Primer one-shoot en primera persona que escribí... Es de hace años =,= No seáis crueles xD


No me atrevía a moverme, no supe reaccionar. Quería moverme, pero no respondían mis sentidos, estaban cegados y mi mente negaba tu traición buscando un solo motivo para entender o para creer que era una macabra pesadilla de la cual despertaría. Solo supe observar como las espadas danzaban y se entrelazaban en una encarnizada batalla…

Mi corazón te apoyaba, pero mi mente se negaba a creer eso y quedaba la duda de mis compañeros o tú.

Nadie me obligó a moverme ni a luchar, per mi corazón reaccionó al ver la espada de Lloyd atravesar tu pecho y sentir el sonido de un frágil cristal romperse en mi mente. Pronunciaste palabras que para mí carecían de sentido, pues mis ojos bañados en lágrimas hacían que mi atención se desviara a tu herida sangrante. Acabando tus párrafos sobre tus motivos esbozaste una sonrisa y todos comprendieron que quería despedirme. Sola.

Se retiraron con lágrimas y tristes sonrisas, llantinas comprendidas y un breve sonido. Se fueron.

-No me abandones… - supliqué arrodillándome junto a ti.

-Shhh… - me hiciste callar – No llores…

El silencio se proclamó el rey del instante, mientras me acariciabas la mejilla con ternura y mis ojos volvían a derramar lágrimas.

-¿No me odiabas? – cuestionaste, tosiendo sangre a un lado para seguir hablando.

-No – supe musitar con tristeza, sin parar de llorar.

-¿En… Entonces? – preguntaste – Porque yo… Yo te amo… Desde que te vi por primera vez… Aunque no puedas creerlo…

-Zelos... – susurré.

Sin poder evitarlo, posé mis labios sobre los tuyos. No me importó que mis labios se tiñeran del color de la sangre, ni que tus manos mancharan mis cabellos de rojo. La ternura imprimida en aquel beso anegó mis sentido impidiéndome razonar bien. Pero lo sabía. Sabía que era el final, que tus ojos no volverían a brillar. Lo sabía, y sabía que aquello me haría más mal que bien, pero quería dedicarte aquel beso.

-No me olvides – musitaste.

-No lo haré… Lo prometo… -juré con una mano sobre mi corazón y otra sobre tu corazón. – Pero tú tampoco me olvides…

Sonreíste como respuesta y borraste el último rastro de lágrimas. Depositaste un largo y último beso sobre mis labios. Aquel era definitivo, ya no habría más. Diste tu último suspiro y cerraste los ojos.

Pero extrañamente, no sentí ganas de llorar. Esbocé una sonrisa y usé el teletransportador. Todos me miraron con intensidad y extrañeza. Mi rostro estaba bañado en sangre que no era mía y mostraba una gran sonrisa.

-Por Zelos, venceremos a Mithos – Y todos asintieron.