Cáp. 1: El seductor, la entrega y yo.
Me apoye en el pupitre agotada. Mis ojos marrones estaban entre abiertos, mirando al profesor que estaba de espaldas explicando algo que por más que intente no entendía. Siempre pensé y lo sigo pensado, que los profesores son algo así como personas sin vida, que nacieron para el estudio y mueren por el estudio. Mientras que nosotros, debemos escucharlos como explican esas ecuaciones que solamente ellos entienden.
Mi amiga Sango, quien estaba a mi lado, no paraba de hablar con Miroku a través de papelitos, nunca me supo decir si eran o no novios, aunque creo que si son novios. Después de todo, lo hacen todo juntos, hasta van al baño juntos… no broma, aunque no seria nada raro que hagan eso. Pero en fin. Suspire cerrando mis ojos, tenia sueño y las noches no eran precisamente acogedoras, por que no podía dormir y eso se debía a una sola persona…
Inuyasha Taisho, quien estaba sentado atrás de todo. Tenía ojos dorados, cuerpo musculoso y cabello plateado. Todas las chicas andaban detrás de el, tratando de acostarse con el, pero simplemente era imposible, para ellas, por que según el, solamente estaba enamorado de mi y buscaba la forma de salir conmigo, pero obviamente yo siempre lo rechazo. ¿Por qué? Por que es un mujeriego, tal como su amigo Kouga. Siempre una chica nueva en el descanso de la escuela, apretándosela. Y yo no soy una entregada.
Todos los días me esperaba en la entrada con una rosa o una carta, que siempre decía lo mismo… 'te amo. Inuyasha' por Kami, ya se que me ama, todos me aman, bueno, todos no. Menos Kikio, un porrista sin vida social que trataba de acabar con la mía, por que decía que yo drogaba a Inuyasha para tenerlo a mis pies. Aguarden, no tenia la culpa de ser más hermosa que ella.
Además… Inuyasha ya se había acostado con ella, ¿Qué más quería? A parte, a mi no me interesaba en lo mas mínimo, claro, hasta que el comenzó a besarme…
Fue un día de lluvia, a la salida de la escuela. Como no había llevado paraguas me había empapado toda y encima de todo, tuve que ir a fotocopiar un par de apuntes que me había olvidado de escribir. Y ahí fue cuando me lo encontré. Estaba caminando debajo de la lluvia, con su expresión seria y perdida. Sus manos estaban metidas en sus bolsillos y su mirada estaba puesta en el suelo. No tenía pensado en decirle…
-hola Inuyasha ¿Cómo estas? Te veo distraído ¿te sucede algo? –
Claro que no, eso sonaría como si estuviera preocupada y no quiero hacerlo ilusionar con falsas pretensiones. Entonces agache mi cabeza, metí las manos en mis bolsillos y comencé a caminar como si fuera que no lo vi.
-hola mi amor –me saludo el animadamente. Bueno, después de todo si me vio. Suspire resignada y levante la cabeza -¿Cómo estas? –preguntaba acercándose yo retrocedí.
-bien –respondí secamente. El sonrió –me esperan en casa, además no me quiero mojar más así que… -excuse despidiéndome con un gesto con la mano y pasando por su lado. Pero el ignoro mi comentario y me sujeto del brazo, poniéndome contra la fría y dura pared brutalmente. Hice una mueca y lo mire molesta -¿Qué demonios te sucede? –le grite. El en cambio me ignoro y me rodeo con sus brazos mi cintura, sentí que mi corazón se paralizaba y me costaba respirar. Puse mis manos en su abdomen para alejarlo de mi, pero fue inútil, el se acerco mas a mi, pegando su cuerpo al mío. En ningún momento el dejo de mirarme a los ojos al igual que yo los suyos y en un simple descuido el me beso, no puedo decir si fue tierno, cariñoso o un simple beso robado, por que al mas mínimo roce yo reaccione y lo empuje fuertemente, le pegue una cachetada y Salí corriendo como una cobarde.
Y desde ese día, se convirtió en un completo pesado. Vivía llamando a mi celular, me mandaba flores, cartas y chocolates, todo para poder salir conmigo. Pero mi respuesta va a ser siempre la misma NO.
Además, a mi me gusta otra persona, es popular y amigo de Inuyasha, por desgracia, su nombre es Bankopsu, tenia ojos azabaches y cabello negro. La mayoría de las chicas andaban detrás de el también, pero el solamente estaba interesado en otra chica. Kikio, la porrista que muestra su trasero cada vez que puede. ¿Qué le ve? Es una puta. Aahh me da rabia de solo pensar que Bankopsu anda como perrito detrás de ella.
