I'm afraid

Disclaimer: ¡Ojalá fuese Rowling, por Merlin!

Capítulo 1: Afraid

El auto avanzaba rápidamente por la carretera, conducido por su padrino que charlaba animadamente con su abuela, Andromeda. Él, sentado en la parte de atrás junto a Albus, se mantenía serio y en silencio e ignoraba las miradas elocuentes y los intentos de charlar que le dirigía su pequeño acompañante. Cada tanto, su abuela hacía un comentario para animarle o se giraba para darle un dulce beso en la frente y comentaba lo orgullosa que estaba de él. Cuando llegaron a la estación King Cross, se detuvieron frente al muro entre las plataformas 9 y 10. Aterrado pero emocionado a la vez, tomó la arrugada mano de su abuela, sabiendo que estaba a sólo unos cuantos pasos de subir por primera vez al Expreso de Hogwarts. Un torbellino de dudas y miedos se acumularon en su cabeza y los pensamientos que llevaba reprimiendo desde hacía varios días estallaron en su mente.

En Hogwarts, ¿qué dirían sus compañeros de él? ¿Qué pensarían de un niño huérfano, que no tenía padre ni madre? ¿Y si no tenía ningún amigo? ¿Y si hacía un desastre? Sí, eso era muy clásico de él. ¿Y si todo el mundo lo despreciaba, y lo odiaba? ¿Si le creían un loco que podía cambiar de forma a su antojo? ¿Y En que Casa quedaría? ¿Ravenclaw? No le disgustaba, pero no lo creía posible. ¿Hufflepuff o Gryffindor? Sí, la idea le maravillaba. Como su madre, Nymphadora Tonks, una Hufflepuff leal y buena. Si, la idea de ser un Hufflepuff le gustaba muchísimo. O un Gryffindor, valiente como su padre, Remus Lupin, o como su padrino, Harry. Eso también le agradaba mucho. ¿Slytherin? No, el no quería estar en Slytherin. En Slytherin habían personas malas como su la hermana de su abuela Bellatrix Lestrange, que había matado a su madre o el asesino de su padre, sí, seguro que ese también había sido un Slytherin. Eso le asustaba.

Su padrino le puso una mano en el hombro, distrayéndole de sus pensamientos. Su abuela sonrió, avanzó y su cuerpo desapareció tras la barrera.

―Venga, Teddy. Es tu turno, yo iré después de ti―dijo Harry, con Albus en brazos.

―¿Solo tengo que avanzar y la atravesaré? ―preguntó, asustado.

―Sí―dijo con confianza, infundiéndole ánimos―. Corre, si estás nervioso―añadió.

Y así lo hizo. Corrió con todas su fuerzas y cerró los ojos al pensar que iba a estrellarse contra la pared, pero cuando se detuvo y los volvió a abrir, se quedó maravillado: frente a él se encontraba la plataforma 9 y ¾, con la que tanto había soñado. Sus miedos se disiparon, aunque sea momentáneamente. Harry apareció detrás de él, sonriendo ante su expresión y con un Albus muy emocionado. Miró a su abuela que observaba todo con melancolía: parecía perdida en sus pensamientos.

―La última vez que vine aquí―susurró Andrómeda, sin mirarlos―fue en el último año de Dora, hace ya mucho tiempo.

―¿Con mi mamá? ―preguntó Teddy sorprendido.

―Sí, con tu mamá; y tu abuelo Ted también estaba aquí―recordó ella, sonriendo.

Teddy miró a Harry asombrado: eran pocas las veces que su abuela se permitía recordar a su hija o a su marido y muchas menos las veces que hablaba con él de ellos. Harry, por el contrario, le contaba todo lo que él quería saber sobre su padre y su madre.

―Harry..., ¿cuándo fue la última vez que viniste acá? ―preguntó Teddy, con curiosidad.

Su padrino rió.

―Mmm... Pues, la verdad, hace unos meses. Tuve que hacer un trabajo para el Ministerio―explicó―. Pero la última vez que estuve aquí como estudiante fue al terminar mi sexto año en Hogwarts. Fue un año muy ajetreado―comentó con aire nostálgico.

Teddy no preguntó porque no había sido en su séptimo año, ya que intuía la respuesta, sin embargo siguió haciéndole preguntas:

―¿No fue ese el año en que empezaste a salir con Ginny?―preguntó, divertido.

