sonreí por pillarlo.

-¿Qué dices? Yo estudié, ya verás cuando me saque la mejor nota y pidas de rodillas que por favor te ayude porque no entiendes –dijo cruzándose de brazos desafiante.

-¡Por favor, corra la prueba! ¡¿Cómo nos hacen una prueba en tanto entramos a clases?! ¡Eso es injusto! ¡Estuve fuera del país! ¡¿Cómo quería que estudiara?! –preguntó desesperado mi amigo rubio, nosotros reíamos disimuladamente.

-No, ahora vendrá su profesor jefe, así que por favor, siéntense y no hagan nada indisciplinado –dijo el profesor Zúñiga.

-¡¡Por favor!! –gritó Naruto antes de que cerrara la puerta, pero ya se había ido.

-Vaya, me asombra tu manera de estudiar –dije sonriendo maliciosa.

-Estoy pidiéndole que la cambie por los otros alumnos que no estudiaron y que no se atreven a hablarle al profesor nuevo –dijo cruzándose de brazos, haciéndose el interesante.

Continuará...


Próximo Capítulo: "Mi asiento especial"

-Nueva profesora.

-Alumnos nuevos.

-El chico nuevo, Sasuke Uchiha.