-Higurashi –me despertó de mi sueño el profesor. Abrí los ojos perezosamente y pestañee varias veces antes de poder enfocarlo bien. Estaba enojado, muy enojado –salga de mi clase –me ordeno.
Resople levantándome y juntando mis cosas. Era el peor día de mi vida y como si no fuera necesario Inuyasha había echo una estupidez para que lo echaran también de la clase. ¡Que bien! Iba a tener la compañía de un sucio degenerado. Salí de la clase y comencé a caminar por el pasillo lleno de armarios.
-¡linda! –la voz de Inuyasha me llamaba. No tenia pensado girarme -¡Kag! –me llamo nuevamente, pero como lo ignore me tomo del brazo y me hizo girar.
-¿si? –pregunte molesta. Odio esa costumbre que tiene por tomarme del brazo así. El sonrió y me dio un beso en la mejilla.
-vamos juntos a retención ¿si? –pregunto tiernamente. Yo sentí mis mejillas arder, esa voz que tiene al ser cariñoso me aturde y me hace perder la cabeza, por eso odio estar a su lado, por que me hace sentir cosas que jamás o mejor dicho, cosas que nunca sentí con otra persona.
-eh… mejor voy sola –le dije con una sonrisa nerviosa, al parecer el lo noto por que sonrió aun mas y me estrecho en sus brazos. Abrí mi boca para decir algo, pero las malditas palabras no salían, estaba con la cara pegada en su pecho, sentía como subía y bajaba a causa de su respiración. Mis brazos estaban también junto a su pecho, con mis manos cerradas. Trague saliva, por mas que no sentía nada por el, me sentía bien en sus brazos, eran acogedores, como los abrazos que da un hermano a su hermana querida. Bueno, por lo menos así lo sentía yo. Si no fuera tan atrevido, impulsivo y mujeriego, hasta podía ser su amiga, ojo… solamente su amiga.
-Te quiero mucho –murmuro dándole un beso a mi cabello. Lastima que yo no podía decir lo mismo. El me soltó y comenzó a caminar junto conmigo con un brazo en mis hombros. Al parecer no tenía pensado soltarme totalmente. Suspire rascándome el brazo. No puedo decir que no me gustan los apodos que me pone o los tratos tan cariñosos hacia mí, por que me gusta que me traten así, pero no en exceso. Ni que fuera la reina de Inglaterra para esos tratos.
Llegamos a la puerta de detención y el me soltó dándome un beso en la frente, en ese momento cerré mis ojos al sentir sus labios, pero solamente fueron segundos, por que el se separo y me sonrió yo simplemente lo mire, me sentía una tonta al no poder corresponder una simple sonrisa.
-iré a buscar a Kikio –me aviso siguiendo por el mismo camino. Yo lo mire irse, ahora me doy cuenta que si anda con Kikio. Entonces, ¿Por qué demonios decía que solamente quería estar conmigo? No era que estuviera celosa o algo así, pero… digamos que… bueno, mejor dejémoslo ahí.
Entre y la preceptora me miro con sus ojos color miel. Su cabello era gris y en su rostro se notaba la vejez. A pesar de ser una anciana tenia su carácter y muchas veces lo tuve que soportar, a veces me pongo a pensar que hacerse vieja se trae consigo el mal humor, por que esa anciana no aguantaba ni un chiste bueno.
-Higurashi… que bueno tenerla aquí nuevamente –dijo con sarcasmo. No era una mala chica, no hacia humillaciones ni bromas, pero es que siempre visitaba detención por quedarme dormida o hacer un comentario muy poco respetuoso hacia los profesores. Pero aguarden, el país es libre, tengo derecho a opinar, además, a mi mis padres siempre me enseñaron a ser sincera con uno mismo y con los demás, pero llego aquí y cuando trato de ser sincera me mandan por un reporte. ¿Quién los entiende?
Suspiro mientras acomodo mis cosas en el primer asiento.
-treinta ecuaciones para hoy –ordeno levantándose con pereza y extendiéndome una hoja llena de ecuaciones. Arrugué la frente y mire sin entender la hoja, esto me pasa por quedar dormida y por no prestar atención al profesor Naraku en matemáticas. Saco un lápiz de mi mochila y una goma blanca.
-si hace bien esos ejercicios le dire a su profesor que le apruebe el trimestre –dijo la preceptora. La mire con horror. ¿Y si los hacia mal? –y si están todos mal, pues tendrá que venir a las clases de verano –dijo. Me sujete de la cabeza y la deje caer sobre el pupitre.
Solamente a mi me sucedían cosas extrañas, como ser acosada por el seductor de Inuyasha, envidiada y maldecida por la entregada de Kikio y yo, que quedaba entre medio de los dos, pensando que diablos hacer y para donde escapar…