―Sí, es cierto. ¡Y mira como hemos terminado ahora!―respondió Harry.

Todos rieron ante el comentario, incluyendo el pequeño Al: Harry se refería a que si su esposa no había acudido a despedirse de Ted, era porque tenía que llevar a la pequeña Lily para hacerse un chequeo médico. James se había ofrecido a acompañarla, junto a Ron y a Hermione.

Harry bajó a Albus, que se agarró inmediatamente de la mano de Teddy. Por el rabillo del ojo, Andrómeda vio como los dos niños miraban su reflejo en el enorme tren escarlata. Harry, que estaba acomodando en el tren el equipaje, también se giró para observar a su ahijado. Si, el chico estaba distinto. Eso no era nada extraño, ya que cambiaba de aspecto todas las mañanas, lo raro era el aspecto que había adoptado ese día.

Era una réplica en miniatura de Remus Lupin, con algunos detalles de Tonks. Como la nariz, las cejas o los labios. Pero era impactante el parecido con Remus: eran los mismos ojos dorados, el mismo cabello castaño (aunque sin las canas que él siempre había visto en su profesor) y la misma forma de cara. Igual. Era tal el parecido adoptado que le había devuelto un montón de recuerdos y de detalles que creía haber olvidado con el tiempo, y, cuando se topó por primera vez con él esa mañana hasta le asustó. Había visto la expresión resignada y la reprobación en los ojos de Andrómeda, que aunque no hubiese dicho nada, sufría al ver como su nieto se aferraba a la imagen de sus padres. Se aferraba a un vago recuerdo. Tal cómo él mismo había hecho con Lily y con James, sus padres. Por eso, él le había contado a su ahijado todo lo que sabía sobre Remus y sobre Tonks. Porque quería que Teddy supiese lo fantástico que eran sus padres, quería que supiese que si no estaban ahí, con él, era porque habían muerto luchando por él. Porque le querían más que a nada. Quería que los conociese, como él no había conocido a sus padres.

Harry vio como Teddy le susurraba algo al oído a Albus y luego se acercaba.

―Veo que te has servido de la fotografía que te regalé―comentó Harry, mirándole. Se refería a una vieja fotografía en la que se encontraban Remus y Tonks, junto a Teddy. La había encontrado hacía años entre las cosas de Remus y hacía pocos días se la había dado a Ted. Era obvio que se había inspirado de ella para crear su nuevo aspecto.

―Sí, me fue de mucha ayuda―admitió―. ¿Te gusta?―preguntó, señalándose con una mano.

―Claro. ¡Estás muy guapo! Y has hecho un excelente trabajo: eres igualito a tu padre, pero te pareces mucho a tu madre. No lo olvides.

―Gracias, Harry―susurró Teddy.

―Tus padres estarían muy orgullosos de ti, estoy seguro. Y nosotros también lo estamos. Venga, el tren sale en pocos minutos. Escríbeme cuando llegues y ten esto, puedes comprarte algo para comer en el tren―dijo Harry, y le dio unos cuantos galeones, que él guardó en un bolsillo junto a su nueva varita―. Aunque ahora que lo pienso, ¿seguirá estando la señora del carrito? Tendrás que contármelo cuando me escribas desde Hogwarts.

―¡Claro! Prometo que te lo confirmare―contestó Teddy, riendo despreocupadamente.

Harry le abrazó con fuerza, le puso una mano en el hombro y le despeinó el cabello. También se despidió de Albus que no paraba de decirle que iba a extrañarle muchísimo y que él también quería a ir, y de su abuela que lo abrazó y le dijo que procurara no tropezar en medio de la Ceremonia de Selección, cosa que era de esperar con lo torpe que era. Él rió, sabiendo que eso había sido exactamente lo que había hecho su madre. A las 11 en punto, el Expreso de Hogwarts empezó a moverse y Teddy, ya dentro de su compartimiento saludó a Harry, Andrómeda y Al, que no paraban de hacer "adiós" con la mano. Desde lejos, escuchó el gritó de Harry:

-¡Chau, Teddy!¡Cuídate!

Siguió saludando, aún si no lo veían. Y vio como también Harry, su abuela y Albus seguían saludando sin verlo más.

Nota de la autora: Editado 24/11/10. Créanme, los capítulos mejoran a medida que avanzan. ¿Un review?

Besos, Ginny.